Partida Rol por web

Por fin la noche llego a Roma. El ludus empezo encender antorchas para iluminar los lugares importantes, en especial el lugar donde la ceremonia se realizaria. Elia habia logrado conseguir lo que habia pedido para la ceremonia que se suponia que debia limpiar el ambiente que habia quedado en el lugar luego de la fallida rebelion, el intento de asesinato y el asesinato de quien habia sido la domina hace unas semanas.

Los sirvientes esperaban cerca de la mujer como si esperaban ordenes. Los invitados o mejor dicho los que vivian en el Ludus aun no se presentaban pero seguro no faltaria mucho para ello. Ya le habian avisado que los gladiadores vendrian y tambien los demas Patricios.

Solo faltaba arreglar algunos detalles antes de hacer el ritual para invocar a los Lares.

Con una rama de laurel fresca, esparzo agua de rosas por las diferentes salas del Ludus para purificar las estancias. En cada sala, mirando a los cuatro puntos cardinales y después pasando la rama por las paredes, invocando a Fortuna.

En cuanto haya terminado, acudo al altar a los lares para empezar la oración. Una hogaza de pan blanco y una ofrenda de guirnalda de flores. Esperaré a qué todos estén presentes para empezar el rezo. 

Pronto junto a Verina y unos cuantas guardias armados se encuentran llegando los gladiadores. Aunque hay algo bastante singular entre ellos. Si bien la mayoria de los gladiadores estan vestidos con una tela o vestido blanco una de ella va con otra vestimenta.

Mientras por otro lado llegan los patricios con togas elegantes, con Flavius mostrando un color purpura que representa su oficio. Mientras el joven Manius si bien se ve algo triste se mantienen ansios viendo lo que estaria preparando Elia. Junto a ellos estan los sirvientes tanto mujeres como hombres, vestidos con sencillas y unos ropajes claros. Sus cabezas bajas.

No muy lejos de ese grupo de patricios, junto al Primo estaba otro sacerdote distinto a Elia que unas cuantas ahi habian concido. Ahi estaba Mars.

*

Precediendo la comitiva de los gladiadores, Livia Octavia hace su entrada en la sala habilitada como lugar de oración para la noche. Lucía impoluta, limpia y peinada como el resto de sus compañeros, pero su vestimenta destacaba entre ellos, una armadura de metal y cuero rematada con un fajín carmesí y un paludamentum** en colores blanco y rojo adornaba su pecho y caía a su espalda, inspirada claramente en los ropajes propios de los legionarios imperiales, pero la disposición de todo era algo distinta para que no pudiera nunca confundirse con uno de ellos.

La líder de los gladiadores se hace a un lado para indicar a sus escasos pero bien disciplinados compañeros donde situarse y ella permanece, por ahora, a pocos pasos de ellos y del altar, en un segundo plano y cerca de una pared, donde pudiera ver a todos y todo lo que ocurría. Su expresión era de máxima alerta pero dirige una respetuosa mirada a los patricios, una inclinación a Flavius y una mirada algo más larga a Elia, con un asentimiento de cabeza. Finalmente su barrido termina en el sacerdote de Marte, el contacto visual entre ellos apenas dura un instante, pronto aparta la mirada pero sus dedos viajan al pliegue de su paludamentum y parecen acariciar la piel que se oculta debajo, justo en la base del cuello.

-Ave, Domitor. Larga vida a Roma y larga vida a la casa Donicus.- saluda de manera muy formal, alzando el brazo al cielo con las puntas de los dedos estirados. Los gladiadores ya debían saber lo que les convenía...

Me sorprende ver a Livia vestida distinto que nosotros. Pero luego me doy cuenta de lo que me dijo y la miro un poco más detenidamente con una sonrisa. Así que esa es ropa de guardia de Roma. Interesante. En cualquier caso mejor que no se acostumbre, o por lo menos mejor para mí; me gusta tenerla con nosotros.

Entonces entramos y miro todo con atención hasta que Livia hace su saludo, saludo que intento imitar yo de la mejor forma que puedo. Salve, Domitor. Larga vida a Roma y a la casa Domicus digo antes de volver a mi lugar.

Sin embargo no puedo evitar mirar al chico, y sonreírle en caso de que me mire, pero sintiendo pena porque todo lo sucedido le arrebató a su madre. Y pienso que en parte fue por mi culpa, así que intentaré hacer lo mejor por él y por su casa.

Me quedo mirando junto al resto el comienzo del ritual. La llegada de los gladiadores. Todo parecía estar yendo bien o al menos era lo que ahora mismo auguraba el día.

Hecho un vistazo a Manius aún triste imaginaba por lo de su madre. Recordé el símbolo de Marte que se llevó consigo la domina para ayudarle en el otro lado.

