Partida Rol por web

RESOLUCION TURNO 900
 

Las puertas de Burh Ailgra se cerraron detrás de la comitiva. En lo alto, del muro, vigilaban atentos varios soldados, entre ellos Lionef, que observaba al grupo. La lluvia caia sin parar, grandes gotas que calmaban el frio de noches atrás. Golpeaban con fuerza el terreno, ya muy empapado, en una serenata incesante. Se habían formado muchos charcos, tanto en el camino que se alejaba de la puerta, como en el rerreno circundante. El terraplen que formaba la muralla de Burh Ailgra, estaba completamente embarrado, haciendo que subir por el fuera casi imposible. Ademas el foso, aunque no se llenaba de agua, era una trampa. El barro atraparía al incauto que intentara cruzarlo, incluso daba la impresión de que podría tragárselo.

 Las antorchas que el dia antes iluminaban los alrededores de la aldea, asi como los pebeteros, estaban ahora apagados. Habian sido ahogados por la lluvia. La oscuridad era casi absoluta, lo que haría muy difícil seguir el camino marcado. Tendrian que encender una antorcha, que irremediablemente acabaría apagada a los pocos minutos. Los enanos no tenían tanto problema. Su visión era buena aun en esas condiciones, aunque la cortina formada por el agua, no le dejaba ver demasiado lejos.

Todos estaban agazapados bajo sus capas, tarde o temprano estas quedarían completamente mojadas, perderían su capacidad impermeable y acabarían todos mojados de pies a cabeza. Resignados comenzaron su marcha. Era una marcha muy lenta dada la poca visibilidad. Eran los enanos los que la encabezaban pues distinguían mejor el camino. Podo a poco los ojos de todos se fueron acostumbrando, pese a ello, no podían ver a mas de dos o tres metros de donde estaban. Los enanos, por supuesto, veian lo que habia algo mas alla. El silencio era lo único que se oia, el silencio y el golpeo de las gotas contra el suelo.

Turno 901

Se había recogido su rubia mata de pelo bajo la capucha para conseguir mantener la trama un poco mejor. Aunque cualquiera que se fijara en su cara y conociera a Agranil descubriría de inmediato que no se trataba de él. Fréagulf tenía una espesa barba rubia en la cara y un larga cicatriz que le surcaba el rostro. Aunque con ese tiempo y lo que dificultaba la lluvia la visión, tal vez se hiciera más difícil fijarse en esos detalles.

Fréagulf apenas podía ver nada en el camino pero no importaba, se conocía tan bien los alrededores de Burh Ailgra que tanto hubiera dado que caminara con los ojos vendados. Aún así dejó que los enanos fuera delante durante ese tramo, cuando tuviera que guiarles hacía el Men Romen ya se adelantaría para que todos le siguieran. De momento solo había que seguir recto y fijar la vista en el suelo embarrado para evitar doblarse un tobillo o resbalar.

Por supuesto caminaba al lado de su caballo, guiando a este por las mejores zonas para atravesar los pasos más embarrados, tampoco quería que Ulfer se rompiera una pata. Aunque el caballo era suficientemente inteligente para evitar esas zonas y dejarse guiar con naturaleza. Ir a trote, por ligero que este fuera, suponía un peligro en esas circunstancias. Al menos hasta que la visión mejorara con la entrada del día.

El explorador informó a su nuevo compañero de la ruta a tomar y caminó a su lado durante esa primera parte del trayecto.

Turno 901

- Bien Freagulf - dijo asintiendo cuando el explorador le conto el viaje que iban a hacer. - Pero hay algo que no entiendo. Nos han ordenado escoltar a Agranil, ¿No?. - pregunto seguro de lo que decia - Pero Agranil no esta, ¿Cierto?, sin embargo vistes como el. - aun no sabia por que tenian que caminar bajo la lluvia y dar un rodeo como el que Freagulf le explico, para llegar al mismo sitio donde iria el ejercito el dia siguiente.

Alian era un joven muchacho, apenas de veinte años y de una cara inverbe que acentuaba aun mas su edad, todavia parecia mas joven. Vestia una armadura ligera de cuero bajo una librea con el escudo de Burh Ailgra. Muy parecida a la que hubiese llevado Freagulf de no ir vestido con la tunica. Tan solo un arco y una pequeña espada corta lo acompañaban. El resto de sus cosas las llevaba atadas en la silla de montar. Una manta, una cuerda y un pequeño saco de comida.

