La mujer sonrio levemente de una forma que claramente tenia segundas intenciones
Claro...podran descubrirlo... aun asi si necesitan ayuda no dude en llamarme ya tiene mi telefono, tengo personal en la zona que seguro estara encantado de asistirle en lo que necesite
La mujer se encamino a la reunion que tendria lugar entre los padres y el profesor con un andar tranquilo
Ok sin problemas, no te preocupes
Lucien dio un paso hacia delante, separándose incluso del lado de su esposa como si necesitara marcar un territorio claro entre ellos y los Summer. Su sombra se proyectó alta y severa, su voz retumbó con una frialdad cortante que heló la sala.
- Basta ya. - Dijo, clavando sus ojos en Cassian. - Esto se ha terminado. No volverás a ver a esa muchacha.
La palabra muchacha salió de sus labios cargada de veneno, como si Frances fuese poco más que una intrusa.
- No voy a permitir que mancilles nuestro apellido uniéndote a una familia de tan bajo nivel. - Lucien giró la cabeza apenas lo justo para fulminar a los padres Summer con la mirada. - Puede que en su mundo esas cosas carezcan de importancia, pero en el nuestro el linaje lo es todo. Y tú, Cassian, deberías saberlo mejor que nadie.
La tensión podía cortarse con un cuchillo. Su padre enderezó la espalda aún más autoritario, mientras el bastón golpeaba el suelo con un eco sordo.
- No tendrás un hijo. No de esa forma. Y si hace falta, me pensaré seriamente si permito que sigas en Harcote después de esta… vergüenza. - Su voz subió apenas un matiz, suficiente para que la sentencia sonara definitiva.
Isolde a su lado mantenía el porte, pero sus labios temblaban apenas perceptibles. Sus ojos, que en otra ocasión habrían brillado de orgullo maternal, ahora solo transmitían desprecio y amargura. Estaba al borde de romperse, pero la férrea máscara de un vampiro la mantenía en pie.
- Esto es una deshonra… - Susurró casi para sí misma, con la voz rota, mientras apenas lograba mirar a Frances sin que se le escapase una lágrima.
Cassian apretó la mandíbula. Por un segundo pensó en callarse, en bajar la cabeza como había hecho tantas veces, pero al notar el temblor de Frances en su mano supo que no podía. No ahora. No cuando más lo necesitaba.
- No. - La palabra salió firme, más de lo que él mismo esperaba. Levantó la mirada hacia su padre, aunque por dentro lo estuviera devorando el miedo. - No me separaré de Frances. No me alejaré de mi hijo. Puede que piense que esto es una vergüenza, padre, que estoy manchando un apellido que lleva siglos cargado de rigidez y orgullo vacío… - Su voz se quebró, pero logró recomponerse. - ...pero no voy a dejar que mi hijo crezca creyendo que es un error.
Sus ojos pasaron fugazmente a su madre. La dureza de su rostro, el desprecio que intentaba ocultar el temblor de su boca… dolían más que cualquier golpe.
- Si tener un hijo con Frances me convierte en una deshonra para esta familia, entonces quizá ya no debo formar parte de ella. - Respiró hondo, sintiendo que las piernas le pesaban. - No necesito su permiso para quererla. Ni para quererle. - Dicho eso, tiró suavemente de Frances hacia él, estrechándola a su lado. - Ella es mi elección. Y si quieren romper conmigo por ello…
El silencio que siguió a la declaración de Cassian fue un golpe seco que resonó por toda la habitación. Lucien permaneció inmóvil un instante, como midiendo la extensión del desafío y luego la paciencia se le acabó mostrando una mueca de desagrado en su rostro con una rapidez que cortó el aire.
- Inadmisible. - Dijo Lucien. Se aproximó un paso y ese paso bastó para que todos sintieran la autoridad que siempre le fue inherente. - Has deshonrado a esta casa por una imprudencia insensata. No hay excusa posible. No toleraré que el nombre Devereaux se manche por caprichos juveniles.
