Partida Rol por web

Si el viejo tuviese poder, daría más miedo que las sombras.

Confesó Fer mientras subían por las escaleras, con un tono suficiente para que sólo ella lo escuchara. Se fijó en los símbolos y asintió a los comentarios de Katrina.

Pues sí, ni tan mal. Probablemente haya una buena despensa. Y como haya una cama, me la pido.

Trató de bromear, antes de abrir la puerta para ver una habitación con varias camas.

No es que haya mucha intimidad, pero al menos parecen cómodas -apuntó, mientras apretaba uno de los colchones-. Definitivamente parece que la suerte nos sonríe un poco pero ¿Por cuánto tiempo? Además, no sé hasta qué punto el símbolo es de protección, o de buffet libre. Como sea, tenemos que jugárnosla.

Concedió a la joven. En cuanto mencionó lo de cambiarse se quedó tres segundos en silencio. Era difícil saber qué pasaba por su cabeza, pero esos segundos de silencio no le quitó ojo, quizá evaluando algo. Finalmente cerró los ojos para asentir.

Está bien. Vamos a ver qué encontramos que no sea tan holgado. Quizá haya que remendar alguna de las piezas... Cuando lo tengamos, saldré para que puedas cambiarte, pero estaré pegado a la puerta, por si necesitas cualquier cosa.

—Hay que saberlo manejar, tiene razón en un montón de cosas—respondo a Fer—. Creo que con esa actitud, posiblemente sea el único que sobreviva. Ya sabes estamos al límite de todo, incluso de no perder la cabeza. 

Muy amigable le respondo a Fer mientras reviso el armario, hay ropa de playa así que le alcanzo una camiseta y un short de baño. No es lo deseado pero nos servirá para al menor estar un poco más cómodos, considerando como está la ropa y por donde hemos andado, es lo mejor que podemos esperar. Ante su comentario de la cama, sonrío de lado y se la señalo. 

—Ya tienes una. 

Ante la mención de los símbolos, muerdo mi labio inferior y lo pienso un poco. No sé realmente si es bueno o malo, quiero creer que es una protección. 

—Si nos quedamos aquí, seguro nos enteramos—digo—. Debemos intentarlo, además este lugar amerita para quedarnos y tener un rato de paz. 

Después mi compañero se queda callado y yo escojo una camiseta con una falda. No es lo soñado pero me sirve, aunque tras ese instante de silencio, desvío la mirada hacia Fer. 

—No tengo problema de cambiarme delante de ti, con todo lo que hemos pasado. ¿Crees que aún queda decoro?—pregunto divertida—. Imagina que minutos atrás estaba llena de mierda, he perdido todo el sexappeal en cuestión de horas y por lo que veo, hay duchas. Así que un segundo enjuague no me viene mal. 

Ya con la ropa en mano me dirijo hacia la ducha, tiene cabina doble pero la necesidad de bañarme es superior a cualquier cosa. Así que una vez llego allí me encierro en la misma mientras me quito la ropa, si tiene vidrios comenzará a reflejarse entre sombras cada detalle de mi cuerpo. 

Y por eso sería peligroso.

Fue cuanto añadió al tema del viejo. Pero en lo de la cama consiguió que sonriera suavemente.

No sólo tengo una: tengo para elegir. Arriba o abajo. ¿Tú qué prefieres?

No comentó nada sobre poder descansar, ya que él mismo también quería pensar aquello. Y además, se lo habían ganado, si no lo hacían se volverían locos y daría igual sobrevivir que morir.

Mientras ella hablaba, él encontró algo similar a lo que buscaba, eran unos pantalones vaqueros color beige más finos de lo deseado y una camisa blanca de tela que era como no llevar nada. Y lo peor era que no había conseguido nada mejor.

Quizá subestimas tu sexappeal.

Masculló mientras ella se alejaba hacia la ducha. Mientras a través de los vidrios podía ver su silueta comenzando a ducharse, él mismo sintió el deseo de darse una capa adicional de limpieza y, más importante, ver hasta qué punto eran verdad sus palabras. Y es que normalmente era más fácil decir esas cosas que cumplirlas. También, a decir verdad, era algo casi más instintivo que racional.

