Partida Rol por web

Estaba por completo a lo mio, aunque mis ojos no perdian detalle del templo en el que me encontraba. La gente iba y venia, capte las miradas de un grupo, pero su desagrado me importaba tan poco que ni siquiera merecio que realmente les mirara directamente. Si tenian un problema, bien podian meterselo por donde les cupiera. Mas entonces una figura llamo mi atencion, cuando se coloco delante mia de forma un tanto vehemente. Hilv. Estaba viva, eso era bueno. No llegue a sonreir, pero si hubo un suave reflejo de esa posibilidad. Mi mirada se entrecerro ligeramente al verla, notandose no incomodidad por sus palabras sino mas bien algo similar, a que podia esperarse de la adolescente. Aun asi entonces llego el abrazo, que sin ninguna duda me pillo por sorpresa, pero que no dude en devolver con algo de lentitud, apretandola levemente contra mi como ella hacia, demostrandole que aun con todo, me importaba. Carraspee levemente cuando se aparto, pero entonces apoyo su frente contra mi hombro y yo me la quede mirando levemente con el ceño fruncido.

Yo tambien me alegro de verte... entera. - Mi tono aunque duro y ligeramente hosco, era algo mas relajado de lo que acostumbraba con la mayoria. Mis palabras salieron antes de que se apartara del todo.

Una sonrisa entre triste y cabreada, asomo ante las ultimas palabras de Hilv. - Lo son, pero estas viva y estas de vuelta. - Quizas sonase duro si alguien mas lo escuchaba, al fin y al cabo estabamos en un entierro, pero aun asi, eso no dejaba de ser verdad. Mi tono por contra no tenia nada de dulce o amigable, solo como si dos piedras chocasen.

Una mujer, la misma a la que todos iban a decirle unas palabras, se me quedo mirando un momento con una sonrisa triste. Un leve gesto de cabeza serio en su direccion, nada mas. Habia poco que decir cuando se perdia a alguien cercano, lo sabia bien. Las palabras nunca llenarian el vacio, en todo caso lo ampliarian.

Cerre los ojos un segundo, apenas un instante, antes de hablar con la morena que estaba conmigo. - ¿Que tal sienta estar de vuelta? - Una pregunta que se podia responder de muchas formas, sobretodo lo que implicaba volver sabiendo lo que ahora sabia... y no hablaba solo de la mision.

Se sintió reconfortada en los brazos de Marko, por mucho que a veces lo negara, le gustaba sentirse protegida, y los brazos del soldado eran fuertes, y apoyada en su hombro podía... podía sentir el calor que emanaba de su cuerpo incluso a través del traje... levantó la mirada agradecida, con una sonrisa, pero sus ojos se posaron directamente en la bonita forma de sus labios, ¿o era ella quien desprendía tanto calor? El cuello del jersey comenzaba a agobiarla, pero eso no fue un obstáculo para que moviera sus manos hasta colocar ambas en el pecho de Marko con suavidad, estaba a gusto... era vagamente consciente de que le estaba diciendo algo, con ese tono duro que siempre usaba... pero sus pensamientos comenzaron a imaginarse como sería tumbarlo en el mismo suelo de la iglesia, era raro, nunca se había imaginado que este sitio pudiera ponerla así... !un funeral! se mordió el labio inferior, comenzó a retirar las manos pero es tan...

Lo acabó empujando entonces contra la pared al tiempo que se ponía de puntillas para besar sus labios de forma ansiosa...

La lejana voz de una mujer se escuchó en su cabeza.

Hilv parpadeó y abrió mucho los ojos hasta que se encontraron con el azul del veterano por Dios Hilv, ¿qué estás haciendo? !Un funeral! Si tu madre... pero es que huele tan bien... Retrocedió bruscamente mientras su mano derecha bajaba un poco el cuello de su jersey buscando un poco de aire para su acelerada respiración y con la izquierda tocó su propio labio inferior, con incredulidad...

