Partida Rol por web

- Ha estado usted soberbia. Dejar a la señorita Morgan con el morro torcido es lo más divertido que me ha pasado esta noche. A partir de ahora quiero estar en su equipo. - digo mientras le guiño un ojo

 Rubia vikinga on fire: hola Shane... he ido recorriendome todo el barco y tu?

Me sorprende escuchar la voz de Parker. Me giro de medio lado y asiento con la cabeza.

- Bienvenida señorita Parker.

La extraña mujer nórdica había llamado mi atención, y aunque era extraña y tremendamente inquieta, gozaba de mi simpatía por el momento.

Nosotros acabamos de ver como la destreza de la señorita Morgan nos dejaba completamente sin posibilidad de premio al resto de "invitados" a participar. Aunque si es por estilo la señorita D'Richet ha superado toda las expectativas.

Miro serio hacia Morgan - Parece ser que después de tanta habilidad, los demás no tenemos nada que demostrar.

¿Y usted? ¿a qué se debe todo ese recorrido agotador?

-No tengo ningún inconveniente. +accedió desde luego, sin prisas por llegar al siguiente entretenimiento. Íntimamente, agradecía que los demás se hubieran retirado; eso encajaba perfecto en su manera de hablar las cosas. A todos les había saludado con una ligerísima inclinación al hacerlo… menos a Fowler desde luego.

-Esperaba contar con su consejo mientras tanto. +continuo mientras + Tengo entendido que conoce a algunos de los nuevos vástagos que circulan esta noche. Aunque ya pude conocer a alguno, quisiera saber que puede comentarme de ellos antes de seguir dando palos de ciego.

Directo al punto, como siempre. Su tono se desvió ligeramente con una nota sarcástica, dirigida a si misma mientras miraba al frente.

-Si no consigo algún nuevo cliente, sentiré que desempolve este vestido para nada. +asevero, relajando su expresión en una leve sonrisa autocompasiva. Después de todo, era totalmente cierto cuanto decía.

Veo sorprendido a Shane - gracias, hola Shane y aprovecho para saludar a todos - tiendo mi mano a cada uno de los presentes.

Tras el comentario de Shane fijo mis ojos frios de color azul claro en Rosalie y en Jane y le digo a la ganadora - mis felicitaciones.

Miro finalmente a Shane de nuevo y mi mirada no expresa nada - tranquila tratando de conocer todos los rincones de este fabuloso barco...

Realmente tambien quiero conocer a los demás... a JoJo la primera impresion de esta ciudad, alegria rebosante, y a Rosalie, la chica del Príncipe, me produce mucha curiosidad y a Jane misteriosa y callada... tambien me fijo en Constance la amable mujer que ayudo a Shane en su pregunta, la recuerdo y me parecio desinteresada por lo menos a primera vista pero nunca se sabe, a los demas no les conozco pero igualmente o más me quedo atenta a lo que digan y les tiendo la mano presentandome amablemente a cada uno - soy Parker, con quien tengo el placer?

Mientras sigo a Lavonne a lo largo de todo el barco, no puedo dejar de tener la impresión, o tal vez la esperanza inconfesa, de que ella sea cómplice de este pequeño juego del gato y el ratón. Tal vez se haya excusado de la reunión del salón Paddlewheel como simple pretexto para que yo pudiera acompañarla a escondidas y encontrar junto a ella el lugar adecuado para la conversación que sabemos que tenemos pendiente. Porque, después de todo lo que fluyó entre nosotros aquella noche en el Six Flags, ambos lo sabemos, ¿no es así? Y sin embargo, por estúpido que pueda parecer, no consigo evitar preguntarme si Lavonne me recuerda. Muchas son las cosas que pasan por la mente de un Vástago, y el tiempo junto a Alan me ha enseñado que la memoria de un vampiro de cierta edad puede empezar a tener lagunas. Antes, en nuestro baile inaugural, sus ojos me han dicho que me reconocía, pero no hemos podido tener ni una palabra franca desde que nos hemos visto, no sin el riesgo de consecuencias potencialmente desastrosas.

Pero al fin estamos solos. Aminoro el paso al ver que ella se detiene, preparándome mentalmente para abordarla, para todo el torrente de emociones que sé que va a asaltarme en cuanto sus ojos caigan sobre mí. Un miedo profundo se instala en el fondo de mi cráneo, una voz maliciosa y a duras penas audible que me susurra palabras terribles, una frase que deseo con toda mi alma que sea cierta y que al mismo tiempo me aterroriza lo indecible.

