Partida Rol por web

Sueñas.

O quizás no.

Notas pasos, sobre la tierra. Los oyes. Los palpas. Pasos que caminan sobre la hierba de Iodarka. Ya llegan. Caminan sobre restos de piedras. Ruinas. Ya están aquí. Sobre las escaleras. Los ves. Cuatro figuras de gris te dan la espalda, enmarcadas sobre la oscuridad del templo. Sobre la caverna que se adentra bajo tierra. ¿Es el futuro? ¿Ha ocurrido ya? Las figuras observan la entrada, y por delante, tu madre. Una luz azul nace desde las manos de tu madre, entre la lluvia pesada, entre las nubes. La luz humea. Hermosa y terrible. Los sientes. En especial...

Una de las figuras se vuelve hacia ti. Su rostro es una máscara pulida, un espejo. Ves tu reflejo distorsionado en esa cara que te mira.

- Te veo, chico - susurra en una voz suave, algo distorsionada tras el cristal. Extiende su mano hacia ti, mientras el resto de figuras se abalanzan sobre tu madre. Y la Fuerza te asalta, te golpea, y sientes el vértigo, la ausencia de gravedad, y...

Te alzas en tu cuarto, sudoroso, jadeante. Te cuesta un segundo comprender la verdad: que sí que era un sueño. O... ¿Quizás no? Te pones en pie, tratando de relajarte, como tu madre te enseñó, y al acercarte a la ventana, la ves, fuera: tu hermana está allí sentada en el viejo columpio en el claro.

Fuera, aún no llueve. Tampoco a amanecido pero está a punto. Desde la tercera planta de vuestra pequeño pero alto hogar, puedes ver la selva alzarse hasta donde llega la vista. Los kiraguin silban en los árboles en un canto tan dulce como molesto por repetitivo, y puedes ver algunos aiugans saltando de rama en rama intentando cazarlos. Es un día más en la jungla de Iodarka. Un día más.

Con una corriente que entra por la ventana, sientes un escalofrío, que es aún mayor en el momento que recuerdas el sueño que acabas de tener...

No ha amanecido aún, pero tu estás despierta. Contemplas la jungla, abierta delante tuya, desde el viejo columpio que tu padre os construyó cuando llegasteis a Iodarka. La jungla. La misma jungla de siempre. La misma... Maldita jungla de cada maldito día. Los mismos kiraguin canturreando como cualquier otro día al alba, los mismos aiugan saltando de aquí para allá con sus estúpidas caras bobaliconas de seis ojos. 

Cada día es exactamente igual.

Excepto...

"Ven" susurra la voz, en lo más profundo de tu mente, suplicante. "Tu destino aguarda..." insiste. 

Miras al infinito, entre los árboles, en la dirección invisible que conduce al templo. A tu destino. Ya entraste allí. Casi pierdes la razón. Y desde entonces, te llama, más fuerte si cabe. Y cuanto más lejos queda aquel día, más sentido cobra la idea de volver. Y si... ¿Y si en verdad tu destino está allí?

Tu madre se volvería loca si se lo explicases... Nihal puede que intente convencerte de que es una idea terrible. Pero deberías decirles algo. Pronto. O.. O acabarás haciendo algo de lo que te arrepientas.

"Ya vienen..." vuelve a repetir. "Ya vienen..."

Pronto lloverá en Iodarka. Se nota, si no en las nubes aciagas, en la sensación de inquietud que emanan de sus criaturas en los árboles.

Y el amanecer está ahí mismo. Hay silencio, en frente del viejo bunker de tres plantas, rehabilitado como un hogar. Un silencio premonitorio. Un silencio que puede ser el principio de algo, o el final de todo. Dos hermanos contemplan este amanecer, cada uno embargado por sus pensamientos e inquietudes.

Y así empieza. 

Syraan estaba en la entrada del que era su hogar, aquel viejo bunker de una guerra de la que no sabía nada. Observaba como los primeros rayos de luz bañaban las verdes hojas y la temperatura comenzaba a subir ligeramente. Y las voces insistían, pero esta vez había algo que la llamanba la atención "ya vienen". Si ya tenía preguntas sobre aquel lugar, sobre lo que la había pasado no hacía mucho ahora tenía una más. Pero su madre la frenaba en prácticamente todos los sentidos.

