Partida Rol por web

Violet: Sólo de pensar en las consecuencias que puede traer esa grabación, sientes una sensación de nerviosismo que te envuelve y de la que no eres capaz a desprenderte. Gracias a Dios, apenas se percibe entre las personas a tu alrededor.

William: entre la mención de tu crimen y el haber percibido que acusaban al hombre de raza negra del asesinato de tu esposa tienes los nervios a flor de piel. Casi no se te nota la pérdida de aplomo, pero te sientes realmente inquieto por lo que acabas de oír.

Se me cae un plato al suelo por el susto. No estaba preparada para escuchar aquello. Yo no pense que aquel disco fuera otra cosa que un vinilo de musica. Me comenzaron a caer lagrimas y me asuste. No se como se lo tomarian los demas, pero yo no supe reaccionar en condiciones frente a lo que estaba sucediendo.

-Si es una broma de los Owen no tiene ni puñetera gracia!

Sabia que no podia decir tacos delante de los invitados pero dadas las circustancias no se me ocurria nada mejor que decir.

La música sonaba dulcemente y me ayudó a relajarme. Ignoraba los maleducados comentarios de la señorita Sommers que, con paciencia, estaba siendo soportada por el señor Bartok. Me abstuve de hablar el tiempo que duraba la cena a menos que alguien se dirigiese a mí. En la Iglesia de San Cutberto no era costumbre dialogar en las comidas, y me parecía bien. Hay quien encuentra triste una comida sin charla, pero yo prefiero sentarme tranquilo a la mesa y disfrutar de los alimentos. Tampoco es que me moleste hablar mientras como; simplemente es que, si puedo escoger, prefiero la soledad y el silencio en ese momento. Escuchaba la música y me sentía muy a gusto. No hay nada como deleitarse con una buena melodía mientras se disfrutan de placeres como los que en aquella mesa se nos estaban ofreciendo. Todo el mundo parecía más tranquilo ahora. Incluso la joven doncella, tan nerviosa momentos atrás, parecía más contenta, si es que esa es la palabra adecuada...

Pero, de pronto, la música cesó bruscamente interurmpiendo la melodía. Al principio pensé que se había estropeado el disco, pero entonces una siniestra voz que decía ser la del señor Owen comenzó a hablar. Sostenía aún en el aire el tenedor con la comida pinchada en él cuando la voz comenzó a enumerar uno por uno a los allí presentes acusándolos de un crimen. Y entonces oí mi nombre. Sin darme cuenta debido a la impresión que aquello me había causado, solté el tenedor, que cayó sonoramente en mi plato.

William...

De repende una imagen acudió a mi mente. Me llevé la mano a la boca, con gesto de impotencia, de temor, de sorpresa... Innumerables sensaciones acudián a mi mente en aquel momento, y ninguna de ellas agradable. La sangre se me heló en el pecho y, por un momento, comencé a ahogarme. Traté de continuar escuchando lo que la voz decía de los demás invitados. ¿Era aquello posible? ¿Realmente todos los que me rodeaban habían cometido tales atrocidades? ¿Quién podía hacer algo como aquello? No, tenía que ser una broma. Pero, ¿quién podría ser tan cruel como para gastar una broma semejante? En aquel disco se estaban haciendo acusaciones muy graves...

No sabía qué hacer o decir. Me quedé muy quieto, sentado, con la mirada perdida. La grabación concluyó. La primera en reaccionar fue la doncella, que parecía muy trastornada. Mi deber habría sido el de acudir a su lado y tratar de calmarla, pero no me sentía capaz de nada más que de permanecer callado, en mi silla, contemplando el rostro de todos los que estaban en aquella sala.

¿Qué está pasando aquí?

-Buff...

Es todo lo que inicialmente digo antes de ponerme de nuevo a estornudar como un cosaco. Por fin soy de nuevo dueño de mi cuerpo, y con voz temblorosa comienzo a hablar...

-Yo... queria... decir...

Vamos, dilo ya.

-Tengo varias cosas que decir. Primero que si es una broma, no tiene ni puñetera gracia, la verdad.

