Partida Rol por web

Kara apretó con suavidad la mano que le había cogido su compañero de cuarentena. Cabeceó ligeramente ante su pregunta - Aquí no - musitó

Geralt comenzó la misa y Kara se colocó mejor en el banco, no sin antes dibujar en sus labios un silencioso gracias dirigido a Mike por su ofrecimiento de ayuda. Había soltado su mano pero en cambio sus cuerpos se rozaban por la cercanía. La reconfortaba sentir que estaba ahí, sobre todo mientras veía a su marido actuando en un rol dificil de creer. Él había sido soldado. Soldado. No un maldito cura.

Comenzó a sentir frío, profundo e intenso, y por más que intentaba entrar en calor frotandose ambos brazos no lo lograba. Intentó no pensar en nada pero los recuerdos y las preguntas seguían asaltandola.

- Tengo que hablar con él de nuevo. No puedo dejarlo así - le dijo nerviosa al médico cuando terminó la ceremonia. - De nuevo gracias por tu ayuda - le susurró. Fue entonces cuando se  levantó y recompuso la falda del vestido, intentando coger nuevas fuerzas, para dirigirse a un lado del pulpito esperando que acabara lo que tuviera que acabar para acercarse a él.

Kara permaneció a un lado del altar, abrazada a si misma, y observando los movimientos de Geralt. Su forma de moverse, su rostro, la forma de dirigirse a la madre del fallecido y a aquellos que se habían acercado a decirle algo...

Se sentía rara pues en la misión ya había creido que estaba vivo cuando escuchaba su voz advirtiendole de los peligros de aquel lugar. Ahora era diferente, o eso quería creer. ¿Había perdido la memoria? ¿Era o no era SU Geralt?

No supo cuanto tiempo permaneció de pie pero por fin se había quedado solo. Se acercó como un cervatillo que se acerca a comer pero no sabe si es seguro hacerlo todavía o esperar.

- Antes no quería interrumpir el oficio - comenzó a hablar y su propia voz le sonaba extraña, triste, a la espera de lo peor. - Me preguntaste si nos conociamos. - hizo pausa pues aún seguía siendo dificil - Si. Nos conocemos. Pero me dijeron que... que habías caido en combate. Antes eras soldado como yo y ahora...verte aquí...con los hábitos... - sus manos jugueteaban nerviosas una con la otra hasta que reunió el suficiente valor de mirarlo directamente a los ojos - Soy Kara -

Arabelle se detuvo un momento en la puerta al ver que Moss la seguía preocupado. Se giró hacia él, mientras se cogía las manos con cierto nerviosismo. 

-No... no es eso... es.. - se quedó cortada antes de decir nada. Miró un momento a su alrededor - Solo necesito salir un momento... ¿te importa si hablamos fuera?  

Arabelle suspiró en cuanto cruzó el umbral. Se apartó de la iglesia, buscando una zona más o menos amplia. Allí se cruzó de brazos y agachó la cabeza, avergonzada por el espectáculo que acababa de dar. 

-No es por Steve... - dijo al fin - Es la iglesia... y el sacerdote, y el sermón... es... mierda... - le estaba costando un poco mantener la compostura - Yo acostumbra a ir a la iglesia, con mi familia. Nunca he sido demasiado creyente, pero que yo fuese hacía feliz a mis padres y a mi hermano, y a los amigos de mi familia... y eso me hacía feliz. Me sabía de memoria todos los salmos... aun recuerdo muchos. Era una iglesia pequeña, de un barrio de las afueras. El cura era como este. Siempre tenía grandes palabras sobre dios, pero no muchas sobre el resto de cosas... daba igual la ocasión. A mi... - se encogió de hombros - me daba igual. Yo era feliz allí... la gente que había allí era mi familia... hasta que decidieron que ya no me querían allí... - apretaba los brazos contra su cuerpo, nerviosa. La voz se le rompía al decir aquello - Primero el cura... me prohibió volver... luego los amigos de mis padres... dejaron de invitarme a sus casas... luego mi hermano... - parecía que iba a decir algo, pero no terminó la frase - todos dejaron claro que no querían saber nada de mi... mis padres no lo dijeron abiertamente, pero era evidente que estaban incómodos conmigo... así que al final me fui... Me fui a estudiar fuera, y empecé a buscar excusas para no volver de visita, y nunca insistieron en que lo hiciese. Poco después dejaron de llamar... - se limpió unas lagrimas que había dejado caer mientras trataba de recuperar la compostura - Lo siento... mierda... soy una imbécil... hoy no es el día para esto... hacía mucho que no entraba en una iglesia... creía que había superado todo esto... no tendría que haber venido... joder... es el funeral de Steve... soy una idiota... 

