Partida Rol por web

Primero que descansaran, ahora que se movieran... Realmente parecía que ni ellos mismos se aclaraban... Así que simplemente suspiró, dejó el agua y cogió aquel elemento que le pasaban y lo cargaba a sus hombros para dar vueltas como un caballo de tiro para moler el grano... 

No tardó nada en ponerse en pie y comenzar a hacer lo que le decían, ya se aclararían ellos mismos... Romanos, hasta para tomar decisiones eran extraños... 

Lo lamento doctore... tengo entendido que cuando el doctore para a beber agua es que podemos todos, normalmente eres el ejemplo a seguir y entrenas con el grupo desde el comienzo hasta el final... lamento el error doctore...

Que trate ahora de parecer mas importante por parar a beber agua cuando el ha perdido el tiempo minutos enteros hablando, no va por buen camino si cambia las normas de golpe solo para impresionar a las esclavas.... voy a tener una charla en algún momento con mi hermano.... Girándome tras dedicarle una mirada asesina a mi hermano vuelvo con el grupo a decirles que ellos no pueden beber agua.

Adonia lanzo el arma de madera a la arena. No estaba lanzándosela a nadie, pero lo hizo como si pretendiera matar a la arena misma.

Se acerco al grueso palo, lo mío. Puso una cara extraña, como si se estuviera cagando o oliendo algo podrido. Levanto las cejas, y lo agarro para ponérselo arriba.

No era una mujer endeble, pero tampoco era una forzada. El palo era pesado e incomodo en sus hombros. De hecho a los dos pasos se le clavo en el hombro, haciéndola gruñir. Eso sí, empezó a andar, y no se detuvo. 

Ahora hasta Livia finalmente cierra la boca y se queda mirando a la egipcia y luego a los palos.

-Bueno...- suspira echando mano al grueso palo y, con gran esfuerzo lo levanta y se lo pone en el hombro. Ya desde que tuvo el peso encima supo que no aguantaría mucho pero su orgullo la hizo avanzar tras de sus compañeras. No sería ella quien se quedara por detrás de los extranjeros.

Respondo al Doctore que pregunta por mi dios - Ra es el dios del cielo, dios del Sol y del origen de la vida en el mundo - y ahora estaba allí, mirándome en la lejana tierra de Roma.

Parecía que la calma habitaba los corazones hasta que Adonia, quién sino emergió de las profundidades para nuevamente recordar al galo que era bueno trabajar - por todos los dioses paganos, ¿es que sólo piensas en luchar? - miro a las demás y veo que la siguen, para colmo el Doctore está encantado con aquella iniciativa de la griega - en Egipto solemos llevar una vida más tranquila y relajada.

Ahora tocaba aguantar un palo sobre los hombros y andar en círculos. Fui hasta donde estaban y estuve mirando de escoger el más delgado y menos pesado, aunque todos parecían similares. Había una lanza mucho más fina cerca, apoyada en una pared, fui a por ella por si servía, al fin y al cabo, la postura iba a ser la misma.

El Doctore tomó nota del nombre del Dios del sol para la egipcia, más había un par de cosas que la mujer estaba pasando por alto, o es que buscaba molestarle sin intención de hacerlo. 

-Sekhmet, deja esa lanza, debes llevar el palum, no una varilla-

Tomó uno, a el le parecían muy liviano, pero en contraste con lo que creía, las venas del brazo y antebrazo se expusieron, marcando el tono y fuerza de la extremidad. 

-Llévalo y ponte con las demás-

Dio una orden a un muchacho para que este busque el equipo que estaba en el suelo. 

-Esto no es Egipto, es Roma, y aquí en el Ludus de Camilia Belena Donicus las esclavas que se convertirán en gladiadoras entrenarán-

Y así cómo ellas estaban en el sol, el también se expuso a este. 

-Titus, Nórdico, que los hombres descansen un momento, beban agua, y continúen con el entrenamiento-

El sol y el calor le estaba haciendo transpirar, haciendo que su cuerpo brillará sutilmente. 

Soenya cargaba aquel palo con cuidado, vigilando bien cómo movía los pies y dónde los ponía. Quizás parecía fuerte y lo era pero no era estúpida y no iba a buscar dañar sus músculos.

Sus músculos se contraían con el esfuerzo y el sudor provocaba que la arena se pegara a su piel. El sol hacia brillar sus rubios y dorados cabellos, y sus ojos grises parecían dos profundos orbes de tormenta.

Sus nalgas se marcaban bajo las ropas, igual que unos torneados y bien compactos muslos. Realmente, bajo aquellas ropas, había un cuerpo hermoso, joven y entrenado...

