Partida Rol por web

Barcelona Nocturno

Capítulo 1.2: Condenados

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25/03/2018, 16:24
Javier Montoya

Dejadlo - dispone severamente el Regente -. Con una rata nos basta y quien sabe si esa otra pueda resultarnos más útil libre - aclara sin que haya demasiado motivo para ello.

El fin de fiesta ha dejado un espectáculo dantesco, desolador: El estacado e inerte cuerpo de María a un lado, postrado en el suelo de una forma antinatural; la rubia, todavía llorando desamparada con la cabeza de Claudio en su regazo y Eduard, que sigue estupefacto mirando las cuencas de la calavera de su descendencia.

Ocúpate de todo esto - ordena Montoya a Sanahuja -. Vamos al Palau a interrogar a esa sanguijuela - dedica un severo soslayo a la Nosferatu -. Quiero al Consell, a la Primogenitura, que venga Sergi también - manda hablándole a la Directora de Protocolo pero, en realidad, de una manera audible para todos los presentes -. Que vengan también esos Neonatos, así recibirán una valiosa lección sobre... nuestra manera de funcionar.

Montoya toma despreocupadamente la mano de Marina, conminándola a acompañarlo con la rígida elegancia que lo caracteriza y dirigiendo sus pasos hacia una puerta lateral que conduce a unas escaleras que descienden a las entrañas del edificio, parece tratarse del lugar que hay que seguir para llegar al Palau.

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25/03/2018, 19:28
Anna Sagnier

Un inoportuno, u oportuno, golpe de viento hace que caiga al suelo empujada por las puertas que intentaba cerrar. El Nosferatu aprovecha tal circunstancia para escapar. Me levanto con la intención de sellar la entrada desde fuera y poner fin al vendaval. Pretendo seguir a la carrera al vampiro huido, no para darle caza, sino para hablar con él y darle mi apoyo. Después, regresaría al teatro, diría que se me ha escapado y daría una dirección errónea a quien quisiera seguirlo. “Dejadlo”. Montoya desbarata todo mi plan, pero aun así cierro las puertas. El ruido y la furia de la tormenta disminuyen considerablemente en el interior, lleno de copas, sillas y mesas por el suelo, mojado por la lluvia. Me acerco a Estel: ¿estás bien? Mientras la abrazo para intentar calmarla, no puedo evitar fijarme en la otra Nosferatu: a diferencia del reo del escenario, la visión del cuerpo estacado de la vampira me conmociona sobremanera. Miro al vampiro con aspecto de pendenciero que la ha dejado así: me da asco. Casi la misma sensación que me inspira la Ventrue, dispuesta a acatar cualquier orden que dé Montoya como una perra. Casi la misma sensación que sufro por mí, postrada hace poco tiempo ante un ser tan vil. ¿Cómo pudo causarme esa majestuosa y primera impresión? Ordena que lo sigamos para presenciar “nuestra manera de funcionar” como si no lo hubiésemos visto ya: una manera cruel, impulsiva, estúpida. Toma de la mano a la vampira del vestido plateado, sobre la que no sé qué pensar y a la que habría envidiado por ese gesto minutos atrás y ahora solo compadezco. He de recoger mi capa y seguir al condenado príncipe por unas escaleras que parecen descender al Infierno de Dante: “¡abandonad toda esperanza!”.

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25/03/2018, 19:55
Gaudencio Sanz

Poco más que decir. O hacer en este caso
Se abotonó la chaqueta del traje y se dispuso a seguir en los últimos lugares (como correspondía a los neonatos) a la comitiva hacia donde quiera que fueran en el Liceo. Supuso que habría varios cuartos preparados para albergar prisioneros, con gruesos muros de piedra y sin ventanas, pues por lo poco que sabía la estacada no podría hablar, sólo mirar, si continuaba con ese trozo de madera atravesado en su corazón

En cualquier caso se reservaba sus pensamientos y sus ideas, pues lo que estaba pasando requería de una profunda reflexión. Y además no contaba con información suficiente como para posicionarse. Por el momento ver, oír y callar

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25/03/2018, 20:54
Estel Riva

Estel estaba muy impactada por todo lo que acababa de ocurrir, sus ojos inquietos se habían llenado de espanto y horror -"Por debajo de todo sólo somos salvajes, escondidos bajo vestidos, corbatas y camisas. Somos como animales pero con mucha menos gracia."- Pensó llena de decepción y espanto mientras miraba el cuerpo estacado de la Nosferatu, tirado y desbaratado en el suelo.