!¿Qué hostias ha sido eso?!

Miró con los ojos abiertos de par en par al hombre que tenía delante.

Samuel se quedo durante un rato parado, mirando al vacío, su rostro pareció palidecer mientras algunas lagrimas caían sobre sus ojos, o no quería moverse o apenas oía a la gente de su alrededor. Para él todo lo que le rodeaba era un murmullo que acariciaba sus orejas como si se tratase de un mar lejano cuyo ruido comenzase a incrementarse lentamente hasta golpearle fuertemente y provocarle que sacudiese la cabeza y mirase al rededor a la par que con un movimiento nervioso buscase su paquete de tabaco y sacase un cigarrilo para posarlo en sus labios, aunque no parecía encontrar el mechero.

Su rostro fue tomando algo de color y su vista se enfocaba por segundos, mirando alrededor y buscando a River con la mirada, no sabía nada de ella y empezo a pensar que podría haberle pasado algo. Las gotas de sudor frio le recorrieron la cara nuevamente mientras un nefasto pensamiento se le cruzó por su aturdido cerebro.

 - Tsk - Se le escuchó decir al poco mientras palmeaba su chaqueta.

-Relaja esos nervios muchacho -Doe se había acercado de tal manera que ni siquiera se le había oido moverse, mientras tendía un mechero al joven- Te doy fuego a cambio de un cigarrillo no es mal trato, ¿no crees? Por cierto, tienes cara de buscar a alguien -comentó de pasada mientras sus ojos completamente negros observaban a la gente ir y venir, aunque parecía fijarse más en la zona del altar donde el sacerdote parecía querer iniciar ya los santos ritos para luego cambiar de tercio y fijarse en Marko y la otra chica.

-Quien se hubiera imaginado eso... -susurró casi para si, mientras volvía la atención al resto de presentes y esperaba si el joven le pasaba un cigarrillo o no- Si no ves a quien buscas por aquí deberías de preguntar a administración, a veces la gente requiere un retiro prolongado y estar a solas.

-. Una inteligente decisión-. Es lo que expresa el pálido doctor ante la negativa de la muchacha que se encontraba a su lado mientras que al mismo tiempo saludaba, con la mirada, a varias caras conocidas que entraban y salían de la iglesia-. Solo los idiotas que no encuentran soluciones racionales se refugian en actos absurdos como la auto destrucción... entre ellos claramente, por ahora, estoy yo-. Lentamente enciende el cigarro, dando una enorme calada-. ¿Cómo he estado? -. se queda pensando por un momento-. Bastante bien, ya sabes, cuando uno es padre mientras los retoños tengan una sonrisa el resto son solo pequeñas externalidades que se pueden obviar o, al menos, soportar de una mejor forma-. Pequeñas argollas de humo salen de sus labios-. Y ¿Usted señorita Sievert? ¿Se ha encontrado bien? -. pregunta ladeando un poco la cabeza y acariciando, con una cansada pero sincera sonrisa, la cabeza de su hija que se había acercado con diferentes flores en sus manos, comenzando a repartirlas entre Daniel y Arabelle.

-Creo que todos tenemos nuestras propios actos absurdos en los que refugiarnos, no crea que es usted el único que hace cosas estúpidas en momentos de estrés - sonrió afable - No he pasado últimamente mis mejores momentos. Mis últimos meses en Titán están siendo una montaña rusa... al menos no puedo decir que me aburra o que no sea emocionante. Este lugar es... no lo se, creo que es todo lo que esperaba antes de llegar, y a la vez nada como lo que esperaba. Es una sensación difícil de describir, y que no se va por más que pase el tiempo. 

Aquel lugar se las arreglaba para romperle los esquemas cada vez que conseguía acostumbrarse a la situación anterior. Le había ocurrido ya un puñado de veces, y empezaba a sospechar que no le quedaba más remedio que aceptar que ocurriría una y otra vez. 

