Dia 9
La semana había sido tranquila para la Mecklenburg. Era cierto que todo a su alrededor era un completo caos pero ella sentía que estaba en paz consigo misma. Se sentía como si estuviera en el ojo de un huracán; mientras se quedase en aquel lugar, estaría cómoda y a salvo. Alix no tenía los problemas morales que turbaban a muchos de sus compañeros y por eso podía dormir como un angelito. Hasta que la despertaron.
Cassian. Él, siempre tenía que ser él quien la sacara de su zona de confort. Cassian era su maldición, de eso estaba ya convencida ¿Por qué aún seguía vivo?
La rubia se desperezó, estirando los brazos e intentando deshacerse de los últimos retazos de aquel sueño tan magnífico de donde él la había sacado, un sueño en el que, por supuesto, el propio Cassian aparecía pero con mucha menos ropa. Alix ya había asumido que no se lo iba a poder quitar de la cabeza tan fácilmente y lo había aceptado. Pero una cosa era dentro de su cabeza y otra fuera de ella.
- ¿Qué pasa ahora?- gimió en forma de queja mientras se contorsionaba dentro de su cómoda y cálida cama. El Voss solo recurría a ella cuando tenía que pedirla algo y, por supuesto, ahora no iba a ser distinto. - ¿Pey? ¿Qué ha hecho ahora?- esa mujer era otro grano en el culo. La quería, pero es que era incapaz de estar sin liarla cada dos por tres. Ni vivía ni dejaba vivir. Hubiera sido una actriz de Hollywood de primera, de ser humana.
- Buah, Cassian, ahora lo que necesito es un polvo, no uno de los dramas de Pey. Vete y déjame dormir - se dio la vuelta hasta quedar boca abajo y se puso la almohada encima de la cabeza, para aislarse del molesto mundo exterior y volver a su confortable sueño.
Dia 9 Octubre
Gruñí, como un perro al que le arrancan la comida de los dientes.
-Vale… lo que tú quieras, Alix -mascullé, dejando que el filo de mi voz se hundiera en la penumbra.
Y entonces, sin pensarlo más, me agarré el borde de la camiseta y me la arranqué de un tirón. El aire frío de la habitación me golpeó el torso desnudo, pero lo que quería era otra cosa: la tiré sobre el cabecero de la cama, justo al lado de donde ella se había enterrado bajo la almohada. Mi olor, mi sudor, el calor que me recorría todavía se quedaría allí, reclamando espacio, invadiendo el aire que respiraba.
No esperé a ver si reaccionaba. Llevé la mano al cinturón y lo desabroché despacio, con todo el ruido que pude arrancar del cuero y el metal. Clac. Chas. Cada sonido rebotaba contra las paredes, demasiado alto en la quietud de la noche, imposible de ignorar. Lo hice lento, provocador, como si estuviera a punto de dejar caer los pantalones… aunque no lo hice. No todavía.
Me incliné hacia ella, lo bastante cerca como para sentir el calor de su cuerpo escondido bajo las sábanas. Y entonces, sin pedir permiso, la atrapé de los tobillos. Tiré con fuerza, arrastrándola hacia mí, obligándola a dejar esa guarida mullida en la que se había encerrado. En un movimiento rápido, me subí a horcajadas sobre ella, bloqueándola entre mis brazos y mi peso.
La sábana se deslizó hasta su cintura, y fue entonces cuando me golpeó la imagen. La camiseta de tirantes apenas cubría su piel dorada, y las braguitas de encaje oscuro brillaban con un descaro casi obsceno bajo la luz tenue que entraba por la ventana. Tragué saliva, demasiado consciente de cada curva, de la forma en que su respiración se había acelerado aunque siguiera con la almohada sobre la cara.
Bajé un poco la cabeza, dejando que mi aliento rozara la piel de su cuello.
-¿Esto… es suficiente para despertarte, Alix? -murmuré, con esa mezcla de rabia contenida y deseo que ni yo sabía si podía controlar.