A esas alturas la Toreador se replanteaba muchas cosas, el evento de aquella noche distaba mucho de lo que su sire le había comentado, el Elíseo desde luego no le parecía un lugar seguro, ni algunos de sus congéneres parecían dignos de estar en la punta de la pirámide. Unos vampiros parecían excelentes e ilustres y otros actuaban como verdaderos monstruos, incluso habían ilustres monstruos. El ideal del vampirismo implantado y alimentado por Roderic había quedado trastocado irremediablemente, provocando en la vampiresa un fuerte desengaño.

El socorrido y oportuno abrazo que recibió de Anna además de ser un consuelo frente aquella dantesca situación hizo que la Toreador reaccionara. -Sí, Anna, estoy bien.- Respondió Estel con complicidad, pero su cara de circunstancias anunciaba lo contrario.

Después de las palabras del Príncipe la Toreador se preguntaba qué significaba eso de: nuestra manera de funcionar. -"¿Acaso se puede interrogar a alguien en ese estado?"- Pesó recordando el reciente caso del Sabbat y al instante dedujo que Montoya posiblemente se disponía a torturar María. Estel no quería acompañar al Príncipe, tampoco disfrutaba entre cuajarones de sangre, pero en cambio, siguió los pasos de Anna, tal y como Montoya había indicado, pues lo que menos deseaba era contradecir o importunar al Príncipe.

Notas de juego

En fila y más callada que en misa xD

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25/03/2018, 22:31
María Pellicer

La última mirada que María le dedicó a Alfons, antes de sentir su corazón atravesado por la pata de la silla, fue clara y concisa "Cuando salga de esta, yo te aconcejaría no volver a andar sólo por las calles...la sangre, llama a la sangre".

Por un segundo, y pese al primer pinchazo de dolor que sintió cuando su cuerpo fue atravesado, María pensó que la sensación no estaba tan mal, ninguno de los presentes sabia lo que era estar atrapada bajo vigas, viendo lenguas de fuego aproximándose a ella, quemando sus vestidos, su piel, nadie sabia lo que era gritar hasta escupir sangre, con las cuerdas vocales destrozadas, suplicando auxilio, ese dolor hasta la fecha, María no encontraba comparación "Mi madre en paz descanse, pensaba que el dolor mas fuerte era el de parto...tal vez su dolor más fuerte fue el de perder un hijo...quizá por eso murió de pena cuando se enteró como habia muerto su hija-. Luego recordó a la joven Dianna, pensó en ella con desdén "Y bueno, no es que muerda la mano que le da de comer, no pienso fiarme nunca más de ninguno de ellos...pero de cierto modo los entiendo, cuando el barco se está hundiendo, absolutamente nadie va a intentar rescatarte...bueno salvo que sea el titanic y Jack le deje una puerta de madera a Rose como flotador...¿porque estoy divagando tanto?.- María escuchaba todo lo que acontecía a su alrededor. Estaba conciente de los movimientos de todos...realmente la sensación le pareció de lo más curiosa.

No habia dolor, por el contrario, era como si alguien le hubiese puesto "pausa a la pelicula", y ella se hubiera quedado congelada en el tiempo, pensó en James su rata, en Franco el murciélago, y en Letizia su paloma, y en lo preocupados que se quedarían cuando vieran que no llegaba a casa, pensó en Eraser, le hubiera gustado darle un último abrazo...quien sabe si lo volvería a ver. Ese pensamiento realmente entristeció a la chica "Ay Eraser...las cosas buenas que pasaban en mi vida duraban tan poco, y se repite lo mismo en mi no-vida...fué lindo haber cruzado palabra" llevaba los ojos cerrados, y las manos cruzadas sobre el pecho, ahora si, con el vestido que llevaba realmente lucia como un cadaver de viuda.