Se desvistió mientras se acercaba a la ducha y se asomaba.

Entro. Hay que ahorrar agua y tiempo.

Avisó. Se quedó unos momentos en silencio, esperando algún grito o reprobación por parte de ella, en cuyo caso  se apoyaría en la pared a esperar a que ella terminara. Reflexionó por un momento ¿caliente? Con bastante probabilidad, pero era el adulto.

- ¡Eh! -Se giró hacia la líder mientras caminaba marcha atrás hacia las duchas.- Te debo una respuesta o conversación. Sobre lo que hablábamos, estaba dándole tantas vueltas a tu pregunta que... Ya sabes.-Alzó ligeramente los hombros a la par que sonreía de aquella manera tan desenfadada. Tras eso volvió a girarse hacia victor, indicándole por dónde debía ir.

- Cuidado al pasar, no te vayas a resbalar.-Con decisión le tomó la mano para colocársela en el grifo.- Aquí está el agua. Así podrás quitarte lo más grande. Yo estaré en la de al lado ¿Vale?

Ella no tardó demasiado en meterse en la ducha también, al principio se esmeró en limpiar las ropas todo lo que podía, pero después se fue desvistiendo hasta quedar en ropa interior. Se dio una ducha rápida, y tras eso salió para limpiar la ropa más a conciencia. Tras eso la escurrió y volvió a vestirse. No era cómodo ir empapada, pero al menos estaba más limpia.

Totalmente de acuerdo con aquel pensamiento sobre el viejo, respondo sobre las camas al pasar. 

—Arriba, me gusta. 

Y ya decidida a darme una ducha, al menos para terminar de quitarme todo aquel olor pestilente no llego a escuchar el susurro de Fer, no como hubiera querido. Así que mientras abro el grifo, rápidamente me coloco debajo del mismo para que el agua me recorra entera y es curioso que algo tan simple con todas las movidas que hemos tenido, se eche tanto de menos. Desde que todo se fue al cuerno, es tan difícil volver a la normalidad porque no tenemos un solo respiro e incluso soy consciente que esto ya es un regalo en comparación con los días anteriores. 

Luego cuando mi compañero se asoma tras abrir la puerta, lo invito a que se una. Realmente y dadas las circunstancias me pregunto: ¿Por qué no? Si no sabemos siquiera cuantos días más sobreviviremos, ni que me pasará mañana o incluso esta noche. Así que en otro momento hubiera sido más recatada, en sí lo era, pero luego de todo lo que vi y vivimos, ya eso se va consumiendo y el deseo... La necesidad de sentir algo que no sea miedo, lo vale y mucho. 

—Ven—digo al extender mi mano, invitándolo—. Ahorremos agua. ¿No?

Siguiendo el hilo de su juego, le dejo un poco de lugar mientras lo miro a los ojos. Está completamente desnudo al igual que yo y no puedo evitar el hecho de recorrerlo a gusto de la misma manera que yo también estoy expuesta allí con el agua del grifo cayendo sobre mi cuerpo. Aún sorprendida de estar viviendo una situación normal luego de tanto tiempo.

El infalible plan de Fer para ponerla nerviosa había, increíblemente, fallado. Pero no se iba a echar atrás, no podía ni, mucho menos, quería. Al hacerlo se acercó a ella, estirándose. No le pasó desapercibida la mirada que le estaban lanzando, y él mismo aprovechó para recorrer con los ojos la belleza que ella exponía. No mostrar la excitación que sentía supuso un esfuerzo incluso con su experiencia.

Sin embargo se sentía realmente bien. Había sido mucho tiempo jugándose la vida, huyendo y corriendo. La mente se estresaba, al igual que el cuerpo, y gritaba hacer algo para aliviar las tensiones. Normalmente no actuaría de un modo tan descarado, aunque claro, no eran circunstancias normales.

Ahorremos.

Concedió, entrando bajo el mismo chorro de agua que la envolvía, estirándose y rozando piel con piel para tomar un poco de gel de almendras y coco que había al otro lado. Sonrió al recuperar la posición.

¿Necesitas jabón?

