Partida Rol por web

—Madre mía que falta de compostura —no pude evitar pensar al ver el comportamiento de la soldado que estaba con Marko, hasta el sacerdote se vió obligado a intervenir. Marko no parecía para nada complacido, menos aún la madre de Steve.

—Sientate aquí, cariño —le indiqué a Tamra. Al oir la bofetada me giré para ver a Marko plantado delante de su novia, en verdad no había sido culpa de él, pero no iba a meterme en asuntos de amores.

Levanté la mano para atraer la atención de Susan que parecía perdida en medio de la nada para que se sentara con nosotras.

Samuel le tendió finalmente un cigarrillo a Doe cuando termino por espabilarse mientras todos iban pasando, le miro a la cara durante unos segundos sin saber que decir al pasarle el cigarro y asintió finalmente.

 - No creo que pase dentro. Steve era mi mejor amigo junto con un par de chicas a las que busco, supongo que estaran dentro o yo que sé. - Negó con la cabeza - Precisamente yo soy el tipo de persona que prefiere el retiro y estar a solas, pero quería apoyar a alguien que estará igual de dolido como yo o más por la muerte de nuestro amigo....joder, ni siquiera me lo creo todavía. Espero que encontrarlas tras la ceremonia.

 Su frustración solo crecía a medida que hablaba, en su cabeza también estaba la imagen de lo que había visto y cada poco le venía a la mente, aquella persona... no podía ser solo una ilusión.

 - Gracias por el mechero Señor Doe, y sí me parece un buen trato, mi mechero se quedo en la mesita de noche - Lanzó un suspiro a la par que se ponía el cigarro en la boca y esperaba a que su interlocutor prendiese el pequeño cacharro para darle un par de caladas al cigarrillo - No creo tener el valor para verle en el feretro, así que espero poder despedirme de él como seguramente quisiese hacerlo, con un truco de magia o con alguna partida al Texas Hold'em con apuestas entre nosotros....ah, debí haber montado una timba antes de la misión.

Nuevamente la tristeza empezó a embargarle pero esta vez intento tragarse las lagrimas, otra vez su vista se desenfocó para luego volver a centrarse y soltó un suspiro con el cigarro en la boca.

Simplemente hago una pequeña reverencia al momento de que Arabelle se disculparse y partiera hacia el interior de la iglesia, por mi parte simplemente sigo disfrutando mi cigarrillo por unos segundos más para luego apagarlo y dejarlo en mi cenicero portátil, ya saben… esa mierda del medio ambiente blablablá.

Llamo a mi retoña para indicarle que el funeral estaba por comenzar y en el momento en que ambos pisamos el piso “sagrado” de la iglesia veo: A Kara media descompensada, una pareja besándose, la verdadera novia golpeando al novio y la madre de Steve con un aura intimidante. Un escenario bastante interesante y poco común si es que hablamos de un funeral ya que esto es un funeral ¿no? En fin, sigo avanzado con el objetivo de encontrar un buen puesto para seguir presenciando todo este funesto espectáculo, trabajo que no me costó demasiado cumplir ya que pude localizar a Ella que levantaba su brazo quizás para saludar a otra persona ¿Quién sabe?

-. Muy buenos días señoritas ¿Le permiten a este viejo hombre y a su bella hija sentarse a vuestro lado? -. Es lo que digo saludando a la madre y a su hija con total amabilidad para luego sentarme al lado de ellas de tal forma que mi hija pudiese estar al lado de Tamra para interactúen sin problemas-. Y dicen que los funerales son aburridos y melancólicos-. Indico con una sarcástica sonrisa, observando como todo se desarrolla y llevando mis dedos a mi ambo para sacar una fina barra de chocolate-. Pero al menos el deprimente ambiente se ha diluido un poco ¿No creen? -. Parto delicadamente el chocolate en cuadrados perfectos y los ofrezco a las mujeres que se encontraban a mi lado, comenzando con las niñas y luego los adultos-. ¿ves Maggy? Te dije que esto no sería aburrido-. indico con total sinceridad. Sí, tengo que ser sincero, estoy disfrutando de este escenario-. Y usted señorita Weiland ¿Cómo la vida la ha tratado? No la veo desde que salimos de cuarentena-. Me dirijo a Ella mientras ofrezco otro pedazo de chocolate a ella y a su hija, sin dejar de tener una entretenida sonrisa en mi cara.