Sonreí rozando con una mano la cintura de la rubia, sonreí, echándole el aliento caliente sobre su pecho... y casi tan pronto como había empezado, la libere que aquella tortura, quitándome de encima y recogiendo la camiseta del cabecero.
- Pero donde están mis modales...- Mascullé.- Primero el trabajo y después el placer, ¿te parece?
Mientras me ponía la camiseta, me arrodillé frente a ella, junto a la cama, aún muy cerca como para ignorarme, con aire algo divertido, aunque mi rostro se tornó más serio cuando miré la hora del reloj.
- Peyton te necesita. Ella y Jordan se piran esta noche de Harcote para siempre, y no tenemos mucho tiempo. Tengo... que encargarme del guardia, en menos de media hora. Y como cada vez parece que soy más sensato (y Peyton me lo ha pedido) necesito que me eches una mano. - Apoyé los codos en el borde de la cama, casi en una postura de súplica.- Había pensado en echarle algún tipo de alcohol y después prenderle fuego. Necesito algún líquido que prenda rápido, y que distraigas al guardia unos segundos.
Ladeé la cabeza mirándola a los ojos. Era imposible no querer mirar hacia otras zonas, pero tenía que contenerme.
-Si todo sale bien, ellas escapan, y si te apetece despertarte del todo, podemos continuar donde lo hemos dejado ahora. ¿Qué me dices?
Dia 9 Octubre
Se había hecho la remolona, pero en realidad dudaba que la dejara seguir durmiendo. Sabía que si había venido hasta allí a esas horas era por algo importante, solo que a ella la estaba costando salir de su cómodo sueño. Esperaba ganar un poco de tiempo, como el que apaga el despertador para dormir cinco minutos más. Y parecía que iba a conseguir sus cinco minutos porque ni la estaba gritando, ni golpeando, ni nada por el estilo.
Hasta se permitió hasta relajarse un poco y volver a un estado de duermevela. Entonces notó que algo ligero la rozaba un brazo, como una tela que pasaba, y eso ya la mosqueó lo suficiente como para prestar más atención y escuchar el click de algo metálico ¿Qué coño estaba haciendo? ¡Como tocase su guitarra se lo iba a cargar! Pero no, ese no era el ruido del mecanismo que abría la caja de su amada Punisher, en donde también guardaba otros efectos de gran valor para ella.
No la dio tiempo a pensar qué podía ser aquello, porque sintió de repente sus manos agarrándola de los tobillos y sacándola de su escondite bajo la almohada. Y entonces le vio, vio que se había quitado la camiseta y desabrochado el pantalón. Un montón de ideas se la pasaron por la cabeza en aquel momento, distintos escenarios, distintos futuros y distintos pasados, todos al mismo tiempo y en milésimas de segundos. Cassian se la subió encima y su corazón se aceleró al máximo y la crecieron los colmillos, un claro signo de excitación. La abrumaron las ganas que tenía de que la tomara ahí mismo, en ese momento, y tuvo que clavar los dedos en la almohada que tenía aún agarrada por encima de su cabeza, para que las manos no fueran solas a tocar el cuerpo del Voss. Se mordió el labio en un gesto de deseo y contención, involuntario, lo que hizo que los afilados colmillos la cortasen ligeramente. Notó la sangre y se relamió mientras le miraba de forma lasciva.
Entonces él bajó y se acercó a su cuello para susurrar unas palabras y ella torció un poco el rostro para ofrecerle una mejor vista de su yugular, como había hecho otras tantas veces. Cassian tenía a Alix totalmente entregada porque para ella era imposible resistirse a él llegados a ese punto. Pero él no la mordió. Tan repentinamente como se había puesto encima, se quitó, dejándola temblorosa y anhelante sobre la cama.