¿Dobles intenciones? Todas. Aunque en verdad no tenían demasiado tiempo antes de que alguien subiera a ver qué estaba pasando. Volvió a recorrer su cuerpo con la mirada antes de detenerse en los labios, acercándose un poco más. Para estar atento a sus palabras, claro.

Tenía que darle razón al viejo cuando lanzó esa puya de que "disfrutemos" del hotel. Que dada la ironía con la que lo dijo tranquilamente era fácil de negar, pero del dicho al hecho ya me he dado cuenta que no siempre hay mucho trecho. Y por esa razón es que una vez ambos dentro de la ducha con el agua del grifo cayendo sobre ambos, me permito ser, pasar un instante más humano de todos los que hemos vivido tanto él como yo durante todo este tiempo. 

Ya cuando me pregunta si necesito jabón, sonrío y asiento mientras la cercanía cada vez es más notoria. Incluso me atrevo a acortar la distancia mientras mi rubio cabello ya está pegado por estar empapado. Sin dudarlo o quizás por mera necesidad, impulso me dejo llevar por su magnetismo, tanto que ya estoy a escasos centímetros de su rostro y mi cuerpo ya no tiene esa línea divisora que nos somete a una distancia obligada, no hay más espacio libre, solo piel con piel. 

—Necesito jabón...—digo en un tono dulce—. Y un instante, ambos lo necesitamos. ¿No?

Solo era quien da el paso, el resto se daría totalmente solo. Entre tanta mierda acumulada, es necesario vivir algo así. ¿Cómo resistir a todo?

El roce de la piel y la cercanía habían sido disparadores más que suficientes para Fer, la verdad era que una parte de él estaba preocupado por la situación y por sus compañeros, la otra sin embargo sólo estaba preocupada de los labios que estaba a punto de besar.

Eso fue sencillamente el preludio de lo que vendría después, una escena que casi podría recordar a Ghost si le añadías un factor para mayores de edad y cambiabas el barro por espuma. Caricias, suspiros, agua y, por qué no reconocerlo, cierto punto de salvajismo animal, y es que al menos él no era un tipo delicado, si bien trató que ambos disfrutaran al máximo hasta alcanzar el éxtasis.

No duró mucho, no tenían el tiempo para deleitarse en detalles como los olores y las fantasías, era algo más primario y necesario, más humano en realidad.

Unos minutos después ambos estarían terminando de vestirse para continuar con la exploración, esa vez de la casa en vez de explorar al contrario.

Quizás fue el dejarse llevar, fue la misma necesidad de sentir algo más que miedo o simplemente el instinto llama porque al fin de cuentas no dejamos de ser lo que somos. Y por esa razón es que en medio de tan caótica situación me entrego a Fer con todo lo que puedo ofrecerle, un instante que si bien es curioso por lo que estamos viviendo lo disfruto en demasía. Tal como ha surgido desde un beso que apasionado lleva a otro y a otro, un roce que se siente tímido y va cobrando fuerza hasta que de repente nos sumergimos en una vorágine de caricias, de intenciones que nos impulsa a cruzar ese límite con tal de saciarnos, de vivir un poco de normalidad. 

Los minutos pasan y el ambiente se llena de algún que otro gemido que se confunde con el agua del grifo mientras los vidrios se empañan y las sensaciones nos recorren a los dos. Es un momento muy intenso, salvaje, lleno de necesidad y cuando termina la sensación que queda es lo vivido. Esa pausa necesaria para continuar vagando por esta vida que parece no darnos un respiro y solo le pedimos prestado unos minutos para sentirnos humanos, personas, seres con necesidades que no sólo se basan en la supervivencia. 

Ya cuando aquello termina, una sonrisa se dibuja en mis labios y ese gesto cómplice quedará por unos segundos más reflejado en el rostro. Me visto en total silencio, aunque está claro que lo disfruté y cuando estoy ya con el nuevo atuendo, sigo los pasos de Fer que nos toca saber que hace el viejo y más aún todos los demás. 

—¿Vemos si el viejo la ha liado o seguimos explorando?