Turno 901

Temüdyin avanzaba detrás de Freagulf, suponía que Dorhand solía ir cerca de Agranil. Tambien simulaba estar algo encorvado, se había fijado antes de separarse del comerciante en su forma de andar y moverse, aunque avanzar por ese terreno tan abnegado no ayudaba a mantenerse siempre encorvado, pero se concentraba en ello y por eso no hablaba con nadie.

Se sentía en peligro, la visión de lo que les rodeaba era escasa y más con un solo ojo, y el no llevar su lanza, que se la había dejado a su hermano antes de salir del edificio, le hacía sentir vulnerable e indefenso cual niño abandonado.

Iba con la capa tapandole completamente, no solo por la lluvia, sino porque cualquiera vería que la gran y blanca barba de Dorhand no estaba.

Su mente iba concentrada en el camino, nada más, solo andar como Dorhand e intentar no caer. No pensaba en nada más.

Turno 901

A pesar de que como montaraz estaba habituado a soportar las inclemencias del tiempo ya fuera en su entrenamiento o en sus viajes, aquella lluvia era demasiada. Por venir de un clima casi totalmente opuesto, en el que no llovía apenas y las temperaturas no descendían tanto, hacía que lo llevará peor que de costumbre. El numenoreano se cubría totalmente con la capa para mantener lo más seco posible su cuerpo y durante más tiempo, aunque con la que caía aquella situación se daría en pocos minutos irremediablemente.

Además la lluvia, llevaba consigo una completa oscuridad que disminuía su paso, a parte del barro que se estaba formando, y que les hacía imposible vigilar los alrededores pues en su caso escasamente llegaba a ver más allá de dos metros. Pero, aquello no era malo del todo, ya que sus hipotéticos perseguidores tendrían los mismos problemas, lo que les procuraba un viaje tranquilo.

Aun así, el numenoreano no quería sufrir ningún imprevisto que lamentar por exceso de confianza, por lo que, y sabiendo que la vista no era el único sentido para detectar a alguien y a veces ni siquiera el más apropiado, se fue retrasando hasta cerrar el grupo para cumplir tales menesteres gracias a su oído más o menos entrenado. Tambien, lo compaginaba echando alguna que otra vez la vista atrás, por si veía alguna fuente de luz. Ambas tareas eran de la máxima dificultad debido a la intensidad de la lluvia, por lo que tenía que mantener casi toda su concentración en ello, dejando el resto para poder seguir al grupo en aquella oscuridad casi completa.

Turno 901

Se sentía extraño con aquellas ropas. Con las suyas sabía instintivamente dónde estaban sus pertenencias en todo momento. La mochila encajaba en sus hombros y la bolsita de la varita de sauce colgaba de su cinturilla. Aquellos ropajes eran de su talla pero no eran suyos y tenían imbuidos de algún modo la esencia de su anterior portador.

Remataba la situación la lluvia, pesada, continua y molesta. Casi no se podía ver el camino. Un pequeño rato de viaje ya habían bastado para enervarle. Sabía lo que podía venir a continuación. El resfriado se cernía amenazador. Consciente de ello el bosquimano se encogía en sí mismo buscando mantener el calor del cuerpo.

Siguió andando detrás de la persona que le precedía mirando el suelo y las botas, casi contando los pasos, poco a poco, avanzando...

Turno 901

Draupner encabezaba la marcha, tratando de mantener un ritmo adecuado. Sabía de las dificultades que el terreno embarrado y la escasa visibilidad causaban en su avance, pero aquello era algo con lo que no les quedaba otra que lidiar. De vez en cuando volviá la cabeza hacia atrás para comprobar que todo el mundo seguía con el avance, con aquella oscuridad los humanos podrían perder el rastro del que le precedía sin darse cuenta hasta que fuera demasiado tarde, fue por ello que le encomendó a Oín ir en retaguardia, para controlar que nadie quedaba atrás, dándole además una cuerda y quedándose él con un cabo.

- Extiende la cuerda Oin y que todo el mundo se asa a ella. Mantén tú el otro extremo. -  le dijo. Con ello pretendía que la vista no fuera tan necesaria para sus compañeros, él como primero del grupo veía el terreno que pisaba, si el resto seguía sus pisadas, cosa que así sería gracias a la cuerda, podrían avanzar todos más o menos a su ritmo, o al menos a ritmo algo superior al que avanzarían dejando que cada uno de los que les seguían se fiase de sus sentidos, además evitaría que en una distracción alguno se perdiera.