No se molestó en tapar su cuerpo medio desnudo ni disimular su excitación; estaba segura que él sabía el efecto que tenía sobre ella y por eso lo hacía, él disfrutaba haciéndola sufrir. - Joder, Cass...- susurró en apenas un gemido. Aun estaba demasiado cerca, podría alargar la mano y tirar de su pantalón para obligarle a volver a la cama. La lucha interna por contener el impulso la estaba dejando agotada.
Por suerte él terminó de vestirse aunque no se separó de su lado. - ¿Y tu plan era calentarme a tope para que no pudiera pensar bien y que me matara el gorila de Pey o qué? Supongo que no tengo tiempo para una ducha fría ni nada por el estilo¿verdad?- Pese a los juegos, Alix sintió la urgencia de la petición de Cassian, eso no iba de ellos dos, era algo serio, era sobre Jordan y Peyton.
Alix se obligó a dejar de pensar en tener sexo con Cassian y a concentrarse en lo que la estaba pidiendo. Se incorporó y, en represalia, se quedó sentada, abierta de piernas justo delante del lugar en el que él se apoyaba en la cama. La herida del labio aún la sangraba pero muy poco, y sus colmillos seguían desplegados. - A ver si consigo centrarme... Necesitas que te consiga alcohol de quemar... ¡Pero Cass!- exclamó de repente cuando la sangre por fin volvió a su cerebro y le hicieron conexión las neuronas - el tipo no morirá instantáneamente. Lo más seguro es que corra despavorido y alerte a todo el puto Harcote. Me parece una idea horrible, vamos, en tu línea de ideas horribles.
Lo que tenemos que hacer es meterle dentro de algún cuarto y ahí ya matarle como quieras. Aunque lo de quemarle sigue pareciéndome poco práctico. Lo de la estaca en el corazón parece que funciona bien ¿no?- había dejado caer que sabía cómo había matado a su hermano.
Al último comentario que hizo ni contestó ya que sabía que solo lo decía para fastidiarla.
Dia 9 Octubre
- No, no hay tiempo para esa ducha- Admití.
Me apoyé en el borde de la cama, observándola con la luz mala de la lámpara de noche recortando sus rasgos. Había algo en la forma en que se ponía en modo operativo que me daba una calma estúpida, como si todo aquello que nos aplastaba pudiera, por un rato, reducirse a un tablero que podíamos ordenar.
- De hecho, es mejor así. -dije despacio, y mi mirada se desvió a su entrepierna que casi tenía al alcance de un bocado - Tus feromonas están ahora disparadas y serás una distracción perfecta para el vampiro que hay en la puerta. - Subí la vista hacia su rostro y sonreí.- Esto era parte del plan, lo siento. Bueno, en realidad admito que me lo he tenido que pensar, mientras mordías la almohada.
La vi masticar la idea, ver las grietas del plan, y entonces le marqué el objetivo claro: aislarlo, mover a Peyton y Jordan y desaparecer antes de que nadie se percate. No iba a darle instrucciones técnicas, pero sí los roles.
- ¿Te das cuenta? Sigues siendo más inteligente que yo. Juntos hubiéramos sido... - Preferí no continuar esa frase. No quería caer de nuevo en esa espiral de mentiras y engaños. Y más sabiendo que Alix sabía lo de Niklos, lo que me hizo sumar dos más dos, y rellenar los huecos en blanco.- Podíais haberme pedido que os ayudara. Lo habría hecho sin esa necesidad de engañar, pero supongo que queríais que aprendiera algo ¿No? Pues spoiler: Lo único que he aprendido es a no amar a las dos únicas personas (quitando mi hermana) por las que hubiera dado la vida. Pero eso ya no importa. - Suspiré mirándola con cierta extrañeza, como quien está punto de despedirse y no quiere.- Quizá algún día quieras contarme por qué querías a tu hermano muerto.- Miré de nuevo el reloj de la muñeca y con la otra mano toque suavemente el muslo de Alix, en señal de que no necesitaba explicación en ese momento.-Pero no ahora, no hay tiempo.
Me levanté y la tomé de una mano para ayudarla a levantarse.
