Partida Rol por web

De nuevo en el exterior, puedo sentir el aire cálido de la noche neorleana, tampoco es que pudiera sentirlo de otra forma, pero siempre era agradable notar esas rachas de aire que recorrían el Mississippi provenientes del mar, era una sensación que me gustaba disfrutar cuando paseaba por sus orillas y en la cubierta del barco, está se acentuaba por el movimiento de la embarcación, era realmente relajante. Me acerco hacia Caroline, no me gusta haberla dejado plantada, pero a veces hay cosas más importantes, ella lo entendería.

Una vez a su lado, en voz baja digo. -No me gusta haberme tenido que ir así...-

-¿Sigue queriendo saber algo sobre los que estaban en mi mesa? Tampoco es mucho, pero quizás le interese saber algo más de lo que pueda decir yo sobre uno de ellos… parecía que tenía bastante habilidad para… digamos fastidiar.- Comento molesta recordando todas las intromisiones del italiano mientras realizaba mi trabajo.

Aunque era cierto que mi humor había mejorado notablemente desde hacía un rato gracias a la conversación con la primogénita, incluso casi me había olvidado de que me habían robado, casi, ya me encargaría de que no volviera a pasar pero de momento podría esperar, tampoco se podrían escapar muy lejos y si lo hacían conseguiría el mismo resultado que quería obtener, lo único es que no los había llegado a ver, por suerte sabía a quién preguntar y me lo diría, no tenía dudas.

Apoyo mi mano sobre la barandilla, dentro de un rato supongo que podría ir a curiosear en qué consistía ese juego que tanta publicidad le estaban dando, aunque por otra parte si se fueran todos podría al fin tener un momento de tranquilidad, aun así podría disfrutarlo después de saber las normas del entretenimiento que propondría JoJo. No consumiría mucho de mi tiempo y además se iría despejando la sala de molestas distracciones. 

Observo a Shane cuando se sienta junto a mi y le tiende la mano a mi contertulio...justo despues de que escucho el anuncio del siguiente evento  - ahi tengo que ir al no se que lounge ufff - y miro el reloj en mi móvil mientras pienso muchas cosas.

Mi mente va rápido... antes estaba nerviosa pero ahora quizás por el hecho de haber estado en cubierta sin tanto bullicio y refugiada en el silencio de mi soledad y luego el anciano este y ver a Shane junto a mi... su manera de ser que me llena de tranquilidad por su familiaridad... pues hace que yo me sienta mas relajada.

Mi pensamiento es - por fin... ya esta... - me acomodo sonriendo ligeramente a Shane y sin llamar la atencion...pues no me gusta que se fijen en mi y le saludo con una sonrisa a la espera de lo que diga Jerome... yo no digo nada porque aquí hay muchos oídos... y no es seguro.

- Me fumaria un cigarrito... eso si que me relaja... despues de un buen golpe... de suerte...

Escucho el anuncio del siguiente evento y trato de relajarme los últimos minutos, y tal vez extraer un ápice de información más.
-¿Alguno de ustedes conoce a un cainita de esta ciudad llamado Raymond?

Miro a la dama llamada Parker con curiosidad mientras espero alguna contestación.
- Parecéis algo inquieta señorita. Como si estuvisteis buscando a alguien o nerviosa esperando que suceda...algo.

Entrecruzo los dedos de las manos mientras estudio sus gestos - Tal vez le podamos ayudar... Aún tenemos un poco de tiempo hasta la medianoche.

Al escuchar las palabras de Shane, de repente, le digo inquieta al oido susurrandole, le tuteo - si, ayudame, necesito decirte algo a solas... he hablado con Roxy... vamos a cubierta, aqui hay muchos oidos... - me voy a levantar y le digo a Shane solemne y desapercibida que me siga con un gesto pero me quedo sentada todavia a la espera.

Al ver que tambien se ha dirigido a Jerome, me espero sentada..