En mitad de su conversación, se fijó en una mujer de pelo corto, al fondo, tras Daniel. A la mujer acababan de fallarle las piernas, y se levantaba con dificultad. Parecía desorientada. Parecía tener dificultades para llegar a donde quiera que estuviese intentando llegar. Su quejido, leve, había llamado su atención. Parecía que nadie más la había oído. 

-Disculpa... disculpa un momento... - se excusó Arabelle mientras caminaba hacia la mujer - ¿Se encuentra bien? - Preguntó al hacerse a ella - ¿Necesita ayuda? - Para cuando Arabelle llegó, la mujer se había apoyado en el altar y parecía preguntarle algo al sacerdote. Le puso la mano suavemente en la espalda, para estar preparada para sujetarla si se caía otra vez - Vamos, creo que debería sentarse. 

Aquel día no podia faltar, al despertarme mi cuerpo no queria moverse de la cama y mi mente estaba en blanco, los ojos me dolían de tantas lágrimas derramadas y sentía como si toda fuerza interior hubiera abandonado mi cuerpo. Ni siquiera tuve que forzarme a ir hasta el templo, mi cuerpo prácticamente se movía por inercia.

Llegue temprano, pero no pude entrar. Simplemente me quede cerca, sin pensar, sin llorar solo existiendo. Los asistentes iban llegando y entrando; familia, amigos, compañeros... Todos iban entrando excepto yo que seguia inmóvil.

Al final tuve que forzarme a asistir, gaste todas mis energias en entrar en aquel espantoso lugar, después de todo lo que había vivido aquella era la prueba más dura de mi vida... Y la afronte entre lágrimas.

Al entrar la ceremonia justo empezaba, me senté en la última fila sola. Para mi los asistentes eran manchas borrosas ya que lo único que podía ver era el féretro. Estaba prácticamente cerrado pero yo veía claramente a Steve ahí dentro. No podía pensar, ni hablar, ni apartar la mirada... Solo podía llorar en silencio.

Don Carlotto sonrió a Arabelle cuando esta le respondió, se alegraba que la joven estuviera mejor ahora que ya había pasado algo de tiempo desde el término de la misión.

Me alegra escuchar eso, ya sabe que siempre hay un periodo de adaptación, pero va por el buen camino. -En las propias palabras de la muchacha quedaba claro que aún no lo había superado del todo.- Si necesita hablar con alguien ya sabe que puede contar conmigo. -Al ver que Arabelle estaba bien acompañada prefirió dejarla hablando con la gente que conocía, así que se  Si me disculpan voy a sentarme, el sepelio estará a punto de comenzar.

Dedicó un saludo de despedida a Arabelle y sus acompañantes y buscó asiento en alguno de los bancos de la iglesia. Mientras lo hacía saludó a la gente que conocía y que iba llegando. No pudo evitar ver a Hilv hablando con algún conocido y en un momento dado empujarlo contra la pared y besarlo. Se acercó sorprendido hacia ellos mirando alrededor y esperando que aquello hubiera pasado desapercibido y cogió aliento con cierta resignación.

-Disculpad, creo que no es el momento ni el lugar adecuado para eso. -Hizo un ligero movimiento con la cabeza señalando hacia el lugar donde estaba el féretro, aunque le parecía algo obvio. Miró extrañado a Hilv, no esperaba un comportamiento como aquel por su parte.- Es mejor que os pongáis al día fuera. -Quizás hacía tiempo que no se veían o simplemente no esperaban verse allí, en cualquier caso un funeral era una de las ceremonias más solemnes y no debían exponer a los familiares o amigos a más tensión de la que tenían.- Dejemos que la familia del fallecido lo despida con recogimiento y respeto.