Turno 901

Groal avanzaba siguiendo al resto del grupo, no sin cierta dificultad. No estaba acostumbrado a caminos dificiles como aquél. Sin embargo lo que más le preocpaba era la amenaza inminente, no solo de los sagath, sino del grupo misterioso que seguía sus movimientos. ¿Serían suficientes las precauciones de Draupner? Ojalá así fuera.

Groal miraba alrederor, atento a cualquier cosa. Probablemente aunque lo quisiera, no iba a poder relajarse, de modo que concentró ese nerviosismo y lo enfocó en mantenerse permanentemente alerta. Mientras observaba alrededor, pensaba en qué haría si se producía alguna catastrofe. ¿Lucharía? ¿Huiría? Y más importante que todo lo demás ¿Podría controlarse?

Turno 901

Asco de lluvia, farfulle en voz baja...... pero posiblemente esto es tan malo para nosotros como para quienes los....nos perseguían.....Oin el enano se aproximo hasta mi y me extendió una soga, según dijo para no perder la linde.... bueno en tales circunstancias es una acertada decisión.... en ese momento pensé que seria bueno que fuera atrás, solo por si acaso escuchase  algo, aunque era mas que difícil, pero creo que podría ser de ayuda, por lo menos hasta que nos organizásemos....

Ahi estaba Oin, así pues, soga en mano me dispuse junto a él para continuar la marcha....

Turno 901

De nuevo en marcha. Por alguna extraña razón el enano se sentía aliviado de dejar el pueblo. La noche es lluviosa pero eso no hace más que arrancarle una sonrisa al hinchar los pulmones. Asiente a las palabras de Draupner y toma el extremo de la cuerda parándose hasta que los demás le superan y luego cerrando la marcha.

Lleva el escudo en el brazo y el martillo en la otra mano, mientras con la mano del escudo agarra la cuerda. Le entran ganas de silbar pero no es el momento adecuado. Agarrado a la cuerda, vigila los alrededores mientras avanzan.

Turno 901

-Si yo te contara...- Pensaba el explorador mientras Alian le asediaba a preguntas sobre aquel aspecto de la misión que no entendía. Tampoco él entendía como al final había accedido sin comentárselo a Gindorel. -Agranil estará a a salvo con el ejercito. No te preocupes por eso. Ahora yo simulo ser él. Parece ser que alguien va tras ellos, pero tampoco me han explicado mucho más. Si es así y quieren atacar a Agranil se llevarán una bonita sorpresa. -Sonrió y palmeó el pomo de su arma. Fréagulf tampoco entendía porque querían dar semejante rodeo para llegar a la misma ciudad, pero no pensaba sacar el tema de nuevo.

Fréagulf no consideró necesario agarrarse a la cuerda, conocía esos terrenos como la palma de su mano y caminaba bien cerca del enano por lo que no necesitaba asirse a ningún lado. Sin embargo le pareció buena idea que los demás lo hicieran de momento, al menos para no quedar dispersos.

Turno 901 II

- Freágulf - se dirigió el enano al Ailgratha, en un tono poco más elevado que un susurro, pero lo suficientemente alto para que le oyera sabiendo que iba tras él. - No sé si es posible, ¿pero conoces algún punto, en el camino, para cuando llegue la mañana en el cuál podamos resguardarnos, tanto de la lluvia como de miradas indiscretas? -

Turno 901

- La encrucijada del Men-Romen esta a aun lejos, al norte, desviandonos unos seis kilometros de ese desvio, hay un pequeño monticulo culminado de rocas. Alli podriamos resguardarnos. - dijo el ailgratha - Pero nos queda mucho camino aun, no creo que llegemos sin tener que descansar antes, a no ser estiremos la jornada.

- En una cabalgada se podria llegar a la posada del Caballo Blanco, justo antes de bajar el desfiladero por el Men -Romen, a pie y coneste tiempo... Nos llevara dos dias, quizas mas. - añadio Freagulf contestando a Draupner.

