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Toledo by Night

Cuartel y calabozo de la Santa Hermandad

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19/04/2011, 15:07
Director
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Un edificio modesto de dos plantas y sótano compone el cuartelillo. Situado cerca de la Catedral, podría decirse que está en el centro geográfico de la ciudad. Siempre una luz durante la noche indica que hay alguien de guardia y las patrullas de cuadrilleros hacen sus rondas por barrio.

 

Las cuadrillas están formadas por cuatro hombres: tres soldados y un sargento (o cabo). Todos visten un coleto o chaleco de piel hasta la cintura y con unos faldones que no pasan de la cadera. El coleto no tiene mangas y por tanto dejan al descubierto las de la camisa, que son verdes. Popularmente se conocen como "cuadrilleros" o "mangas verdes", porque el color verde de sus mangas los identifica de inmediato.

 

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19/04/2011, 15:31
Anton Sevareus De Castro
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Enbozado en una capa de lana fina para resguardarse del fresco de la noche, un sonriente Anton Sevareus entra en el cuartel de la Santa Hermandad, sonriente y ufano, como un niño que va al circo con sus padres.

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19/04/2011, 16:24
Director
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Las campanas de la catedral marcan las 3 de la mañana cuando Anton Sevareus de Castro cruza el umbral del cuartel y el Sargento Sánchez le da la bienvenida:

 

Sargento Sánchez: Buenas noches Señor De Castro. Si me acompaña por aquí, iremos a comenzar el interrogatorio y juicio del acusado.

 

Dejan la sala principal, donde un oficial hace guardia sentado en una mesa y otro cuadrillero que limpiaba el suelo se cuadra al paso de los dos hombres y continúa a su tarea cuando éstos se han marchado tras una puerta.

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19/04/2011, 16:30
Director
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Una vez atravesáis la puerta, hay unas escaleras que suben y otras que bajan. Desde el piso superior llega el sonido de algunos ronquidos desacompasados, mientras que el piso inferior está cerrado por una verja con candado. Vosotros continuáis por el pasillo dentro de la misma planta principal, el Sargento Sánchez te guía hacia una sala que hay al fondo, dejando varias puertas a izquierda y derecha. Cuando llegáis a la sala, hay dos soldados, de pie junto a la puerta.

 

Sargento Sánchez: García, Povedilla, traigan al acusado.

 

Los dos hombres asienten y marchan sacando un juego de llaves. Mientras tanto, observas la sala de juicios: es una habitación sencilla, una mesa presidiendo la estancia, sobre la cual hay un mazo; una bandera del Reyno al lado de la mesa, y frente a ella, el banquillo del acusado. En un lateral de la sala, otra serie de bancos para el público o los testigos, así como un pequeño estrado y una pequeña mesa.

El Sargento te hace un gesto con la mano y te ofrece asiento en uno de los bancos laterales y te pide que esperes, tras lo cual sale de la sala.

 

Minutos después, García y Povedilla traen al acusado agarrándolo cada uno de un brazo y le hacen sentarse. El hombre, de rasgos árabes, viste con harapos, y su melena aún húmeda por el probable baño ha sido precariamente cepillada para estar presentable ante el tribunal. Cabizbajo y algo soñoliento, se le escucha sollozar para sus adentros. Ambos permanecen a su lado, mientras otro cuadrillero se sienta en la pequeña mesa y se dispone a tomar notas.

Poco después, por otra puerta distinta, aparece de nuevo el Sargento Sánchez acompañado de un hombre mayor vestido con una túnica oscura y unos legajos entre sus manos.

Sargento Sánchez: ¡En pie!

 

Todos los presentes se ponen en pie hasta que el juez se sienta en su mesa y a continuación, la voz quebrada del anciano declara:

Juez: Interrogatorio y juicio del mendigo Achmed, quien ha sido acusado de robo en la Herrería del Río, propiedad del Señor Anton Severeus de Castro, aquí presente. Pueden sentarse.

Todos se sientan y el juez continúa:

Juez: Sargento Sánchez, por favor, exponga los hechos.

Sargento Sánchez: Sí, señoría. La madrugada del domingo, se encontraba mi cuadrilla haciendo la ronda por el barrio sur, cuando al pasar cerca de la Herrería del Río, el soldado Martínez avistó movimiento en sus almacenes. Un hombre estaba sacando una saca de carbón de la herrería, a lo que yo di el alto en nombre de la Santa Hermandad. El acusado soltó la saca y emprendió la carrera, al igual que la cuadrilla. Una vez preso, el acusado aseguraba que alguien le había asegurado un buen dinero por robar el carbón. El acusado ha pasado noche en el calabozo.

Juez: Gracias, sargento. Póngase en pie el acusado. Diga su nombre completo.

Acusado: Achmed Boukur.

Juez: ¿profesión?

Acusado: vivo de la mendicidad, señor.

Juez: ¿Edad?

Acusado: treinta y uno.

Juez: ¿Es cierto que en la madrugada de ayer se encontraba usted merodeando por el barrio sur?

Acusado: sí, señor.

Juez: ¿Es cierto que trataste de sacar una saca de carbón de la Herrería del Río?