Tortura, bah, que podía ser peor que lo que le habia pasado, tener el mismo fin que el pobre Joey, era de lo que pedía su limosna, veia su existencia como una maldición, sin embargo, un último pensamiento cruzó por la mente de María, algo que una vez más, le infundió valor, una simple y sencilla frase de " Los árboles mueren de pie", escrita por su dramaturgo favorito: el español Alejandro Casona...."Que no me vean derrotada...muerta por dentro...PERO DE PIE, COMO UN ARBOL!!".

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27/03/2018, 16:42
Carlos Moracho

Me acerco unos pasos hacia la caida y observo el estropicio.

-Realmente hay que tener mucha fuerza para atravesar así como así una caja torácica con una pata de una silla.

Observo a Maria con atención, no estoy seguro de los efectos de la madera en el corazón. Estudio sus ojos en busca de movimiento o alguna muestra de consciencia.

-Deberia preguntarle si es que vive, o buscar a alguien que haya estado estacado. Es interesante, una especie de anestesia, no sé si tendra consciencia o dolor.
Que cosas...

Una vez acabo mi pequeña exploración me giro de nuevo y miro a Dianna, poniendo cara de "vaya pasada"

Me acerco hasta ella y entonces veo que Gaudencio se va y que Marina va con el todopoderoso principe regente de la excelentisima ciudad de Barcelona.

-Va... vamos?

Pregunto a la pelirroja mientras señalo con la cabeza hacia Gaudencio y aprieto el paso un poco para ponerme a su altura.

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27/03/2018, 16:52
Dianna Ledesma

La Sangre Azul miró caer el cuerpo de María con una facilidad abrumadora, replanteándose el poder de los Vástagos de habían a su alrededor. Igualmente trató de no pensar demasiado en ello, no le iba a aportar nada. Estaba claro que si María era inocente salvaría su no-vida aunque por el contrario, sino lo era no querría estar en su piel, Montoya y sus hombres ya habían demostrado su superioridad en varias ocasiones.

Al notar la mirada de asombro del Malkavian, Dianna levantó un momento ambas cejas en gesto de "mejor tener cuidado". Cuando se puso a su altura comenzó a caminar a su lado con tranquilidad, aunque en el fondo sentía curiosidad por saber cual era la manera de funcionar.

- Sí, será mejor que los alcancemos. - Dijo empezando a caminar algo más rápido junto a Carlos, llegando hasta la espalda de Gaudencio.

Miró a Carlos de nuevo un momento, pero no dijo nada. Sabía que era mejor mantener silencio mientras seguían al Príncipe, esperando a que él fuese quien diese la primera palabra.

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28/03/2018, 21:44
Marina
Sólo para el director

Dejadlo. Aquello fue toda una sorpresa para Mariana quien no hubiese contemolado esa posibilidad de haber jugado a adivinar los próximo pasos de esa noche.

Cerró los ojos un segundo en reminiscencia de un parpadeo y al volver a abrirlos deseó que su duda no siguiera escrita en el castaño de su mirada.

«¿Más vale pájaro en mano que ciento volando?»

Ambas Marinas se encogieron de hombros en canon iniciado por la chica del vestido que rehuyó el estancamiento de la nosferatu.

No le agradaba esa chica y se culpaba de ello por el miedo a que se debiera a su aspecto aunque en el fondo sabía que no era ese el motivo, sino su lengua, su falta de luces y soberbia inmerecida. Pero barajaba la posibilidad de que aquellos aires fueran su armadura ¿No vestía ella también una? Tina podría jurar que sí, como la mitad de los hombres que había conocido.

Era frecuente llegar a una soledad compartida con ella, a una compañía vacía a esa especie de pesada tristeza que arrastraba como un escarabajo pelotero para arroyar a toda mano tendida.

