Partida Rol por web

 Aun ensimismado con las bellas vistas de tan increíble paraje acierto a escuchar el aviso del caballero de oro y me aparto raudo del precipicio, moviendo al interior y asiéndome a lo que parece más firme.

Cuidado! - grito intentando alertar al resto de mis compañeros.

Seguía buscando una senda por la que avanzar, aun un poco azorado por lo ocurrido en la ascensión, cuando la advertencia del caballero de Virgo me hace dar un salto en la dirección a la que lo han hecho ya tanto el caballero de Virgo como el caballero de Perseo.

Saga se sobresaltó al oír el inesperado grito de Shaka. Sin saber aún qué ocurría, hizo caso del Caballero de Virgo y se apartó tan rápido como pudo sin percatarse siquiera de qué estaban haciendo sus compañeros.

Nikola salta a un lado a tiempo, como el resto. El peor parado es precisamente el único que había visto lo que se les venía encima. Shaka posiblemente habría podido esquivar lo que se aproximaba sin problemas, pero se detuvo un instante para alertar al resto, y para salvarle la vida a Saga había arriesgado la suya, propinándole un empujón, y sacándolo de la extensión en peligro. Eso le había costado el poder protegerse a sí mismo.

Es increíble, pero varias rocas de tamaño inmenso parecen haberse echado sobre vosotros, como si os hubiesen estado esperando. Pero las rocas son entes inertes, inanimados... ¿Mera coincidencia? ¿Era acaso una medida de protección contra posibles intrusos?

El caso es que una de esas rocas pasó por encima del cuerpo de Shaka, aplastándolo contra el suelo. Afortunadamente, fue al único que lograron pillar, quedando los demás a salvo.

Saga no tuvo tiempo de reaccionar. De pronto se vio empujado fuertemente por Shaka y cayó al suelo a escasos metros. El polvo se arremolinó sobre ellos, pero pudo abrir los ojos a tiempo de ver cómo las rocas caían por todas partes... alcanzando a Shaka.

¡No! ¡Shaka!

Cuando las rocas cesaron de caer, Saga miró a su alrededor comprobando que todos se encontraban bien, pero entoces vio al Caballero de Virgo en el suelo. Corrió hacia su compañero, se arrodilló junto a él y le puso la mano sobre el hombro.

¡Shaka! ¿Estás bien? No debiste hacerlo. Por mi culpa no has podido protegerte. No debiste...

Saga trata de ayudar a Shaka a ponerse en pie, y lo logra, aunque el caballero dorado ha quedado algo maltrecho tras ser parcialmente aplastado por una roca.

Más alerta, continuáis avanzando. El tiempo allí es infernal. ¿A cuántos grados se estaría allí arriba? ¿cuarenta? ¿cincuenta? Y subiendo... Era lo más parecido a un infierno que habíais pisado en vuestra vida.

-Esto... Esto es inaguantable... Necesitábamos a Hyoga aquí para congelar parte del terreno- Niké resoplaba, acalorada. Aquello era francamente insoportable- E... ¿Estáis bien?

No había otro camino, aquel estrecho sendero entre rocas que llevabais minutos cruzando parecía el único. Pero las condiciones climatológicas de Monte Oráculo eran una prueba para cualquier caballero, sin duda, defensas para que nadie osara penetrar en aquellos dominios.

El calor se hacía insoportable. A cada momento parecía que la temperatura ascendía cada vez más. El sudor comenzaba a resbalar por la frente de Saga y la Armadura se hacía más un estorbo que una ayuda en aquellas condiciones.

Saga esbozó una sonrisa ante el comentario de Niké. En ese momento, más que una diosa, le pareció una jovencita cualquiera que refunfuñaba ajena al peligro que les acechaba.

Es tan distinta a Saori...

¡Shaka! Grito preocupado cuando aquel grupo montón de piedras cae sobre el caballero de Virgo. Afortunadamente solo sufre unos pocos rasguños. Hace falta algo más que eso para hacer mella en un caballero de Atenea.

Comenzamos a andar, atentos, ojeando cada sombra en movimiento, volviéndonos ante cualquier sonido, pues la caída de aquellas piedras nos mantenía alerta. No podía ser una simple coincidencia. No existían las casualidades, solo las causalidades.

Yo estoy perfectamente, ¿queréis que hagamos un alto para descansar? contesto al darme cuenta de que el extremo calor estaba pasando factura en el resto. Parecía increíble que alguien tan grande metido en semejante armadura pudiera soportar tan bien el calor, pero mi cuerpo se encontraba perfectamente. No en vano por algo era considerado el mas resistente de los caballeros.

- No temais, no ha sido tan grave como parece....¿Qué ocurre ahora?

Sonrio agradecido a Saga por ayudarme a levantarme, pero las palabras de la diosa sobre congelar me llevan a mirarla mientras caminamos.

 Tras la avalancha de rocas me preocupé un poco por Shaka, sin embargo es un caballero de oro y unas simples piedras no deberían causarle problemas. Mantuve la distancia y una vez se desembarazó de ellas continué siguiendo al líder del grupo, sin abrir la boca e intentando mantener el ritmo.

Aquella temperatura era el más puro infierno. Más de cincuenta grados, seguro. Insoportable, asquerosamente insoportable.

