Partida Rol por web

Mientras devoraba la tableta de chocolate que le había traído su madre al volver de la compra, Martin pensaba en su cercano cumpleaños. Como de costumbre, lo celebraría sin amigos, pero eso no le importaba porque había convencido a su padre para que le regalase una cámara "superchula" en miniatura. Martin había sacado la misma de un catálogo de un periodico. La anunciaban como una "cámara espía" y Martin no podia esperar la hora de sacar fotos comprometidas a sus hermanas, cuando las veía con algún chico. Además se acercaba el verano y aunque incomprensiblemente no tenía amigos con los que jugar -Martin no entendía porque- podría divertirse sacando fotos a la gente que no sabía que llevaba una cámara.

En aquel momento oyó la voz de su madre que llegaba de la planta inferior

-Cielo- llamó la voz desde la cocina -Puedes venir un momento...tengo que pedirte una cosa

Estaba debatiéndose entre hacer caso omiso a su madre, la excusa de No te había oído con su carita de pucheros le funcionaban de maravilla, o gritar qué estaba ocupado pero finalmente optó por levantarse. Estaba seguro que había atisbado un bote de helado en la bolsa que su madre había traído de la tienda y no quería perder demasiado tiempo suplicando a su madre por el tercel boll si ésta decidía volver a castigarlo.

¡Ya voy! - gritó mientras se ponía en pie resoplando y se encaminaba hacia el piso de abajo, bajando los escalones sin excesiva prisa.

Cuando llegó a la cocina, la madre de Martin estaba efectivamente guardando un par de botes de helado de chocolate y otro de vainilla y fresa de "Four Seas". Por un momento se extrañó que no hubiese helado de limón, el favorito de sus hermanas pero entonces recordó que Marge y Lily habían ido al "campamento de buenas señoritas" donde aprenderían a hacer las labores típìcas del hogar como coser, cocinar, y bordar. Martin iba a haber ido a un campamento también, pero gracias a sus habilidades de chantaje emocional, había convencido a su madre -y por tanto a su padre- para quedarse en casa.

-"Marty", cariño- dijo su madre con la cara cansada mientras seguía sacando cosas de la bolsa -iba a preparar pavo, pero se me ha olvidado el arándano. ¿Podrías ir a buscarlo? Puedes gastarte la vuelta en lo que quieras. Yo tengo que empezar a preparar la cena...

La excusa sobre las cosas importantes que estaba haciendo, o quizá la de retortijones en el estómago, ya estaba saliendo de su boca cuando escuchó la última parte. Tenía que empezar a ahorrar todo lo posible para que no le costase tanto que sus padres le pagasen las láminas fotográficas que tan caras valían.

¿Arandanos, mami? - pregunto tendiendo la mano. - Claro, ya sabes que por ti cualquier cosa.

Martin salió por la puerta principal, que solía estar abierta, y se dirigió hacia el lateral de la casa que hacía las veces tanto de garaje como de trastero.

Allí estaba una preciosa bici de color azul que sería las delicias del cumpleaños de cualquier niño pero que Martin había conseguido a base de insistenia tras haberla vista en un anuncio de una revista.

Se montó y, sin demasiada velocidad, se dirigió a la tienda.

Tardando más tiempo de lo que era habitual en un niño de su edad, Martin llegó a la tienda donde su madre solía hacer la compra. El chico se apeó de la bicicleta mientras iba pensando en el dinero que su madre le había dado. Era un billete de 5 dolares. Martín sabía que su madre siempre compraba el mejor arandando en lata del mundo, pero era un poco caro. Casi costaba 1'5$...eso le dejaría... una cantidad decente de dinero para empezar a ahorrar. Y si su padre le compraba la cámara espía ya sería "la pera".

Cuando fue a entrar en la tienda vio a dos compañeros suyos. Eran el empollon de gafas que siempre sacaba muy buenas notas...Daniel Parker y otro niño delgaducho que se llamaba Jack Sick...el que siempre estaba montando bulla en clase. Los dos llevaban un batido y parecían estar bebiendo del mismo vaso con dos pajitas. Mientras entraba en la tienda, Martin alcanzó a oir a Jack decir "ya sabes que me puedo fatigar mucho."