- Ya hay otro fuego y deduzco que en menos de 20 minutos alguien dará la alarma. Así que, que ese tío grite, no es importante. Aumentará la confusión - Incluso en la semipenumbra, a tan solo un paso de ella, subí la mano hasta su barbilla y le subí el rostro para mirarla- Usa tus encantos para seducirle o lo que quieras. Si quieres meterlo en una habitación, mejor. Pero necesito ese alcohol. Tengo más gente a la que quemar cuando todo esto se vaya a la mierda.- Ladeé de nuevo el rostro y la di un rápido repaso a la vez que soltaba su barbilla.- Joder, estás preciosa así, rubia. ¿Crees que no te iba a avisar para que salvaras tu precioso culito? - Di un paso para a tras, porque necesitaba resistirme a las ganas de tocarla de nuevo.- Te voy a echar de menos un huevo...- Susurré algo apenado.
Rebusqué a mi alrededor algo de ropa para que se tapara, aunque pensé que si iba así, casi que mejor.
- ¿Crees que podrás seducirle y llevarle a una habitación, o necesitas que te ponga más cachonda para que tus encantos le estallen en la cara?
Dia 9 Octubre
Sus palabras dolían pero al menos esta vez decía la verdad, menos lo de amarla, eso sabía que era mentira. La estaba manipulando una vez más para conseguir lo que él quería y ella no podía evitar intentar complacerle. Aquello fue como una jarra de agua fría que la espabiló y la saco del trance en la que el Voss la había metido.
Entonces se dio cuenta de las otras cosas de pasada pero que no eran para no tenerlas en cuenta: -¿Cómo que otro fuego? ¡¿Qué has hecho?!- aquello sonaba como una despedida y eso la hacía sospechar que esta vez Cassian la había armado bien gorda. -¡¿Es que pretendes quemar todo el Harcote?!- preguntó visiblemente alarmada. Algo en sus ojos le dio la respuesta. - ¡Joder, Cass!-
Alix apartó la mirada y se quedó un rato pensativa, con el ceño fruncido. En su mente barajaba cuales eran sus posibilidades y qué sería lo mejor para ella y su futuro. Por fin llegó a una conclusión: -No.- Hizo una pausa porque aún organizaba sus ideas, aunque en realidad no se estaba negando ayudarle.
- No bajaré al laboratorio a por el alcohol. No lo necesitas y es demasiado arriesgado. Tú no sabes lo que hay ahí abajo y la seguridad. Lo que sí puedes usar son los artículos inflamables que hay en el cuarto de limpieza. Ahí tienes mogollón de sustancias y bidones que te ayudaran a avivar las llamas, si es lo que quieres. También puedes coger el aceite de la cocina o las botellas de alcohol que los humanos tienen guardadas ahí.
Si te pillan estás muerto, lo sabes ¿no?- seguramente que por eso se despedía porque pensaba marcharse para no volver. Sintió una pena horrible y al mismo tiempo liberación- ¿Vas a irte con Peyton y Jordan?- parecía lo más lógico.
-Sobre lo del guardia... Me alegro que pienses que yo soy capaz de seducir a alguien, pero no es así. No soy Eleanor ni Peyton. Dudo que un vampiro que sabe que no debe dejar su puesto, lo abandone por alguien como yo. Pero puedo convencerle que me abra el cuarto de Peyton. Cuando abra la puerta tú apareces y le empujamos dentro y le matamos. Entre los tres podemos.-
Alix comenzó a vestirse. Sería mejor aclarar ahora las cosas porque luego habría tal caos que seguramente no tendrían la oportunidad.- Lo de mi hermano... Él ya estaba muerto. Lo estuvo cuando decidió ponerse en mi camino. Y no porque le fuera a matar yo, sino porque había hecho pactos con las personas equivocadas. Si no lo hubiéramos hecho nosotras, lo habría hecho Margaritte o tu madre.