Y en ese vacío se enterró mientras la madera se enterraba en María. Y avanzó como una prolongación del brazo de Montoya hacia las entrañas del Liceu saliendo poco a poco de las suyas cuya personificación aparentemente quedaba atrás.

Notas de juego

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28/03/2018, 22:07
Marina

Dejadlo. Aquello fue toda una sorpresa para Mariana quien no hubiese contemolado esa posibilidad de haber jugado a adivinar los próximo pasos de esa noche.

Cerró los ojos un segundo en reminiscencia de un parpadeo y al volver a abrirlos deseó que su duda no siguiera escrita en el castaño de su mirada.

Se encogió de hombros rehuyendo el estancamiento de la nosferatu.

Y se quedó ensimismada con los ojos en algun punto más allá del hombro del príncipe mientras avanzaba como una prolongación del brazo de Montoya hacia las entrañas del Liceu saliendo poco a poco de las suyas.

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29/03/2018, 22:45
Javier Montoya

Siguiendo vuestros pasos, varios de los presentes entre los que se encuentra Eduard que cede dolorosamente el cráneo pulido a la rubia desconsolada, os acompañan al internaros por una puerta lateral que desciende un tramo de escaleras que desemboca a un aparcamiento en el que ya esperan varios coches bastante lujosos sin llegar a la ostentación, Mercedes, Lexus y Peugeot de colores oscuros, con el motor en marcha y un impasible conductor listo para trasladaros.

La azarosa distribución en los vehículos determina que vayas con El Príncipe en el primero de los vehículos, Gaudencio, Dianna y Carlos en uno posterior y Estel y Anna en el último... ni rastro de María a la que habéis debido dejar tirada y estacada en el frío suelo del Liceu...

Montoya se acomoda en los espaciosos asientos traseros del lujoso vehículo que preside la lúgubre comitiva.

Las piernas cruzadas sobre la tapicería de cuero, deja un oportuno espacio entre tú y él de modo que iniciáis el trayecto en un incómodo silencio en el que el aire se vuelve denso y pegajoso.

El coche asciende por una rampa que lo escupe al exterior. La tormenta finalmente apaciguada, trasladada a otra zona de la ciudad o tal vez mar adentro. Tras un par de circunloquios por las callejas del Raval, emergéis a Les Drassanes, a orillas del Mediterráneo y sus oscuras aguas demasiado abarrotadas de cruceros y yates de lujo en los que centellean luces de fiesta en las cubiertas.

Solo es entonces cuando El Regente quiebra el silencio, como si hubiera pisado una rama seca:

La última vez que te vi eras solo un bebé - casi lo sientes sonreír en la íntima penumbra que os envuelve -. Julià te tenía en tu cuna y dormías tan plácidamente - evoca tiernamente -. Fuiste su excusa para renunciar a mi, a su inmortalidad - sin atisbo de rencor -. Cómo voy a llevarla al cole siendo un Vampiro? Ese fue su argumento demoledor, definitivo. Cómo podía yo oponerme a eso - reflexiona -. Así que olvidé los planes que tenía para él y dejé que viviera su vida contigo, feliz - visiblemente orgulloso de la decisión tomada en su momento -. Cuando murió, Raúl se encargó de ti, de vigilar que las cosas te fueran bien - admite - hasta que tu abrazo resultó improrrogable - aborda sin querer profundizar en el tema y dedicando unos instantes a la silenciosa contemplación del espectáculo urbano que os rodea: El coche avanza por el Passeig de Colom, paralelo a la costa que trae algo de brisa marina que, a pesar de no acceder al vehículo, de alguna manera intuyes su reconfortante presencia.

Bárbaros, decía el Príncipe de Salina - Montoya evoca al personaje de Lampedusa -. Dioses, decía también el Príncipe de Salina. Los Dioses son, básicamente, bárbaros - concluye la cita -. Sé que hay cosas, cosas que han pasado esta noche que no son de tu agrado - confiesa sin atisbo de reproche -. A veces un Rey tiene la obligación de comportarse como tal... - entiendes? Y a pesar de no verbalizarlo, la necesidad de comprensión queda implícita en la explicación.