No añadió nada más, ambos eran adultos para darse cuenta de donde estaban y una vez advertidos no haría falta estar detrás de ellos como si fueran niños. Dedicó una leve sonrisa a ambos y alzó la mano como gesto de despedida, ahora el que sobraba allí era él. A pesar de todo se alegraba que la joven tuviera alguien en quien apoyarse, eso le reconfortaba, estaba claro que Titán exponía a la gente a mucha presión y siempre era mejor tener una válvula de escape y alguien con quien compartir lo que uno pasaba. En su caso tenía a Dios.

Se había quedado divagando en sus cosas, pero sobre todo en aquella sensación. Alzó la mirada para fijarla en el féretro y en toda persona que se acercara a él. Seguramente seria una tontería, pero no podía quedarse con la mosca detrás de la oreja

Pues eso, me fijo en las caras (si es que alguien se acerca a ver al muerto) para ver si ponen caras raras o que me hagan sospechar que ellos también ven algo raro

Desde donde estaba podía ver todo lo que ocurría a mi alrededor dentro del pequeño microcosmos de saltadores en el que se había convertido la iglesia.

Vi como Hilv besaba apasionadamente a Marko- Bueno, al menos uno de los dos no me odiará por haber conseguido traer de vuelta a Marko.- pensé antes de caer en la cuenta de que el lugar no era el más apropiado cosa que seguramente también habría deducido el sacerdote.

Noté como alguien se sentaba en el banco de detrás, discretamente me giré y vi a una mujer desconsolada, rota por el dolor. La recordé, estaba en la fiesta, en el concurso de cocina, charlando animadamente con Samuel y con ... Inmediatamente comprendí su sufrimiento.

Vi a Kara caminar hacia el altar, la vi trastabillar y agarrarse a un banco para no caerse y como luego volvía a continuar su errático camino. Discretamente, salí de mi fila y comencé a caminar por el lateral hacia el altar estaba claro que algo no marchaba bien. Mientras lo hacía, vi como Arabelle caminaba rauda en su ayuda llegando antes que yo y preguntándole algo a Kara.

Hilv parecia necesitar este gesto, este abrazo, y solo podia pensar en la edad que tenia y en lo que tendria que haber pasado en la mision para que soltara aquello. Titan seguia siendo una puta picadora de carne, no se porque se extrañaban tantos que hubiera templos a tan distintos dioses... o si siquiera se habian planteado la cantidad de muertos que habian sido oficiados en los distintos lugares de culto. Mas en mitad del abrazo algo cambio, sus manos fueron a mi pecho y aunque yo segui hablando, de pronto mi espalda golpeo contra la pared a mi espalda y para cuando quise darme cuenta Hilv ya estaba besandome. Ni siquiera me habia dado tiempo a reaccionar antes de que fuera mas alla de simplemente un beso de union de labios, y para cuando quise detenerla, fue ella misma la que se aparto tras quedarse mirandome fijamente.

El enfado era palpable en mis ojos, que brillaban como dos pequeñas estrellas con ganas de prenderle fuego al mundo, asi como el desconcierto por lo ocurrido, porque una cosa eran las bromas que me habia gastado hasta el momento, pero esto, esto no. No, ni por asomo y menos ahora, en este mismo momento tras la puta cuarentena.

Aunque ella se habia apartado, yo ahora usaba mi mano par asegurarme la lejania, puesto que mi espalda seguia pegada contra la pared. De ser otra persona se hubiera llevado un golpe, sin importar el lugar en el que estabamos. Aunque probablemente fue su pregunta completamente encontrandose fuera de lugar, la que evito que una colleja resonara por toda la iglesia.

La mandibula se tenso, mientras buscaba que cojones decirle, como si yo tuviera que saberlo. El tono arisco y hosco se acentuo cuando fui a hablar. - Me lo... - Mas apenas habia empezado a hablar cuando un sacerdote de este culto, que creia haber visto antes, se persona ahi, para ¿echarme la bronca? ¿En serio? Dejandome claro que deberia abandonar el lugar, como si yo hubiera querido venir en primer lugar. La mirada que le eche era asesina hasta decir basta. Molesta, agresiva, hosca y sin duda con un apice de empatia cercano al cero. Si lo que acababa de hacer Hilv no me habia molestado lo suficiente, ahora venia alguien mas a tocarme los huevos. Sencillamente cojonudo, tendria que haberme ido al lago.