Usarte a ti... Para Eleanor fue una venganza, para mi fue una prueba. Quería saber si de verdad me querías o si volvías a estar utilizándome. Con eso me quedó claro que para ti no soy, ni he sido nunca,nada más que un entretenimiento. Fuiste capaz de asesinar a mi hermano para recuperar a Eleanor. Sigues enamorado de ella y por mucho que te intentes convencer a ti mismo que puedes dejar de amarla y querer a otras mujeres, nunca lo vas a lograr. Ella será siempre la primera y las demás solo un premio de consolación. Y si a ella algún día se la pasa el enfado y quiere volver contigo, tú correrás a su lado.-
Alix había terminado de vestirse y ya no quedaba ningún signo de excitación en su mirada, solo la fría certeza de que todo estaba llegando a su fin y que a partir de ahora llevarían caminos distintos, por el bien de ambos.
- Estoy lista. Pilla la pata de una silla o algo de madera y se lo clavas al tipo mientras Peyton y yo le sujetamos. Pero espera a que le convenza de abrir la puerta.-
- Harcote va a arder hasta los cimientos.- Afirmé con voz rotunda y con cierta crudeza.
Pero las palabras de Alix me atravesaron sin avisar.
Me quedé en silencio, sintiendo cómo cada palabra le daba forma a algo que ya sospechaba pero que no quería reconocer: que la había usado, que mis decisiones habían dejado heridas que no se curaban con excusas ni con promesas a medias. Me dolió, joder si dolió. No todo era verdad pero, no todo era mentira.
- Escúchame.- No había tiempo, pero nunca lo había. Así que la cogí de la camiseta que recién se había puesto y la atraje hacia mi. Hasta que nuestros pechos se tocaron, quedando demasiado cerca.- Escúchame de una puta y jodida vez. No lo voy a repetir más. No quiero tus manipulaciones. Ni tus mentiras, ni tus falsas predicciones convenientemente estudiadas.
Dudé en si seguir con todo esto. Lo fácil sería irme de allí, con ella. Incluso arrastrar de los pelos a la rubia, si hacía falta. Con ella, sin ella... ¿Qué mierdas importaba?
- Solo puedo pedirte perdón por no valorate más. Pero no pediré disculpas por amarte, lo creas o no. Yo elegí a Eleanor. Tú a Valerian. Si me he equivocado, lo hemos hecho los dos. Ojalá hubiera sido más fuerte. O menos idiota. Ojalá todo fuera como el día del concierto. O incluso como antes del día de la fiesta.
Me acerqué hasta su oído y rocé su mejilla con la mía.
-Pero ya es tarde. También para elegir a Eleanor. Así que déjate de ponerme pruebas y ayúdame. Hagámoslo bien por una vez. -
Me retiré lentamente, dejando que las palabras calaran en ella. Sabía que yo para ella era un mentiroso. No lo era. Era algo tan simple que ella no entendía: veíamos la misma moneda desde distinta cara. Solo era eso. Pero no iba a discutirlo ahora, no cuando había dos personas a las que sacar de ahí con vida.
Me acerqué al cajón y saqué una pata de madera vieja de una silla, una que llevaba años coja, y se me quedó en la mano como si fuera una extensión del pulgar. Hice girar la pieza entre los dedos, medí el peso, la forma. No era bonito, pero servía.
- Pues necesito un Coctel molotov de cosas de limpieza. - Inquirí.- Realmente lo necesito. Si no quieres que acabe muerto, puede que lo necesite. Tu me has enseñado que los puños no siempre son suficiente, ¿no?.
Me alejé de ella mirando la al trasluz. Estaba preciosa, la verdad. Y la deseaba. Pero no lo admitiría nunca. No, porque si lo hacía, la promesa que le hice a otra persona carecería de sentido.
- ¿Nos vamos?
