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The Elder Scrolls - Helgen

[Rol Libre] Alrededores de Helgen

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28/07/2017, 23:02
Seretide

4 de Helada, mediodía.

Esbozó una media sonrisa, al percatarse de que evadía dar una respuesta concreta a sus palabras. No quiso tampoco forzar a la joven nórdica a que hablase, y por ello símplemente volvió a llevarse un par de frutos secos a la boca, y a tomar un buen trago de su bota.

Su sonrisa se estiró, al escuchar su pregunta, y observó a la chica con detenimiento, antes de responder- Supongo que sí, que la magia me ha traído aquí. Si te dijera, que símplemente, creo que debo estar aquí hasta que pase... Algo, ¿lo creerías?- preguntó, con un tono ligeramente ominoso, apoyando un codo sobre la hierba para inclinarse y acercarse a ella- ¿Quieres tener algo en lo que pensar para olvidarte de ese chico al menos durante un rato?

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29/07/2017, 15:32
Haming Arco Antiguo

3 de Fuego del Hogar, Tarde, Cerca de Helgen

El muchacho se mantuvo en tranquila espera, agazapado, al escuchar que te presentabas él asintió simplemente sin verse interesado más allá en quien eras.

Lamento haberte interrumpido. dijo al final con un encogimiento de hombros, el joven se puso en pie. Al descubrir que, al final, se trataba de una mujer empezó a florecer el azoramiento del cazador. Te.. dejaré para que te bañes. hizo el ademán de marcharse.

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29/07/2017, 16:09
z/Hati, Garra Roja

3 de Fuego del Hogar, Tarde, Cerca de Helgen

Aunque la tensión inicial parecía relajarse, no pude evitar sujetar el arco con firmeza al ver al cazador ponerse en pie. No obstante, al escucharlo asentí con la cabeza y miré nuevamente hacia mi cosas. 

El baño había terminado, por no mencionar que había visto lo suficiente esa tarde-noche como para considerar que era una buena idea regresar a la posada -Será lo mejor... no vaya a terminar la noche con la aparición de un siervo daédrico... o algo peor- pensé, caminando hacia la orilla para vestirme al ver que el joven hacía ademán de marcharse y dejarme tranquila en compañía de mi peludo amigo.

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29/07/2017, 18:20
z/Hati, Garra Roja

4 de La Helada, Noche. Posada "El Final del Camino"

Las noches empezaban a ser cada vez más frías, aunque como buena nórdica las sobrellevaba bien, no como el imperial. Ver a Kaeso maldiciendo el frío mientras se arrebujaba en una gruesa manta, me arrancó una sonrisa.

-No es para tanto. Aún no ha llegado el invierno con fuerza- le comenté, guardando una tea en mi mochila por si decidía prender fácilmente una hoguera allá donde me dirigía -. Cuando la escarcha congele tus mocos, cuando sólo el hecho de respirar sea como si te clavaran agujas en el pecho, sabrás lo que es el frío en Skyrim- burlona, dejé mis pertrechos a un lado y me acerqué a la cama -. Hazme caso. El agua del estanque estará caliente comprada con la brisa nocturna... aún puedes venir conmigo- dije con dulzura, mas aquel hombre era demasiado friolero.

No iba a insistir más. Para lo melindroso que era el imperial, no había forma de convencerlo de que me acompañara. Sacudí la cabeza, sonriendo y le rasqué bajo el mentón, en una sutil muestra de afecto -Como quieras... Vamos Botitas- cogí la mochila con lo justo para disfrutar del baño, pero esta vez sólo me llevé una de las espadas cortas, como protección, dejando el arco y las saetas en la habitación de la posada.

El cachorro había crecido mucho en el último mes. Ya no caminaba con torpeza, con sus mullidas patitas y su aspecto comenzaba a dar tintes de lo que sería en la madurez. Aún así, todavía era una cría.

Bajé las escaleras que llevaban a la sala principal de la posada. Saludé con un gesto de la cabeza al dueño y salí al exterior por la puerta principal, abandonando la calidez de la lumbre interior por la brisa gélida de la noche.