Martin miró a los dos niños bebiendo del mismo vaso con extrañeza. No debían tener dinero para comprarse uno para cada uno pero se arriesgaban a que cualquiera de los más abusicas empezara a hacer chistes sobre que eran novios y compartían bebida como esos adultos en el bar de Stacy.

Igual hasta se besan. - pensó arrugando el rostro en gesto de asqueo.

Después, encogiendose de hombros, decidió dirigirse hacia el mostrador.

Una lata de arándanos. De la que compra siempre mi madre. - pidió dejando el billete sobre el mostrador en una clara copia, tanto del gesto como del tono, de lo que hacía su padre cuando compraba algo.

El tendero se quedó unos segundo miradno duditativo al niño, tras los cuales preguntó

¿Eres el hijo pequeño de Griffiths? ¿Verdad? Si, eres igualito a tu padre....solo que con más peso -rió el tendero bajo su mostacho mal recortado- Bien veamos...tu madre...¿una mujer rubía, de piel muy pálida y siempre con una sonrisa en la cara ¿no? Muy moderno su úlitmo corte de pelo

Corte de pelo de fulana-pensó mientras se acercaba a la estantería y daba el cambio al chico. Nada mas dar el cambio siguió hablando...sin embargo parecía que el cambio no estaba completo. Faltaba medio dolar.

Bueno, da recuerdos a tu padre cuando le veas y dile que pronto me pasaré por su tienda

Martin miró al tendero en una especie de imitación de la mirada de su padre cuando trataba con sus empleados.

¿Cuándo vaya a la tienda de mi padre también va a intentar timarle o solamente lo hace con los niños? - dijo en un tono bastante serio al que siguió una sonrisa cruel. - Estoy seguro que le encantará saber cómo trata a los hijos de sus mejores empleados cuando no están presentes los padres...

¡HABRASE VISTO NIÑO MÁS MALEDUCADO!

Las mejillas del tendero se habían coloreado de un intenso color naranja, tirando a rojo y parecían incluso haberse hinchado hasta el doble del tamaño normal, como si de un globo se tratase. Malhumorado el tendero miró el cambio del niño y continuó hablando. Puede que tengas razón niño, y que me haya equivocado con el cambio pero acusarme a mi de intentar engañar...a mi que he fiado medio pueblo ¿Crees que alguien te iba a creer? Toma tu medio dolar y fuera de la tienda. FUERA. Ya hablaré yo con tu padre

Las mejillas del hombre seguían hinchandose como si empezase a tener una reacción alérgica.Estaba claro que el hombre estaba muy muy enfadado. Aquello no era algo extraordinario para el gordo niño ya que parecía repeler a adultos y niños por igual. Sin embargo si era algo nuevo que alguien le reprendiese, y no estaba acostumbrado a que esgrimiesen el nombre de su padre contra él, sino más bien al reves.

FUERA TE HE DICHO

Ya veremos a quién cree. - dijo Martin con un brillo de amenaza en sus ojos mientras recojía su cambio.

De camino a la salida, no pudo evitar darle un golpe con el hombre al aparador de revista, haciendo que varias cayesen al suelo, y aceleró el paso para montar en su bici y salir pitando de allí antes de que al hombre le diese tiempo a arrearle un capón.

Al fin y al cabo era un Griffiths, con lo bueno y lo malo, y eso significaba la suficiente inteligencia para saber hasta qué punto presionar.

Montó en su bici y, resoplando, pedaleó hacia casa.

Martin volvió pedaleando a su casa con la lata dando botes en la cesta de la bicicleta. Mientras volvía se relamía pensando en la deliciosa cena que haría su madre aquella noche pero claro, había que hacer un homenaje a sus hermanas mayores, Annie y Bertha, que iban a pasar el primer verano alejadas de la familia.

Bertha había ganado un concurso de ortografía en el colegio y el premio había sido tres semanas en Rockland, en la costa de Maine junto con otras diez niñas, en un campamento donde aprendería a coser, cocinar y a comportarse como una dama. Como el premio era para dos personas Bertha había pedido a su hermana que la acompañase. Así se librarían de su insoportable hermanito....aunque en opinión de Martin era él quien se libraba de las presumidas y metomentodo de sus hermanas.

No estaba ni a cinco minutos de su casa cuando, después de un frenazo para que pasase un coche, le pareció oir algo...como un gorgoteo que venía de la alcantarilla que tenía justo a su lado.