Dicho esto que me molestaba sobremanera, prosigo.

-Y si, Jonas Smith murio por mi culpa. Nunca lo he negado. Es mas, lo llevo como una carga desde el dia en que paso. Yo era un policia inexperto, y el pobre Jonas era el rehen de un atraco. Yo creia que el atracador no amenazaba en serio, pero si lo hacia... Y mi inexperiencia acabo con Jonas muerto. Nunca me lo perdone, y tuve que recibir atencion psiquiatrica para poder aprender a vivir con ello. Jamas lo he ocultado, y aunque mis compañeros me excusaron una y mil veces, yo mismo soy incapaz de perdonarme. Como comprenderan, el ver que me lo echan en cara en una fiesta a la que aun estando resfriado habia venido con la intencion de pasarmelo bien me ha parecido asqueroso y miserable.

Doy un golpe en la mesa, y luego, de un manotazo lanzo el salero por los aires

-¡Pero lo que si que ya no tolero es que se acuse a un hombre inocente de la muerte de mi esposa!- digo señalando a Faustin Collins. -¿Que el mato a mi esposa? ¡Y un cuerno! Mi queridisima Katherine murio inexplicablemente de forma natural y fue sepultada en el cementerio en que este hombre me ha dicho que trabaja, para que yo pudiera velarla desde donde trabajo yo, que esta proximo a ese cementerio. Es mas, si estuviesemos cerca de mi casa podria traer todos los papeles que exculparan a este hombre al que no conocia hasta llegar aqui, y que puedo certificar que mi mujer si que no conocia, pues, y disculpe que me refiera a usted en estos terminos señor Collins, pero mi Katherine no solia andar en compañia de hombres de color.

Me tomo un momento para respirar.

-Asi pues, concluyo que seguro que la mitad de lo que han dicho en esta grabacion infernal es una calumnia como un templo.

Violet parece sincera en su frustración. Su rostro muestra nerviosismo e inquietud.

William parece sincero en su indignación. Es más, se le ve profundamente ofendido, y también tremendamente triste.

El sonido de los cubiertos posandose sin ningún cuidado sobre la mesa sonó mas agudo q el manotazo de Bartock sobre la mesa al tiempo que se levantaba.

¿ Y quien se supone que nos acusa?¿Con qué autoridad? -quiso saber Bartock, era obvio que se contenía para no alzar la voz, parecía bastante enfadado -¿ Y a quien damos explicaciones?¿ A un juez?¿ A un oficial de policía?¡ Por que yo sólo veo una pared! - se llevo la mano al puente de la nariz durante un segundo-Y de buen seguro que de tener pruebas alguna de lo que afirman en ese disco hablaría con la policía y no de forma ANÓNIMA Y COBARDE - se detuvo para vocalizar cada sílaba de las dos palabras - escondido entre nosotros.

Miró alrededor en torno a la mesa, a los invitados, a los sirvientes... Bartock estaba convencido de que el gracioso del disco no estaba muy lejos, creía sinceramente que era uno de los presentes

La mujer había escuchado tranquilamente como todos eran acusados de algún crimen. Ahora veía que tenían todos en común. Incluso pudo averiguar prestando atención que la mujer que decía ser Mist se llamaba en realidad Isabel.

No le molesto que la llamaran asesina, porque era verdad, y la verdad puede escocer pero no hacer daño, o eso creía a pies juntillas. Y tampoco que su secreto, uno de tantos, estuviera en los oídos de todos, porque al fin y al cabo. Ese secreto les había llevado a todos allí. Ahora ya no importaba.

Sí bien había pasado de querer pasárselo bien a no estar disfrutando, ahora estaba más interesada en todo lo que pasaba.  Así que midió bien sus palabras.

Dudo, y permítame que sea sincera señor Bartok, que el hombre que ha narrado esos hechos este en esta sala. Es más, me atrevería a decir que es el mismísimo señor Owen el que ha descrito nuestros pecados.