Fowler permanecía ligeramente inclinado hacia delante no muy lejos del punto por el que los anarquistas habían abordado la embarcación, con la mirada perdida en las aguas del Mississippi. No le escuchó acercarse o, si lo hizo, no pareció importarle.

—Señor Crawford —recitó, casi automáticamente.

Le costó unos segundos regresar de donde fuera que estuviera, y cuando lo hizo tuvo que esforzarse por contener una sonrisa. Joder, Fowl, esta historia se escribe sola. Miró un instante hacia las escaleras que ascendían por la cubierta, y después se volvió hacia él, hacia Sebastian.

—¿Harto? —preguntó, divertido— No, en absoluto. Acostumbrado, más bien. También le pasará a usted, tarde o temprano. Se lo prometo.

Le ofreció una mano helada que estrechar como acompañamiento a su promesa. A Augustus Fowler parecía que le habían tallado en ébano para acto seguido envolverle en un manteo amenazador que vestía con una elegancia desapasionada. Por debajo tan solo quedaba un traje de tres piezas en gris ceniza, nada más*.

—Magnífica actuación, por cierto. No todas las noches puede uno ver la preciosa sonrisa de Morgaine torcerse tan temprano —ahora sí, sonrío—. Mi más sincera enhorabuena.

Hizo una sutil reverencia. Resultaba… perturbador: el único vampiro en ese barco que de verdad tenía una lengua bífida era también uno de los más honestos.

Shane se dirige a ambos, a Jerome y a mi y al hilo de su pregunta le contesto - No se quien es Raymond, nunca he oido su nombre, disculpadme... en fin... pero quizas Jerome si sepa algo ya que el lleva muchisimos años en esta ciudad... - observo que se percata de mi inquietud... delante de Jerome - pero por mi no se preocupe, estoy bien... este bullicio es nuevo para mi, me siento mas comoda... fumando al aire libre... en la naturaleza...

Despues guardo silencio y espero a ver que dice Jerome, quiza diga algo que pueda resultarme interesante.

Ensimismado o atrapado en maquinaciones internas mientras trazaba algunas palabras en la libreta le había hecho evadir a quien se había sentado junto a el hasta que esta misma mujer hablo, así como también se presentó. Jerome enrosco el capuchón de la lapicera y miro a Parker por unos segundos mientras sonreía de lado.

-Lo siento también Señorita Parker, es que tenía que terminar de apuntar unos datos sobre una nueva antigüedad que ha llegado a la tienda. Quizás pueda agregar que estas fiestas son un constante caos, pero todo cambia como el mismo tiempo – susurro estas últimas palabras cuando alguien más se sentaba con ellos en la mesa. Este joven se había hecho notar sin suda quizás los modales o simplemente su presencia hacia alarde de ella y no negaría que esto era más que interesante, la sangre nueva de la ciudad tenia mil caras y por qué no mascaras que podía esconder muchas historias.

- Buena noche para usted también Sr- luego vino la presentación a la cual Jerome también contesto mientras guardaba la libreta en el saco – Soy Jerome Fraire dumont, y como ha dicho la Señorita Parker casi he visto nacer esta ciudad al menos dar sus primeros pasos- agrego mirando a Parker y tras escuchar aquel nombre y lo que Shane reclamaba o al menos intentaba con el príncipe parecería una tarea titánica a menos que los favores corrieran a cuesta de su pellejo.

-Raymond…. Raymond – la cara del viejo hizo una leve mueca – Conozco a muchos Raymond pero con algunos datos más podríamos descartar la mayoría de nombres y llegar a quien está buscando Sr Sauniere, perdone si pregunto por qué motivos busca a esta persona que intereses le guían en esta búsqueda –

Luego volvió a mirar a Parker – siento no haber respondido antes pero tienes razón, las vistas de la ciudad son maravillosas junto con las luces, la cultura y los misterios que se esconden a simple vista – comento mientras se acomodaba en la silla.