Las palabras por fin salieron por parte de OA, primero indicandome un fallo del que ni siquiera habia sido consciente, porque ahora mismo me importaba una mierda estar donde estaba. Como si era en mitad de una puta sauna, o de un jodido coliseo. Eso no era lo importante, pero bueno... si lo era, pero me daba igual. Aun asi pude notar su vena hinchada... ante mis palabras que podian provocar serias repercusiones.

Siguio saliendo y parecia que tenia para todos, para absolutamente todos y poco a poco, todo lo de alrededor dejo de tener sentido, dejo de tener siquiera presencia porque al fin y al cabo, aunque no fuera ella, habia compartido mi vida con esta mujer durante los ultimos dos años. No solo eso, habia aceptado que habia cosas que nunca podria contarle, habia aceptado muchas cosas que la gente normal no aceptaria en una relacion y por eso... se merecia mas que la mayoria. Aunque habia verdades que podrian destrozarla... y seguir a mi lado... era un camino de no retorno.

Verla asi, verla a punto del llanto, en un nivel de enfado superior y como todo parecia estar a punto de irsele, me dolio, me dolio de verdad. Mi mandibula se tenso, mis manos se cerraron sobre si mismas, pero no por ira, o rabia hacia ella, sino porque despues de todo tras todos estos años... seguia siendo un orangutan en muchos sentidos, en demasiados. Nada habia cambiado, absolutamente nada y la muerte, ciertas muertes tienen un precio. Habia desoido una promesa... por completo.

No escuche a Hilv, ni siquiera fui consciente de lo que decia Susan. Solo podia ver la cara desfigurada de OA, mientras soltaba todo eso y como al final, simplemente queria irse. Una parte oculta de mi, oscura y negra, me decia que lo mejor era dejarla irse, se ahorraria dolor, pero no asi... no podia dejarla irse de esta forma, porque seguia siendo un orangutan... era asi de simple.

Tome su brazo, si hacerle daño porque era lo que menos queria hacer ahora mismo, mas daño. Ya habia hecho suficiente, se me daba demasiado bien hacer daño a la gente que me importaba. Me acerque y la rodee con mis brazos, para abrazarla y pegarla a mi, porque senti que es lo que debia hacer, que es lo que tenia que hacer y porque queria. En una parte muy profunda alguien me habia enseñado, algunas cosas que tendia a olvidar.

OA era explosiva, peligrosa, erratica a veces, sabia que me golpearia, que lo intentaria... y me dio igual cualquier daño que pudiera hacerme, esto es lo que me decia mi obtusa cabeza que debia hacer y pagaria el precio, solo esperaba pagarlo yo y no ella. - Lo siento... - El tono no era un gruñido, ni tampoco el de unas piedras chocando, y sin duda no seria el tono amoroso de un novio normal, porque eso estaba claro que no era lo mio, pero sin duda tenia un tono muchisimo mas blando que el que ninguno de los presentes, a excepcion de OA me hubiera escuchado emitir. - Yo... lo siento...

Permanecí sentado junto a Kara durante la ceremonia, sin poderme siquiera imaginar como de duro debía ser para ella la situación que estaba viviendo. Ni tan siquiera escuché el sermón, ideas y suposiciones sobre lo que podía haber pasado daban vueltas sin cesar por mi cabeza. Algunas las descartaba conforme las pensaba, pero otras... otras quedaban allí para poder estudiarlas con más calma. Cuando noté que el frío comenzaba a atenazarla le ofrecí mi chaqueta.