Acusado: sí, señor.

Juez: ¿Es cierto que el Sargento Sánchez aquí presente te dio el alto y emprendiste la carrera?

Acusado: Sí, señor.

Juez: ¿Hay algo que quiera añadir el acusado?

Acusado: Sí, señor. La noche anterior, alguien me ofreció dinero por robar el carbón. Me aseguró que la puerta no cerraba bien.

Juez: ¿Y quién fue esa persona?

Acusado: No pude verle la cara, había poca luz esa noche en los alrededores de la catedral. Y no fui el único, muchas monedas se repartieron esa noche entre los mendigos, señor.

Juez: ¿Está diciendo que alguien pagó dinero a los mendigos de la catedral para que robasen? ¿Puede probarlo?

Acusado: Señor, alguien pagó dinero a varios mendigos, para diferentes cosas. A mí para que robase, pero a otros les ofreció dinero por vigilar a algunas personas. Puede preguntar a los mendigos de la Catedral, si quiere.

Juez: Sargento Sánchez, mande a sus hombres traer a esos mendigos.

Sargento Sánchez: Sí, señoría. Ya habéis oído muchachos! García y Povedilla salen de la sala.

 

 

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19/04/2011, 17:24
Anton Sevareus De Castro
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Con voz firme y clara, el delgado de Castro profiere a la voz que se levanta.

Anton Sevareus: Con la venia señoria...

El noble avanza a cortos pasos hacia el centro de la sala mientras no puede evitar una mirada de desprecio al reo.

Anton Sevareus: Es evidente que este hombre es culpable... ha sido hallado en el lugar de los hechos, con MI mercancia, en mi herreria, y asi lo ha confesado. Extrangero... sin palabra religion, ni padrinos es evidente que dira lo que sea para librarse de una condena por robo. Enlenteciendo este proceso, privando a todos los presentes de su preciado tiempo y corrompiendo la limpieza del proceso con testigos de igual ralea a la suya, y todo hierro ardiente al que pueda agarrarse para salvar su pellojo, lo hara. ¿Un misterioso le ordeno robar y no lo consiguio ver? que conveniente... Que sera lo proximo ¿Un demonio lo obligo a aceptar ese dinero y robar...? Un hombre de bien jamas habria aceptado robar... aunque toda esa patraña fuese cierta. No se si es decente que continuemos dejando a este hombre continuar ejercitando su imaginacion.

El noble deja pasar unos segundos para que su mensaje cale entre sus interlocutores.

Anton Sevareus: No obstante... para acelerar este proceso inutil, y honrar tanto a este jurado como a la Santa Hermandad y el abnegado esfuerzo que realizan, y para salvar la vida de este pobre diablo, que ha tenido la desgracia de una pobre cuna. Señoria estaria dispuesto a retirar la acusacion de robo, si tiene a bien conmutar el castigo del reo por una mera amonestacion, algo como... 50 latigazos en el potro publico.

El noble hace una gentil reverencia juez se sienta nuevamente en su sitio con gesto sonriente pero grave.

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19/04/2011, 18:23
Director
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El juez parece un poco molesto con la interrupción, aunque rápidamente cambia el gesto para prestar atención a las palabras del hidalgo.

 

Juez: Ciertamente el acusado recibirá su castigo por robo, pues así se ha declarado culpable, de eso no hay duda así que no tiene que retirar los cargos. Y por tanto, para hacer justicia al sistema, a usted como perjudicado, pero también al reo por su honradez rebajaré la pena a 30 latigazos en público mañana al amanecer.

Ante esta sentencia, el acusado solloza.

 

Juez: Sin embargo, curioso me parece que en una misma noche dos crímenes con mendigos implicados en puntos distintos de la ciudad, uno como criminal y otro como víctima, es mucha casualidad. Una vez acometida la sentencia que este reo merece, este tribunal estará de nuevo libre para continuar la investigación que ya se halla abierta por los últimos acontecimientos. ¿Algo más que añadir?

Sargento Sánchez: Con la venia, señoría. Me gustaría destacar el buen hacer del señor De Castro al facilitar la labor de la Santa Hermandad poniéndonos sobre aviso del posible robo en su propiedad. Me gustaría que constase el agradecimiento que este cuartel hace a tan noble hidalgo -dice haciendo una inclinación de cabeza.

Juez: Sin duda este tribunal agradece la colaboración del señor De Castro en todo el proceso, aunque una duda me asalta. ¿Dice usted que estaban sobre aviso de tal robo?

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19/04/2011, 18:38
Anton Sevareus De Castro
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El noble espera a intervenir cuando sea el momento adecuado.

Anton Sevareus: Efectivamente su señoria, yo pedi ayuda a la Santa Hermandad. Como ellos bien saben ya. Esa herreria habia sido robada y profanada en multitud de ocasiones. Y tras una semana de robos continuos, avise al sargento Sanchez, que como ya sabemos todos, lidio la situacion con excelencia y rapidez.

El cadaverico hidalgo señala orgulloso hacia el soldado mientras continua hablando.