Quería a sus padres, sabía que estaban en aquel aburrido lugar para protegerles, para que pudieran sobrevivir. Pero ella necesitaba más, necesitaba poder vivir y aquella jungla la estaba matando poco a poco. Y encima no saber de qué la protegían lo hacía desesperante. Necesitaba respuestas y solo había un lugar dónde podía encontrarlas, además de recorrer medio mundo para ir al único lugar habitado que conocía. Solo le quedaba una oportunidad, debía volver al templo. Pero no podía hacerlo sola, la podría ocurrir lo mismo o algo peor que la última vez, necesitaba ayuda.

Gracilmente se internó en el bunker y se movió sigilosamente, como si cazara en la jungla, hacia la habitación de su hermano. Abrió la puerta con cuidado y sin mirar a la dirección donde debía estar su cama, no quería pillarle haciendo nada impropio, comenzó a llamarle. -Nihal, Nihal despierta. Tenemos que irnos. -Lo dijo con voz baja, lo suficiente para despertarle a él pero tratando de que su padres siguieran descansando.

Nihal observó desde la ventana cómo poco a poco la noche se rendía al día, y el cielo se teñía con los colores del alba. Cerró durante un instante los ojos tal y como Kai le había enseñado, dejando que todo a su alrededor desapareciera, transportando su mente a un lugar en su interior que era sólo suyo. Un lugar para encontrar su equilibrio. Lentamente, exhaló el aliento, y abrió sus ojos azules de nuevo. El extraño sueño comenzaba a difuminarse, dejando tras de sí un desagradable sabor amargo.

Y el viento, ese viento frío que no parecía querer calentarse ni con los primeros rayos del sol de Iodarka, seguía soplando, como si quisiera llevarse todo su calor. Un viento que parecía atravesar su ropa, e incluso su cuerpo, llevando su toque helado hasta su alma. De algún modo, el joven sentía que de algún modo se trataba de un aviso. Como si su hogar tratara de advertirlos de lo que se avecinaba. Como si la Fuerza que conectaba todo en el mundo tratara de hablarle. Aunque, de algún modo, el joven tenía el presentimiento de que el aviso llegaba demasiado tarde.

Abajo, sobre la hierba del claro, vio cómo su hermana se levantaba del columpio y entraba en el refugio. Ésa fue la señal que lo puso en marcha. Sabía, sin más pruebas que su intuición, que Syraan estaba yendo a buscarle a él. Del mismo modo que, si ella no se hubiera movido, él hubiera acudido a ella. De modo que se puso las ropas que utilizaba para la caza en la selva, y metió en su mochila sus escasas pertenencias.

Cuando hubo terminado, regresó hasta la ventana y volvió a fijar su mirada en el horizonte, como si éste guardara las respuestas que buscaba. ¿Quiénes son? ¿Qué quieren de nosotros? Pero la selva callaba.

A su espalda, escuchó la puerta abriéndose, y el susurro de su hermana llamándolo.

-Entra, Syraan. Estoy despierto. –Contestó sin apartar la vista de los árboles. Cuando ella entró en el cuarto, lo encontró ya preparado para salir, con su silueta recortándose contra la luz de la ventana. -¿Tú también lo has sentido? Alguien ha llegado… y viene hacia aquí. Enemigos nuestros… enemigos de nuestra madre. El tiempo en este lugar se nos acaba. ¿Deberíamos luchar o escapar?

Nihal se giró entonces, con su rostro habitualmente sereno oscurecido por las sombrías premoniciones que lo asaltaban.

-¿Está madre en casa? –Preguntó de improviso, con preocupación, tan pronto como ese pensamiento cruzó su mente. –Puede que ya haya empezado…

Miró a su hermano con cierta preocupación, en parte esperaba que estuviera más tranquilo que ella, siempre lo había estado. Su madre debía oirlo también aunque dudaba que se lo contara a ellos. -Pero no he sentido a nadie, es la voz. La que me hizo entrar en el templo. Siempre ha estado ahí. -Suspiró un momento. -Aunque si me advierte de que alguien se acerca. -Le cogió la mano, para que se centrara en algo más allá de lo que la Fuerza le estaba mostrando. Le miró por un momento mientras pensaba las posibilidades, de momento quería ir solo con él, involucrar a su madre solía ser un problema.