Hizo una pausa, menos teatral que las que acostumbraba, pero aquel tema, y aquella situación requerían ponerse exquisitamente seria al hablar.

Soy consciente de que todos somos capaces de matar, si hay una causa para ello. O como bien ha dicho el señor Fox, a causa de la inexperiencia. Un medico puede matar si el diagnostico no es fiable, eso no lo convierte en el demonio.

Con aquel argumento les daba una excusa para que no se cerraran en banda, pues si tenían que salir de allí cuanto antes, necesitaría la colaboración de todos.

Sin embargo, esta claro, que Mister Owen, nos cree culpables, y nos ha traído aquí para algún sórdido juego, donde presumo que nos hará pagar nuestros crímenes. No se han dado cuenta, que hace tan solo unos minutos éramos extraños, y ahora todos compartimos algo.

No voy a decir o a justificar si mate o no a alguien. Porque eso no importa, les recomiendo que no gasten saliva en eso. Poco importa que los demás les creen o no. Lo que si importa, es que estamos atrapados aquí todo el fin de semana,  y quien nos ha invitado nos considera culpables.

Necesitaba salir de allí, marcharse, cualquier lugar, por malo o lúgubre que fuera, o incluso peligroso, era mejor que esperar todo un fin de semana, en mitad de ningún lugar, con alguien que había tenido el tiempo y los redaños de hacerlos caer a todos ellos en su extraña trama de culpabilidades y asesinatos.

¿Alguien conoce una salida, o alguna manera de marcharnos de aquí? Creo que dadas las circunstancias, preferiría marcharme, a cualquier otro lugar en estos momentos.

No había mucho más que hacer que salir de allí, así que se puso en pie, esperaba que alguno de los hombres, al fin, sirviera para algo y tuviera una vía de escape.

-Yoeh...- no era capaz a hablar bien. Se me trababa la lengua- Se supone que no viene la barca a recogernos hasta el Lunes. No he visto un telefono en la casa**. Creo que a nado esta como que muy lejisimos la costa y yo no se nadar... No he mirado en torno a la isla. ¿Habra una barca o algo? ¿Y si miramos por la tarde?

La cena transcurrió con más tranquilidad de la esperada. La mayoría de los invitados decidió que era más mejor mover la boca para masticar que para hablar, cosa que agradecí de corazón. Cuando la criada puso la música la gente pareció mejorar el humor. Incluso parecía que la velada iba a acabar siendo realmente agradable. Pero al parecer el destino nos deparaba una gran e ingrata sorpresa a todos los presentes.

Una voz, que se presente como el anfitrión de la fiesta, enumero uno a uno a cada invitado y lo acuso de diferentes crímenes. Y teniendo en cuenta la veracidad de la parte que me tocaba, era de suponer que todas las incriminaciones eran verídicas. Arquee una ceja sorprendida cuando la voz del disco termino de relatar los diferentes delitos. Ahora todo encaja. Ya tenemos el punto de unión entre todos los presentes. Al parecer nuestro anfitrión conoce más de nosotros de lo que creemos y se las da de justiciero. Se ha aprovechado de mi curiosidad para tenderme una trampa, ya me extrañaba a mí haber ayudado a su esposa. A no ser que después de mi “ayuda” encontrase un nuevo hombre. Se ve que mi primer mensaje no le quedo demasiado claro. Hay gente en este mundo que no aprende.

Por si me quedaba alguna duda de la veracidad de las acusaciones, las reacciones de varios de los invitados las terminaron de disipar. No entiendo a qué viene tanto nerviosismo. Si realmente son acusaciones falsas no hay por qué perder los nervios digo tras dejar los cubiertos tranquilamente sobre la mesa mirando primero al señor Fox y después al señor Bartok seguro que el objetivo de la persona que realizo esa grabación era respuestas nerviosas y acusaciones entre nosotros sobre quien dijo esto y quien lo otro. Pero piénsenlo fríamente, antes de juntarnos en el bote éramos unos desconocidos los unos para los otros, ¿cómo íbamos a saber lo que se ha dicho en el disco?