Cuando la ceremonia acabó me dijo que iba a tratar de volver a hablar con el sacerdote.- Claro, estaré aquí por si necesitas algo.

Me acerqué a Ella y Daniel sin quitar ojo al púlpito.- Hola ¿Como estáis?- Les pregunté, pues entre que había llegado no demasiado puntual y la ceremonia aún no les había saludado.- Creo que no me habéis presentado aún a estas dos princesas.

Asintió con vigor a su petición de seguir hablando más alejados de todo aquello y tras cederle el paso la siguió acompasando su caminar a la velocidad del de ella. Cuando se detuvieron se cruzó de brazos para escucharla atentamente ajeno a todo lo que pasara a su alrededor. Solo le importaba el dolor que veía en el rostro de aquella chiquilla. La dejó desahogarse y soltar todo lo que llevaba dentro mordiendose la lengua para no saltar, pues algo parecido al enfado estaba germinando en su interior.

Con el dorso de su dedo indice sobre la barbilla de ella la obligó a alzar la cabeza, y cuando lo consigió, retiró la mano y la enlazó con la otra tras su espalda - No vuelvas a decir eso - la reprendió - No eres idiota - remarcó la última frase con tono de enfado.

- Es normal que te sientas así. Lo que no entiendo es como alguien que debe proporcionar paz y consuelo puede darle la espalda a su pueblo, como ellos lo llaman. Ni tampoco como sangre de tu sangre no luchó por ti. La verdad es que estoy seguro de que no hay nada tan horrible en ti como para que esas personas hayan podido alejar a alguien tan bondadoso como tú de su lado.- su tono se había suavizado y ahora la miraba con cierto afecto

- Solo tú te preocupaste por las almas de los que allí dejamos y me alegro de haberte ayudado a darles un trato digno aunque en un principio no entraba en mis pensamientos - sus ojos se tiñeron de cierta vergüenza al recordar aquello.

- Ellos se lo pierden - miró hacía la Iglesia. - Todavía estas a tiempo de darle un último adiós a tu amigo si es lo que quieres. Yo esperaré por aquí por si al final aceptas mi invitación a tomar un café o lo que sea - 

Michael volvió su atención a Samuel y pareció dudar un instante antes de contestar.

-Se puede decir que conozco a casi todo el mundo, pero si me pregunta si era mi amigo, no, no lo era... solo era uno de mis clientes. Pero el que yace ahí podría haber sido un amigo mío, un compañero de armas, y es mi deber presentar mis respetos por un hermano caído en acción. Ojalá que los dioses, sean cuales sean los que siguiera, le ayuden esté donde esté. Que Tlayahoua le guíe a través de las sombras -su última frase casi parecía sacada de un libreto religioso, con la mirada clavada en el ataúd para luego volverla a Samuel- Cuando salgáis fuera tened cuidado y apoyaros señor Kreig. Si me necesita o quiere dar una vuelta estaré paseando por los jardines de los templos, creo que estirar las piernas con un cigarrillo me vendrá bien.

-¡Hola! -salude afablemente a Mike al aparecer. Sonreí henchida de orgullo ante su petición, - esta de aquí es Tamra, es mi hija - señalé con la mano que tenía intacta aún - y esta es Maggie, la de Daniel - después me gire hacia Mike y miré a las chicas - este es Mike, es un buen amigo mío, le debo mucho - tampoco quería entrar en detalles, no era algo que debieran oír unas chicas.

-.Jojojojo-. Ríe con orgullo el doctor ante las palabras de su hija-. Claro que sí puedo señorita Weiland solo dadme un tema y te aseguro que te sorprenderás-. Expresa con una soberbia actuada para luego hacer sonar su cuello, invocando un aguado sonido oseo-. Y no te preocupes no es como si lo hiciésemos todos los días ¿no? además puedo hacer algo bastante saludable si te preocupa “aquello”, pero, si me permites mi más sincera opinión, creo que son suposiciones fundadas por ti misma-. sus labios marcan dichas palabras al notar cierta preocupación por parte de Ella.