Las palabras del extraño señor Dumont me hicieron perfilar una curiosa sonrisa. Ahí estaba, un buen jugador de partida en la Yihad. No iba a darme información por mi cara bonita y de forma educada me proponía un intercambio.

No me gustaba jugar a aquellos juegos. Hace menos de un siglo esto hubiese acabado con ambos golpeándolos por toda la habitación mientras trataba de sacarle la información a la fuerza. Pero ya no soy ese imbécil, y el hombre parece educado...

- No hace falta andarse con rodeos y con adulaciones innecesarias, monsieur Dumont.
¿Cuántos vampiros se llaman Raymond en esta ciudad? Por favor, no me confunda con un maldito lameculos Ventrue por mi apellido. No juego a la tediosa experiencia de la negociación...

Sonrío con cierto aire pícaro. - Si lo que quiere es un intercambio de información solo tiene que decirlo.

Se perfectamente que sus palabras solo son la vestimenta de la cortesía, pero no puedo evitar que me hastíe la palabrería.
-Quiero saber quién es y dónde está para hablar con él. Es un hombre poco agraciado con el príncipe, y quiero saber algunas cosas que los vampiros muy leales al antiguo no me van a facilitar...

Parker se acerca a mí y me susurra unas palabras al oído. La miro un poco confuso pero finalmente sonrío y le hago un gesto afirmativo.
Me apetecía subirá ver la escena de la Ghoul del príncipe, y podríamos hablar... pero antes quería saber lo que el señor Dumont me tenía que decir.

-Lo sé, lo sé…+replico a Roger con un ligero cabeceo, alzando ligeramente la diestra.+ Estaba reflexionando sobre eso y juntando fuerzas para encarar estas… diversiones.

Agradecía esa clase de preocupaciones, las cuales no eran del todo infundadas. Las sensaciones de desagrado no paraban de crecer con la noche, a medida que los juegos estúpidos iban empeorando. Y aún faltaba lo peor. En ese momento mi compañero hace mutis* y regresa Jane, encontrándome en efecto casi en el mismo sitio, solo que apoyada contra una de las ventanas en vez de la barandilla.

-Comprendo… no se preocupe. +murmuro, haciéndose cargo con un cabeceo de que a veces los negocios se daban así. Una oportunidad y ya.+ Desde luego, sigo interesada. Estaba por ir a ver como jugaban con las muñecas de sangre antes de subir, pero puede que me ahorre ese espectáculo…

Cruzo los brazos en torno a la cintura, adoptando una pose ligeramente especulativa; aunque sospechaba por donde iba aquello.

-¿Que tiene en mente, señorita Morgan?

La charla de Loui me aburre, soy su chiquilla no su esclava. Trabajo muy duro y estoy cansada de todas estas consideraciones a la capilla, es una estructura arcaica que debería modernizarse o al menos comprender que los tiempos han cambiado. 

Conozco a Raymond, me extraña que no esté hoy aquí se ha labrado un nombre en la ciudad. Me sorprende la brusquedad del extranjero, pero no me gusta que traten mal a Jerome y no quiero nuevas confrontaciones tras la visita de Nadia e Ian. Ya está bien de sobresaltos. 

​- Buenas noches a todos, mi nombre es Constance, para los que no me conozcáis, pertenezco al clan tremere. miro a los nuevos, y sonrío. Raymond es un Caitiff, bastante conocido en la ciudad, lleva años al servicio de Marcel, me sorprende de hecho que no esté hoy aquí ¿dónde habéis escuchado su nombre? ¿por qué preguntáis por él?