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29/07/2017, 20:27
Seretide

4 de La Helada, Noche. Afueras de Helgen

El calor sofocante del hogar se había unido al del alcohol, provocándole una considerable sensación de inestabilidad. Un ligero mareo, que quiso remediar abandonando el Final del Camino, aunque no pudiera negar que aquella fuese la única razón que la llevase a abandonar Helgen, hasta quedar en su linde, lejos de las casas, de los hogares y de quien pudiera encontrarse entre sus calles.

La brisa corría fría en aquella noche del mes de la Helada, provocándole escalofríos, pero la hacía sentir de alguna manera reconfortada. Activa. Y no había ni una sola nube. Había fijado la mirada en las estrellas, en la luna... No supo cual. Y en cierto modo se había quedado absorta. Obnubilada se podría decir. Había suspirado pesadamente, y había cubierto su melena grisácea con la capucha de su gruesa capa, apoyándose contra un árbol, y cerrando momentáneamente los ojos. 

No supo bien cuánto tiempo había pasado, pero algo, un ruido, la trajo de vuelta a la realidad, sin que supiese muy bien si se había quedado dormida. Miró alrededor, alerta, y confusa, con aquella vista que era capaz de escudriñar en la oscuridad, y dirigió su rostro al origen de las pisadas que parecía, se acercaban a ella, mientras llevaba la mano al báculo- ¿Quién va? - preguntó, cuando la figura se encontraba lo suficientemente cerca como para escucharla, mirándola con algo más de detenimiento, relajando entonces su postura, al percatarse de que se trataba de la mujer norteña besada por el fuego a la que ya conocía- Perdona, no te había visto bien.- se disculpó, llevándose una mano a la cabeza, que encontró de pronto pesada. 

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29/07/2017, 21:12
z/Hati, Garra Roja

4 de La Helada, Noche. Afueras de Helgen

Kaeso insistía que debía relacionarme más con los habitantes de Helgen... y comprendía sus razones, mas mientras me alejaba de la posada y el bullicio de su interior, no podía sino sentirme aliviada, como si pudiera respirar de nuevo. Miré a Botitas, sonreí y le rasqué entre las orejas antes de emprender el camino hacia la linde del bosque.

Busqué el sendero ya familiar, aunque camuflado, pero la silueta oscura apoyada en un árbol cerca del camino, me hizo fruncir el ceño. No obstante, su voz me resultó familiar y, al ver el brillo rojizo de su mirada, supe que se trataba de la dunmer.

-Saludos, Seretide- dije, adentrándome entre la maleza, pues ella ya me había reconocido -. Fría noche para pasarla lejos de una lumbre, ¿no?

Me aproximé con cautela. Recordé entonces lo sucedido un par de semanas atrás, cuando nos unimos para investigar lo de la niña. No eran gratos recuerdos, pero al menos había acabado mejor de lo que en un principio auguraba. Tampoco es que hubiera tratado demasiado con la dunmer... ni con los otros, siendo honesta -No me extraña que el imperial luego intente que socialice más con otras personas- pensé, acercándome a Seretide.

-Si vas a adentrarte en el bosque, sé cauta- dije en un intento torpe de entablar conversación, pues sabía que la elfa oscura podía defenderse -. Los animales pueden ser a veces más peligrosos de lo que uno piensa, sobretodo si invades su territorio.

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29/07/2017, 23:33
Seretide

4 de La Helada, Noche. Afueras de Helgen

Supongo que sí. Es fría...-contestó, abrazándose momentáneamente a si misma- Pero necesitaba tomar aire. Creo que esa cerveza con la que Rodegar nos llena el vaso tiene más alcohol del que uno podría imaginarse. Empezaba a sentirme algo mareada con tanto calor dentro de la taberna.-explicó, oliendo cláramente a alcohol, con ojos ligeramente brillosos y empañados, sin que llegase a parecer que estaba excesivamente ebria- Tú también deberías tener cuidado, entonces. Siendo ambas damiselas en apuros. - le dedicó un guiño, y posó la mirada brevemente sobre el cachorro que la acompañaba, esbozando una leve sonrisa- No tenía pensado internarme en el bosque de cualquier manera. ¿Tú sí?- preguntó, volviendo a mirarla, con curiosidad.  

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29/07/2017, 23:42
z/Hati, Garra Roja

4 de La Helada, Noche. Afueras de Helgen

Llevé una mano hacia detrás de mi cabeza y me rasqué la nuca. Era evidente que no sabía cómo ponerme.