-.Señor Thompson-. Unas educadas palabras y una amigable sonrisa son las respuestas a la acción de Mike para luego afirmar con el cuello la afirmación de Weiland-. Niñas saluden al buen Mike-. Indica cariñosamente a las dos bellas muchachas que deslumbraban el lugar, para posteriormente poner, por unos segundos, una mirada seria y fría dirigida al púlpito, una que contrasta totalmente a la amigable que se imponía de forma soberbia en su rostro en la mayor parte del tiempo-. ¿Cómo se encuentra la Señorita Tharson?-. pregunta con un tono profesional, digno de cualquier persona especializada en salud, sacando, nuevamente, la fina barra de chocolate y ofrecerles a los presentes, especialmente a las niñas para que se distraigan de los temas de adultos-. Si están de ánimo se nos pueden unir ambos a nuestra actividad, le aseguro que abra abundancia de apetitosa comida y la amigable compañia de este guapo doctor-. Daniel dirige sus cansados ojos a Mike, esperando su respuesta.

Kara se acercó al cura cuando todo ya hubo terminado, este la invitó a que le acompañara tras unas breves palabras hacia las dependencias internas de la iglesia tras despedirse afectuosamente de la doliente madre de Steve. 

Te miró ya tras pasar la primera puerta, cerrando esta detrás tuya- Creo que aquí...es un mejor lugar donde poder tener una conversación señorita...- Hizo memoria- Kara. 

Sin duda me parezco mucho a alguien que ha conocido, pero lamento decirle que no soy yo.- Cruzó las manos mirando alrededor, en ese pequeño almacen de velas, libros con un banco de madera, una mesa pequeña redonda de piedra y una maleta al lado de la otra puerta que había cerrada- Me acaban de destinar aquí- Una sonrisa lo suficientemente amable como para saber que no era propia de con quien le habías confundido. El no la tenía tan limpia, no desde hacía mucho tiempo.

El ofrecimiento de Susan la dejó picueta e incluso la descolocó de entre tanto odio, ira y dolor que estaba envolviendo a la chica. Balbuceó algo antes de arrancarle una como quien dice, y simplemente la tuvo ahí, en su mano. Hasta ignoró a Hilv. 

A quien no ignoró fue a Marko. Porque el no era ignorable. Era de todo menos eso. ¿Un puto abrazo? ¿Después de que se lo dijera la subnormal de pueblo que no tenía culpa de nada?! Si era una puta cría y no tenía ni tetas! NI CULO! El la agarró del brazo, ella se giró porque quería irse, pero en vez de un puñetazo, de un insulto, de estamparle la magdalena en la cara, le pegó un cabezazo que incluso contuvo un salto. Y le dio en toda la nariz. 

La sangre manó de Marko que había retrocedido dos pasos por el golpe, y en cuanto eso ocurrió apareció por ahí un cifrado que le dio una descarga eléctrica tal a OA que la dejó medio inconsciente en el suelo. A lo lejos, se veían un par de CAIRO acercándose directamente. 

Kara lo siguió con el corazón en vilo. Corazón que acabó contra el suelo hecho añicos. - Puede ser - dijo ruborizandose levemente mientras se llevaba una mano al vientre y daba un paso atrás dispuesta a marcharse, pero algo la obligó a permanecer plantada en el mismo sitio.

- Pero dice que se llama como mi marido - dijo con desesperación - Puede que haya algo distinto de como era él pero he vivido contigo, he dormido contigo... te conozco y se que eres tú - no podía llamarle de usted. Para ella aquello era como un disfraz demasiado dificil de asimilar

- Sé que muchas noches te solian dar pequeños calambres en los gemelos fruto del exceso de ejercicio que realizabas en tu trabajo. Sé como te cuesta sonreir, pero cuando lo haces es lo más bonito que yo haya podido ver, y se que tienes tres pequeños lunares en este lado del pecho - dijo dando varios pasos señalandolo en su propio cuerpo.

- ¿Quizás has sufrido algún accidente? ¿Algo que haya borrado parte de tus recuerdos? - No se podia creer que ella estuviera pronunciando aquellas preguntas. Sabía perfectamente que sonaba como una loca, pero se aferraba a aquella descabellada idea antes de ceder ante el hecho de que Geralt realmente estuviera muerto y él solo fuera una copia de su marido.