Dia 9 Octubre
Habían tenido esa discursion muchas veces porque ellos eran así, tenían una dinámica compleja y entraban en un bucle del que no parecían poder escapar. De eso era consciente Alix y aún así se veía arrastrada una y otra vez hacia él. Volvió a tener el impulso de besarle cuando la atrajo de la camiseta, y el impulso de golpearle cuando habló sobre antes de la fiesta y la recordó el dolor de aquel día. Pero era cierto, los dos habían hecho su elección y no había vuelta atrás.
- Yo te preparé algo que puedas arrojar a modo de 'cocktail molotov', necesitamos unas botellas vacías - eso no era problema pues había un montón de las de hema- unos trapos que podemos cortar de unas sábanas y los productos del cuarto de limpieza.
Coge mi sábana y vete rompiéndola por el camino -ya la hubiera gustado que la rompieran por hacer otras cosas más placenteras, pero se tendría que contentar con imaginárselo. Dejó la idea de lado y recogió un pack de 6 de botellas de hema vacías que tenía por ahí; Para que luego dijeran que tener el cuarto hecho una pocilga no salía rentable. -Vamos.
Oye, Cass - le preguntó según iban al cuarto donde almacenaban los productos químicos para la limpieza- no me has contestado ¿Vas a irte con Pey y Jordan?-.
Adelanta lo que quieras. Yo diría que se meten un momento en el cuarto de limpieza, prepara Alix 6 botellas (de 500ml) de líquido inflamable, y podemos ir ya a lo del guarda.
Eso también no sé si querrás rolearlo o directamente narrar todo del tirón, como prefieras.
Jueves 9 Octubre, noche
Habían llegado a la sala común de los Stein, donde ya se reunían algunos alumnos para evacuar el edificio, cuando Alix frenó y detuvo a Cassian.
- Hay que avisar a Eleanor - le dijo con firmeza.
El resto de alumnos o profesores la daban bastante igual pero Eleanor era importante para Valerian y, ahora que acababan de asesinar a su madre, no podía perder a su hermana.
Alix miró a los ojos a Cassian. Pese al humo que empezaba a enturbiar el ambiente lo vio claro; él también quería ir a por ella. Las cosas nunca cambiaban y él seguía colado por Eleanor pese a todo. - Ve tú y sácala de aquí, porque conociendo a Min se habrá puesto a salvo él solo sin tener en cuenta a nadie más-.
Le soltó la mano mientras notaba como la ya familiar bilis de los celos se adueñaba de su inútil estómago. -¡Ve!- le ordenó, con una furia en los ojos que delataban sus ganas de matarle en ese mismo momento.
Jueves 9 Octubre, noche
-Ya me encargo yo de Eleanor.- Dije fríamente.- ¿Tienes unas tijeras o un cuchillo?
La idea que tenía con Eleanor era, posiblemente, distinta a lo que tenía en mente la rubia. Para ella. Eleanor era el amor de mi vida. Para mí, era alguien al que había querido enormemente, mi prima y un amor tabú para algunos, y me había traicionado. No había amor en eso. Puede que aún quedara algo en el tintero, pero con el tiempo se acabaría, como se acaba siempre un rollo de papel higiénico.
- Quiero quitarme el "sabor de la pelirroja" de encima como si fuera una tirita que está pegada sobre la costra de una herida.- Por supuesto, había barajado y estaba convencido de ello, de que la mejor forma era matarla. Otra cosa es que tuviera el valor para hacerlo - Oh, ahí tienes unas tijeras.- Dije cogiendo unas que le sobresalían del escritorio.
La luz de fuera, un pequeño fuego en el exterior, pequeño, se colaba y la perfilaba como si fuera una estatua a punto de romper. Sentí la vieja y absurda urgencia de protegerla, de poner mi cuerpo entre ella y cualquier cosa que respirara. Me obligué a convertir eso en palabras.
- Esto... es un adiós, ¿verdad?- Lo era. ¿Por qué coño preguntaba si sabía lo que era? Quizá es que no quería despedirse de la rubia. Era como un jodido lunar negro, una astilla clavada muy adentro que ya forma parte de ti, y que aunque sepas que es malo, si no lo tuvieras contigo, no sabrías qué hacer.