-Pues yo juraría que la cerveza está aguada... pero, claro, quizá el agua es de dudosa pureza y por eso embota la cabeza- comenté mientras mis ojos se iban adaptando mejor a la penumbra. Observando a la dunmer, parecía haber pasado mala tarde... o haber bebido demasiado, dado sus palabras.

Sonreí sutilmente ante su advertencia -Lo cierto es que suelo pasar más tiempo en el bosque que en la ciudad- comenté -. Demasiado, dirían algunos...- mis ojos se posaron sobre el huidizo sendero, pensando en lo que había más allá. Apreté los labios, dudando de lo que iba a decir, pero finalmente volví a mirar a la elfa -Oye, ¿recuerdas el estanque donde os dije que vi a la niña? No está demasiado lejos y me dirigía hacia allí para disfrutar de un baño tranquilo- dije, señalando hacia el camino con el pulgar de mi puño extendido por encima del hombro -. Suelo ir a menudo y siempre me ayuda a despejarme y aclarar las ideas. Si te apetece, puedes acompañarme.

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30/07/2017, 00:12
Seretide

4 de La Helada, Noche. Afueras de Helgen

- Lo que yo decía.- contestó, al escuchar el comentario sobre la cerveza aguada, encogiéndose de hombros- Tiene cierto encanto... El bosque. -reconoció, mirando hacia la foresta oscura mientras escuchaba a la joven- Sí, lo recuerdo.-frunció el ceño con curiosidad, terminando de oir su propuesta- Bueno, ¿por qué no? -respondió, apartándose del árbol, con pasos algo comedidos, estudiando su estabilidad, llegando a la conclusión de que no se encontraba tan intoxicada como para perder el equilibrio- Bien, te sigo. -declaró, apoyando su báculo en el suelo para ayudarse a caminar. 

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30/07/2017, 00:39
z/Hati, Garra Roja

4 de La Helada, Noche. Afueras de Helgen

Asentí y emprendí el camino por el sendero junto a Botitas. De vez en cuando señalaba una rama u otros obstáculos naturales a la dunmer para evitar que tropezara, aunque seguramente sus ojos de elfa captaban más de lo que yo podía ver.

Al llegar al estanque, dejé la mochila en el suelo y comencé a preparar la base de una fogata, aunque no iba a encenderla aún para evitar atraer miradas curiosas. Simplemente, quería dejarlo todo dispuesto para entrar en calor tras salir del estanque y evitar enfermar por el frío intenso que gobernaba la noche.

Observé las aguas donde se reflejaban las estrellas. Aquel lugar rebosaba paz y por eso me encantaba.

-Encontrar este lugar fue como hallar un tesoro- le dije a Seretide mientras me despojaba de mis vestiduras, dejando entrever la blanquecina tez salpicada de pecas bajo las capas de pieles -. He tenido hasta ahora suerte de no encontrarme con nadie... bueno, a excepción de un joven, Haming Arco Antiguo, a quien casi atravieso la garganta con una flecha por aparecer de improviso- sonreí recordando la anécdota, aunque cierto es que un mes atrás, no me hacía tanta gracia.

Terminé de desvestirme y entré muy despacio en el agua. El frío exterior contrastaba con la calidez del estanque, lo cual me hizo soltar una exhalación. Me acuclillé hasta que las aguas me cubrieron los hombros, llené de aire mis pulmones, controlando los temblores, y suspiré.

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30/07/2017, 01:14
Seretide

 

4 de Helada, Noche, Afueras de Helgen

Siguió a Hati, observando sus indicaciones sin mostrar demasiado problema en esquivarlas, efectivamente viéndolas con precisión, aunque asintiendo a modo de agradecimiento, a pesar de que las advertencias no fueran del todo necesarias. Miraba de vez en cuando al cachorro, como si disfrutase observándolo, sin haber hecho aún ademán de acariciarlo o tocarlo, respetando su paso, al igual que los silencios de Hati. 