Apenas habia conseguido poner espacio entre mi persona y Hilv, cuando me di de bruces con OA. Si, la desaparecida OA, mi novia, la misma persona con la que se suponia que compartia piso y la cual habia estado desaparecida desde que habia llegado de cuarentena. Estaba frente a mi, con una cara que era un poema y antes de que siquiera pudiera decir nada, no ya explicar si es que habia necesidad, el restallido contra mi rostro fue mas que obvio. El giro de mi cuello me indico lo que habia pasado mientras yo mismo intentaba centrarme, por la sorpresa del gesto. No por el golpe, eso podia entenderlo, OA no se andaba con tonterias, sino porque en este caso no entendia el motivo, yo no habia hecho una mierda...

Se dio la vuelta y yo con el ceño fruncido mas por la incomprension que por enfado ninguno, hice lo unico que podia hacer, ir detras de ella. Maldita sea, aun recordaba cuando alguien me habia dicho que odiaba los eventos sociales. Cuanta razon tenia.

No grite, no hice aspavientos, porque no era de la incumbencia de ninguno de los presentes, asi que simplemente avance lo bastante rapido como para llegar hasta ella, una vez fuera de la vista de los demas.

La tome del brazo en cuanto pude, intentando que se detuviera para entender que cojones se le habia pasado por la cabeza. - OA, ¿Pero que cojones te pasa? ¿A que ha venido eso? - Estaba enfadado, porque que su primera reaccion tras todo el tiempo separados fuera darme una ostia, dolia. Aunque debia admitir que menos de lo esperado, ese sueño o lo que fuera... habia cambiado las cosas, centrado mi mente.

Si esto era por el beso no correspondido de Hilv, la cosa iba a empeorar y rapido.

Noté como algo ensombrecía el rostro de Kara cuando el sacerdote le dijo algo que no llegué a escuchar. Lo que sí escuché fueron los insultos que llegaron desde la puerta, girando la vista a tiempo para ver a una mujer abofetear a Marko. El funeral se estaba descontrolando, pero en mi juicio profesional parecía que Kara iba a desmayarse en cualquier momento.

Dejó que Arabelle la acompañara a uno de los bancos y nuestras miradas se cruzaron. Recorrí los pocos pasos que nos separaban y me acuclillé al lado de la soldado y de la bióloga, no quería que mi presencia, levantado en la primera fila, generara más incomodidad a los familiares de Steve.

Sonreí a Arabelle como muestra de agradecimiento, se notaba que era buena gente. Con una mano apoyada en la rodilla de Kara le pregunté.- ¿Te encuentras bien? ¿Necesitas salir a tomar aire?

Michael aceptó el cigarrillo con una de sus extrañas sonrisas cuando observó al hombre que entraba al templo con un traje negro, quedando su sonrisa ligeramente congelada, con una ligera mueca para luego volver a su expresión de siempre. Sus ojos, siempre oscuros, casi imposibles de distinguir cuando se movían, parecían clavados en el otro.

-No me esperaba eso... -susurra casi para si, para luego mirar a Samuel- Gracias por el cigarrillo, creo que me lo fumaré luego -comentó mientras encendía el del muchacho con el mechero para luego centrar la vista en el interior del templo- No se en que creéis vosotros, pero yo siempre he creido que nadie muere realmente mientras sea recordado, mientras quede alguien que pueda decir "Yo estuve con él, existió, jugabas al poker cada fin de semana". No se si me entiendes a lo que me refiero... -para, tras una ligera pausa y un suspiro, agregar con un tono leve- Creo que debo disculparme, supongo que divago demasiado en ocasiones...

