Partida Rol por web

Lo que le dijo la sacerdotisa le calmó, al menos de momento. Saber que alguien más estaba allí para velar para que él y sus seres queridos no terminaran el día con los pies por delante. Dedicó no obstante un momento a hablar con su hermana, antes de abordar el asunto de Wylla.

-Estás molesta y no me extraña. Pero entiéndeme. Creo que esto es lo mejor para la familia. Hemos pasado demasiado tiempo entre las sombras. Confío en tí por si las cosas se tuercen. Por si hace falta que volváis al sur y os hagáis cargo de todo. Yo me he arriesgado demasiado. Quizá no lo cuente. Jugaré mis cartas lo mejor que pueda, intentando ganar esta mano. Y la siguiente. Por eso, no me juzgues con demasiada dureza.

La abrazó, fuerte. Era una de las pocas personas en las que podía confiar plenamente. Quizá fuera la última vez que lo hacía. O quizá no.

-Mira, sé que harás lo que quieras. No te voy a obligar a emparejarte con nadie. Tú eres... tú. Un espíritu libre, una auténtica hija de la madre Rhoyne. Por eso te necesito a mi lado en esta hora tan oscura. Iremos a hablar con ese tipo, juntos. A nadie confiaría más mi vida. Ni siquiera a mi hermano. Aguarda fuera, preparada. Yo tengo que ver qué es eso tan secreto que quiere decirme nuestra madrastra.

La besó en la mejilla y frotó ligeramente su hombro. Muchos recuerdos de su niñez compartida afloraron. Cuando ambos jugaban en los jardines de palacio, se guardaban secretos, se caían y se cuidaban luego. Esperó un momento por si ella quería decirle algo. Y luego fue a ver qué quería decirle Wylla.

Leyla escuchó a su hermano con paciencia. Amaba a ese hombre tanto como a ella misma y quizás era al único hombre que amaría en su vida, así que su palabra era ley.

-Siempre voy a estar con vos pero tenéis que cuidaros de Wylla y de toda la gente en esta ciudad. Voy a cubrir vuestras espaldas y os defenderé con mi vida si es necesario pero no hagáis más estupideces... Bueno, más que casarnos con esa niña no creo que haya pero cuidemos que su padre no se entere.

Sonrió, lo decía en serio pero al mismo tiempo le quitaba mucho hierro al asunto y eso era todo lo que él necesitaba saber y sentir de una de sus mejores aliadas en la vida entera. Ya no eran niños, esos estaba claro pero seguían siendo cómplices en lo que fuera.

-Me casaré con uno de ellos, el que sea y le mostraré lo que es una verdadera mujer. Esperaré afuera.

La joven hermana salió para preparar todo, no debían ser muy obvios así que las armas irían ocultas y los caballos tendrían algunas también, menos el de Wylla, esa mujer le gustaba menos que la rubia.

No le gustaba esperar pero en esos momentos había algo de triunfo en su espera porque era ella la que sabía más cosas. Porque era ella la que llevaba a Lewyn a reunirse con Aenys y también sabía más cosas del difunto que nadie, menos que Cesaelyss, claro. Miró a Lewyn cuando apareció y caminó con él a las caballerizas en silencio hasta poco antes de llegar a dónde esperaban Leyla y un par de guardias.

-Voy a deciros a dónde vamos para que nos sientas seguro... Llevar mucha gente no es necesario, ¿acaso ya no confíais en mí? Bueno, no importa... Parece que la confianza es algo que no se nos da tan bien como a vuestra mujercita. 

Wylla se acercó a Lewyn lo suficiente para tomar el cuello de su camisa y hablarle al oído, un secreto que sólo parecía una excusa para sentirlo cerca.

-El burdel no está muy lejos de aquí. Lo regentea una puta que se acuesta con el rey pero ella nunca está ahí. No podemos o no debemos entrar por la pu3ta grande, ya os imaginarás por qué, iremos por un pasadizo secreto en una de las calles del pueblo. El Targaryen está esperando por vos y no por mí pero os llevaré hasta allí. Cómo mucho entran cuatro personas en ese pasaje. ¿Entendido?

Claramente pretendía ser ella uno de esos dos más que lo acompañaran pero en señal de buena voluntad, lo dejaba elegir a él. Dejó que lo pensara y se encaminó al establo donde estaban tres guardias y la insufrible Leyla. Wylla la miró de pues a cabeza y luego montó el caballo que le ofrecía el guardia. Sólo esperaban por el príncipe.

El rey y una amante. Interesante. ¿Esperaba aquel hombre despechado dar un golpe bajo al monarca desde las sombras? Después de todo, era posible que no fuera tan imprudente como parecía. Un pasadizo estrecho y "no llamar la atención". De cualquier modo, el refuerzo no venía mal. Tapar cualquier posible vía de escape y prevenir males mayores.

Dio unas disposiciones básicas antes de partir: se iban a separar cerca de su destino. Un grupo vigilaría la calle y el acceso principal, discretamente y sin entrar allí. Él y su hermana irían por la parte de atrás. Era mejor no jugársela. Además, a sus sirvientes nadie los conocía. Y mucho menos vestidos "a la norteña", como iban ahora.

-Entendido -dijo.

Esperó a que todos estuvieran preparados y emprendió la marcha.