Toledo es una ciudad llena de vida, y mucha de esa vida la dan sus establecimientos comerciales, tabernas y casas de comidas.
Una de las tabernas es "La arena y la uva", situada en el barrio pobre de la ciudad y propiedad del señor Paulo Levinki, donde se le puede contactar dejando un mensaje en la barra. Es conocida por los jabuguitos de jamón serrano y jerez. También hay algunas habitaciones donde pasar la noche.
A eso de la 01.30h, una carreta llega a la taberna. Un monje baja del pescante y saluda al tabernero, intercambian unas palabras y después entran un barril de vino en la taberna. El monje se despide y sale de nuevo en la carreta en dirección a las afueras del barrio pobre, cerca del río.
Son las 5 de la mañana. Amanece en Toledo. Día 3: Lunes. La taberna permanece cerrada aproximadamente entre las 3 y las 11 de la mañana.
Son las 20 de la tarde, anochece en Toledo. Noche 3: Lunes.
Tras los últimos acontecimientos ocurridos en la plaza del mercado (ver escena "El mercado"), la taberna es un hervidero de corrillos donde se comenta lo acontecido.
Anochece en Toledo. Noche 4: Martes.
Paulo aparece por su taberna para observar a la clientela. Saluda a algunos parroquianos y toma una vasija de vino con la cual va caminando entre las mesas y rellenando las copas de sus mejores clientes. Finalmente cambia la jarra vacía por otra llena y echa un par de leños en la chimenea para calentar algo más la sala. Con la mirada busca a una persona y le hace una señal para sentarse en una mesa apartada no sin antes usar un trozo de tela para cubrir el reservado.
Dentro de las sombras de la taberna y a buen recaudo tras la tela que cubre la entrada paulo se reúne con un gitano habitual que casi se podría decir que trabaja "oficialmente" en la taberna. Su misión habitual es evitar que se produzcan hurtos, robos y peleas dentro del local.
Matias, tomar un vaso de vino - dice mientras rellena la copa y se la ofrece al humano. Me he enterado de lo ocurrido en el mercado con ese seguidor del islam. Sabes que las minorías en esta ciudad siempre serán mal vistas así que tras un moro ajusticiado en público no nos interesa que el siguiente sea un gitano. ¿Entiendes?
Matías bebe con avidez el vino servido por Paulo y dice...
- Claro que no queremos vel a un hermano en manos de la justicia. Tendré los ojos abieltos pa que naidie haga ná malo, que la Santa Hermandá está muy en las calles, señor Levinki. ¿Li he entendío bien?
Paulo sonríe ante la respuesta de matias y procede a rellenarle de nuevo la copa.
Bien, bien... sabía que eras muchacho listo y rápido de sesera. ¿Todo bien por aquí? ¿Te has enterado de algo interesante de lo que se dice por las calles o en la taberna?
- Pues algo li oí a uno en donde "El Bizco"... Decían que si ha aparecío muerto un mendigo el otro día, y que pasaron cosas raras en la catedral, que alguien anda repaltiendo dinero para que se hagan fechorías. Hermano, si eso es verdá, voy a pasal alguna noche por allí, a ver si cae alguna moneda, jajaja (la lengua de Matías empieza a soltarse por los efectos del vino).
Matias, deberías saber que es mejor pillar unas pocas monedas con poco riesgo que perder la vida por unas cuantas más. Aquí te tratamos bien y no te falta faena pero si te enteras de como esta el percal por esa zona me alegraría que me lo contaras. ¿Trato hecho? - dice paulo sacando una moneda y poniéndola en la palma de su mano.
¿Y que paso en la catedral?
Una moneda de las cutres, claro, en plan una de cobre o un pequeño maravedi suficiente para pagarse una buena comida en un lugar como este.
Matías acepta la moneda con gratitud y continúa:
- Pues las malas lenguas dicen que hay una sombra con ojos que repalte dineros a cambio de información cerca de la catedral, pero entre usté y yo, creo es que esos mendigos se gastan todas sus limosnas en vino y no son capaces de distinguir quién les paga por mantener los ojos abiertos... (suelta una carcajada).
Paulo sonríe y se pone en pie tocando suavemente el hombro de matias a modo de despedida.
Estupendo matias. Si te enteras de algo más informa al tabernero o deja recado en mi casa y ahora acábate el vino a mi salud.
Tras salir del reservado echa un último vistazo al negocio, esta siendo una noche tranquila pero en Toledo nunca se sabe que puede ocurrir. En la puerta divisa al criado que mando llamar así que recoge su abrigo y el restos de sus cosas que dejo dentro del local para salir de la taberna a la calle.
Bien muchacho, acompáñame ahora al campamento gitano y procura pasar desapercibido.
Sobre las 23 de la noche, un hombre llega a la taberna y se acerca a la barra. Intercambia unas palabras con el camarero y se sienta en una mesa a esperar...