Ayudó a Kara a llegar hasta uno de los bancos, y se quedó con ella hasta que Mike se hizo cargo. Él parecía conocerla, al menos sabía su nombre. Arabelle recordaba haberse cruzado con ella un par de veces, pero no creía que hubiesen hablado nunca.

-Si me necesitais para cualquier cosa, estaré ahí atrás ¿vale? 

Se despidió de ambos y se dirigió a la última fila. No le gustaban las iglesias, no le gustaba estar dentro. Su primer impulso fue el de salir, o quedarse de pie junto a la puerta, pero al final se decidió por sentarse en la última fila. Allí estaba River, pero se abstuvo de sentarse junto a ella. Parecía querer estar sola. Arabelle se sentó en el extremo de la fila, sola también, a la espera de que el cura empezase. 

Poco antes había habido algo de alboroto. Le había parecido ver a Hilv marchándose, pero concentrada como había estado en Kara no había visto lo que había ocurrido.

Todo aquel jaleo hizo que su mirada se dirigiese al fondo del pequeño edificio. Vio a Hilv salir tras otras personas que no conocia. Su ceño se frunció con preocupación por la joven. Le había cogido cariño durante la cuarentena. Pero lo cierto es que aquello atraía la atención de todos así que aprovechó para volver a acercarse a Steve e intentó fijarse mejor en el y en el féretro. Tocó la piel de su frente y su mejilla fingiendo que lo acariciaba por si alguien se coscaba de lo que estaba haciendo, pero en verdad ejercía cierta presión.

Sabía que aquello era una locura, una paranoia, pero no pudo evitarlo.

Ufff... la señora...la señora se ha dado cuenta...madre mía...Pero claro, la cosa no podía parar ahí y apareció la novia psicótica de Marko, que obviamente había visto lo sucedido mira, al menos esta vez no ha sido una puta pelicula en su cabeza y tortazo al canto en medio del funeral, sin respetar a nadie, en plan superdrama, vale, no soy la más indicada, pero no es... espera, espera, ¿qué dice que sabía? ¿de que habla la loca? sirvió para que Hilv se enfadara, y posiblemente fue eso lo que termino de conseguir que se pusiera de nuevo en marcha para salir de allí...

Detuvo sus pasos al ver al que le faltaba por ver, y quería hablar con él, pero no ahora de puta madre, jodido rarito no le devolvió la sonrisa, estaba muy avergonzada, un poco enfadada, pero le hizo un gesto con el dedo que indicaba luego, esperando que la comprendiera. También vio el saludo de Susan, defecto profesional el de fijarse en las cosas a su alrededor Hola Susan le dijo antes de coger uno de esos pastelitos que la chica había traído, y después de las charlas que le habia dado sobre la comida, tenía claro que comerse uno de esos dulces indicaba que no iban muy bien las cosas para la joven soldado.

Salió finalmente de la iglesia sin querer pensar ni un solo segundo que en algún momento debería pedir disculpas por su comportamiento.

!Marko! Llamó al soldado, que se había alejado un poco de la puerta mientras intentaba que la chiflada celosa se parara cogiéndola del brazo no es lo que crees...le acabas de estampar un BESO, no un besito ni nada en los morros, ¿qué esperas que crea? Suspiró ha sido un poco buff... !Hilv! Hablemos, te lo puedo explicar miró a OA de manera retadora, a ella no quería explicarle una mierda creo todavía tenía la cara como un tomate fruto de lo sucedido en la Iglesia y en la mano tenía un pequeño pastelito con una pinta bastante aceptable y no te acerques demasiado a ella, ni a mi tampoco le dijo con tono imperativo mientras, que nerviosa, se metió el dulce en la boca sin saber muy bien porqué ni tener demasiadas ganas... aunque tenía que admitir que estaba bastante bien.

Azúcar, necesitabas azúcar. 

Con Hilv y Marko saliendo de la iglesia a arreglar lo que fuera que estaba pasando entre ellos Don Carlotto se volvió hacia la pobre madre del difunto, que en un comprensible ataque de nervios comenzó a protestar por la actitud de los jóvenes. El religioso se acercó e intentó calmarla.