Isolde volvió la cara. Durante un respiró pareció querer hablar, buscar una palabra menos punzante, pero solo logró contenerse. Sus ojos se habían vuelto vidriosos y por primera vez en mucho tiempo, la rigidez maternal se agrietó en una evidencia de dolor. Apartó la mirada con ansiedady dejó escapar un suspiro que sonó más a derrota que a reproche. No lloró era demasiado vampira para eso, pero la tensión que retenía hizo que su figura se encogiera un poco, como si el desprecio le costara tanto como la compasión.
Lucien no esperó más. Enderezó el bastón, clavó una última mirada helada en Cassian y pronunció la sentencia con la severidad de quien no vuelve sobre sus decisiones.
- Escúchame bien, hijo. O rompes esto ahora mismo, rompes con la chica y con ese... asunto, o rompes con nosotros. No volverás a poner un pie en la casa Devereaux. Y si persistes en esta locura, haré lo necesario para que tampoco puedas quedarte en Harcote. Tienes hasta mañana para decidir. - Su tono no admitía réplica. - Mira a tu madre, si es que aún tienes dudas.
Dicho aquello, Lucien se dio la vuelta con la misma elegancia severa con la que siempre se movía y salió del salón. La puerta resonó a sus espaldas como un golpe definitivo. Quedó un vacío caliente en el lugar por donde se había marchado, un silencio cargado de consecuencias.
Cassian permaneció allí, inmóvil, sin saber que hacer, decir o como reaccionar. La intransigencia de su padre le golpeó más hondo que cualquier insulto y la mirada apartada de Isolde le ardía en el corazón. Pero cuando apretó de nuevo la mano de Frances y la sostuvo contra sí, una certeza fría y sencilla le atravesó... tenía que elegir y ya no podía volver a plegarse a lo que otros decidieran por él.
Por desgracia, la respuesta de los padres de Cassian fue... terrible.
Hablaba de deshonra, de mancillar el apellido familiar, de la importancia del linaje...
Frances no sabía cómo reaccionar. En su interior, tenía ganas de echarse a llorar, pero sintió la mano de su madre y la cercanía y el gesto súbitamente endurecido de su padre, y lo contuvo.
Y como si eso fuese una premonión, Cassian salió en defensa de los dos... o de los tres. Aquel "No" que pronunció, hizo que se sintiese más orgullosa que nunca de alguien. Y cuando tiró de ella para que estuviese a su lado, frente a sus padres, enderezó la barbilla para mostrarle aquel orgullo con claridad.
No era solo por el hijo que debía venir, sino también por ellos. No se sentía tan madura como para poder superar algo como aquello sin recibir daño a cambio, pero tenía motivos para intentarlo.
A pesar de todo, su padre continuó esgrimiendo la misma actitud y entonces... fue el padre de Frances quien intervino.
Se acercó a Lucien, colocando su boca al lado de su oreja, y empezó a hablarle en voz baja.
-Deveraux. Aunque pueda parecer un vampiro tranquilo y sin importancia, poseo importantes vínculos con gente que no dudaría en cortarle el cuello a usted y a su esposa con solo una palabra mía. Si vuelve a amenazar a mi hija, o al padre de su hijo, daré esa orden inmediatamente. No temo a las consecuencias y si pregunta por quién soy, le dirán que no bromeo. Tengo gente en todas partes, incluyendo dentro de su familia. Sí, sí, yo sabía que estaba con su hijo, aunque no acerca de su embarazo, y siempre procuro informarme de mis enemigos o amigos potenciales. Y créame, estoy muy bien informado.
El padre de Frances se separó.
-Tiene dos opciones. O le facilita las cosas a los muchachos, o se quita de en medio y nos deja a los Summer encargarnos de lo que usted desprecia. Yo de usted, no escogería la tercera opción. No le saldría bien.
Finalmente, se volvió hacia Cassian.
-Hijo, eres todo un hombre. Te cases o no con mi hija, serás un buen padre y eso es suficiente para mí. Tienes mi bendición.