Además, no se ustedes, pero yo tengo la conciencia tranquila. Yo solo intente ayudar a aquellas jóvenes. Las muertes de sus novios fueron una autentica tragedia, pero todas fueron muertes naturales. Es cierto que sus novias pasaron por la feria donde trabajo y hablaron conmigo antes, pero sus muertes ya estaban tejidas en el tapiz del destino.

Por ahora debemos de mantener la calma y actuar con sensatez. Propongo que terminemos de comer tranquilamente para después por la tarde hacer como ha dicho la señora Morrigan e investigar los alrededores de la casa. Es más, si nuestro “anfitrión” tiene la intención de llegar a la tarde como nos han comunicado, deberá de hacerlo en barco, y tal vez podamos utilizarlo para salir de esta isla y poder volver a nuestras tranquilas y apacibles vidas.

Me apetecía echarme a llorar.

-Yo...- mi voz se entrecortaba, me costaba muchísimo articular las palabras- De verdad que no lo entiendo. ¿Cómo...? ¿Cómo alguien puede acusarnos de estupideces como estas?

"¿Alguien se habrá creído que yo maté a una persona? ¡Por Dios! ¿Es que nunca iban a dejar de remover mi pasado? ¡Yo soy inocente! ¡Inocente! ¡Yo no he matado a nadie en mi vida!"

-Estoy... Estoy...- la verdad era que la cabeza me daba vueltas- En cuanto acabe mi almuerzo me iré a acostar un ratito, si no les importa. Esta situación tan rocambolesca e incómoda me está provocando dolor de cabeza.

"Me meteré en mi cuarto a dormir un poco. Estos Owen están locos, completamente locos, locos de remate. En cuanto aparezcan pienso amenazarlos con una denuncia. Estas cosas no pueden hacerse por tratar de pasar un buen rato... ¡Maldita sea!"

Os percatáis de un extraño hecho. El nombre de las cartas...

U.N.Owen y Una Owen...

¿U.N.Owen? ¿UN Owen? ¿Unowen?... ¿Unknown?**

El disco volvió a arrancar, emitiendo de nuevo las acusaciones sobre vosotros, al no detenerlo nadie.

Arrojo los cuviertos sobre la mesa, enfadado.

Lo que me faltaba que me acusen del asesinato de ese idiota.

No hace falta que diga que la acusacion vertida sobre mi es mentira, caballeros.

Doy un golpe sobre la mesa.

¡Que alguien haga callar ese aparato maldito!

Lo digo señalando el gramofono.

¡Esto es el colmo!

Me siento furioso. No me creo que este pasando lo que esta pasando. El nombre de ese maldito bastardo tiene que volver a mi una y otra vez, una y otra vez, como si no me hubiera tocado ya la moral bastante a lo largo de mi vida.

¡Maldito sea ese Owen! Ahora que caigo... En mi carta ponia que me invitaba una tal Una Owen, alegando que era amiga mia de la infancia, pero no la recuerdo. ¿Alguno de ustedes la conoce en persona? A ella o a su marido.

Me sentía conmocionado. Todos los invitados, a excepción de la señorita Sommers que parecía conservar la calma, estaban poniéndose muy alterados. Y no era para menos. Tenía la mirada fija en mi plato y oía sus voces como si hablasen muy lejos de donde yo me encontraba, como si un cristal se interpusiese entre los demás invitados y yo. En la blanca superficie del plato veía unos ojos. Aquellos ojos. Sus ojos. Acusadores, suplicantes... ausentes. Noté cómo el sudor resbalaba por mi frente. Cerré los ojos con fuerza un instante, tratando de dejar de ver aquellos ojos. Y entonces el disco me sobresaltó.

La grabación había comenzado a sonar de nuevo, haciendo enfadar aún más al señor Marsh. Desperté de mi estado de ausencia y sequé el sudor de mi frente con la servilleta. Ahora oía claramente todo a mi alrededor. Con calma me levanté y fui hasta aquel disco maldito, y desconecté la grabación.

Creo que ya hemos oído bastante.