Los símbolos era algo que Reuben ignoraba deportivamente, adjudicándolo a algún significado comunista o algo por el estilo. La ignorancia estaba en sus genes. Era un bruto desde joven... en más de un sentido. Y de hecho, no había dejado de serlo. En esos momentos solo estaba siendo el más bruto de los brutos. Quería asesinar a un ciego y a una mujer desequilibrada, sin sentir la menor de las culpas por aquellos sentimientos que nacían dentro de él. ¿Había algo más rastrero que eso?

Más de una maldición masculló el viejo al notar que no encontraba nada parecido a lo que buscaba. De hecho, en algún que otro momento, tiraba las cosas al suelo de la rabia, deteniéndose un momento a simplemente jadear porque esa simple acción bastaba para cansarlo. Necesitaba descansar. Sentarse. Dormir un poco. Sin embargo, no lo haría en ese momento.

—Otra puta mierda. Vaya vida de mierda —gruñó el anciano con el ceño fruncido mientras intentaba abrir la puerta del sótano con la mano que no sostenía la linterna. Estuvo por darle una patada, pero se contuvo, tomando una gran bocanada de aire. El dolor en la parte inferior de su cuerpo no le dejaría ni siquiera intentarlo sin antes ponerse a llorar de dolor—. Vete a la mierda —gritó a la puerta, quitando la mano de la perilla con ira.

La única razón por la cual había caminado hasta el sótano era para buscar un arma. No le daba curiosidad no le había más abajo, y ni siquiera aquellas manchas de sangre. Aunque bien fue cierto que ver todo aquello dio mala espina a un veterano de la guerra. Eso hizo que no siguiese intentando abrir la puerta, aunque eso no lo admitiría.

Al final, maldiciendo en silencio, Reuben volvió a subir las escaleras para proseguir con su búsqueda.

El primer instinto de Rose fue protestar. Quería olvidarse del ojo y de la herida, quería que la gente dejara de mirarlo, que dejara de doler y que no hubiera que curarlo más. Pero olvidar un problema no hace que desaparezca, y en ese caso, sabía que iba a ser peor si no lo trataban.

¿Va a importar de verdad? Seguramente estaremos muertos para cuando tenga que preocuparme de la infección. Yo y todos los demás.

—De acuerdo —Su voz sonó débil y mecánica, como si se tratara de un autómata y no de un ser hunano.

También fue a las duchas, para asearse, o al menos, hacer algo que se asemejara a asearse, porque cuando terminó no se sentía más limpia, solo más mojada. Había tenido el cuidado de quitarse la ropa, pero eso no había quitado que no hubiera tenido un buen modo de secarse, y especialmente el pelo todavía goteaba, húmedo como estaba.

—Si hay un botiquín, estará en la cocina o en el baño —dijo después mirando a la líder.

Estuvo a punto de tomar la iniciativa y caminar directamente hacia allí, pero temió que nadie la siguiera si hacía eso, así que esperó a que el resto también terminaran para acompañarla. Cuánto frío, cuánto cansancio. Puede que hacia afuera pareciera algo más tranquila, pero la situación en su cabeza no había cambiado demasiado.

Tras verificar que Rose se había aseado, la líder asintió a sus palabras - Tienes razón. Tendremos que entrar - y le hizo una señal a los chicos supervivientes para que vigilaran mientras ustedes entraban. Se detuvo cuando Wendy llamó su atención y la miró un tanto sorprendida. Asintió - Claro, podemos hablar mientras avanzamos - dijo mientras apuntaba su linterna a la entrada.

Sea quien fuera el que hubiera construido esa casa, no había escatimado en gastos. Todo parecía meticulosamente escogido y puesto en su lugar, como si la sombra de su dueño estuviera rondando... Claro que los rasguños en los muebles y las salpicaduras de sangre daban a entender que este lugar también había sido un trofeo de Ellos.

Por el momento, se topaban con una estancia de buen tamaño, su cocina, sala de estar y acceso a una zona recreativa. También podían ver las escaleras de acceso al segundo piso. Estaban juntos por haber entrado a la vez, pero eso no quería decir que tuvieran que explorar juntos... Aunque podría ser lo más inteligente, dadas las circunstancias pero, ¿era una posibilidad plausible?