-Lamento lo sucedido. -Tampoco tenía alguna forma de excusar el comportamiento de los jóvenes que parecía complicarse con la llegada de otra mujer, la tercera en discordia. Pensó que lo mejor era alejar a la mujer de la entrada y centrarse en la ceremonia, así que le ofreció el brazo para que lo acompañara.- Creo que son los nervios, le aseguro que durante mis años como cura he visto casi de todo. Pero no dejemos que eso estropee la ceremonia. No se preocupe, Steve ahora descansa y nuestra esperanza es reunirnos con él, como así nuestro Señor Jesús desea: "No se turbe vuestro corazón, creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis." Seguro que su hijo disfrutará de la vida eterna cuando el Señor vuelva a por nosotros. 

Acercando a la mujer a la parte delantera y hablando con ella esperaba que pudiera aislarse un poco y olvidar lo sucedido, también darle algo de consuelo en aquellos momentos tan difíciles. Sabía que para una madre perder a un hijo era terrible, pero la esperanza de una eternidad perfecta quizá aliviara en parte ese sentimiento.

La madre acabó en la primera fila, acercándose al cura que iba a oficiar la misa para acabar simplemente llorando de nuevo a su lado. El hombre suspiró, y tras un ligero saludo y un "gracias" sin sonido, solo con los labios hacia Don Carlotto le siguió hablando sobre los textos que iba a leer, por si le parecían adecuados. 

El chico al que Hilv había saludado miró de reojo a Doe, con una sonrisa tranquila y luego paseó hasta la segunda fila, sentándose en solitario en el punto mas alejado del centro. Se arrodilló en el banco de madera, junto las manos observando la imagen de cristo y comenzó a orar. 

Pero...pero que piel más suave. Sin una arruga casi, ni poros, cicatrices, marcas...nada...pero era él. Estaba frío, pero algo blando e incluso tenía su perfume. 

Presencié toda la escena sin que mi cerebro procesara lo que ocurría, el único cambio que sufrió mi estado de ánimo fue que la decepción hacia mis compañeros se sumo a mi abrumadora tristeza. Ni siquiera miré al rostro de los implicados cuando abandonaron la sala; alguien racional se habría alegrado de que dejasen de perturbar el descanso de Steve, pero mi estado actual era lo mas alejado de algo racional del que había estado en toda mi vida.

Un vacío en mi pecho que cada vez me oprimía más, hasta el punto que al final acabé estallando; bajé mi cabeza y la coloqué entre mis piernas ahogando un grito silencioso mientras sollozaba más fuerte de lo que lo había hecho estos últimos días, las lagrimas caían a borbotones y una ligera arcada vino a mi boca. Logré contenerla inconscientemente pero aún así no tenia fuerzas para levantarme, solo quería tumbarme en el suelo en posición fetal y desaparecer para siempre pero la poca consciencia que me quedaba en aquel momento me mantuvo en mi asiento aún agachada.

Kara deseaba aceptar el ofrecimiento de Mike de salir fuera, de alejarse lo máximo posible de aquel lugar, pero ella no se consideraba una cobarde. No huía de los problemas. Apoyó la espalda en el respaldo del banco mientras fijaba sus ojos tristes en el hombre. Se inclinó hacia delante pero se volvió a echar atrás nerviosa. Quería contarle lo que pasaba pero temía que la tomara por loca, pero a la vez necesitaba desahogarse con un amigo.

Puso la mano sobre le banco para pedirle que se sentara a su lado. No podía ser muy cómodo estar en esa postura, además aquello le facilitaba el girarse un poco en el asiento y poder hablar en voz baja.

- Se que te va a sonar a locura, pero... - tragó saliva con dificultad para luego seguir hablando con pausas - mi marido murió. Hace tiempo. Y... está aquí. - sondeó con algo de miedo los ojos de su interlocutor - Vivo. Pero dice que no sabe quien soy - bajó la cabeza abatida.