«Eres suyo».

Me paro en seco en cuanto oigo su voz, delicada como millares de finos cristales cortando mi piel y hundiéndose en lo más hondo de mis entrañas. Sabe que estoy aquí. Por supuesto que lo sabe. Una vez más me encuentro incapaz de determinar con seguridad qué es lo que siento, qué es este inesperado peso en mi estómago y esta falta de aire en mis pulmones, extraña para alguien que no respira desde hace una década. No puedo evitar lo parecida que es esta situación al primer instante en que la vi, cuando me sorprendió en mi soledad en aquel parque. Ahora los papeles se han invertido; soy yo el que ha llegado como una sombra inadvertida, y con cada segundo que pasa, mis intenciones van resultándome más difíciles de discernir. Por mi mente pasa la imagen de algo que cae al fondo de un lago, enturbiando las aguas cuando toca el fondo de lodo. ¿Qué es lo que quiero decirle? ¿Qué quiero preguntarle? ¿Cuál es mi propósito, si acaso es otro que pasar unos instantes junto a ella? Aturdido, me esfuerzo por hablar.

—Creía que no volvería a verte. —Mi voz suena hueca, falta de aire, como aquella primera vez. Inspiro, buscando la determinación para continuar—. ¿Dónde has estado? ¿Dónde te escondías? Temía que todo hubiese sido un sueño, una mala jugada de mi memoria. Pero antes, al verte en el comedor, he sabido que era real. —¿Lo es? El hormigueo que recorre las puntas de mis dedos así parece querer decirlo, mientras ecos de sensaciones olvidadas, y aún de algunas que jamás he experimentado, empiezan a permearme como una lluvia incansable, eterna. Camino hacia ella con un amago de decisión—. ¿Qué es esto? Explícamelo, por favor.

Su voz llegó en un susurro lejano, hueco y trémulo, igual que la primera vez. El recuerdo se deslizó por su garganta como un dulce licor y espeso, hasta el pecho, donde se transformó en una agradable calidez.

—Yo tampoco. No tan pronto —confesó en la distancia, dejando que fuese su imaginación y no sus ojos, la que dibujase la silueta de Sebastian bajo la blanca luz artificial de aquel interminable pasillo lleno de puertas. Una figura esbelta y firme, recortada por haces fríos que caían en picado sobre su rostro, afilando su rostro y ensombreciendo aquellos ojos oscuros como la profundidad de un océano. Una figura dotaba de esa fluida delicadeza que cautivaba los sentidos.

«¿Dónde has estado?»

Las palabras se sucedieron, volviéndose preguntas sin espacio en un tono urgente e inesperado. Pero algo, algo más, atrapó su atención desde la puerta al salón Magnolia. «¿Dónde te escondías?» Una risa. Una voz melosa y mezquina que ya le había traído suficientes problemas. En la esquina de sus ojos captó la esquiva sombra de Morgiane, más allá, en las mesas, acompañada del elegante caballero que se había presentado como el Sire del propio Sebastian. «Temía que todo hubiese sido un sueño» ¿Y Jeremiah? ¿Dónde estaba Jeremiah? «...una mala jugada de mi memoria.» Si no estaba con ellos es que podía estar en cualquier parte, y en el fondo de su conciencia el significado de su voz empezaba a pesar con urgencia, acariciando la provocadora punzada del peligro. «...al verte en el comedor, he sabido que eras real.» Un escalofrío insolente y agudo como el filo de un cuchillo avivó la piel desnuda de su espalda. Quizás la habían visto a ella, pero no a él. Todavía no había cruzado el umbral de la puerta. Estaba mal. Aquello estaba muy mal y antes de que su mente pudiese decidir cómo reaccionar la suela firme de sus zapatos resonó a su espalda.

«¿Qué es esto? Explícamelo, por favor.»

No.