En un instante, Nikola cae de rodillas al suelo, cubierta de sudor, jadeando, incapaz de proseguir. Al instante, el caballero que cierra el grupo, Algol, hace lo mismo, cayendo de rodillas ante el insoportable ambiente al que estaban siendo sometidos.

-Hay... que... continuar...- decía Nikola, volviéndose a poner en pie- Aldebarán, ayuda a Algol y prosigamos el camino.

Tauro obedece a la Diosa, y seguís caminando hasta llegar a una especie de "plaza" entre rocas. Es una superficie plana, desértica, rodeada de roca, y de la cual se puede salir por un camino a la izquierda de por donde habéis entrado, el único que parece haber en toda la zona.

La temperatura desciende repentinamente, hasta tornar en unos "agradables" 35 grados. No obstante, allí hay una espesa niebla que os impide ver nada. Al haber sufrido ya antes la trampa de las piedras rodantes encubiertas por la niebla, no dudáis en que os encontráis ante un nuevo peligro, así que procedéis a moveros con cautela.

El calor se hacía cada vez más insoportable y, finalmente, venció a Algol. Ayudado por Aldebarán, se puso en pie y continuaron la marcha hasta un extraño paraje cubierto de niebla.

Maldita sea, otra vez esta espesa niebla que me impide ver nada. Miró a su alrededor tratando de discernir algún otro camino o enemigo, pero parecía que el calor también le había debilitado los sentidos; no podía apenas ver a un metro de él. Al menos el calor aquí es más agradable. Aunque este cambio de temperatura es extraño, algo tiene que haber en los alrededores que la obligue a bajar tan repentinamente.

Entrecerrando los ojos, trataba de ver algo, pero le resultaba imposible. Puso cada en alerta cada músculo de su cuerpo, no quería que volviese a pasar lo de antes con las rocas. Aquel lugar era idóneo para que el enemigo les tendiera una emboscada. Mientras buscaba alguna señal de movimiento no perdía de vista a Niké.

Deja que te ayude caballero de Perseo. Me agacho junto al caballero y lo ayudo a levantarse agarrándole del brazo derecho. Una vez levantado, lo apoyo contra mi cuerpo para que pueda mantenerse en pie sin problemas.

Después de eso lanzo una mirada alrededor tratando de encontrar una senda o algo que se le pareciera, pero la niebla que reinaba en toda aquella montaña hacía imposible encontrar cualquier camino. ¿Puede ser que esta niebla no sea natural, sino que sea provocada por alguien?

La niebla no dificultó en exceso que me percatara de lo que ocurria a mi alrededor. Aldebaran ya ayudaba a Algol, y caminé en dirección a Nike a ver si podia ayudarla....

A pesar de no haber sido molestado por la temperatura, si advertia los cambios.

Alguien se acercaba a vosotros sin titubear. Es más, es que ni siquiera parecía que estuviera tratando de ocultarse. y venía con armadura, así que no podía ser otra cosa que un caballero.

Más allá veías un templo. El caballero venía en dirección a vosotros desde él. ¿Sería el portal para viajar al Hades? Y aquel caballero...

Se iba aproximando, como si supiera exactamente dónde estabais. Al acercarse más, te percataste de que esa armadura ya la habías visto antes. Era una nueva reencarnación de uno de los temibles jueces del Hades: GARUDA.

Parece que se estaban tomando muy en serio lo de que no pudieseis llegar al Inframundo. El rival que se acercaba no era precisamente moco de pavo...

 Al detectar que la presencia que se acerca es un enemigo, le hago una seña a Aldebarán para que me baje de su hombro. Una vez en el suelo desentumezco los músculos mientras me coloco el escudo y me pongo en guardia, atento a la nueva situación.

Parece que han salido a recibirnos... deberíamos darle sin dilación cálidos saludos.

A pesar de la niebla le impedía ver apenas a un par de metros de donde estaba, Saga distinguió una silueta que se acercaba hacia ellos. Caminó al frente, situándose delante de sus compañeros, sin dar crédito a lo que estaba viendo.

No es posible. Pero... ¡si Ikki le derrotó en los Infiernos!

Se puso en guardia y no apartaba los ojos de aquel Caballero.

Diosa Niké, este hombre que se aproxima es Aiakos de Garuda, uno de los Tres Jueces del Hades. No tengo idea de qué hace aquí, pero sin duda será un duro rival para nosotros. Os ruego que os quedéis atrás. Aldebarán, Algol, quedaos junto a Niké, por favor, y no la perdáis de vista. Shaka, creo que lo mejor será que tú y yo permanezcamos por delante y nos enfrentemos a él, si es que ha venido a refrenarnos.

Saga se acercó a Shaka y le susurró:

Mi propio hermano, cuyo poder supera al de la mayoría de los Caballeros de Oro, se enfrentó no sin problemas a Garuda en el Hades. Es un enemigo terrible. Temo que necesitemos de toda tu fuerza para hacerle frente pues, aunque no dudo del valor de los Caballeros de Tauro y Perseo, no creo que pudiesen derrotar a un rival semejante y proteger a Niké al mismo tiempo. Y yo ni siquiera sé si podré controlar en otro combate mi propia alm...  Saga calló de repente dejando aquella última palabra interrumpida. Quiero decir que no sé si mi fuerza y mis sentidos se habrán visto afectados por este lugar...