Partida Rol por web

—Después de "El círculo se cierra" —

Antes de que Emily tuviese oportunidad de abrir la puerta, la sombra que había visto en las cortinas apareció ante ella. Su madre, con su anticuado peinado y sus sobrias ropas estaba frente a ella mirandola con aparente calma. Unicamente los dedos crispados y la ceja izquierda levantaba indicaban que si no se andaba con mucho tiento, la niña podía acabar castigada. Mientras la niña entraba con la cabeza humildemente agachada, Claire miró alejarse a la Lissey y frunció el ceño al verla montada en bicicleta y la forma en la que iba vestida. Aquellos colores tan llamativos, las mangas cortas dejando al descubierto los codos...estaba claro que alguien tenía que meterla en vereda. Despues de evaluar a la potencial compañera de juegos de su hija se fijo en las medias con rasguños y en la sangre seca que tenía en las piernas.

—Emy—dijo con un tono de voz inexpresivo mientras cerraba la puerta—¿Qué te ha ocurrido y quien es esa niña? ¿Quienes son sus padres? A la mujer le había parecido que se dirigía a casa de los Crauff, pero quería asegurarse.

Entro tan despacio a casa que casi estoy segura que, si mi madre no hubiera estado mirndo tras la ventana, no me habría oído pasar. Mi madre se avalanza sobre mí y me hace mil preguntas después de lanzar una mirada a Lissey que se aleja sobre su bicicleta.

-Bueno... eh...-comencé, pero las palabras no salieron de mi garganta, al contrario, se agolparon todas juntas en ella y no dejaron salir ninguna.

Intenté recordar vagamente lo que me había dicho Lissey, los momentos de aquel día, la bici de Jack, su carácter raro, el silencioso Danny, el gordito... ¿cómo se llamaba? Martin, sí, Martin. Chester... Paul... todos me habían aceptado desde un principio sin pensar que soy Emily... Emily white. No podía decirle a mi madre que había estado con ellos, pero tampoco podía mentir, así que me limité a decir la verdad.

-ES Lissey... Lissey Crauff-le respondí aseverando lo que ella ya sabía-. Nos caímos de la bici.. sé que no debo montar en bici, pero fue muy amable por su parte ofrecerse a llevarme-le dije con la cabeza gacha mientras jugaba con un pie en el suelo y miraba de reojo el armario donde solía encerrarme.

Sé que me castigará, pero no será tan grabe si no sabe que monté en la bici de un chico. Con lentitud levanté la mirada hacia el rostro de mi madre para mirar a ver qué reflejaban sus ojos.

La niña de los Crauff ¿eh? Mmmmm

Los ojillos de Claire se movían de un lado a otro de la habitación. Conocía bastante bien a los Crauff, era una de las familias con las que había tratado antes de obsesionarse por completo con la religión, aunque Dios sabía que siempre había estado algo obsesionada. La mujer volvió a repetir

Crauff... Si. Los conozco. Phil es un buen hombre, piadoso y devoto (y si pega a esa mujer será por algo que se merezca, las mujeres llevamos al fín y al cabo el pecado de Eva en la sangre) defendió a nuestro país y nuestra religión (matando un montón de amarillos infieles, como Dios ha mandado). Creo que su hijo está enfermo, castigo sin duda por la forma en la que permite ir vestido a sus hijos. Pero ¿no ibas a ir a la iglesia? decidiste presentar tus oraciones en el campo?
Los ojos de la mujer pasaban de iracundos a tranquilos según hablaba. Pero de pronto, pareció adquirir ciertta amabilidad...

Vamos al baño a curarte esas heridas, llenaré la bañera
 

Le miré. No me sentía del todo tranquila. Era verdad, yo iba hacia la iglesia, pero no llegué a ella. Estaba bastante tensa, pero me tranquilicé al ver su semblante tranquilo.

-Gracias mamá-le dije mientras me encaminaba al baño.

La verdad es que las heridas tiraban bastante de la piel de mis rodillas, pero no iba a sucumbir al dolor.

Dice que el padre de Lissey es bueno, pero ella le tiene bastante miedo...o al menos eso parecía cuando me dijo lo de la mentira. Por suerte, no he mentido y creo que no he fallado a Lissey.

Claire lleno la bañera con agua caliente. Pronto el vapor comenzó a inundar el baño, lo que le daba la impresión de ser extremadamente relajante. Mientras tanto, la niña se desnudaba. Aunque aún no había tenido su primer sangrado, los pechos ya comenzaban a aparecer algo que su madre contempló con disgusto mientras los señalaba y decía

Tendrás que llevar camisas con cuello mas cerrado, si siguen ese ritmo—dijo. Ahora veamos, enseñame esas heridas....estan llenas de tierra. Meteté en el agua y luego las curaremos.