No entendía. Había algo en todo aquello que resbalaba entre sus dedos, líquido como la sangre de un cuerpo maltrecho, goteando fuera de su conciencia y comprensión. ¿Y si…? En un súbito arrebato se dio la vuelta, encarándolo con aquellos ojos claros y fríos como los charcos helados al amanecer de un invierno. Cortó el espacio. Lo detuvo; una mano firme sobre su pecho, en el centro, presionando sobre el esternón. Un segundo fugaz, confuso, cargado de una urgencia que no habría sabido descifrar en cien años. Y sin decir nada, esa misma mano que lo detenía se aferró a su muñeca tirando de él por donde habían venido, alejándose hacia las escaleras para empezar a subir de nuevo sin dejar de mirar por encima del hombro, a Sebastian y también hacia más allá de él.

—Morgiane. Y tu Sire —explicó con brevedad, deteniéndose en el descansillo entre pisos, mirando a su alrededor y, por último, a él, de esa manera en que se miraba por primera vez a alguien.

Sus dedos se aflojaron, cayendo en una caricia por su mano hasta separarse, dejando esa sensación eléctrica en la punta. Era lo que había buscado, ¿no? Estar a solas. Por eso se había ausentado a sabiendas, esperando silenciosamente que la siguiera en aquel peculiar galanteo más propio de su época, donde habría sido absolutamente flagrante que una mujer andase a solas en compañía de un… Pero Sebastian no le era desconocido, no de aquella manera. Y eso empezaba a trepar por sus entrañas con un regusto muy similar al miedo.

—A veces perderse es la mejor forma de encontrarse.

Aprovecho la pregunta de la preciosa Parker para hacer las pertinentes presentaciones.

-Ya conoce a... -¿Shane? Le ha llamado Shane. Bueno, el inconveniente de venir con una invitación robada es que la organización no conozca tu nombre- Shane. Quien parece francés pero perfectamente podría haberse criado aquí, dado sus exquisitos modales. -Le sonrío- Es todo un caballero sureño; quizá podríamos pedirle al Príncipe que le hiciera ciudadano de adopción.
Jane Morgan es toda una shark, una increíble mujer de negocios. -Le hago un gesto hacia la cainita trajeada, sin llegar a tocarla. No te preocupes, chérie, te conozco lo suficiente como para saber que no debo tomarme esas confianzas contigo.
Tanto el señor Porter como la señorita Foix pertenecen al mismo... ¿cómo se llama, mes amis? ¿Círculo? ¿Cábala? Bueno, son del mismo grupo de vampiros guapos y mágicos. 
Monsieur Antoine es... -trato de hacer memoria- experto en antigüedades. El señor Jasper es todo un espectáculo en sí mismo, y madame Richet es la homenajeada de la noche; una bella durmiente que no sólo es bella, por lo que ha demostrado, sino increíblemente talentosa.

- Un placer - saludo a todos mientras escucho atenta a JoJo y me percato de que es una mujer que no solo no carece de las virtudes de una buena anfitriona, recuerdo la primera vez que la vi en el vestíbulo, sino también que parece que sabe mucho de la gente que vive aqui en esta gran ciudad asi que decido abrir un poco mi escudo vikingo y dejar sacar un resquicio de mi misma de mi interior a los demas y le digo, volviendo la vista a la encantadora JoJo - mmm muchas gracias, no solo es una gran anfitriona y muy amable sino que veo que usted conoce bien a la gente de esta ciudad... asi que... quizas podria ayudarme usted misma o tal vez alguno de los presentes... el caso es que...  - miro de una pasada al resto para hacerles partícipes de mi conversacion - me preguntaba si conocian a un caballero llamado Helmut...

Bien hecho Rosalie. Sin embargo, he de felicitar a la señorita Morgan siempre está en el lugar oportuno en el momento oportuno. 

Sonrío a Nígel orgullosa de su felicitación, después de todo, aún siento la necesidad de impresionarle con mis dotes, y ver la cara de Morgan ha sido toda una delicia.

- Gracias Nígel, ha sido fácil esta vez. Y gracias Jojo, sabes que me pasaré por el bar, no voy a rechazar una invitación tan atractiva.

Escucho las palabras de los que estamos allí reunidos, en especial las de Shane cuando se dirige a mí y se acerca a susurrarme algo. Me río entonces disimuladamente y le susurro unas palabras a modo de respuesta.

Entonces la joven de rasgos nórdicos se acerca a nosotros.

- Encantada, ya sabrás quien soy, supongo, Rosalie D'Richet.