A medida que me aproximo a Fowler, vuelve a invadirme la misma sensación que he tenido cada una de las veces que lo he visto. Lo miro detenidamente mientras habla, intentando determinar una vez más la causa de esa impresión. No se trata de sus duras y afiladas facciones, ni de sus modales tan bien aprendidos, que no obstante dejan entrever un deje de irreverencia agria y sutilmente manifiesta, ni tampoco de su físico alto y decididamente imponente. Soy incapaz de señalar exactamente el motivo, pero hay algo en el señor Fowler, o Fowl, como lo llaman algunos, que resulta marcadamente amenazador. Brutal, incluso. De una honestidad descarnada, como si no se molestase en ocultarse, en seguir las normas de un juego que hace mucho tiempo que está roto. Sus ojos son negros como el miedo; la clase de ojos que te dicen que su propietario puede matarte si apartas la vista de ellos, pero que acaban devorándote si los miras demasiado tiempo. Sonrío al darme cuenta de que ya he decidido que voy a correr el riesgo. La misma historia de siempre. Chasqueo la lengua.

—No me tome demasiado al pie de la letra, señor Fowler. Solo era una manera de hablar. —Ladeo la cabeza, sin dejar de mirar esos pozos oscuros. Qué sorpresa, otro Ancilla presumiendo de su insensibilidad y vaticinando la mía. Apoyo una de mis manos sobre la barandilla; la otra está dentro del bolsillo de mi pantalón—. Ya sabe que me aburro con facilidad, especialmente cuando la gente dice mucho y hace más bien poco.

Aparto mi mano de la barandilla para estrechar la suya de buen grado. Me río por dentro al pensar sin saber muy bien por qué que darle la mano a Fowler debe de tener la misma pinta que sellar un trato con un sicario. Sí, eso es: el señor Fowler desprende la elegancia cruel e indiferente de un asesino a sueldo. Le sienta bien.

—Muchas gracias —respondo, asintiendo. Su comentario acerca de Morgaine logra arrancarme otra sonrisa—. Pero me temo que el mérito ha sido tanto mío como de mi compañera de baile. Toda una revelación, la Chiquilla de Jeremiah.

Estoy a punto de preguntarle por Lavonne, pero descubro que quiero saber más cosas acerca de él. Vuelvo a apoyarme en la barandilla, deslizando ligeramente la mano por la madera antes de afianzar mi peso sobre ella.

—¿A qué se dedica, Fowler, si no es indiscreción? Puede responderme como desee, al fin y al cabo. Solo es una excusa para no tener que volver ahí dentro. —Pongo los ojos en blanco en un gesto teatral de hastío—. Alan me ha contado muchas cosas de mucha gente, pero extrañamente, nada de usted, y admito que eso me produce curiosidad.

Me vuelvo hacia ella dando la espalda al río. -Ah, no tiene mucho de interesante…- Mirando de reojo hacia el interior. Hago un gesto quitándole importancia a los juegos que organiza JoJo y voy directa al grano, a lo que me interesa.

Con tono firme, comienzo a expresarme. -Usted quiere saber cosas y yo también, así que compartimos la información. Es simple.- Alzo un poco los hombros. -Lo poco que sepa me basta, algunas cosas las quiero contrastar con lo que ya sé y quizás me ilumine en algún aspecto.- Me muerdo el labio levemente.

-Usted me preguntó antes sobre los cuatro desconocidos, pues solo le puedo dar una impresión bastante general, que es la que he podido obtener por cómo se han dirigido a mí los que lo han hecho a pesar de mis formas.- Sonrío con malicia cuando acabo la frase. -Pero estaba ultimando detalles de mi trabajo y no quisieron respetarlo, ellos se lo buscaron… Si cuando estoy sin hacer nada me hablan puedo tolerar una conversación banal, tengo bastante paciencia.-

Le hago un gesto con la mano para indicarle el camino a través de la cubierta. -¿Le apetece caminar un poco?- Así nos alejaríamos de oídos indiscretos. -Y así podemos entrar más profundamente en el tema.-

—¿No le ha dicho nada? —soltó una carcajada— Hubiera preferido que me insultara, la verdad. La indiferencia, en boca de alguien como su sire… me resulta sumamente incómoda.