Notaste la rojez en sus mejillas al mencionar el mero hecho de dormir con él. Se rascó la nuca, con dos dedos dudosos por un instante- Lo siento Kara, pero...-negó- No he tenido ningún accidente, recuerdo toda mi vida. Y usted, bueno, es la primera vez que la veo- Volvieron esos ojos verdes como el océano antes de una tormenta a posarse sobre los tuyos.

No piense que- levantó las manos, pacificamente- que creo que no está bien por decirme esas cosas. Pero no soy su marido, no tengo esos lunares que menciona- Y ahora que te fijabas, tampoco esa marca pequeña bajo el párpado derecho que ganó en un día en el lago mientras intentaba pescar sin conseguir nada. 

El hombre ya no sabía que mas decir, pero era pacífico, tranquilo y sosegado conteniendo las formas en todo momento. La personas, cuando pierden a gente que aman, a veces también dejan de ver la realidad como deberían. 

-Gracias... gracias ... - se apoyó sobre él - Se que no fue culpa mía... entonces era una cría y no lo sabía... pero ahora si. Pero eso hace que duela más... aun me siento un poco como una decepción para ellos... Sería más fácil si fuese culpa mía... si fuese algo que hubiese hecho y pudiese arreglar...  - se apartó un par de pasos de él, un poco más calmada, y se limpió el rostro - Siento haberme puesto así... no pensaba que me fuese a encontrar así... - miró de reojo hacia la iglesia - hacía tiempo que no pensaba demasiado en esto...  - le puso un momento la mano sobre el brazo y lo miró a los ojos - Gracias por escucharme... 

Se quedó dándole vueltas un momento a la idea de volver dentro.En aquellos momentos prefería evitarlo, pero seguramente fuese la última oportunidad que tendría. No había conocido demasiado a Steve, pero aun así sentía la necesidad de despedirse.

-Volveré pronto - comentó asintiendo cuando el sugirió la idea de volver dentro - Espérame aquí, nunca digo que no a una taza de café - sonrió mientras volvía hacia la iglesia.  

Arabelle entró de nuevo en la iglesia apenas unos minutos después de haberla abandonado. Quien estuviese cerca podía ver que tenía los ojos enrojecidos, y el maquillaje un poco deslucido, como si hubiese estado llorando. Caminó, con paso inseguro, con los brazos cruzados y pegados al cuerpo, hacia el féretro. 

Se quedó delante del ataúd, en silencio. Hablando en voz muy baja, parecía que para ella misma. Tras unos segundos hablando, estiró el brazo y tocó con la yema de los dedos la superficie del féretro, en señal de despedida. 

Al estar más cerca se dio cuenta de que no tenía aquella marca en su rostro y él decia que tampoco los lunares. Se sintió totalmente estúpida y ridicula

- Yo... lo siento - se llevó las manos a la cara para intentar aplacar el ardor que sentía en las mejillas con sus manos heladas - Siento haberos incomodado - se dió la vuelta y salió de allí como una exhalación.

-Apenas tuvimos tiempo para conocernos. Me llamaste la atención durante la fiesta, con los trucos de cartas que hacías para Azazel. Ese fue uno de los pocos momentos en que nos vimos. Gracias a ti conocí a Azazel. Nos hemos hecho buenas amigas desde entonces...  Me habría gustado que nos hubiésemos conocido más, pero aunque no lo hiciésemos te echaré de menos. Me ayudaste a empezar a dejar de estar sola en Titán... Gracias, Steve. 

Kara salió de aquel pequeño cuarto con las mejillas teñidas de rojo y la mirada baja. Su andar era rápido y esquivaba a la gente que pudiera interponerse en su camino cuando ya casi los tenía encima. De hecho notó que golpeaba a alguno con el hombro al no darle tiempo a apartarse pero no detuvo su avance. No quería ver a nadie. No quería hablar con nadie.

Solo quería hablar con una persona para que le diera explicaciones pero no en aquel lugar, pues no se sentía con fuerzas para ello. Sabía donde encontrarle cualquier dia del año.