Digo mientras estrecho su mano y me presento, aunque suponía que no hacía mucha falta si había esuchado el discurso de Marcel.

Sin esperar una respuesta a mi duda, escucho a la encantadora Rosalie y me vuelvo hacia ella mirandole tan de cerca con tanta naturalidad, me resulta menos fria que al principio, entonces, me viene a la cabeza un recuerdo y le digo tratandola de usted, no me sale tutear aun - encantada, Rosalie, si claro, conocida es usted sin duda, y yo no olvido una cara, pero me preguntaba hablando de usted... cuando estaba en el salon junto a Shane y usted y aquel tipo que intento agredirla, que tal esta usted? estuve preocupada por usted, quien era aquel tipo? y por cierto, aquellos otros que vinieron con el... quienes eran?

Laura dice: Alguien como tú no puede valorarla como se merece.

-Las cosas tienen el valor que los demás estén dispuestos a pagar por ellas y eso es lo que valen estas cartas, ni más ni menos.- Digo tajantemente a la chica, ya ha dicho todo lo que me interesa.

Shane dice: - Sinceramente, me fascina  la necesidad imperiosa que demuestra usted en convertirse en el montón de polvo más rico de toda nueva Orleans, señorita Morgan. Había escuchado objetivos, deseos retorcidos y egoístas en muchos cainitas, pero su obsesión por el materialismo es tan desmesurado que me asombra. ¿Bailaríais sobre la tumba de vuestra madre con tal de ganar unos cuantos dólares? No lo creo... ¿a qué viene esa... necesidad?

De nuevo, el Gangrel vuelve a intentar hablar conmigo, parece que se ha vuelto a animar. -Ya me ha llamado montón de cenizas dos veces y lamento decirle que de momento conservo toda mi integridad estructural. ¿O acaso trata de amenazarme de nuevo? ¿Le gustaría hacerme daño?-

-Y yo que pensaba que empezábamos a ser amigos, vaya… me voy a poner tan triste.- Digo con una marcada ironía.

Entrecierro los ojos molesta por las insinuaciones sobre bailar sobre una posible tumba de mi madre, luego bajo la mirada. Mamá, papá…Estoy bien. -Tiene razón. No bailaría sobre la tumba de mi madre.- Ya ha tenido suficiente. Perder a su única hija, las deudas de la Universidad, vender nuestro hogar para pagarlas. Me quedo callada un instante contemplando el suelo, mientras mis pensamientos recuerdan esas fotos que encargué.

-¿Qué necesidad hay?- Murmuro repitiendo sus palabras, luego levanto la vista de nuevo hacia él. -Eso solo podría decirlo alguien que haya nacido entre algodones, debes haber tenido de todo. Un collar, un comedero, una pelota con la que jugar...- Había tenido que estudiar mucho y endeudar a mi familia, no era pobre, pero lo importante es que no era rica, así funcionaba todo.

-Yo solo quiero que mis actos generen valor y acaso este no lo medimos con dinero.-

Veo como otra vampiresa entra en la sala, creo que ni la vi antes en el restaurante, tampoco es que me hubiera fijado en todos, debía mejorar eso, a veces era importante observar y fallaba demasiado en eso. Algo así me habían dicho… La escucho. Así que Shane… Ya lo había oído pero no me había molestado en recordarlo.

Cuando Parker me tiende la mano, me detengo a observarla, pero no le devuelvo el saludo. No quiero que me toque nadie más. Me cruzo de brazos, ocultando mis manos. Otra demasiado amable… y seguramente demasiado falsa. -Bienvenida a NOLA.- Digo secamente, no necesito presentaciones ya que JoJo se ha tomado la molestia de presentarnos a todos. Le hago un gesto con la cabeza para que se aparte. No la necesito.

Me voy hacia mi maletín, pero sigo atendiendo a lo que dicen. Así que alguien había agredido a la princesita, debo suponer que fueron esos invitados no deseados que osaron robarme, si no fuera porque me tuvieron entretenida se hubieran enterado. Quizá sea mejor así, es un Elíseo, ya aparecerán… Paciencia.

- Ha estado usted soberbia. Dejar a la señorita Morgan con el morro torcido es lo más divertido que me ha pasado esta noche. A partir de ahora quiero estar en su equipo. - digo mientras le guiño un ojo

- Gracias querido, el placer de ver la cara de Morgan ha sido de lo mejorcito de la noche, y ya sabes, puedes venir a acompañarme al bar de JoJo cuando vaya por su generosa oferta. - Le digo sonriente, mirando de reojo que Marcel no esté viendo la escena, no quiero celos innecesarios de su parte.