Cuando llegaron al estanque, no pudo ocultar una sonrisa complacida, al miar alrededor y con detenimiento el lugar, y encontrarlo súmamente encantador- No me extraña que pensaras eso. - confesó- Es un sitio sin lugar a dudas hermoso. Y por lo que veo y me cuentas, íntimo... Aunque ese Haming Arco Antiguo pudiera echar un rápido vistazo.-añadió, con una sonrisa maliciosa, observando cómo se desvestía, sin mostrar rubor alguno ni privarse de admirar momentáneamente la anatomía firme y joven de Hati, de la que ahora descubría, que se encontraba besada por el fuego... En todo su cuerpo.

Suspiró, con una sonrisa, antes de desviar el rostro para proceder ella de la misma manera que la nórdica, mostrando su cuerpo de piel oscura y curvas sinuosas y pechos turgentes y llenos. Su desnudez no pareció perturbarla, y un pequeño destello a la altura de su pecho desveló que sus pezones oscuros estaban coronados por sendas pequeñas argollas plateadas, que perforaban aquellos delicados botones de carne, aunque de manera que parecía más bien indolente en aquel instante. 

Se abrazó a si misma, acariciada por la brisa fría de la noche, y colocó el báculo cerca de la orilla, mientras observaba a Hati sumergirse en las aguas. Pronto se le unió, con evidente expresión de absoluta impresión por el frío. Se sumergió por completo, y emergió, tan solo hasta el cuello, respirando entrecortadamente- Q... Qué frío...-dijo, entrecortadamente, tratando de mover las extremidades para volver a ganar calor, notando cómo su mente se aclaraba de golpe. 

 
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30/07/2017, 01:45
z/Hati, Garra Roja

4 de La Helada, Noche. Afueras de Helgen

Ya dentro del agua, busqué con la mirada a Seretide, sin saber si al final se atrevería a bañarse a pesar del frío, mas pronto la vi desvestirse. No era la primera mujer que veía desnuda, algo que me parecía natural incluso, pero en mitad de la noche lo cierto es que su piel de ébano la dotaba de un atractivo exótico y a la vez perturbador, como si fuera una sombra cargada de tentaciones. Entendí entonces que acaparase siempre las miradas de los varones, pues su hermosura, aunque alertaba cual planta ponzoñosa de su peligrosidad, invitaba a acercarse.

-Por mucho que los tuyos lleven años habitando estas tierras, parece que no os acostumbráis aún al frío de Skyrim- dije con una sonrisa al verla tiritar. Los nórdicos, de los humanos, somos los que mejor toleramos el frío y aún así lo sufrimos. Mi piel erizada así lo atestiguaba -. Luego encenderé un fuego para entrar el calor, mas no te aconsejo mojarte nuevamente la cabeza pues el frío se adhiere al cabello humedecido con mayor ahínco.

Me acomodé en una zona medianamente profunda, apoyándome de espaldas a una roca y eché el cuello hacia atrás, cerrando los ojos, disfrutsndo de aquel lugar, de aquella calma. Instantes después, miré a la dunmer con curiosidad.

-¿Qué te ha traído a Helgen? Alguien con tus dotes estaría mejor en Hibernalia, en el Colegio de Magos- comenté, intrigada -. ¿Por qué escoger, de entre todas las ciudades y pueblos ésta?

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30/07/2017, 02:16
Seretide

4 de La Helada, Noche. Afueras de Helgen

 

- Buena idea...-dijo, notando cómo le castañeteaban los dientes, acercándose su acompañante, para al menos no favorecer la corriente del agua fría a su alrededor- No te importa que me acerque, ¿no? -preguntó, mientras se situaba a su lado, rozando a penas su hombro, quedando evidente la diferencia notable de proporciones entre ambas, pues la cabeza de la dunmer terminaba en el nacimiento de la oreja de nórdica. Aunque aquello no parecía importunar a la elfa oscura.

- Oh vaya... Esa es una muy buena pregunta.- comentó, con cierta sorna, tratando de acumular el calor suficiente como para hablar sin que le temblase la voz, moviendo los brazos en cículos- Digamos que, aquellos dunmer que nos dedicamos a la magia, no nos llevamos... Especialmente bien con el Colegio de Magos. Mi familia nunca guardó especial aprecio por la organización. Y yo siempre preferí viajar... Errar... Descubrir. Aunque lo que me trajo aquí... Bueno, podríamos llamarlo, un presentimiento. -se encogió de hombros- Uno que no sabría explicarte muy bien.-confesó, mirándola entonces, con curiosidad- Y tú, ¿por qué has venido? -preguntó- Viniste acompañada de ese imperial... No recuerdo su nombre, ciertamente. ¿Es así?
 