-No quiero que esto sea un adiós hipócrita, rubia. -empecé, midiendo cada palabra -No quiero volver a verte en mi puta vida.- tragué saliva- Pero quiero que lo sepas: lo que fui contigo no fue un juego estúpido. No te utilicé como excusa para sentirme vivo. No del todo.
Era mentira en parte, y también verdad. Los ojos me ardían y me daba rabia la claridad de esa mezcla. Me incorporé un poco para tener más coraje.
-No puedo ser quien te ate a nada, Alix. Ni quiero convertirte en otra cadena para mí. Pero tampoco puedo fingir que no hay algo entre nosotros que me jode admitir. Te importa un carajo mi postura en el mundo y aun así casi me vuelves humano a ratos -intenté sonreír; me salió una mueca-. Eso es jodido. Y no sé cómo dejar de sentirlo.
Me acerqué más, sin cruzar la línea de lo que no debía; no quise darles a los rescoldos de ese lugar ni una última intimidad que pudiera ser usada como pretexto. Apoyé la palma en la pared, cerca de su mejilla, como si aquel roce pudiera contener todo lo que no decía.
- He hecho una promesa, y pienso cumplirla. Pero si no fuera por ello, te juro que mataría Valerian, te dejaría inconsciente y te metería en el maletero del Hemicuda. Nos iríamos lejos, muy lejos. Y serías mía para siempre, aunque tuviera que atarte con cadenas.
No me separé de ella. Todo lo contrario. Me acerqué aún más, notando su respiración, su palpitar peligroso.
- Así que... Adiós, rubia. Pilla tu guitarra y tus braguitas de Hellow Kitty, y largo de aquí. Tienes... tenemos 25 minutos o menos.-
Dejo que le pongas fin tú misma^^
Jueves 9 Octubre, noche
Sí, no la cabía duda de que él se encargaría de Eleanor. Siempre solía ser así; después de estar con ella corría a los brazos de la pelirroja para decirla todo lo que la amaba. ¡Era un ser de lo más despreciable!
Le escuchó soltar su mierda de siempre y hablar como si encima la estuviera haciendo un favor y, cuando fue a por las tijeras fantaseó con lo reconfortante que sería clavárselas en el estómago para que sintiera lo que ella sentía en ese momento. ¡Falso, más que falso!
Quizás Alix no dijera sus pensamientos en voz alta pero sus ojos expresaban el dolor que sentía por dentro.
Tendrían que haber tomado caminos separados cuando salieron de la habitación de Peyton, entonces no habría tenido que volver a escucharle, a tenerle tan cerca. Pero él no podía dejarlo así, no. Tenía que volver a restregarla que Eleanor estaba por encima, que podría hacer cosas distintas pero que no le salía de los cojones hacerlas por mil escusas que se inventaba, cuando la razón solo era una, la de siempre; que ella no era suficiente.
- Lo disfrutas ¿verdad?- terminó diciendo sin mover un ápice de su cuerpo por miedo a perder el control y terminar drenando su sangre como aquella vez en el lago, o algo peor aún como besarle. Si le besaba no podría dejarlo marchar. - Disfrutas haciéndome sufrir porque sabes que en el fondo te amo y no podré dejar de hacerlo nunca. Acaba ya con esta tortura y márchate de una vez para que yo pueda empezar una vida lejos de ti, creo que me lo merezco.-
Cassian se mantuvo un momento más en aquella posición, pero Alix resistió sus impulsos. Ambos había hecho promesas a otras personas y no estaban preparados para romperlas, no en aquel momento. Así que, finalmente, después de unos segundos que a ambos se les hizo eternos, él se alejó y, sin mirar atrás, se marchó, poniendo fin a la primera etapa de sus vidas.
Sin embargo, su necesidad el uno del otro, el vínculo de sangre que sin haberse dado cuenta habían adquirido, les llevaría a volver a encontrarse, en otro momento y en otro lugar.