A su magnificente manera, Montoya parece disculparse u ofrecer algún tipo de explicación a lo que has debido presenciar, la crueldad desatada por los Vástagos. No es tanto una excusa como eso, una simple explicación acerca de su actitud y la violencia imperante en su reino.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Marina, puedes mantener la conversación con Montoya mediante mensajes Solo al Director

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29/03/2018, 23:00

Siguiendo los pasos de Marina y Montoya, varios de los presentes, entre los que se encuentra Eduard que cede dolorosamente el cráneo pulido a la rubia desconsolada, acompañan al Regente que se interna por una puerta lateral que desciende un tramo de escaleras que desemboca en un aparcamiento en el que ya esperan varios coches bastante lujosos sin llegar a la ostentación, Mercedes, Lexus y Peugeot de colores oscuros, con el motor en marcha y un impasible conductor listo para trasladaros.

La azarosa distribución en los vehículos determina que Marina se vaya con El Príncipe en el primero de los vehículos, Gaudencio, Dianna y Carlos en uno posterior y Estel y Anna en el último... Ni rastro de María a la que habéis debido dejar tirada y estacada en el frío suelo del Liceu...

Os acomodáis en el espacioso espacio trasero del vehículo, resguardados por la íntima penumbra que os envuelve.

La comitiva arranca, encabezada por el Mercedes en el que van Montoya y Marina. Vuestro coche asciende por una rampa que lo escupe al exterior. La tormenta finalmente apaciguada, trasladada a otra zona de la ciudad o tal vez mar adentro. Tras un par de circunloquios por las callejas del Raval, emergéis a Les Drassanes, a orillas del Mediterráneo y sus oscuras aguas demasiado abarrotadas de cruceros y yates de lujo en los que centellean luces de fiesta en las cubiertas.

Notas de juego

Os doy un turno de relativa privacidad para que converséis (no va a haber mucho tiempo porque el destino está cercano, hasta la próxima actualización supongo).
Cuando queráis podéis iniciar las conversaciones en cada coche; hacedlo mediante mensajes "Solo al Director" que dirigiré a los destinatarios oportunos.

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29/03/2018, 23:05

Notas de juego

Carlos, tal vez tengas un momento de duda... en el coche vais vosotros tres más el conductor; no sé si eso te satisface o quieres complementarlo con alguna tirada de las que habíamos planteado en la creación del PJ... si te quedas en tierra veré qué hago contigo! ;)

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29/03/2018, 23:08

Ya ausentes los neonatos y plana mayor de la Camarilla, la antesala se va vaciando bajo la atenta supervisión de Sanahuja.

Rápidamente llegan al lugar los Servicios de emergencias y funeraria, sin duda sometidos a la voluntad de los cainitas, realizan sus tareas con la mirada vacía y carente de voluntad que caracteriza a los humanos bajo el influjo de los Vástagos.

Meten el cuerpo del tal Claudio en una bolsa negra que se llevan del lugar. La rubia voluptuosa, visiblemente abatida, se hace cargo de la calavera que perteneció a Luque y se la lleva en el mismo saco que le sirvió a Claudio para transportarla hasta el Liceu.

De ti se hacen cargo el escolta con aspecto de leñador que acompañaba a Montoya y una Cainita de exhuberante aspecto agitanado, los ojos verde esmeralda y el cabello largo castaño.

Unos esclavos te ubican delicadamente sobre una tabla a la que te atan con correas; a continuación ponen una máscara sobre tu rostro, algo destinado a que no puedas pegar mordisco alguno que te recuerda a la que llevaba Hanibal Lecter en El Silencio de los Corderos.

Finalmente te cubren con una tela, impidiendo tu visión. Notas que te trasladan hasta un montacargas que desciende a algún recóndito lugar; más movimiento hasta asegurarte en la caja de un vehículo, posiblemente una furgoneta, que sin mayores prolegómenos arranca abandonando el Liceu.