Le sonrió un momento más para calmar su propio nerviosismo y preocupación que por intentar calmarles a ellos. -Mi plan es o era o ir al templo y por fin saber qué pasa. Qué me pasó. Pero no podía volver sola, te necesito para que no vuelva a pasar lo mismo. -Cayó un momento. -Pero no somos niños, no tenemos que hacerlo a escondidas y si los dos estamos sintiendo de alguna forma peligro es mejor que papá y mamá lo sepan para que puedan defenderse. -Ella ya había tomado su decisión, por lo que sabía llevaban toda su vida corriendo y para Syraan Saaris se acabó, al menos como lo estaban haciendo hasta ahora.

- Para no ser niños, os comportáis como si lo fuerais - oís desde las escaleras. Acto seguido vuestra madre sube a la tercera planta, con pasos casi inaudibles. Lleva una sencilla capa para la lluvia que se avecina, y luce ojeras visibles. No ha dormido bien, si es que ha dormido algo. Su voz, siempre grave, resuena ronca y cavernosa - Pasad a la habitación y hablad bajo: la rodilla de vuestro padre se ha resentido y le viene bien descansar. 

Antes de que podáis responder, levanta el dedo indicándonos silencio y entra detrás de vosotros en el cuarto de Nihal. Cierra la puerta, y camina hacia la ventana, desde donde, de espaldas a vosotros, observa la jungla. Podéis notar la tensión sus movimientos.

- Sueños y susurros. ¿Eso es todo lo que tenéis? - comienza, con voz serena, meditada -. No podéis sustentar vuestros actos en visiones difusas. ¿Os fiarías de un rumor que os hubiese contado alguien que no conocéis? Quizás sea verdad. Quizás sea parte de la verdad. O, puede que fuese una completa mentira. No es distinto con la Fuerza. A través de ella podéis percibir el pasado, el futuro, pero en muchas ocasiones lo que uno pueda ver no tiene porqué ocurrir. Así que lo único que debe guiarnos es el raciocinio, no nuestros simples sentidos. 

Se vuelve hacia vosotros, el rostro contraído, en especial cuando mira a Syraan.

- Hija... Es tu imprudencia lo que causó que el templo casi te devore la última vez. ¿No eres capaz de comprender que volver allí es un tremendo error? Sé que no os he explicado lo suficiente, pero... Hay muchas cosas que no comprendéis de la Fuerza, pero debéis entender que todo lo que existe en esta Galaxia tiene un reverso... El amor tiene al odio, la paz a la ira, la serenidad a la pasión, el caos a la armonía y... La Fuerza tiene al Lado Oscuro. Debería haberos hablado de ello, pero...

En el cielo, a mucha distancia todavía, observáis como una nave cruza las nubes. Un carguero de transporte se dirige hacia vosotros en ese preciso momento.

- Hay algo que es cierto. Ya vienen. Era inevitable que ocurriera... Pero no son enemigos. Podéis estar tranquilos - se vuelve de nuevo hacia la nave, la observa un momento y camina hacia la salida de la habitación. Si deseáis seguirla no parece poner problema.

-Son sueños, sí. –Nihal parecía ligeramente perturbado por la forma en la que Kai los había amonestado. Las imágenes que habían aparecido en su sueño, y el hombre de la máscara de cristal, seguían muy presentes en su consciencia. Estaba completamente seguro de que había atisbado el futuro... y que ese hombre también se había cruzado con él en sueños. –Lo que sentimos con la Fuerza puede no ser siempre cierto, lo sabemos, pero también debemos tenerlo en cuenta. Tú nos dijiste que deberíamos escuchar a nuestro instinto.

-Y mi instinto me dice que esto acabará en combate. –Continuó con firmeza, mirando a los ojos de su madre, como si quisiera averiguar si también ella había tenido esa visión. –En mi sueño he visto cuatro hombres vestidos de gris, en la puerta del templo. Y tú en la puerta… con la misma luz de aquella vez… Pero uno de ellos me vio en mi sueño. Uno que lleva una máscara de cristal. Creo que… de algún modo… también él estaba en mi sueño. Y nos reconocimos. Creo que, sea quien sea, él también ha soñado conmigo. ¿Quiénes son, madre? ¿Qué quieren de nosotros? ¿Qué quieren del templo?