Su expresión  era de calma y miró de reojo al nórdico con una media sonrisa y no dejó de prestar atención tampoco a los hombres. No solamente por sus cualidades, sino también para ver qué hacían, cómo se movían y cómo las miraban...

En el escaso descanso paa beber agua donde intercalé algunas palabras con las chicas pero de repente a mi hermano le da por demostrar no se si a la domina o a las mujeres su superioridad sobre mi sin criterio y sin necesidad, así que vuelvo con el grupo negando con la cabeza. Hoy nos quedamos sin agua, nos toca aguantar y sacrificarnos.

Después de mis palabras es el momento de practicar la batalla sin armas, es entonces cuando nos dan permiso para beber agua y yo niego con la cabeza a los compañeros, hoy no hay agua, vamos a pelear y bebemos al terminar.

Muy a regañadientes los compañeros aceden y montamos combates sin armas por parejas, donde la mayoría de los hombres aprovechamos los momentos que podemos para mirar a las mujeres.

La griega tiene buen cuerpo pero no está unida a su grupo, es solitaria y solo piensa en combatir y se olvida de que la vida da otros placer como vivir.

La romana es orgullosa como alguien que ha sido noble romano, ese orgullo se lo voy a bajar porque me apetece, odio a los romanos que no son capaces de ver sus propias limitaciones...

Sekhmet es una mujer hermosa y exótica... nunca he tenido la oportunidad de conocer a otra como ella y además es abierta... muy interesante.

Soenya la rubia, puro fuego y carácter me recuerda demasiado a las mujeres de mi cultura y su belleza solo se puede comparara la de muy pocas mujeres.

Al final tengo que dejar la lanza y coger un palo de aquellos, trato de escoger el menos pesado, aún así tiene unas dimensiones que hace complicado sostenerlo. Viendo que las demás lo cargaban y resistían su peso me callé en cuanto a quejarme - la arena mantiene tu temperatura corporal, haces mal en sacudirla Soenya - de todas maneras me fijé que todos parecían sudar la gota gorda por no estar acostumbrados al sol y el calor, no es que yo no sudase sino que notaba con muchísima menor intensidad el calor al estar acostumbrada a temperaturas más altas.

- Doctore ¿es verdad que los gladiadores recobran su libertad luchando? - era interesante saber qué reportaría el combate a la larga - ¿por qué o por quién lucha un gladiador? - era evidente que por la supervivencia en un primer momento pero seguro que había algo más, en caso contrario no tendría sentido combatir.

- Vosotras, ¿por qué lucháis o por qué matáis? - me fijé que los guardias y los demás gladiadores nos miraban con cierto celo. Varias veces crucé miradas con el nórdico y los guardias que estaban cerca.

Si el Duiluis miraba hacia el balcon, recibiria un asentimiento de la Domina, sin duda iba por buen camino. Ella por su lado mientras miraba a todas con mucha curiosidad a veces hablaba con una sirvienta cercana.

Pronto todas las gladiadoras conocerian bien al Palum, una herramienta muy usada para entrenara la resistencia de los gladiadores. No eran pocos que caian rendidos debajo de tal peso. Sin embargo tocaria la decision al Doctore si quien caia podia descansar.

Los gladiadores y sirvientes miraban con deseo a las mujeres presentes. Habia algo en esas mujeres que no eran delicadas fisicamente como la domina que parecia atraerlos aun mas. Una belleza salvaje y guerrera, como se la esculpia a veces a Belona la diosa de la guerra y esposa de Marte.

Cuando el nordico volvio lo recibieron con sonrisas complices. "Jaja No podes quedarte separado de ellas?" le bromeo Titus por lo bajo para que el doctore y las demas no lo escucharan. Aunque los compañeros de ambos si lo hicieron y rieron.

"No dijo que descansaramos?" pregunto el sujeto mirando confuso las palabras del nordico.

Cada paso era un triunfo, las gotas de sudor resbalaban por la cara de la romana, suerte que Soenya le había recogido el pelo, de lo contrario ahora si que lo tendría pegado a la cara de manera irremediable y tenía las dos manos asidas a la pieza de madera. Levantaba un poco un pie y lo ponía delante rápido, luego hacía lo mismo con el otro, pero sentía que iba a perder el equilibrio en cualquier momento, por lo que sus pies, más que levantarse, se arrastraban. Aun así aguantaba, aguantaba tanto como aquellas mujeres acostumbradas a la guerra. Ella no iba a ser menos. 

Las heridas sufridas, aunque no eran muy graves, se sentían como recién hechas ahora bajo el sol y con el escozor de la arena y el sudor. Mantenía la vista fija en el suelo, clavada en los pasos de Adonia, quien iba justo delante de ella...venga...otro paso...bien...vamos Livia...otro...eso es...venga. Que no te vean sufrir se repetía como un mantra una y otra vez y tragaba saliva.