Aún maldiciendo entre dientes al coche y lamentándose de no haberse fijado en la matrícula para encargarse de hacerle un buen rallón y si lo volvía a ver, Martin escuchó el gorgojeo.

Extrañado y curioso, apoyó la biciclieta contra un árbol y se acercó lentamente a la alcantarilla.

En aquel momento sonaron con fuerza las campanadas del reloj del ayuntamiento que marcaban las cinco de la tarde. Tras el susto inicial, el "pequeño" Martin volvió a fijarse en la alcantarilla... y en los sonidos que brotaban de ella. Pasados unos segundos, comenzó a distinguir alguna palabra suelta

-Waaaaalter....Waaaalter -la voz sonaba lejana, y por el hueco de la alcantarilla no se veía gran cosa pero las palabras sueltas eran inconfundibles -globo...walter....-

Finalmente, un terrible grito resonó por el alacantarillado replicandose por los conductos y aumentandose o disminuyendose por momentos.

Martin estaba inclinándose hacia delante, quizá esperando que se tratase de un cachorrito perdido y que fuese capaz de convencer a sus padres para quedárselo. Le costaría algo de trabajo pero estaba seguro de ser capaz de hacerlo, aprovechando la excusa de que iba a quedarse solo sin sus hermanas.

¿Walter? ¿Globo?

Frunció el ceño sin estar seguro de si estaba escuchando correctamente, tratando de distinguir si es que el eco le traía alguna conversación lejana o quizá alguien había arrojado una radio encendida a la alcantarilla.

Pero el grito le tiró de culo sobre la acera y se medio arrastró hacia atrás asustado, en dirección a su bici, con intención de salir pitando de allí cagando leches.

El salto que el niño dio hacia atras fue acompañado de un grito de sobresalto que no se llegó a materializar en sus labios... y sin embargo, a pesar de no haber emitido un solo sonido...la voz respondió

-Ñam ñam...¿quien esta ahi? ¿carne blandita? -dijo la voz que de pronto estallo en carcajadas mientras comenzaba a sonar un sonido cada vez mas fuerte que salía de la alcantarilla -ñam ñam walter...ñam ñam...los niños buenos no escuchan a hurtadillas pero los niños ricos si...

Justo cuando el niño estaba pasando el pie por encima de la bicicleta algo comenzó a salir de la alcantarilla, plegandose sobre si mismo. Algo que parecía plástico y era de un intenso color verde

Martin contuvo el grito y el sollozo que pugnaban a partes iguales por salir de su boca. ¡Llorar era de niños pequeños!

Montó en su bici, resoplando sin parar, y salió pedaleando con todas sus fuerzas mientras era incapaz de no echar un ocasional vistazo hacia atrás.

El plástico verde seguía presionando para intentar salir de la alcantarilla, pero Martin no mantuvo demasiado el interés por lo que ocurría detrás. Estaba más interesado en seguir adelante y llegar a su casa lo antes posible. Minutos después, había llegado a su casa, saltado de la bicicleta y abandonado esta en el garaje para entrar rapidamente en la cocina.

Martin cielo ¿trajiste los arándanos?-preguntó la mujer agachada de espaldas a la puerta y pelando las patatas que acompañaríasn el pavo. Este ya estaba asandose en el horno a fuego lento, pero aún quedaba bastante por preparar. La señora Griffiths aún no había visto la pálida cara de su hijo, ocupada como estaba con la cena.

Martin se quedó congelado tras escuchar la voz de su madre. En ese momento se dio cuenta de que ni siquiera sabía si la lata estaba realmente en la cesta cuando la dejó en el garaje.+

Ma... mamá... - comenzó con un tono claramente asustado - había una voz en la alcantarilla de la calle y algo o alguien empezó a salir de ella cuando me acerqué...

Cielo...seguro que fue solo tu imaginación. Las alcantarillas siempre traen sonidos raros. A mi tambien me pareció oir cosas cuando era niña- Anne se volvió hacia su hijo y al ver su cara pálida y aterrorizada se olvidó hasta de los arándanos que el niño llevaba, quién sabe porqué, firmemente agarrados en la mano- Pero cariño...estás lívido. ¿Te encuentras bien? En serio... no te preocupes, seguro que te lo imaginaste todo. Ya te dije que no tenías que comer tanto chocolate.