Nihal hizo una pausa, en la que observó a su madre y a su hermana. Lo cierto era que no tenía muchas esperanzas en recibir respuestas. Durante toda su vida, Kai había administrado con severidad la información que daba a sus hijos, y dudaba que las cosas fueran a cambiar sin previo aviso. Pero de algún modo, presentía que todo estaba a punto de cambiar. Sólo rompió su silencio al escuchar el reproche hacia la imprudencia de su hermana.

-Creo que hay algo en el templo. Algo que engañó a Syraan para que entrara. Y creo que es la voz que sigue escuchando. Yo… no creo que la Fuerza pueda tener voz. No sin alguien que se la preste. Y creo que ese alguien sigue intentando engañarnos.

-Pero todo eso que dices que no sabemos de la Fuerza… -Contestó el joven en respuesta a las palabras de su madre sobre el Lado Oscuro. Sus palabras eran sencillas, pero estaban llenas de una serena certeza. –No tiene por qué ser malo, ¿no? Cuando cazamos, papá nos ha enseñado que no hay vida sin muerte, ni día sin noche. Se trata de un ciclo. En la naturaleza están todas esas cosas que has dicho, igual que en la Fuerza. Simplemente debemos mantener el equilibrio entre todas ellas.

Tras ellos, en la ventana, el carguero espacial continuaba con su avance, lento pero inexorable. ¿Era posible que él estuviera equivocado, y de verdad no fueran enemigos, tal y como decía su madre? Pero entonces, ¿por qué había sentido ese conflicto con tanta intensidad? Hasta ese momento, la mayor parte de visiones de Nihal habían resultado muy certeras. Presintió perfectamente el dolor de su hermana en el templo, y si pudo salvarla fue simplemente porque hizo caso a su instinto. Si hubiera dudado…

Mientras echaba a andar tras la esbelta figura de su madre, Nihal entrecerró los ojos y se concentró en la Fuerza. Quería poner a prueba el último truco que había estado practicando. Su ceño se frunció a medida que su concentración era puesta a prueba, pero finalmente logró atisbar la chispa de luz que era su hermana.

Syraan… Syraan… ¿puedes escucharme? Al principio se trataba simplemente de un débil murmullo familiar, pero de pronto la voz de Nihal tomó forma y fuerza en la mente de su hermana, surgida de todas partes y de ninguna. Creo que ella está equivocada. Los que van a venir serán nuestros enemigos. No sé aún porqué, pero pelearán con ella... en el templo. Tenemos que protegerla.

Syraan se sentía muy frustrada, por fin su madre contaba algo pero era tan poco tan insuficiente. Pero lo que más se le quedo grabado, más incluso que se acercaba alguien que quizás podría sacarlos de ahí, fue un nuevo término Lado Oscuro. Pero a Nihal parecía que había visto otra cosa, una posible visión del futuro como su madre acababa de contar, una que no iba a terminar bien. Y otra vez aquella luz de la su hermano le había hablado, cuando consiguieron atraparles. Otra cosa más que les ocultaban.

Siguió a su hermano y a su madre al exterior y miró al cielo. Por muy funesta que fuera la visión de su hermano ver la estela de la nave la daba esperanza. Podrían ver algo más de lo que conocían, aquel aparato simplemente la fascinaba y si no fuera por la frustración que sentía se hubiera quedado mirándolo sonriendo.

-Mamá, llevamos esperando años. La mayor parte de nuestra vida, sin apenas saber nada de lo qué hacías antes de llegar aquí. -Trató de no hablar alto, también quería que su padre descansara. Hacía no mucho trató de hacerle un buen bastón para que le fuera más fácil moverse aunque no le salió muy bien.