Cuando Emily metió el pie en el agua comprobó que distaba mucho de ser el agradable baño caliente que había imaginado...el agua estaba demasiado caliente y la abrasaba la piel. Cuando el agua cubrió las partes mas sensibles y las heridas el dolor se agudizó, pero su madre simplemente la miró mientras decía al observar la involuntaria expresión de la niña:

Solo es agua. Más sufrió nuestro señor...¿Donde conociste a esa niña? Deberías decirla que lleve colores mas sobrios. Seguro que eso agrada al señor y ayuda a su hermano
 

Mi piel se pone de gallina al contacto del agua hirviendo, pero no opongo resistencia, me meto en el agua casi sin cambiar el semblante. Lo que he hecho hoy merecía un castigo, eso lo sabía, y engañar a mi madre no es tan sencillo.

-Ya te lo he dicho, me vio y se ofreció a llevarme. Ya ni recuerdo dónde me recogió, sólo recuerdo cuando nos caimos y me hice las heridas-le digo casi llorando por el dolor y por el miedo, no voy a negarlo.

Claire comenzó a frotar suavemente a la niña con la esponja. No tardo en enrojecerse las manos por el calor del agua, pero no pareció importarla. Poco a poco pasó chorros de agua por encima de las heridas, donde vertió tambien algo de alcohol. Finalmente, Emily iba acostumbrandose al agua ardiendo, a pesar del enrojecimiento de la piel. Pero entonces su madre hizo algo extraño. Algo que no había hecho nunca. Claire metió  la mano con firmeza y cuidado en "la parte que no debía ser tocada" mientras la decía con voz firme:

No te muevas.

Los huesudos dedos de la mujer se introdujeron en el cuerpo de Emily, quien involuntariamente contrajo sus partes íntimas aprisionando los dedos de su madre. Eso no pareció importar a Claire quie, implacablemente seguia hurgando como si tratase de encontrar algo. Finalmente, retiró la mano con sumo cuidado y se la limpió con alcohol,

Estas intacta. Lo he notado. Demos gracias a Dios porque esa bicicleta no te haya hecho ese mal. A partir de hoy no quiero que vuelvas a subir a una. Puede arrebatarte la pureza y eso es algo que de ningún modo puede pasar.

El agua caliente quema mi piel blanca volviendola cada vez más roja. Se pone de gallina y a la vez suda, reacciones extrañas ante la calidez del agua. Las heridas escuecen fuertemente ante el contacto del agua caliente y del alcohol, pero lo resisto como una mujer madura, al menos lo intento.

-Mamá... mamá me haces daño-le digo tímidamente, pero no parece improtarle pues sigue rascando mis heridas con el alcohol.

Luego viene lo peor, me sorprende, nunca había hecho nada parecido y el sentir sus dedos buscar algo dentro de mí me resulta tétrico y me da algo de repulsión hacia ella. Me enconjo sistemáticamente, pero tampoco parece importarle y cuando creo que todo va a continuar y que habré hecho algo que haga que me encierre en el armario saca su mano satisfecha porque parece que ha encontrado lo que buscaba.

-¿Entonces todo está bien?-le digo tímidamente conteniendo las lágrimas que luchan por salir.

Por el momento. Pero recuerda. Tu pureza es mas importante que tu vida. Recuerda a la noble Lucrecia, a quien tras violarla, decidió tomar la decisión de suicidarse por haber sido infiel a su marido. Todo el mundo trató de convencerla que su acto no había sido impuro, pero ella sabía la verdad. Así que, conserva tu pureza hasta que llegue la hora y te cases... aunque creo que Dios tiene otros planes para tí.

Mientras hablaba, Claire había sacado a su hija cariñosamente de la bañera y la secó, como si fuese  una niña pequeña. Mirandola fijamente, mientras la sostenía la barbilla susurró.

Hoy ayunaras en agradecimiento al señor por conservarte pura, ve a la cama

-Si, mamá-es todo lo que sale de mi boca antes de dirigirme a mi habitación.

Me pongo mi casto camisón y me arrodillo delante de la cama para comenzar mis rezos como llevo haciendo desde que tengo uso de razón. La oración me lleva unos minutos. Cuando la termino,me levanto y echo una rápida ojeada al armario. Luego me zambullo en las cálidas sábanas sintiendo el retorcerse de mis tripas debido al hambre.

No voy a decir que me sienta orgullosa, pero, ha sido un día increíble y me siento feliz. No, no estoy orgullosa, pero tampoco me arrepiento. Con una leve sonrisa cierro mis ojos para tratar de dormirme. Mañana será otro día.