Entonces las palabras de Sekhmet la distrajeron de su personal letanía. Los musculos de la mandíbula se le contrajeron por el esfuerzo de dejar de apretar los dientes y, con mucho esfuerzo se obligó a responder, aunque sólo fuera por aparentar que llevaba el ejercicio con menos esfuerzo de lo que en realidad sentía:

-Luchar es...es liberador. Aleja...los demonios del pasado. No piensas. Solo...luchas.

No era difícil percatarse de que los hombres del ludus habían dejado de entrenar para observarlas. De alguna manera, se las arregla para ignorar sus lascivas miradas y escupe al suelo en su dirección, dejando claro cuál era su opinión sobre aquella pandilla de extranjeros esclavos con demasiada sangre en la verga y poca en el cerebro.

Pero la domina también miraba...y tal vez más gente importante que estuviera con ella, debía aparentar...debía ganarse su respeto...el de los de arriba, no el de los de abajo, claro. Arriba estaban las gradas, eso debía recordarlo.

Y realmente consigue aparentar no solo que no está cansada, sino que el palum le resulta facil de llevar, su mirada brilla al conseguir dirigirla hacia el balcón, lanzando una sonrisa sesgada a la domina, para luego mirar al doctore y guiñarle un ojo. Realmente no puede más pero se siente observada por gente con capacidad de decidir su destino...quería impresionarles, quería cerrar bocas sobre quienes la juzgaban como no válida por su anterior vida.

-Doctore, te veo cansado, ¿porqué no se sienta y disfruta del espectáculo?-  le dice con sorna, consiguiendo no jadear en el proceso. Realmente se la veia segura y confiada...aunque solo fuera fachada.

La griega seguía caminando y apañas si levantaba la cabeza. Era terca como una mula, y parte de su estrategia era concentrase en cada paso.

A los pocos minutos tuvo que ir bajando en ritmo, y de vez en cuanto hacia algún gruñido a causa del peso.

Pero no se quejo ni una sola vez. Tampoco intento aparentar que esta prueba la estaba moliendo. Simplemente siguió caminando, obcecada como era ella.

El calor era agobiante y eso realmente era lo que más pasaba factura a la germana... El sudor caía por su piel y provocaba que el pelo se pegara a su rostro.

No parecía tan molesta por el peso de aquel cacharro, sino más bien molestar más por el clima y el calor... Las piernas comenzaban a doler ligeramente, aunque la humedad provocada por el sudor facilitaba el paso entre sus muslos.

El cuerpo de la germana mostraba con aquel esfuerzo unos músculos trabajados, sus glúteos se movían firmes ante sus pasos, sus pechos también se dejaban guiar por aquel vaivén y la belleza salvaje de aquella rubia no parecía disminuir con el ejercicio. La verdad es que su cuerpo parecía un auténtica espectáculo para los sentidos de aquellos hombres y otras personas que gustaran de ver un cuerpo realmente seductor y llamativo... Las miradas de complicidad iban dedicadas exclusivamente a sus compañeras y algún que otro hombre, que no fuera soldado romano, se encontraba con una arrebatadora y algo pícara sonrisa por parte de la bárbara germana, aunque los soldados romanos recibían miradas mucho más intimidantes. Era casi como si simplemente quisiera mantener a los soldados romanos alejados de ella... 

- La guerra es la vida... Y al final de la vida... Nos espera el Valhalla... Y la libertad... 

Contestó respondiendo a la egipcia. 

-Recobran la libertad por el favor de la multitud Sekhmet, ganate al público, demuestra lo que vales, y ganarás tu libertad-

A veces el galo miraba de más, y en cierta forma le costaba un poco estar centrado, el atractivo de las mujeres se hacía muy difícil, incluso para el

-Eso lo debe descubrir un gladiador... Algunos pelean para mantener a sus esposas e hijos, otros pelean por placer, y hay otros que pelean por honor, y para honrar a sus duminus, más otros pelean por el sueño de libertad-

Pero el sabía bien que otros habían peleado por venganza, adicción a la sangre, o por qué no sabían hacer otra cosa. 

Después de responder la mujer del Nilo, se enfocó en la romana, cuyas palabras le hicieron cierta gracia. 

-No hablen, concentrense, con el tiempo, se hará más fácil-

Ls nórdica y la romana eran las principales atracciones, y ambas capturaron la atención de todos ahí, incluyendole. 

La treta de la lanza no pasó inadvertida para el Doctore y acabé en la cola para cargar el palus sobre mis hombros - bufff, qué pesado - no estaba acostumbrada a cargar semejante peso - no soy una mula de carga - empecé a zigzaguear tratando de que no se me cayera, a duras penas conseguí mantener la horizontalidad del madero.