Aún había que hacer cosas en aquel ludus. Me fijé bien en los gladiadores cuando vi que Livia había sido entregada de la gloria que le fue arrebatada por aquella Bárbara. Al menos su vestimenta así lo gritaba. Marte provee. Pensé mientras mire hacia el primo de nuevo.

Sabéis si falta alguien mas?

Los gladiadores aunque dudaron en principio que hacer, al menos los mas barbaros, siguieron a Livia en su invocacion de fortuna. Cada uno yendo luego de otro con romano Horatius siendo el ultimo en hacer los gestos. Luego estos se unieron al resto del grupo.

Luego el primo se movio acercandose al centro, sin ir demasiado cerca de Elia pero escuchando la pregunta de Mars. "Nos encontramos todos." dijo dando otra mirada a todos. "Sacerdotiza Elia, por favor sigue con el Ritual. Ayuda que el Ludus sea librado de este mal."

Tras decir eso retrocedio a su lugar y por un momento vio a los gladiadores con atension y posiblemente cuidado.

Me presento ante el altar a los lares con una túnica azul oscuro ceñida por la cintura, con perlas bordadas e hilos de plata y una mitra. Un collar con ópalos, brazaletes de cobre repujados y bruñidos, anillos enjoyados, rubí, ámbar, plata y oro, y los pies descalzos. De las ofrendas cojo un trozo pequeño de pan blanco que llevo a la boca y mastico despacio, para después dar un sorbo de la copa de vino. Depositados en una bandeja, me acerco a todos los presentes, sean patricios, criados y esclavos para que me imiten, empezando por Faustus y después por Manius. Todos compartimos la fortuna o la desgracia. 

El resto de pan y la copa, los deposito en el altar, retirandome con la cabeza inclinada.

-Salve lar familiar, procuranos un día tranquilo. Divinos penates, dadnos un sueño tranquilo. Jupiter padre.. Juno madre, sednos propicios en este día. Salve madre Vesta, que tu fuego caliente está casa y nuestros espíritus. Que todo hoy sea propicio.. Dioses inmortales, si de algún modo os ofendemós, aceptad esta ofrenda para que sea propicia vuestra voluntad y expien nuestros errores de mortales. Salve Mercurio, aparta las mentiras y los engaños de esta casa, Salve Venus Victrix concede la victoria a Roma. Proteged esta casa, escuchad nuestras plegarias-

La líder permanece en su posición sin perder de vista a los asistentes, a todos ellos, sus expresiones, sus eventuales cuchicheos. Estaba tensa y se reprende a sí misma por ello, Cuando Elia empieza a hablar, su tensión baja unos cuantos grados y se le nota en la cara, aunque sus ojos continúan barriendo la sala, ahora su atención está bien centrada en la sacerdotisa. Había advertido seriamente a los gladiadores sobre lo que no debían hacer bajo ninguna circunstancia y por eso que, cuando se acerca a la zona de los esclavos, Livia no pierde ojo de lo que ocurre.

Cuando le llega su turno, la romana toma con extremo cuidado la pizca de pan y el sorbo de vino, no cruza miradas con Elia, ni una sola, mantiene la cabeza baja y una actitud humilde.

-Escuchad nuestras plegarias...- musita en un tono casi inaudible, en un refuerzo a la petición de la orante.

Observo como la sacerdotisa se acerca mientras me esfuerzo por no cruzar la mirada con ella y al mismo tiempo observo lo que hace.

Cuando se acerca a mí después de participar con Livia, imito a la romana gladiadora tomando un trozo de pan y un sorbo de vino manteniendo la vista abajo. Sin embargo no he llegado a escuchar lo que ha dicho, así que no estoy seguro de si debería decir algo. Y una vez alguien me dijo que mejor quedarse callado y parecer tonto que hablar y despejar las dudas.

Por lo tanto permanezco en silencio mientras observo como discurre la ceremonia. También me fijo en los invitados, mirando a los sirvientes y especialmente a Neitin, sonriéndola si cruzamos miradas. También me fijo si los sirvientes me miran, aunque esto un poco más disimulado.

Parecia que para ese ritual todos eran iguales por lo menos asi tal vez lo sintieron los esclavos y algunos sirvientes que siguieron el ritual como mejor pudieron. Habian algunos que lo conocian ya sea por su crianza romana y otros por su tiempo en Roma. Algunos exclavos estaban mas nervisos o no acostumbrados aun a asistir a estos rituales pero igualmente se les notaba el cuidado en como lo hacian. En los gladiadores hombres pasaba algo asi pero en su pequeño universo. Horatius sabia, Drust tambien mientras Zared aprendia mirando a su compañera Brinda.

Miro los presentes me parece que aún hay gente que antes estaba y ya no por lo menos entre los gladiadores,cosa qu me.llama algo la atención.

Sigo atento cada gesto de los presentes mientras recitó unas palabras a Marte.