Miré a los demás presentes. Algunos parecían asustados. Otros ofendidos. Otros indiferentes. Algunos parecían culpables. Otros parecían inocentes. Pero, ¿quién puede atestiguar si lo son? Tan solo ellos y nuestro Señor conocen la verdad. El señor Owen hacía graves acusaciones, pero carecía de pruebas.

Lo que se dice en esta grabación es muy grave, pero no deja de ser una mera acusación sin fundamento. Una lista de nombres y fechas no demuestra nada sobre nadie, de modo que les ruego a todos que se tranquilicen. Sea cierto o no lo que se dice en esta grabación, quien nos ha traído aquí carece de pruebas que aseguren que lo que dice es cierto. La verdad o no de lo que de nosotros se dice aquí es algo que nunca sabremos, y tampoco quiero saberlo. Lo único que me importa ahor amismo es salir de aquí.

Señor Marsh, ya qu elo menciona, mi carta estaba firmada por el señor Owen, que decía ser amigo de mi infancia. Desde el momento en que recibí la carta me he estado preguntando quién sería ese tal Owen, pues no consigo recordar a nadie con ese nombre. No le di importancia pues los amigos de la niñez son algo ya muy lejano para alguien de mi edad, de modo que fácilmente podría haber olvidado una cara o un nombre. No obstante, ahora que usted menciona no recordar a la persona que le ha invitado, ha suscitado mis dudas. Yo tampoco recuerdo a esa persona, y empiezo a creer que jamás la he conocido. Pero entonces, si jamás nos hemos cruzado con los Owen, ¿cómo pueden saber tanto sobre nosotros? Nuestros nombres, oficios, direcciones... todo. No lo comprendo...

Y ya que lo mencionan, a mí también me gustaría inspeccionar la isla. Y no pienso esperar a terminar de cenar como si nada, señorita Myst. Usted siéntese a comer loq ue le ofrecen aquellos que la han insultado, pero yo no pienso probar un bocado más. Sugiero que salgamos en seguida de aquí y busquemos un medio para volver a nuestras casas en el acto.

-A mí me invitaron porque decían haber coincidido alguna vez conmigo en alguna fiesta. Decían que habría algunos otros invitados de renombre, como Mr Bartok. Pero no sé quiénes son.

Me quedo pensativa un ratito.

Es curioso, pero U.N.Owen suena, en inglés, muy parecido a Unknown, ya saben, DESCONOCIDO. Creo, señores, que con eso lo he dicho todo. Me temo que nos han gastado una broma pesada.

Me estremezco al pensar en ello.

-Señores, yo creo que necesito desconectar un rato. Cuando acabe de comer, quizás me vaya un rato a la sala de estar del piso superior, o quizás me vaya con ustedes a dar una vuelta por la isla a ver si encontramos un barco que nos lleve de vuelta. Cualquier cosa, menos estar parada. Me he puesto nerviosa.

Por extraño que pareciera, Scarlett Sommers se puso en pie y se acerco al señor Hawthorne. Estaban ambos de acuerdo, en que discutir en contra del aire si eran culpables o no, no era precisamente sensato.

Marcharse parecía ser la única salida, y temía, que iba a ser una empresa más complicada de lo que una hubiera querido o deseado.

Le acompaño a usted a revisar este lugar Mr. Hawthorne. No quiero pasar aquí más tiempo del indispensable.

Tras hablar espero cortésmente para ver si por casualidad había alguien más interesado en seguirlo a inspeccionar más a fondo la mansión y los alrededores.

Quizás, hubiera algún tipo de embarcación pequeña en la que se pudieran dar varios viajes para dejar a la gente en tierra firme. Ojala.

Bartok no dijo nada más, ya que estaba de pie se acercó al gramófono y levanto la aguja sin demasiado cuidado, deando el disco girando sobre el plato , se mantuvo en silencio del mismo modo q lo había hecho mientras los demás parloteaban, fuera quien fuera el anfitrión no  andaba lejos, o eso esperaba. Así q estaba a la espectativa de cual sería su siguiente movimiento mientras él meditaba el suyo propio.