- ¿Por placer? - aquello me situaría en el mismo estatus que un vulgar asesino - eso sería muy egoísta - siempre había un motivo para coger las armas pero tampoco tenía familia para luchar por ellos - lo haré por los dioses, derramaré sangre como sacrificio y también en honor a Domine - Set, Sakhet y Anubis estarán agradecidos.

Escucho a Soenya hablar de sus dioses - te equivocas, al final de la vida te encontrarás a Anubis, él te juzgará - si paso cerca de ella, levanto la pierna para sacudirle arena encima - ¿notas la arena? Es la ley del desierto, tus dioses aquí no sirven.

A pesar de que el madero es pesado, aún puedo mover mis caderas para destacar ante las miradas atentas que no nos quitan ojo.

El ejercicio fue bastante duro para todas, una de ella la griega pudo aguantarselo mejor. Tal vez su loca concentración en los combates le daba mas resistencia para este tipo de entrenamiento o los dioses le estaban ayudando en cierta forma.

Mientras las otras tres tuvieron que poner mucha concentracion en esto, les costaba mucho abanzando con ese trozo de madera en la espalda. Una que sufrio lo suyo fue la egipcia que sentia cada palabra que decia cada vez mas dificil de decir y le hacia faltar el aire. Incluso en un momento casi se cae empujando arena a la germana pero de nuevo hubo algo que la ayudo a no caerse.

Pero mas alla de eso seguian siendo mujeres que se encontraban sudadas por el calor y ejercicio. Mostrando sus proezas y a veces solo su sensualidad a pesar de lo que hacian. A sus alrededores sentian a los hombres incluido al Doctore prestandoles mas atension. Sin duda tendrian dificultad en entrenar ahora y debian a cerrar las bocas para que no se les sequen. Aunque no eran los unicos ahi en el balcon, la domina miraba muy atenta a tres de ellas.

Si prestaban atension verian que las miraba la domina con gran interes, aunque Livia sentia mas su mirada en ese momento. De cualquier forma ella tuvo que tomar mas de su vino en ese momento para refrescarse. Pero mas alla de eso tanto Soenya como Sekhmet lograban tambien llamar la mirada de la Domina, aunque los demas gladiadores tambien.

El tiempo pasaba y con ello el sol se acercaba a su cenit. Livia había intentado mantener la boca cerrada, pero la tenía que abrir para respirar y al final la notaba seca y pastosa. Jamás se había sentido tan en el limite de sus fuerzas; oía fuertemente los latidos de su corazón en sus sienes, en sus oidos y tras sus ojos. Traga saliva pero siente como si fuer arena.

De repente, ya no pudo más pero su orgullo le impidió soltar el palo, busca al doctore con una mirada, quizás para protestar, quizás para pedir ayuda, pero ninguna palabra logra salir de su boca a tiempo y la romana es la primera en caer al suelo, aún abrazada al palum como si la vida le fuera en ello, con lo que el peso de la enorme pieza de madera cae también sobre ella, haciéndole una brecha en la ceja, nada grave, claro, pero si llamativa.

En el suelo empieza a toser, con la vista nublada por el polvo y el sol intentando, a pesar de todo, volver a levantarse.

La mujer siguió caminando, cada vez le dolía más el costado. Donde el arma le había dado de lleno antes. Pero a cada tirón de dolor, una gruñido salía y seguía andando aunque lentamente. 

A otra cosa no, pero a terca, era casi imposible ganarle. 

El cuerpo de Soenya iba llegando poco a poco a su límite, seguramente a consecuencia del calor al que no estaba acostumbrada y a un clima que no iba para nada con su constitución finalmente sus piernas fallaron y tuvo que detenerse para no perjudicar al resto y mucho menos causar algún problema a sus compañeras.

Por lo que se apartó como pudo a un lado e intentó recuperar el aliento mientras el sudor cubría su cuerpo y directamente pasaba de debates de dioses sobre la egipcia, si conocía bien a los romanos ya le callarían la boca con sus dioses, después de todo los romanos buscaban que siempre fueran los suyos propios los que tuvieran el poder...

Miró a Livia y se preocupó por unos instantes por el daño que estaba sufriendo, no entendía que las llevaran a ese extremo nada más salir de una celda en la que habían estado encerradas sin apenas comida y agua...

Apoyó el palo en el suelo como pudo y sus pechos subían y bajaban buscando el aliento que le faltaba y aún así, su figura seguía impresionante y atractiva, especialmente con el sudor recorriendo su cuerpo y su ahora perlada piel adornada con la arena...