Protege a quienes son tus verdaderos siervos en esta casa oh gran Marte.

mientras veo  el resto de la ceremonia esperando su finalización

La romana siente la mirada de Drust y se la devuelve con severidad, clavando en él sus cristalinos iris como si de una demostración de fuerza se tratase. Y es que, independientemente de su intención, Livia consideraba que Drust la estaba provocando de alguna manera...y no iba a consentirlo. Le aguanta la mirada con aire amenazante hasta que el galo baje los ojos en signo de humildad...él vería si no lo hacía.

Con las manos alzadas y las palmas vueltas hacia el altar, pronunció el final de la oración, inclinandome en respeto al acabar-

-Padres, defensores de ciudades y hogares, de aquellos que buscan el refugio de la civilización, bondadosos dioses que miráis el mundo, diosas del destino y la fortuna, que por vuestra voluntad estén nuestros platos llenos, que sean fuertes nuestros hijos, vosotros de quien proviene todo bien y cuyos dones y bendiciones tocan a los que son justos de mente y nobles de corazón, hoy os alabamos y celebramos - 

Sigo escuchando la ceremonia, intentando memorizar los gestos y las palabras que me llegan para futuras ocasiones.

En una de las veces que lanzo un vistazo general a todos, mis ojos se cruzan con los de Manius, y no puedo evitar agachar la cabeza avergonzada. Y es que todavía pienso que yo he tenido gran parte de culpa en la muerte de su madre, incluso aunque los romanos no lo crean.

Ojalá pudiera hacer algo por compensarle, pero no hay nada que pueda hacer salvo permanecer fiel a su casa. Esa breve mirada fortalece mi compromiso por convertirme en la mejor gladiadora que hayan visto en Roma.

Los patricios junto repitieron las palabras finales de Elia, en volumen mas bajo como si fuera un susurro pero los otros presentes en ese ritual podian entender lo que decian. "...vosotros de quien proviene todo bien y cuyos dones y bendiciones tocan a los que son justos de mente y nobles de corazón, hoy os alabamos y celebramos." repitieron sintiendose parte del ritual.

Mientras los demas esperando, con el galo esquivando la mirada de Livia. Aunque no era el unico. Con todos recibien el final de ese ritual con sus pensamientos en su interior pero sin dejarlo claro en sus caras.

Fue tras el silencio que el Pater se dispuso a hablar. "Gracias honorable sacerdotisa, seguro los dioses escucharan nuestros pedidos a travez de ti." comento en genuino agradecimiento tomando el hombro de Manius, dandole una corta mirada antes de ver al resto de los integrantes de ese Ludus.

"Estos seguro que muchos de ustedes entienden por lo que paso esta casa y porque este ritual ha sido necesario." dijo el hombre suspirando. "Espero que este sea un nuevo inicio para el Ludus y que todos ustedes ayuden en que esto salga bien. Se que algunos de ustedes se encuentran enojados o molestos, pero sepan que no pretendo perjudicarlos de ninguna manera por lo que paso antes." comento el hombre que parecia no estar del todo tranquilo y pareciendo ir pensando las palabras en el momento.

"Pronto se realizara un evento, un torneo en el coliseo de Roma. He decidido que participaremos de este, aunque tras nuestro insidente no nos sera facil participar. Roma desconfia de este Ludus, de ustedes nuestros gladiadores." comenta mirandolos a ellas y ellos. "Pero yo no lo hago, ya he aceptado a sus arrepentidos. Sin embargo es probable que tendremos que realizar una demostracion en un par de dias, frente a invitados nobles que organizan el torneo. Espero que esten listos para ellos." expreso mirandolos a ellos pero tambien a los demas.

"Pero ahora es tiempo de descansar y relajarnos. Si bien he traido vino para el ritual, en las mesas del patio hemos dejado mas. Si desean pueden charlar entre ustedes o con nosotros. Fue una idea del nuevo dominus...Faustos." dijo señalandolo con un gesto. "Espera que se encuentren bien en este nuevo inicio." dijo casi como conclusivo. "Son libres de estar aqui o volver a sus habitaciones." finalizo por si alguno queria irse y luego callo dejandoles total libertad en ese momento.

Hago una reverencia ante el pater, agradeciendo su deferencia para quiénes solo somos esclavos, y luego me giro hacia los demás esclavos. Una vez veo que podemos movernos, me acerco a Zared.

Una vez terminada la ceremonia me acerco a Zared. ¿Qué tal, guapo? Tengo algo que pedirte. Yo ahora tengo cosas que hablar con algunas personas, pero me gustaría que estuvieras cerca de Alina por si puedes que hablaras con ella.

Y también con Neitin. Ella y yo nos hemos hecho muy amigas y me gustaría que vosotros también fuerais amigos. "Muy amigos"... digo esperando que entienda al tipo de amistad que me refiero. Y es que si alguien puede ayudar a que Neitin no rechace tanto a los hombres ese es Zared. En este momento rechaza bastante a los hombres, te aviso.