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30/07/2017, 02:43
z/Hati, Garra Roja

4 de La Helada, Noche. Afueras de Helgen

Hice una mueca algo torpe ante el acercamiento de Seretide, sin saber muy bien cómo actuar, viendo peligrar mi espacio, pero finalmente me encogí de hombros. A fin de cuentas, la proximidad hacía más llevadero el frio.

Escuché con interés su respuesta. Bien podría haberse negado pero la dunmer no parecía tener reparos en hablar de sí misma. Entonces me preguntó sobre mis motivos para asentarme en Helgen y sobre el imperial que me acompañaba. Tardé un poco en responder: -Nací en Carrera Blanca bajo la sombra de mi madre- hice una pausa, frunciendo el ceño -. Podría haberme quedado con Los Compañeros, mas quería seguir un camino distinto al de mis progenitores... entonces escuché que estaban reconstruyendo Helgen, repoblando el asentamiento, y vi la oportunidad de salir de Jorrvaskr- miré mis manos a través del agua, abriendo y cerrando los dedos -. Al principio, quería simplemente cambiar de aires, mas soy una cazadora: no me resulta fácil anclarme a un lugar y prefiero la soledad a la compañía... o así lo creía- miré a Seretide, con cierta confusión en mis ojos verdes -. Lo cierto es que no sé si quiero establecerme en Helgen. Adoro la libertad y las paredes de una casa, por mucho cobijo que den, pueden convertirse en barrotes de una jaula de oro... No sé si me explico.

¿Por qué le estaba diciendo aquello? Me sentí algo confundida y, a la vez, aliviada. Era grato hablar con alguien que no fuera Kaeso... supongo que a eso se refería el imperial con lo de relacionarme más.

-Kaeso Adamo- respondí -. Así se llama el imperial que me acompaña. Es mi...- arrugué el ceño, dubitativa -compañero.

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30/07/2017, 11:59
Seretide

4 de La Helada, Noche. Afueras de Helgen

Escuchó a la joven, con atención, mientras se abrazaba a si misma y miraba hacia el cielo, observando la capa de cuerpos celestes y titilantes que salpicaban el cielo de Skyrim- Es curioso. Es el mismo cielo que se podría contemplar en la antigua Vivec, o en cualquier otro lugar de Morrowind, la misma noche, y sin embargo es tan diferente... -suspiró, volviendo a mirarla, habiéndose tornado su sonrisa en una expresión nostálgica- No es sencillo, echar raíces, llamar a un lugar el hogar. Y el hogar no tiene por qué ser un sólo sitio, un determinado número de pertenencias, repartidas entre cuatro paredes.  El hogar puede viajar con uno mismo, si va con él aquello que exalta sus anhelos, aquello que realmente puede llamar propio y le aporta la paz necesaria para afrontar cada nuevo amanecer sabiendo que respira un día más para afrontar los retos del mañana. -se soltó un tanto de si misma, habiéndose acostumbrado un poco a la temperatura gélida del agua- Es una trampa, creer que uno sólo puede encontrar el hogar en una casa. -apuntó- Pero supongo que lo que quiero decir, al final, es que te entiendo. Hace ya varias décadas que no paso más de un par de años seguidos en el mismo lugar. -confesó- La rutina me intoxica. Me hace perecer en cierto sentido, como el esqueje que regado en exceso se empapa y termina por perder la rigidez y la fuerza, y se amustia, sin conocer más que el cultivo en el que se encuentra, y la tierra a la que se han aferrado sus raíces. - añadió, tomando aire por la nariz, despacio, y dejándolo salir, poco a poco, acabando aquel gesto con una expresión sibilina y traviesa.

Oh, tu... "Compañero"- profirió, estirando aquella última palabra- Ya entiendo. Supongo que debe estar calentándote la cama diligéntemente.-sonrió de nuevo, divertida- ¿O no sois... Esa clase de compañeros? 