Anton Sevareus:

No creo que haya misterio alguno en eso, no obstante si que es intrigante la muerte de ese mendigo esta madrugada... Señoria le ofrezco mi ayuda para lo que necesite en esta investigacion. Muchas de mis herrerias usan la noche para limpiar las forjas, o calentar los hornos, asi que si mis empleados ven algo que sea sospechoso, sera comunicado sin dilacion al sargento Sanchez.

 

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20/04/2011, 00:00
Director
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Mientras hablas, el acusado te mira con curiosidad, como si tratase de recordar algo... Al oír tus palabras, el Sargento Sánchez se da cuenta de su desafortunada intervención... El juez vuelve su mirada hacia el sargento y dice:

- Juez: Lamento oír que no es la primera vez que se produce un robo en su establecimiento y me pregunto cómo ha podido suceder lo que cuenta si las cuadrillas hacían su trabajo como se espera de ellos -dirige una mirada acusadora al sargento-... En cualquier caso, este tribunal agradece al Señor De Castro su buena disposición y ofrecimiento. Caso cerrado.

- Sargento Sánchez: ¡Martínez! Lleve al acusado al calabozo. La sentencia se ejecutará mañana al mediodía en la plaza del mercado. Retírese.

 

El juez se marcha por donde vino y el Sargento te acompaña hacia la salida mientras Martínez lleva al reo -que no deja de mirarte- al calabozo, en el sótano.

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03/05/2011, 20:21
Anton Sevareus De Castro
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Mientras caminan hacia la salida el noble parece pensativo y cuando estan a punto de despedirse el delgado De Castro exhala como si hubiese tenido una revelacion.

Anton Sevareus: Sabe sargento... los acontencimientos de hoy me han convencido de algo que suponia, pero su confianza y lo acontecido me han confirmado.

El noble lo coge por los hombros y lo mira a los ojos muy serio

Anton Sevareus: Son ustedes muy pocos y estan abrumados. La seguridad de Toledo recae en sus hombros y encima parece que no se les agradece como debiera... Usted y yo debemos hacer algo, vaya que si lo haremos... Me niego a sacrificar su esfuerzo y su seguridad por una cuestion de avariciosos cortesanos que solo piensa en arañar unos pocos maravedies ahorrando en su orden. Pase esta noche a cualquier hora por la herreria de Castro, y pregunte por Pablo.

El hidalgo se aleja de el con un saludo y emprende a pasos largos camino a sus forjas en la herreria de Castro.

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04/05/2011, 20:43
Catalina Rodriguez de Plasencia
Sólo para el director

bien, regreso a la posada de Namid

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05/05/2011, 00:09
Catalina Rodriguez de Plasencia
Sólo para el director

mmmm sera interesante enterarse de lo que planea hacer el señor Anton y de lo que les dira en la Herreria..... "me Dirijo a la Herreria a la hora convenida usando mi ofuscacion"

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26/05/2011, 00:31
Director
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 Pasadas las 4 de la mañana, el Sargento Sánchez sale del cuartelillo y se dirige hacia las calles del barrio de mercaderes. Sin embargo, poco después, se puede ver de nuevo la figura achaparrada pero fuerte con el uniforme y el distintivo de sargento llamar a la puerta del cuartel. Un par de minutos más tarde y tras varias llamadas insistentes, por fin le abren desde dentro.

 

Cerca de las 4 y media un paisano se cruza con el Sargento en la calle, un brillo metálico se aprecia bajo el coleto y la camisa de Sánchez, intercambian unas palabras y el humilde hombre se despide del Sargento.

 

Y cuando las campanas de la catedral dan las 5, una cuadrilla llega y entra al cuartel acompañando a un joven campesino maniatado.

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26/05/2011, 00:58
Director
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  Amanece en Toledo. Día 4: Martes.

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14/09/2011, 03:41
Director
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Poco después del alba, un muchacho de delicados gestos llama a la puerta del cuartel...

Cuadrillero: Buenos días, ¿qué se le ofrece?

Muchacho: Buenos días, señor. Mi amo me envía para entregar esta carta para el señor Juez. Es algo urgente, ¿podría usted hacérsela llegar cuanto antes?

Cuadrillero: El señor Juez tiene trabajo hoy, pero veré qué puedo hacer.

Muchacho: Muchas gracias, señor. Buenos días.

 

El cuadrillero se despide con un gesto y cierra la puerta del cuartel. El muchacho se encamina hacia el mercado.

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14/09/2011, 03:58
Director
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Cerca del mediodía, una veintena de cuadrilleros entran al cuartel. Varios minutos después, salen todos ellos, con el Sargento Sánchez a la cabeza y dos "mangas verdes" que sujetan a un reo de tez morena y rasgos árabes que viste con harapos para que no tropiece con los grilletes. Finalizando la comitiva, un verdugo armado con un látigo.

La comitiva se dirige a la plaza del mercado.

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14/09/2011, 06:04
Director
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Ya por la tarde van llegando al cuartel los cuadrilleros, con aspecto cansado y en algunos casos, con algún que otro moratón, todavía con las armas desenfundadas... Muchos vienen comentando los últimos acontecimientos de la plaza del mercado (ver escena "El mercado").

 

Anochece en Toledo. Noche 4: Martes.