Soltó la mano de su hermano y acompañó a su madre al exterior. -Hace tiempo que simplemente esperar y sobrevivir aquí no es suficiente. -Su voz era tensa pero trataba de calmarse aunque la costara muchísimo. -Hago estupideces y confío en susurros porque es la única información que tengo. -Trató de respirar hondo. -Sé sobrevivir en este planeta porque me habéis contado todo lo que sabíais, me lo habéis mostrado. Pero poco de la Fuerza, de por qué estamos en este planeta en particular, del templo, de por qué nos persiguen y ahora quiénes son esos. -Según lo fue diciendo se iba consiguiendo tranquilizar.

-Pero si lo que dice Nihal es verdad tenemos que estar todos. -Su padre era bastante más lento con la rodilla mal, pero aun tenía una puntería envidiable y si no le dejaban defender a Kai y la pasaba algo, los que sentirían su justa ira serían ellos dos. -Podríamos ocultarnos en la selva, si son amigos bien, si no podemos tenderles una emboscada antes de que lleguen al templo, evitar lo que ocurría en es sueño o visión. -Como acababa de decir la habían enseñado bien a cazar y por muchas quejas que tuviera sobre su madre no iba a permitir que nadie la hiciera daño.

-Ves, cuando se tiene información se puede decidir. -Dijo a su madre en tono de broma, sobretodo para calmarse a si misma.

Veis la nave acercarse poco a poco. Su silueta dibujada sobre la luz del alba. Volaba bajo, por debajo de las oscuras nubes. No tardará en llegar. Pese a la distancia, casi os parece poder oírla entre el silencio de Iodarka. Vuestra madree detiene en el umbral de la puerta, apoyada en el marco, y gira ligeramente la cabeza hacia vosotros. La notáis cansada.

-Una pequeña draglekg acompañando a su camada en el bosque - comienza a relatar, despacio -  La madre escucha un ruido tras los arbustos y piensa que sus crías están en peligro. Al otro lado de los matorrales hay una criatura. La madre no sabe que criatura es, pero puede sentir el peligro... ¿Que hace?  - hizo una pequeña pausa, levantando el dedo para enfatizar la siguiente frase - Se decide a atajarlo y carga contra lo que sea que hay al otro lado de los arbustos. Creo que es la manera más rápida de mantenerlos seguros. Al cruzar al otro lado de los arbustos se encuentra a un urgntha medio dormido. El urgntha se levanta, la ataca y la persigue hasta donde estaba su camada...

Unos pasos entrando en la habitación y un bostezo la interrumpen cuando vuestro padre termina de bajar las escaleras.

-... y ahora todas las crías están muertas porque la madre actuó de forma imprudente - parecía que, aun llegando a mitad de conversación, sabía lo que vuestra madre iba a decir - Ese peligro que sentía se materializó por sus propias acciones. Si hubiera mantenido la calma, y se hubiese tomado tiempo para estudiar la situación, podría haber evitado el peligro - pasó entre vosotros, deteniéndose un momento - Es lo mismo que os hemos enseñado todos estos años.

Vuestro padre atravesó la habitación, cojeando levemente, hasta llegar junto a Kai, y le puso las manos sobre los hombros.

-Creételo o no, pero no soy capaz de seguir durmiendo después de que te levantes, deberías saberlo ya - la saludó dándole un beso en el pelo mientras miraba hacia la nave que se acercaba - ¿Amigos entonces? Hace mucho que no tenemos visitas. No se si me sabré comportarme - pese a bromear, su voz dejaba entrever una ligera preocupación.

Salieron al exterior. La luz era ya suficiente para ver con claridad. La nave llegaría en pocos minutos. Parecía que aterrizaría muy cerca de donde se encontraban. Apenas pusieron un pie en el exterior, un trueno anunció la llegada inminente de la lluvia.

Miró extrañada a su madre al contar aquella historia. Primero porque aunque reconocía el poder de una fábula volvía a tratarles en cierto sentido como a niños. Por otro lado no les había propuesto cargar directamente contra los que fueran a salir de esa nave si no esconderse, recabar información, actuar en base a ella y si eran enemigos aprovechar aquel entorno que conocían tan bien para atacar. Pero era su madre la que le parecía que no actuaba de ninguna forma.

Se acercó a su padre, por si quería apoyarse en ella, aun se sentía culpable por su fracaso con el bastón. -Buenos días papá. -Le saludó con una leve sonrisa.