Sea cual fuera la decisión, veían cómo parecía llegar Reuben de toda la derecha de la primera planta, mientras que escuchaban las voces de Fer y Katrina en la segunda planta.

Algo que solo alguien con tu agudo oído podría haber escuchado, logró comprender algo que decía Katrina:

¿Vemos si el viejo la ha liado o seguimos explorando?

El cansancio en tus rodillas hacía que estas sonaran mientras caminabas para alejarte de la extraña puerta. ¿Era miedo? Seguramente, pero esa palabra no dejaría tu boca por ningún motivo.

Mientras regresabas, notaste que Victor entraba de la mano de Wendy, quien lo guiaba. Junto a ellos, entraba la líder de la expedición acompañando a Rose. Parecían estar buscando algo. Sus linternas apuntaban hacia ti, mientras replicabas el gesto. Eran ellos, sin duda. Notaste que todos estaban mojados. Al parecer, se habían duchado y ahora no estaban cubiertos de aguas negras, cosa que en tu caso era lo opuesto.

También pudiste escuchar las voces de Fer y Katrina en la segunda planta, aunque no alcanzabas a escuchar lo que decían.

Después de un rato de disfrute mutuo, se sentían liberados de aquel sufrimiento y con el suave olor de la lavanda sobre su piel. Sería un poco difícil de explicar... ¿O no? Sea cual fuere la decisión que tomaran, el salir hizo que se toparan con el ruido de pasos acercándose a las escaleras.

Posiblemente eran sus compañeros, quienes parecían acercarse. También las luces de sus linternas parecían iluminar la estancia. Apenas bajaran, de seguro se los toparían en la casa. ¿Compartir o no lo que habían encontrado? Además de la ropa nueva y los camarotes. Incluso mirar si quedaba comida no estropeada en la cocina podría ser una buena opción. Al menos para intentar comer algo diferente a las sobras que encontraban por ahí.

Aquella peste difícilmente describible había embotado por completo la percepción que podía tener Victor de su entorno.

Si de normal se guiaba con su oído, su tacto y su olfato, por culpa de aquel penetrante olor había perdido uno más de sus sentidos, lo que le habían convertido temporalmente en alguien más torpe e indefenso que de costumbre. Se diría que incluso le estaba costando pensar con claridad.

Dócilmente se dejó guiar por Wendy hasta la ducha, la cual accionó en seguida con tal de tratar de eliminar cuanto antes aquel impedimento sensorial incapacitante y desagradable a partes iguales.

-Gracias, Wendy...-agradeció algo abotargado

Sintió el agua correr desde su cabeza hacia abajo, arrastrando inmundicia a su paso y volviéndose más y más espesa cuantos más lodos arrastraba.

Podía sentir con absoluta claridad como aquella peste iba desplazándose junto con el fango, permitiéndole recuperar poco a poco su tercer sentido y despejándole, con ello, la cabeza.

Aún algo aturdido trastabilló y a punto estuvo de irse al suelo, si bien logró agarrarse al propio grifo.

Chorreando de agua "casi" limpia, abandonó el espacio de la ducha en dirección a donde él escuchaba el movimiento de Wendy escurriendo la ropa.

-Yo te acompaño, pero no creo que te sirva mucho para mirar nada...-dijo dibujando una sonrisa en su rostro, demostrando que era una broma. Aquella precaria ducha le había devuelto en parte el optimismo.-Puede que además de un botiquín, dentro haya ropa limpia... sería lo mejor- añadió al comentario de Rose. La situación ya era suficientemente mala de por sí como para tener que moverse con ropa empapada y apestosa.

Una vez en el interior, habiendo dado algunos pasos en la casa, se detuvo y alzó la mano, buscando la atención del resto, para luego señalarse al oído. -Algo ocurre. Reuben se ha separado del resto...

Bajemos, habrá quien necesite una ducha y ropa. Todos la necesitan, de hecho. Quizá incluso dormir un poco.

Fer se encaminó hacia la puerta.

Quizá incluso tengan buenas noticias. Tengo hambre, demasiado ejercicio últimamente.

Si bromeaba o no, no se notó en su rostro, que parecía mantener la seriedad, aunque no perdió detalle de la complicidad que dibujaba ella.