Un gruñido grave y bajo, que seguramente solo escucharon las dos personas cercanas a mi, fue lo ultimo, antes de simplemente pasar de largo del cura y dirigirme a la salida de este maldito templo. Se me veia enfadado y de forma mas que clara, tanto por mis facciones, como por la forma agresiva de caminar mientras me dirigia a la salida. El umbral no tardo en recibirme y de alli segui caminando en direccion a los jardines.

Aun asi su pregunta hecha en alto era de lo mas extraña... era jodidamente extraña... sin contar esos ojos abiertos de par en par, por la sorpresa. ¿Que cojones se le habia pasado por la cabeza?

Sólo le faltaba mirar hacia abajo y darse cuenta de que estaba desnuda para completar el sueño perfecto sobre la temática “tierra trágame”.

Ya estaba suficientemente sofocada por el beso, pero cuando escuchó la voz de Carlotto a su lado y sintió la mirada del sacerdote sobre ella, llegó a la conclusión de que el rostro debía estar literalmente ardiendo en llamas. Bajó la cabeza sin atreverse a decir absolutamente ni una palabra ¿qué coño vas a decir encima? Sólo con imaginar a la señora que parecía ser la madre de Steve dándose cuenta de lo que había pasado...¿pero en qué estabas pensando pedazo de idiota? Y encima Marko había salido disparado y con cara de matar a Carlotto... sabía que tenía que irse de allí, ¿con cara iba a quedarse después de su comportamiento? Si mamá me hubiera visto...fulminada en el acto, tal cual...

Comenzó a moverse, se van a pensar que encima voy detrás de él ¿y qué otra cosa podía hacer? Tenía que avisarlo, pero antes de salir pasó al lado de Carlotto lo siento, no sé que... ni siquiera fue capaz de alzar la vista mientras caminaba en dirección a la salida hasta abandonar el templo. No se percató del pequeño revuelo que se estaba organizando el altar.

!Marko! Llamó al soldado viendo como se alejaba en dirección a los jardines no es lo que crees... le acabas de estampar un BESO, no un besito ni nada en los morros, ¿qué esperas que crea? Suspiró ha sido un poco buff... !Hilv! Hablemos un momento le pidió pero no te acerques mucho... por si acaso

Se fijó en la mujer que se acercaba, con ese rostro pálido que podía entender perfectamente en un momento como ese. Pero fuera de lo que pensaba, le llamó por su nombre. Miró al suelo por un momento mientras Arabelle se acercaba antes de otear los ojos avellana de Kara.- Soy yo, si, ¿Nos conocemos?. 

El grito de Hilv llamó la atención del cura que alzó la vista mas serio, como ella bien lo recordaba- Igual debería de sentarse... Si me da un segundo- bajó las dos escaleras, anclándose ya a la rojiza alfombra que delineaba el camino central de la iglesia. Ya había alguien hablando con los que sea que hubiesen levantado semejante revuelo. 

No se lo podía creer, en el funeral de su hijo...estaba acercándose al féretro, cerca de Moss cuando por el rabillo del ojo vio el beso y la queja de la muchacha sobre lo que al parecer había pasado ¿Se había propasado el hombre? La ira apareció en su rostro, y acabó por alzar la voz cuando Marko se marchó de malas maneras, aun a medio camino- ¿Es que no hay respeto ni siquiera ahora? ¿No podéis dejar las cosas a un lado? Por el amor de dios, es la casa del señor. 

Menudo funeral estaba teniendo la pobre mujer. 

Marko por su lado, al girarse para irse se encontró con OA, una muchacha a la que muchos reconocerían que no había estado en cuarentena, de armas tomar y amiga de Steve en la entrada. Con una cara de descomposición total. Porque era su novia, aunque solo los que llevaban un tiempo lo sabían. 