Mientras reía, se llevó la mano al cuello, para acariciarse el mentón, dejando a la vista una pequeña mancha de sangre que le estropeaba el puño de la camisa. 

—Supongo que mi principal propósito es no estorbar. Supongo que sabe a qué línea pertenezco y los prejuicios que esta acarrea. Dentro del margen que eso me deja… me dedico a ayudar a la gente. 

Y no, no parecía decirlo en broma. 

A las doce de la noche todos sois escoltados al Padlewheel Lounge. Sois recibidos por las simpáticas camareras que os separan en distintos grupos en función de la figura que prende de vuestra solapa o que mostráis. 

Una vez estáis divididos la organizadora del evento se dirige uno a uno a los distintos grupos para explicaros vuestro objetivo y el premio que conseguirá el ganador de cada prueba. 

¡Suerte a todos!

Con una sonrisa y un atractivo contoneo de caderas, me voy aproximando por grupos, para relatarles, de uno en uno, los pormenores del juego. 

-Bienvenidos a todos: messieurs, mesdames. Están a punto de participar en la Gymkaín. -Sonrío, de nuevo, ante mi propia ocurrencia- Ustedes deberán encontrar un objeto de gran valor escondido en cualquier lugar del barco: cocinas, piscina, habitaciones personales; cualquier lugar, excepto la alcoba del príncipe, es susceptible de contener el objeto de valor que hemos ocultado. Las reglas son extremadamente sencillas: el que lo encuentre, se lo queda.  Por otro lado, está prohibido compartir esta información con cualquier otro asistente de la fiesta, así que sean discretos.
El premio consiste en una preciosa estaca de madera, tallada en la madera de la mismísima Santa Cruz, donde Jesucristo fue crucificado. Se trata de un objeto de gran valor, muy ambicionado por coleccionistas y anticuarios de todo el mundo. Además, se dice que aún hay algo de sangre de Cristo manchando parte de la estaca.

-Bienvenidos a todos: messieurs, mesdames. Están a punto de participar en la Gymkaín. -Sonrío, de nuevo, ante mi propia ocurrencia- Este juego consiste en mostrar una prueba de destreza. A lo largo de la noche podrán acudir al pequeño casino alojado en el Sky Lounge del cuarto piso; allí verán una zona apartada, custodiada por un cordón de terciopelo, donde encontrarán a una simpática camarera, un aro y un sombrero de copa en una mesita. La camarera les hará firmar en tres cartas diferentes, y deberán probar suerte introduciéndolas en el sombrero, a través del aro. Quien consiga meter las tres cartas, será el ganador de nuestro premio: Una baraja de cartas del tarot, perteneciente a la mismísima Marie Laveau.

-Bienvenidos a todos: messieurs, mesdames. Están a punto de participar en la Gymkaín. -Sonrío, de nuevo, ante mi propia ocurrencia- En el transcurso de este juego tendrán que utilizar todas sus dotes interpretativas, carismáticas y todas sus armas de seducción para que la bella cainita Angélica Blake, escogida al azar entre todos los invitados de esta fiesta, les conceda su favor. Se les entregará una flor diferente a cada uno, y quien consiga, mediante halagos o afecto, que la luzca en el cabello durante al menos una hora, será el ganador de la prueba. Por supuesto, una regla principal del juego es que la señorita Blake no debe saber el por qué es centro de sus atenciones; si se enterara de que todo es un juego, quedarían todos automáticamente descalificados, y nadie se haría con el premio.

Mientras hablo, una camarera se aproxima con un ramillete de preciosas flores, todas ellas diferentes: una rosa, un clavel, una margarita, una orquídea... os la da delicadamente, mientras termino las explicaciones.*

-El premio será una noche de barra libre en el Stoker’s, donde la propietaria (oséase, yo) les dejará beber de la sangre de más valor de su bodega personal. Y les aseguro -me inclino hacia adelante para enfatizar el significado de mis palabras, mientras guiño un ojo- que merece la pena.