Me acerco al sombrero y lo coo con delicadeza.
Cojo las cartas y las deslizo con cuidado tras limpiarme las manos con un pañuelo especial. Mis dedos ya no supuran sudor ni grasa, así que mis dedos ya no pueden estropear una pieza tan increíble. Deslizo las cartas sobre mi mano y las ordeno hasta constituir un mazo.

Mis dedos recorren con suavidad los bordes. Huelo el cartón antiguo con una inspiración lenta.
Miro a Jo Jo y afirmo con la cabeza lentamente - Es una pieza original y contiene las 78 cartas. Estoy asombrado señorita Baker. - digo mientras las guardo en la caja original que sostiene una de las azafatas.

Luego le entrego la baraja a Morgan mientras le guiño un ojo. - El premio por su gracia y habilidad. Enhorabuena... o no.

Miro al resto de vástagos y después a las dos hechiceras. Vamos a hacer de una vez lo que veníamos a hacer. 

- Rosalie, Constance, deberíais venir con nosotros unos segundos. Tenemos unas cuantas cosas que comentaros. miro al alrededor nervioso, aquí las paredes tienen oídos. Mañana nos reuniremos en la capilla, todos ¿queda claro? Disfrutad de la noche hoy, y... bien jugado Rosalie. 

No estoy cómodo con tanto nuevo pululando, todos los años la misma historia, vampiros ansiosos de emociones, buscando aventura, aún así debemos mostrar nuestra educación. 

Mi nombre es Sebastian Walcott, señorita Parker, sea usted bienvenida a la ciudad. Espero que le gusten los carnavales. 

Jane Morgan:  -Ya me ha llamado montón de cenizas dos veces y lamento decirle que de momento conservo toda mi integridad estructural. ¿O acaso trata de amenazarme de nuevo? ¿Le gustaría hacerme daño?-

-Y yo que pensaba que empezábamos a ser amigos, vaya… me voy a poner tan triste.- Digo con una marcada ironía.

¿Qué? 
Me giro perplejo hacia la burlona ancilla con una ceja arqueada. 

- No diga absurdeces... le he llamado montón de cenizas porque es lo que todos somos: montones de cenizas, tarde o temprano. Si quisiera amenazarla se lo diría de forma directa.

La condición de inmortal para referirse a los nuestros es un término claramente sobreestimado. Su ansiedad por lo material simplemente me parece desconcertante.

Su tono burlón vuelve a buscar mi molestia. Mis puños comienzan a cerrarse y la presión de las garras comienzan a clamar por ser liberadas. Cálmate chaval... solo está jugando contigo. No merece la pena.
No estás aquí para buscar problemas, se lo debes a Colette. Enfócate en el motivo por el que estás aquí.

Me giro para volver a la conversación con Rosalie. Tratando de ignorar a la provocadora vampira...

 -Eso solo podría decirlo alguien que haya nacido entre algodones, debes haber tenido de todo. Un collar, un comedero, una pelota con la que jugar...-

Cuando su comentario busca insultarme y ofenderme, trato de no hacer caso.
Pero no puedo.

Algo dentro de mi se retuerce, se libera poco a poco de la presión de las cadenas, de la asfixia del autocontrol.
Me giro hacia Jane con el ceño fruncido y los ojos encendidos en sangre, a medida que esa otra parte que todos tenemos comienza a ganar la batalla.

¿Que coño has dicho?
No tienes ni puta idea de quién soy.
No tienes ni puta idea de mi vida. Ni las guerras en las que he estado. Ni la mierda de vida que he vivido.
¿Te mofas de mi buscando esto? ¿es esto lo que querías? - Comienzo a caminar hacia ella apartando a Laura y Sebastian sin querer, el corazón latiendo con fuerza mientras las garras van creciendo y arañando el tapete de la mesa de juego del casino, desgarrándola lentamente

Cuando llevo dos pasos quien habla ya no soy yo. Es otra cosa. Llevaba tiempo sin salir a jugar, y ahora el juego es otro.
Bueno, era una fiesta muy bonita hasta ahora...