RESOLUCION TURNO 901
 

La lluvia machacaba las cabezas encapuchadas. Los ollares de Ulfer; de Lenof, el caballo de Alian, y de Wyd salpicaban el agua que por ellos escurrían. Caia y caia un incesable aguacero que encharcaba aun mas un anegado camino, ya casi cubierto por completo. El camino de tierra pisada abria en mas de una ocasión improvisados aliviaderos erosionados por el propio agua en un intento de buscar los lindes del camino, donde lejos de filtrarse en el subsuelo, encontraban un charco aun mayor.

Todos continuaron caminando, con los enanos a la cabeza. El que mas y el que menos temian por un enemigo invisible que supuestamente acechaba tras la cortina de agua. Sin una luz que alumbrara el camino, con la tormenta descargando, la visibilidad era poco menos que nula. Todos permanecían atentos sin lograr ver mas alla de sus narices. Draupner pidió a Oin que se pusiese en la retaguardia y que tendiese una cuerda de adelante a atrás, a modo de pasamanos, para que todos se sujetasen a ella y pudiesen seguir el camino que a duras penas Draupner era capaz de seguir. Dwalin y Marga iban en la mitad de la fila, habiendo asi un enano que enderezaba la cuerda cada pocos metros.

Freagulf y Alian, el joven explorador que los acompañaba, iban a pie, tirando de las riendas de sus caballos. Freagulf era el único que avanzaba sin sujetarse a la cuerda, conocía bien esos caminos y era capaz de recorrerlos casi sin necesidad de abrir los ojos. Sabia cuando el terreno subia levemente y durante cuanto tiempo lo haría antes de volver a bajar. Conocida cada meandro del camino, ahora convertido en rio, que intentaban seguir.

Por supuesto las capas eran inútiles, y ya casi nadie intentaba resguardarse de la lluvia, habían calado y absolutamente todos tenían los calzones y el interior de las botas, llenos de agua, era como no llevar nada, o casi. El frio no era muy intenso, la tormenta habia suavizado las temperaturas, de haber caído asi una o dos semanas antes, seguramente estarían muertos de frio irremediablemente.

Cuatro horas mas tarde, no habían recorrido demasiado camino, apenas ocho kilómetros, calculo Freagulf. Lo normal es que hubiesen estado a mitad de camino de la encrucijada que unia el Men-Romen con el Men-i-arraw, que era la ruta que seguían ahora. Pero no era asi. El lento avance por culpa de la lluvia los estaba retrasando. No es que tuviesen un destino fijado, pero de haber sido un claro dia de primavera podrían haber ido mas rápido.

Habitualmente, tal y como informo Freagulf a Draupner, se podía tardar una jornada y media a pie en llegar a la taberna del Caballo Blanco. Una amplia posada ubicada justo antes de que el Men-Romen se adentrara en los desfiladeros, un sitio donde descansar antes de afrontar la serpenteante bajada del Talath Harroch. Al ritmo que iban eso les llevaría al menos dos días, quizás mas si seguía empeorando el tiempo. No habia ningún sitio donde esconderse de la lluvia en aquella enorme planicie. Toda a su alrededor eran largas praderas que se extendían ondulando en pequeñas lomas. El ailgratha sabia que solo habia un sitio, seis kilómetros al norte de la encrucijada en la que se podía encontrar unas formaciones rocosas en las que tal vez encontraran algún tipo de refugio. Este no seria tan grande como para meter a doce personas y tres monturas, pero habría varios mas pequeños en los que repartirse en grupos de tres o cuatro hasta lograr resguardarse todos. A falta de un refugio próximo, y dada la intención del enano de continuar hasta el amanecer, comieron algunas frutas y algo de embutido hasta quedar satisfechos, para despues siguir su camino.

La lluvia, pareció dar una pequeña tregua varias horas mas tarde, habían pasado ya diez horas desde que partieran de Burh Ailgra, y tan solo habían recorrido unos veinte kilometros si es que llegaba. Aun quedaba otro tanto para llegar a la intersección y casi el doble para llegar a la posada. La lluvia ahora caia suave y vertical, casi era un alivio. La oscuridad era aun total, pero al menos los enanos podían ver algo mas lejos. La lluvia y la ardua caminata hacia que el cansancio comenzase a hacer mella. Nadie estaba acostumbrado a caminar bajo semejante diluvio. De hecho muchos se preguntaban por que no habrían ido por el otro camino, seguramente hubiera habido alguna carreta en la que poder ir descansando, por no hablar de que tendrían comodas tiendas para la noche, hubieran estado cubiertos y secos mientras dormían. Pero habían elegido este otro camino. El agua mojaba su cabezas y cuerpos. Sus ropas habían ganado peso al absorver todo el agua que pudieron antes de calar. Ahora tenían que decidir que hacer, y no eran muchas las posibilidades. Se verían obligados a seguir o montar un campamento en el barro. Ambas opciones desagradables, sin duda. Se detuvieron a recuperar el aliento, mientras pensaban en que iban a hacer.