Hijo de puta, lo sabía, es que lo sabía -el bofetazo se escuchó en toda la iglesia, y se marchó, mientras lloraba.

OA salía y él entraba, enfundado en un traje negro, con las manos en los bolsillos. Una rápida ojeada a la llorona, y luego su vista paseó hasta Hilv, a la cual dedicó una sonrisa amable antes de seguir su camino hacia el féretro, en mitad del silencio tenso que llenaba ahora mismo esas paredes.

No era demasiado alto, ni bajo, ancho, ni estrecho. Aunque tenía algo...un aire, daba una sensación extraña de comodidad, de sencillez. 

Kara dió un solo paso hacía atrás con el rostro contraido por el dolor, como si hubiera recibido una bofetada. No entendía nada. Miles de hipótesis se cruzaron por su cabeza. Sentía una mano en su espalda y se giró desconceratada para ver a una joven que la miraba con cara de sincera preocupación.

- Eh...si - vió a Geralt pasar por su lado y bajar los escalones como si ella fuera una más de las asistentes. Como si el tiempo que vivieron juntos nunca hubiera existido y solo hubiera sido un bonito sueño. Quería zarandearlo, gritarle que era su esposa, que la mirara a los ojos y ver el amor que antes brillaba en ellos, pero no era momento para aquello.

Se dejó guiar por la chica y entonces vió a Mike, en un lateral. Casi como si no tuviera fuerzas extendió una mano invitandolo a acercarse pues realmente necesitaba tomar asiento. Y también su consuelo.

Susan llevaba un rato deambulando por los jardines con cara de perdida. Llevaba la esquela en la mano y parecía estar buscando algo, probablemente el lugar donde se celebraria el funeral.

No conocía al tal Steve Rogers, pero parecía un poco maleducado no asistir a un funeral al que te habían… ¿se decía invitado? No estaba muy segura. No parecía una palabra muy acertada, dadas las circunstancias. Fuera como fuese, Susan era la clase de persona a la que le hacía ilusión cualquier tipo de invitación, incluso las notificaciones de cambio de políticas de privacidad que le llegaban por correo. Una vez le llegó una carta de un tío que decía ser el legitimo heredero del rey de Nigeria y necesitaba dinero para desbloquear su herencia. Por supuesto, Susan no podía enviarle dinero, pero sí que se tomó su tiempo para mandarle todo el ánimo en una postal de purpurina. Hoy había traído pastelitos.

El caso es que en esas estaba cuando tres cosas sucedieron a la vez:

La primera, Marko salía con cara de cabreo de la iglesia, lo cual visto en perspectiva, tampoco era especialmente sorprendente.

La segunda, una tía surgida de la nada le planta un bofetón digno de cualquier culebrón venezolano.

La tercera, y esta era la buena, es que por fín parecía que había encontrado el templo apropiado.

Sin saber muy bien que hacer, Susan se quedó un rato observando la escena, inmóvil como una liebre sorprendida por los faros de un coche. ¿Debería saludar? ¿Quizá preguntar si todo iba bien? Era evidente que no, pero el condicionamiento que su madre se había esforzado en tatuarle en el cerebro durante toda su infancia imperaba a todas sus células a hacerlo, claro que parecían un pelín ocupados. ¿Tal vez ofrecer un pastelito? Tampoco tenía muy claro que fuera la mejor ofrenda de paz. Nada que pudieran tirarse a la cabeza, decidió. ¿Porqué siempre le pasaban este tipo de cosas?.

Por suerte o por desgracia, la chica del bofetón se marchó antes de que ella pudiera hacer o decir nada, llorando como una de sus magdalenas. Justo en ese momento, Hilv salía corriendo por la puerta y ella se decidió a levantar la mano en un gesto discreto de saludo. La verdad es que, tampoco tenía muy claro que alguien se hubiera fijado en ella.