Lucien escuchó en silencio, aunque el brillo acerado en sus ojos lo delató de inmediato. No se movió ni un centímetro cuando Jeremy le habló tan de cerca, pero su mandíbula se tensó como un arco justo antes de dsbajo la amenaza. Cuando el padre de Frances terminó, Lucien se irguió un poco más, como si quisiera imponerse por pura estatura moral.
- ¿Amenazas? - Dijo con un tono bajo, helado, cargado de altivez. - Creí que estábamos hablando de disciplina familiar, no de cloacas ni cuchillos en la oscuridad. - Lo miró de arriba abajo. - Si ese es el mundo al que pertenece, señor Summer, ya se retrata usted solo. Pero no olvide quién soy yo. El apellido Deveraux no se doblega, ni ante amenazas ni ante adulaciones baratas.
Isolde, que había contenido hasta entonces un aire entre compungido y rígido, no pudo evitar intervenir. Su voz se quebró un instante, pero rápidamente se tornó áspera.
- ¿Cómo te atreves? - Soltó, mirándolos a todos, aunque clavando los ojos en Frances con evidente ofensa. - ¡Nuestro hijo arrastra nuestra sangre por el barro y encima tenemos que escuchar insolencias en nuestra propia cara! ¿Y tú, Cassian? - Lo señaló con un dedo tembloroso. - ¿Es esto lo que quieres? ¿Ver a tu madre humillada, tu padre desafiado como si fuera un cualquiera?
Cassian sintió que el pecho se le cerraba. Entre el veneno de las palabras de Lucien y la ofensa dolida de su madre, el suelo parecía temblar bajo sus pies. Pero el calor de la mano de Frances y el recuerdo del abrazo de Jeremy en el jardín, lo sostuvieron.
- Basta. - La palabra salió más firme de lo que esperaba. Sus ojos se movieron entre sus padres, con el corazón desgarrándose por dentro, pero sin retroceder ni un paso. - Sé que para vosotros esto es vergüenza y traición. Pero para mí no lo es. Es mi vida. Mi elección. Frances y nuestro hijo no son barro, ni cloacas, ni errores. - Respiró hondo, clavando la mirada en Lucien al final. - No os pido que lo entendáis. Ni siquiera que lo aceptéis. Pero no voy a dar un paso atrás. - Apretó la mano de Frances. - Si me queréis poner contra la espada y la pared, sabed que ya he elegido.
El silencio se hizo denso de nuevo, mientras Cassian, pese al temblor en su estómago, no apartaba la vista de los dos que lo habían criado.
Aquella confrontación entre los padres de Cassian y este, se estaba volviendo desagradable. Sabía que algo así podía suceder, pero Frances había pensado más en sus propios padres que en los de Cassian.
Ahora se daba perfecta cuenta de que estaba equivocada y el problema era precisamente ese.
Su padre, además, había hecho uso de su poder, algo que no solía suceder pero que ella sabía bien que era considerable. Por mucho que el apellido Deveraux fuese importante, Frances sabía que su padre manejaba los bajos fondos como nadie. Siempre lo había hecho, desde la distancia.
Era un hombre afable, pero detrás de la máscara se ocultaba una gran oscuridad y frialdad, una vez se alejaba de la familia.
-No se trata de retratarme, amigo mío, sino de retrartarle a usted. Si quiere quedarse fuera de juego... adelante, pero su hijo será padre y me aseguraré de que usted no se lo impide.
Cuando se separó, a pear de la tensión, el padre de Frances colocó una mano sobre el hombro de Cassian.
-Está bien, chico. Creo que ha quedado clara la postura de tu padre. Ahora será mejor que nos vayamos. Lo mejor es dar un poco de espacio para que todos pensemos bien las cosas.
Y no andaba desencaminado. Quizás con algo de tiempo pudieran acercar posturas.
Frances se agarró todavía más a CAssian, sintiéndose como una carga inesperada. Para eso sí que no estaba preparada. Quizás lo mejor fuese interrumpir aquel embarazado inesperado y terminar con todo.