Turno 902

Una vez más, reemprendían la marcha. Las anteriores veces que lo habían hecho, Bolgo había sentido una emoción palpitante en el pecho y que con el paso de los días se había transformado en pesadumbre por la monotonía del camino. Sin embargo, aquella vez la pesadumbre no tardó ni dos minutos en aparecer. La perspectiva de viajar bajo el intenso diluvio durante al menos un día resultaba descorazonadora. Más aún cuando se dio cuenta del lastimero ritmo que habían adoptado. No es que Bolgo quisiese ir más rápido. Era la simple decepción de saber que su objetivo estaba mucho más lejos que su lugar de partida.

Por suerte, el hobbit podía abstraerse y olvidarse de preocupaciones y problemas. Se sumió en su propio interior y se dedicó a desplazarse como un cuerpo sin alma, dando un paso tras otro sin más interés que evitar que su cuerpo se cayese hacia adelante.

Pronto terminará esto, Bolgo, pronto terminará, se repetía constantemente.

Finalmente se detuvieron a descansar. Bolgo permaneció quieto esperando que alguien le ordenara algo o tuviese la iniciativa de encender una hoguera junto a la que calentarse.

Turno 902

Coff Coff Cofff, y esta lluvia que no cesa de caer, bien pareciera que hasta los dioses se oponen a ir por este camino, farfulle, mientras veía como mis fuerzas flaqueaban, a cada paso que yo daba la cuerda se tensaba en mis manos, tirando de mi, y a la vez tirando yo de ella, el lento paso provocado por la lluvia y el barro y hasta en ocasiones golpes de aire que no hacían mas que frenar aun mas mi ya mermada marcha... eso que grito Freagulf seria cierto, pero aun mas lo es que tardaremos mas de lo que el cree en llegar si no amaina esta lluvia de los mil demonios caídos Maïar....

Lluvia, lluvia, lluvia. El erudito agradeció la cuerda y se tambaleaba encogido y de modo monótono al tiempo que avanzaba. De algún modo extraño consiguió coger un ritmo relativamente cómodo. Sus zapatos chapoteaban, completamente empapados. Chap ... chap ... chap hacía rítmicamente al moverse sobre el embarrado suelo. Aquella lluvia era torrencial, inclemente, casi parecía que las nubes se derrumbaban sobre ellos. Tanto llovía que Gelion se preguntó si era natural.

Turno 902

Estaba calado hasta los huesos, y aunque la lluvia había remitido de poco servía ahora, pues sin refugio no había posibilidad de secar las ropas. Aun así, podía hacer algo para librarse de un poco de esa agua, y hacer que el largo camino que les quedaba por delante fuera más llevadero, descargar sus botas.

Luego, espero a que Draupner decidiera si montar el campamento o continuar. Total, él había sido quien había elegido esa ruta, una con la que daban un rodeo que les llevaría bastante tiempo, lo que le hacía pensar si cuando llegarán a las cercanías de Buhr Waldlaes ya estaría a sus puertas la guerra.

Turno 902

Calado hasta los huesos. Nunca había entendido bien esa frase hasta que llegó ese momento. Las ropas de Agranil estaban empapadas, las ropas que llevaba debajo de ellas también e incluso notaba que el cuero de la armadura estaba humedecido. Comenzaba a rozarle en el cuello y en los hombros y se notaba incomodo. El camino era lento, muy lento, y el agua incluso se había colado en sus botas haciendo que cada paso fuera una tortura. Notaba como sus pies chapoteaban en el interior de las botas y como las botas chapoteaban en los charcos del camino.

Andar en esas condiciones, durante tanto tiempo le estaba empezando a pasar factura y se sentía extremadamente cansado, además notaba como empezaba a quedarse frío por la humedad del agua. -Tenemos que hacer un fuego como sea. - Le dijo al enano.