Cuando la oscuridad del sueño comenzó a aparecer, Emily se sintió completamente despierta. Estaba desprovista de su pijama, completamente desnuda y en un lugar desconocido. Aquella desnudez la hacía sentir vulnerable y debil y, tratando de tapar su cuerpo con las manos miro a su alrededor: no estaba en su habitación. ¿Cómo era posible? ¿Y que lugar era ese? Una habitación llena de espejos reflejaba todas las partes de su cuerpo y de pronto, la mancha de nacimiento de su muslo parecío brillar con luz propia. Ensimismada, la niña contempló su reflejo y pudo ver que , uno de los moratones que se había hecho el día anterior tenía forma de huevo.

Emily sintió un dolor punzante y vio como el huevo de su piel se movía y con fuerza parecía intentar salir de la piel. Al tocarla instintivamente, el huevo reventó, dejando salir una diminuta tortuga...otra vez una tortuga. El animal y ella cruzaron unos instantes la mirada y cuando la niña volvió a levantar los ojos vio que estaba vestida con un camisón blanco. Un camisón que recordaba al de los cuadros religiosos que llevaban las dulces damas antes de ser sacrificadas a un dragón y de ser salvadas por un hombre montado en un caballo niveo.

No sentía miedo, ni felicidad, ni ningún sentimiento. Estaba completamente apática ante la tortuga. 

"Milagros... los milagros exiten... mamá tenía razón" pienso al ver la tortuga.

Luego me fijo en lo que llevo puesto. Un camisón parecido a los que llevan las doncellas.

Vuelvo a mirar a la tortuga y alargo mi mano suavemente para tocarla.

La tortuga desapareció segundos antes de que Emily la tocase, su mano había quedado a unos milimetros del animal cuando esto ocurrió. Fue entonces cuando oyó una voz a su espalda.

Eres la elegida Emily...la elegida... la elegida para salvar al mundo. Lo sabes ¿verdad?

Cuando la niña se giró solo vió otro reflejo en un espejo....y la habitación cambio. Ahora era circular, y completamente hecha de espejo. Miles de dobles la miraban con expresión asustada, cuando las paredes comenzarón a girar y girar con rapidez obligandola a cerrar los ojos para no marearse. La mancha de su muslo empezó a dolerla y acabó por arrodillarse en el suelo.

La elegida...el cordero que lavará el mundo...

En aquel momentó se despertó y un murmullo de voces la llegó de la entrada. Parecía su madre y una chica de su edad. Si indudablemente debía ser Lissey. La niña recordó entonces que habían quedado todos bajo la estatua, o después de comer si no podían. Seguramente Lissey había ido a buscarla.

Nada más separarse de Lissey, Emily entró en su casa pero fue acercarse a la puerta y, casi inmediatamente abrirse. Allí estaba su madre que contemplaba inexpresiva el alegre andar de la niña en busca de su bicicleta. Puede que aquella expresión no fuese tan neutral si supiese que iba a por una bicicleta, pero obviamente, Claire no tenía poderes psiquicos.

Claire se apartó para que la niña pasase y la miró detenidamente, examinándola con la mirada. Finalmente, sus ojos se dulcificaron y pareció relajarse al no encontrar nada raro en su hija.

¿Lo habeís pasado bien?

Asentí con mirada alegre antes de darle un beso a mi madre en la mejilla.

-Gracias por dejarme ir-le digo con alegría en la voz-. Lissey dijo que igual sería buena idea que sus padres y tú os conocierais, para saber como son las familias, así podrías estar más tranquila cuando salga con ella-le digo sin variar mi tono de voz, deseando que cuele-. Podrías invitarlos a tomar el té, o café... Nuestra casa es muy bonita, me pareció una buena idea. ¿A ti qué te parece?-le digo con alegría fingida.

Claire pareció dudar unos momentos ante la proposición de la niña. Tras unos largos segundos en silencio mirando fijamente a la niña pareció decidirse.

De acuerdo. Pueden venir, aunque si lo que dicen en la iglesia es cierto *malditas chismosas* la mujer de Crauff no está y eso podría desencadenar comentarios inapropiados. Pero tomaremos el café en el porche.

-Bien mamá-le dije.

Pero mi duda era ¿cómo avisar a Lissey de que el pájaro estaba en la jaula? No tenía su teléfono y no habíamos concretado cuando volveríamos a vernos. Pero ella es una chica lista, seguro que se le ocurre algo.

-Mamá, voy a darme un baño-digo mientras se me pone la piel de gallino ante lo ocurrido ayer.

Bien. Mientras tanto iré a casa de tu amiga y hablaré con su padre—respondió su madre resuelta antes de salir por la puerta de la casa sin mirar siquiera a su pequeña.