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30/07/2017, 12:24
z/Hati, Garra Roja

4 de La Helada, Noche. Afueras de Helgen

Escuchando hablar a la elfa, me sorprendí un poco. A pesar de su apariencia, lo que decía denotaba años... experiencia. No pude evitar preguntarme qué edad tendría, mas me limité a escucharla y a asentir cuando comprendía perfectamente a lo que se refería.

-Cuando llegué a Helgen, habiendo llegado a mi destino, sentí que quería más...- mis ojos se posaron en una luciérnaga solitaria que tintineaba cerca de la otra orilla -. En veinte inviernos, apenas he salido de la región donde nací y hay tanto que ver en Skyrim que necesitaría una vida para recorrerlo todo- de pronto, una segunda luciérnaga iluminó su abdomen, haciendo compañía a la primera, revoloteando juntas sobre las aguas -. Quiero subir los Siete Mil Escalones, visitar a mi hermano en el Colegio de Magos. Escuchar a los bardos y skaldos de Soledad... cazar por los cobrizos bosques de Riften...- flexioné mis rodillas y las rodeé con mis brazos, apoyando mi barbilla sobre ellas -No quiero asentarme... aún no, aunque he tenido que llegar hasta Helgen para saberlo.

Guardé silencio bastante rato. Aquello no estaba tan mal, la verdad: la noche, la calma... incluso la compañía, ¿por qué no? Mas cuando salió el tema del imperial, recé porque en la oscuridad no se apreciara el rubor que abrasaba mis mejillas... y la expresión de Seretide no ayudaba, precisamente.

-Yo... esto...- no sabía muy bien cómo responder. Mi madre me había enseñado todo sobre la cacería, mas muy poco sobre las relaciones entre hombres y mujeres, salvo dónde encajaba qué y cómo. Y es que Aela tampoco era aficionada a los romances o el cortejo. El amor no entraba en su vocabulario -Es complicado y no sé cómo explicarlo- fruncí el ceño, confusa -. ¿Y tú? No suelo prestar atención a los rumores, mas tengo entendido que no viajas sola.

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30/07/2017, 14:27
Seretide

4 de La Helada, Noche. Afueras de Helgen

Su sonrisa se estiró, mientras negaba, despacio, con el rostro- No hace falta que respondas. En cierto modo, ya lo has hecho.-contestó, mirando de nuevo hacia el cielo nocturno, escuchando su pregunta, retrocediendo la sonrisa en sus labios hasta relegarse a un ligero fruncimiento, que acompañaba a una expresión a todas luces pensativa, y quizá hasta resignada- Supongo que te refieres al sacerdote de Arkay.-dijo, con un suspiro, captando el brillo titilante de las luciérnagas, siguiéndolas con la mirada- No, no vine sola. Lo encontré en el camino del Río Blanco, días después de abandonar Ventalia, camino a Helgen. Había abatido a un grupo de asaltadores de caminos, y entonces lo vi, cuando estaba arrodillado, rezando por sus almas.-explicó, guardando silencio unos instantes- Fue una visión paradójica y hermosa, a decir verdad. -añadió, finalmente, llevando una mano al cabello, colocando los mechones húmedos que se habían posado en su mejilla tras su oreja puntiaguda- Y a partir de ese punto, continuamos juntos el viaje. Pero supongo que no es eso lo único que quieres saber.-dijo, mirándola, de soslayo- Supongo, que puedo resumir ese tema en que ambos estamos de acuerdo en disfrutar el uno del otro de la manera más agradable y menos problemática posible.-explicó. 

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30/07/2017, 15:58
z/Hati, Garra Roja

4 de La Helada, Noche. Afueras de Helgen

Apreté los labios, incómoda por aquel tema, pero la dunmer no insistió y eso lo agradecí en silencio. Volví a mirarla cuando me habló del sacerdote de Arkay, algo más relajada al escucharla, lo que me animó a abrirme un poco más, pues las similitudes estaban allí.

-Supongo que lo entiendo, pues algo parecido me sucedió con Kaeso: nuestros caminos se cruzaron por el azar, incluso más de una vez el imperial se arriesgó  recibir una flecha entre ceja y ceja- una sonrisa dulce, de esas que escapan a tu control, curvó mis labios al recordar cómo el destino nos unió al imperial y a mí -. Luego nos separamos, pues mi objetivo era llegar a Helgen, atravesando Falkreath y el de él estaba en otra dirección.