No escucho problemas ni peleas, así que no habrá pasado nada grave por suerte.

Estiró su cuello y los hombros un poco antes de abrir la puerta y mirar hacia Katrina, esperando si quería seguirle o no.

Ya asiento a la idea de Fer, claramente quiero ver como está todo y si no se han matado en el proceso. Demasiado silencio, no se han movido al parecer dentro de la casa y es preferible avisar que pueden darse un baño, hay ropa limpia y posiblemente algo que no esté en mal estado se encuentra para comer. Lo que sea, siempre es bueno dado todo lo vivido. 

—Si, estoy de acuerdo. A ver donde están los demás, quizás consiguieron comida. 

Y sin dudarlo bajo las escaleras junto a mi compañero, ya adoptando la misma actitud de siempre mientras espero que todo esté medianamente bien. El lugar es idóneo para estar al menos una noche, pero nunca se sabe porque esos símbolos despiertan la incertidumbre sobre su función. Si es para proteger o atraerlos. 

¿¡Miedo!? Estaba claro que no era eso. Solo era... una retirada estratégica. No podía desgastar sus energías en cosas sin sentido... Al menos eso quería hacerse creer. ¿Miedo? ¡Claro que sí! Estaba cagándose del miedo. Sabía lo peligroso que era entrar a un lugar así. Sin embargo, para no traicionar su propio orgullo, no lo aceptaría... aunque era bastante difícil ocultarlo del todo. De hecho, mientras trastabillaba, regresando del sótano, se encontró con varios miembros del escuadrón, los cuales pudieron ver a Reuben especialmente nervioso por algo.

A diferencia de sus otros compañeros, él seguía cubierto por aquellas aguas negras. No se había limpiado ni siquiera un poco y tampoco parecía importarle qué tanto podía molestar eso a los demás. Se pasó una mano por la cara apenas vio a los chicos, apuntándoles de forma grosera con su linterna, y volteándose a mirar por un momento el sótano del cual venía. Su rabia por Rose y Victor, al menos de momento, parecía haber cesado.

—Hay un sótano —dijo a la líder del grupo—. Puede que allí haya gasolina y otras cosas útiles. Tal vez comida. Está cerrado; hay que forzar la cerradura —tener que hablarle a la mujer no le agradaba, pero ya no se escuchaba precisamente hostil. ¿Qué le pasaba—. Creo que deberíamos ver qué hay en el sótano —¿por el bien de todos? Claro que no. Reuben estaba buscando algo en específico. Pero claro estaba, no se lo diría a ellos.

Una vez vio que el resto la acompañaban Rose pareció mucho más decidida a entrar en la casa, empezando a buscar. Mantenía el ojo malo cerrado, y aunque ya no le dolía, a veces picaba tanto que tenía que apretar con fuerza la palma de la mano contra él para evitar rascarlo. En los peores momentos, pensaba que había preferido el dolor, y eso era cuando no sentía la tentación de arrancarlo.

—Puede que sí —La misma idea pareció animarla al menos un poco. Cambiar toda esa ropa andrajosa por una que por lo menos no la recordara constantemente por las miserias que habían tenido que pasar ya sería una mejoría considerable.

Cuando llegaron a la cocina, empezó a abrir cada cajón y cada armario, en busca de un botiquín. Y aunque encontrar eso sería más complicado, sí que aprovechó un trapo que mojó un poco en el grifo con agua fría para calma el picor todavía un poco más. El único problema estuvo en que justo cuando empezaba a tranquilizarse tuvo que llegar él.

¿Por qué sigues vivo? Tendría que haberte matado en las alcantarillas.

Apretó un poco la mandíbula. Lo que más rabia le daba era que su tono ya no fuera hostil, y más todavía que lo que decía tuviera sentido. Pero ni de coña iba a bajar al sótano sola con él.

—Vamos todos —dijo de pronto, y eso ya no parecía un lamento, ni una pregunta. Parecía más bien una orden, aunque su tono de voz no fuera especialmente imponente—. Yo puedo... puedo encargarme de la cerradura.

Todavía le quedaban horquillas, y conocimientos de una Rose que pese a todo seguía existiendo.