Y no pudo evitar contestar algo sobre aquella historia. -Estando tan cerca, posiblemente al final el urgntha los hubiera encontrado y matado acabado con todos porque estaban dejando un rastro junto a su zona de descanso. No solo se hubiera perdido aquella camada sino cualquier oportunidad de que tuviera descendencia. -Terminó con un pequeño resoplido al final.

Miró la nave y a pesar de la precaución que proclamaba su hermano, de la amenaza de lluvia que aportaba tristeza a lo que estaba viendo, para ella aquel aparato era esperanza. Una posibilidad de salir, de conocer otras cosas que aquella selva. Pero no olvidaba lo que había dicho Nihal, su mano descansaba sobre la empuñadura del viejo blaster.

-Aun estamos a tiempo de probar con la emboscada. -No quiso repetirse más, confiaba en ellos, en todos.

Nihal escuchó, pensativo, la fábula que acababan de contarle sus padres. Había sabiduría en aquella lección, pero no estaba seguro de si la estaba interpretando apropiadamente. En efecto, ellos mismos eran los draglekg, era evidente. Sin embargo, no estaba tan seguro de a quién asignaría el resto de protagonistas de la historia. ¿Quién era el urgntha? ¿Era el hombre de la máscara de cristal? ¿O tal vez era la voz que hablaba a su hermana desde el templo prohibido? No sabría decirlo, pero la moraleja de la historia era muy diferente en uno u otro caso. Lo único que parecía claro para el joven era que la aparición de esa nave no era sino el ruido entre los árboles. Y que todos habían acudido a verlo.

-Actuaremos pensando primero la situación. –Concedió Nihal ante la insistencia añadida de Glein. –Pero también necesitamos saber algo de todo esto para estudiarla y evitar el peligro. Syraan tiene razón, ya no somos niños. ¿Quiénes son los hombres de gris? ¿Qué quieren de nosotros? ¿Qué buscan en el templo?

-Madre, incluso la Fuerza intenta hablarnos de todo ello. Algo va a cambiar, lo sé.–Añadió tras unos segundos, en los que buscó los ojos de su madre. No era sólo curiosidad lo que transmitían las palabras de Nihal. También una meditada necesidad de conocimiento. –¿Aún crees necesario que no lo sepamos? Nos habéis enseñado bien, podremos soportar lo que sea. Y estamos juntos.

Después de esa petición, el joven humano guardó silencio, aguardando el posible efecto de sus palabras. Mil veces habían intentado convencerla de que les contara algo, y no estaba seguro de si esta vez lo lograría. Pero en su interior, su instinto le seguía gritando que se avecinaban grandes cambios. Tal vez… esta vez…

No somos crías indefensas, Syraan. Mientras esperaba, la voz de su hermano se escuchó, ahora más clara, en su mente, ahora que el vínculo había cobrado fuerza. Si el urgntha viene, también podemos pelear. Juntos.

Caen las primeras gotas. Lluvia de un color ligeramente ocre, a causa de los minerales luminiscentes que arrastra el agua de Iodarka. Kai se pasa las manos por la cara, en una mezcla de frustración y cansancio. No ha dormido bien.

- Nihal... Como te explico esto... No sé quien son los hombres de gris con los que has soñado. ¿Te escuchas hablar? Hablas de un sueño con una rotundidad que asusta. ¿Como eres tan... Zoquete -suelta, con visible rabia- de hablar con esa certeza de un mero sueño? Hablas de que te he enseñado bien y lo que veo es lo contrario. No dudas. Una persona que no es capaz de dudar en lo que cree es es un simple estúpido. Pensaba que te había enseñado mejor que esto... Has tenido un sueño, un sueño intenso, un sueño que puede haber causado la Fuerza o puede que no. Quizás veas el futuro. Quizás no. Pero contrólate, niño. 

Señala a la nave que se acerca entre la llovizna. Glein da un paso para decir algo pero Kai, cada vez más enfadada sigue hablando.

- Yo no os he enseñado a emboscar a cualquier visitante que os encontréis. Os hemos enseñado a responder ante las amenazas cuando vengan, pero también a saber resolverlas sin actuar como simples depredadores...