Lucien e Isolde se giraron sin una palabra más. El primero, erguido y con aire de orgullo herido. La segunda, rígida, con los labios temblando, como si llorar fuese una afrenta demasiado grande para permitírsela. Se alejaron juntos, dejando tras de sí a su hijo, sin echar una sola vez la vista atrás.
Cassian los siguió con la mirada hasta que desaparecieron de su vista, sintiendo cómo algo dentro de él se rompía y se cerraba al mismo tiempo. Quiso hablar, pero las palabras no salían. Solo cuando notó a Frances aferrada a su brazo, pequeña y frágil junto a él, bajó la cabeza y la rodeó con un abrazo fuerte.
- Lo siento, Frances… - Apoyó la frente sobre su cabello. - No debería haberte arrastrado a esto, a mi familia, a sus malditas cadenas. - La apretó más contra sí. - Pero no me voy a ir a ninguna parte. No me alejaré de ti, ni de nuestro hijo.
Alzó apenas el rostro, lo justo para que ella pudiera ver la sinceridad en sus ojos oscuros, aunque estuvieran cargados de dolor.
- Estoy contigo. Pase lo que pase, aunque el mundo entero se ponga en contra. - Y bajó la voz hasta un murmullo. - Solo… prométeme que no vas a rendirte. Que no vas a pensar que esto fue un error. Porque yo… no lo haré.
Cassian cerró los ojos un instante, como si necesitara convencerse también a sí mismo, antes de volver a estrecharla con todo el peso de su resolución.
Jeremy y Caroline observaron la escena entre su hija y tú. A pesar del dolor que sin duda debías estar experimentando, había en general una sensación de seguridad y confianza en lo que el futuro os depararía, entre otras cosas, porque ellos estaban decididos a formar parte de él.
Además, oírte hablar de aquella manera y rechazar tan claramente a tus padres, hizo que hasta se sintiesen orgullosos de lo que estaba sucediendo.
-Hijo, siento mucho todo lo que te ha ocurrido, pero tendrás nuestro apoyo y nuestra ayuda siempre que quieras. No vamos a obligarte a que estés con nuestro nieto, pero serás bienvenido si te quedas. Además, he de decir que estoy muy orgulloso de lo que has hecho. Seguramente tus padres acabarán recapacitando, aunque como la vida de un vampiro es larga, así que puede pasar bastante tiempo. Mientras tanto, considéranos tu familia.
Frances estaba un poco confusa.
A pesar de las palabras de su padre, y de las tuyas, la sensación de culpabilidad no la abandonaba. Se dejó abrazar por ti, convencer, e incluso intentó creerse que todo lo que estaba sucediendo era para bien y para nada ella podía, ni debía, hacerse responsable.
Pero una cosa era lo que dictase la cabeza y otra muy distinta, el corazón.
A pesar de devolverte el abrazo, no estaba segura de nada y algo le decía que sin un niño a cuestas, todo sería más fácil. ¿Qué iba a pasar con Harcote? ¿Tendría que marcharse dentro de unos meses o podría continuar estudiando?
-Y-yo no quería que... esto pasara. Lo siento mucho -te dijo, refiriéndose a tus padres -. Eres un sol. Si no te quedaras conmigo en esto...
Frances no terminó de hablar.
Sabía cuáles eran las opciones para acabar aquella frase y todas ellas eran bastante negativas.
-Chicos, creo que deberíamos ir a tomar un poco de Hema y relajarnos. Esto ha sido difíicil, pero a partir de ahora todo irá mejor -sugirió Caroline, que sin embargo, miraba de reojo a los padres de Cassian.
Cómo un padre podía rechazar a un hijo era algo que la superaba, pero la naturaleza vampírica era muy variable y sabía de gente que era incluso peor que eso.
Menos mal que ni ella ni su esposo eran de aquella manera, y que así, su Frances, tendría toda la ayuda que necesitara... y también aquel pobre muchacho.
Cerramos aquí, por el momento?