Me llevé una mano al esternón, recordando cómo me había quitado el colmillo de dragón para dárselo al imperial y que Akatosh lo protgiera. No llevaba el colgante en aquel momento, pero sentía su peso... y la bruma de un doloroso recuerdo que me hizo guardar silencio durante un largo rato.

Respiré profundamente, volviendo luego la cabeza hacia la elfa.

-Volvimos a encontrarnos... aunque pensé que sería la última vez- apreté la mandíbula, sintiendo de nuevo el dolor de una pérdida que entonces no supe lo que significaría para mí -. Nunca me he sentido tan impotente en mi vida... pero aquello también supuso un punto de inflexión en mí... que lo cambiaría todo.

Bajé la mirada una vez más, antes de alzar mis ojos hacia el cielo. Entre las siluetas de ébano de las copas arbóreas escruté el cielo buscando ambas lunas.

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30/07/2017, 17:56
Narrador

7 de La Helada, Atardecer, sur de Helgen

Como tantas otras veces habías decidido salir a deambular por los bosques cercanos, pero en esta ocasión un impulso inusual te había llevado a dirigirte al sur, a las faldas de las montañas Jerall, quizá por la necesidad de cambiar de paisajes ya bastante sobados para ti. El otoño no había pegado fuerte aun, pero las nieves eran habituales en esa zona que empezaba a elevarse por la frontera natural entre Skyrim y Cyrodiil.

El sendero que recorrías era complicado para la mayoría, pero para ti no guardaba secretos. Era un sendero de cazadores, y la curiosidad hizo que lo siguieras para saber qué se encontraba al final de este. A tu alrededor Botitas iba y venía con su habitual deambular indiferente, pero a pesar de esa actitud sabías que estaba atento a cualquier peligro y que actuara de aquel modo te daba una sensación de seguridad. Generalmente era él el que percibía el peligro antes de que tú llegaras a notarlo.

Tras un par de horas siguiendo la senda, la luz se fue tornando anaranjada anunciando el crepúsculo, pero hallaste tu destino. Un pequeño campamento de cazadores establecido en la boca de una gruta que se adentraba en la montaña, en el campamento había restos de hoguera, catres y tiendas, algunas maderas sueltas y troncos usados como bancos. Del interior de la gruta te alcanzaba un agradable aroma a hierbas y flores, así como una tupida alfombra musgosa que moría al llegar al exterior.

Botitas ladró anunciando el hallazgo, y se sentó delante de la gruta mirándola fíjamente.

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30/07/2017, 18:24
z/Hati, Garra Roja

7 de La Helada, Atardecer, Sur de Helgen

Las montañas de Jerall...

Al otro lado de aquella cumbre nevada se hallaba Cyrodiil, la capital del Imperio. Hasta conocer a Kaeso nunca me planteé abandonar Skyrim para visitar otras tierras, mas supongo que las cosas cambian cuando amplias tu punto de mira y ahora empezaba a sentir curiosidad por el resto de Tamriel... aunque sabía que la curiosidad no era siempre una buena aliada.

Cambiar la ruta habitual traía consigo nuevos colores y formas, olores que traía la brisa otoñal y, en conjunto, un festival para los sentidos. La rutina terminaba por volverse tediosa, de ahí que me dirigiese esta vez hacia el sur... y el paisaje lo merecía, sin duda.

Encontré un sendero de cazadores y lo seguí en compañía de Botitas, que parecía entusiasmado ante los nuevos aromas. Era lógico pues no nos habíamos alejado tanto de Helgen desde Fuego del Hogar y el can necesitaba salir del asentamiento y sus alrededores tanto como yo.

Ya caía la tarde cuando avisté el campamento junto a la gruta. Me detuve a recuperar el aliento en contraste al entusiasmo del can, sentado frente a la grieta de entrada. Sopesé un instante qué hacer a continuación pero el moribundo día, con los últimos rayos de sol, pareció decidir por mí.

Me acerqué a Botitas, acuclillándome a su lado, clavando mis ojos en la gruta y palmeando el cuello del animal. Percibí los embriagadores aromas cargados de dulzor y miré a mi compañero.

-Adelante- dije, incorporándome y entrando en la misteriosa cueva.