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30/03/2018, 01:35
Anna Sagnier

Las escaleras conducen a un aparcamiento en el que esperan varios coches. En cierta forma, es un alivio. Pensaba que conducirían a alguna mazmorra en la que seríamos testigos, ejecutores u objeto de atrocidades inimaginables. Los vampiros, encabezados por Montoya, suben a los vehículos y salen al exterior. Parece que nadie ha traído el cuerpo paralizado de la Nosferatu. Estel y yo subimos en el último y seguimos a los demás. La tormenta se ha aplacado. Miro de soslayo a la Toreador y pienso que algo bueno me ha pasado en esta noche que preveía tan lóbrega como ha sido y que aún está por terminar. Por alguna razón, me viene a la cabeza la imagen de los vampiros célebres del teatro. Si en verdad era él, me habría gustado conversar con Dalí, aunque, cuando lo hizo Estel, parecía una pantomima de sí mismo, y ¿acaso no era así? Pienso también en mi gitana, a la que no he visto, pese a que debía estar. Me pregunto qué le habrá parecido mi presentación en el Elíseo, ese campo ensangrentado que dejamos atrás, y creo que sería la primera vez que su juicio me importara.

La presencia del conductor hace que me sienta incómoda para hablar con Estel, o quizá solo me siento insegura con la única persona que ha mostrado interés en mí. Es una desgracia increíble que nos hayamos encontrado aquí, así, y, a pesar de todo, acaso nuestra única esperanza.

¿Qué crees que harán con la Nosferatu?, pregunto finalmente, con una voz casi suplicante, como si ella pudiera hacer algo.

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30/03/2018, 14:02
Gaudencio Sanz

No entendía el modo de proceder del Príncipe. ¿Por qué dejar a María estacada en el Liceo sin hacerle una sola pregunta? Supuso que habría otros asuntos que atender, allá donde quiera que fueran, de mucha mayor importancia si el hecho de apresar (¡con una estaca nada menos!) a una miembro de la Camarilla resultaba secundario. Cierto que no les había dado ninguna explicación, pero estaba en su derecho de no hacerlo. Y dudaba mucho que Montoya fuera alguien que se dedicara a explicar sus actos, más allá de las obvias motivaciones

Su día de presentación en sociedad, de manera oficial, como era también el de los demás, estaba siendo una auténtica caja de sorpresas. Y es cierto que podía esperar ciertos giros inesperados en el guión, a fin de cuentas la regencia se dirigía en torno a los caprichos de un único cainita, pero aquello se salía de madre

En cualquier caso, continuó imitando a los tres monos. Se sentó en la parte trasera del coche y se dedicó a observar lánguidamente por la ventana, reteniendo en su cabeza el trayecto

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30/03/2018, 19:06
Carlos Moracho

Al llegar al coche me quedo un poco parado antes de entrar en la parte de atrás.
Hasta el momento he caminado en silencio algo serio, seguramente por la situación, pero ahora se palpa mi nerviosismo, miro hacia mis dos acompañantes antes de entrar al coche, me asomo al interior y cabeceo varias veces, para después murmurar algo para mí mismo, como convenciéndome de algo.
Sea lo que sea parece que lo consigo, convencerme a mi mismo, y al final entro al coche y me siento.

Una vez arrancamos me presento formalmente a Gaudencio.

-Hola, soy Carlos.

Digo extendiendo una mano.

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31/03/2018, 14:36
Estel Riva

Estel siguió al grupo en compañía de Anna, la vampiresa se armó con una máscara de formalismo extraordinario para ocultar su intranquilidad y el rechazo que le provocaban los acontecimientos de la noche. Se dejaba llevar por la corriente de Montoya aunque en realidad lo prefería lejos, como a la mayoría de los vástagos que había conocido aquella terrible noche. Anna era la única excepción, la Toreador era alguien lo suficientemente intuitiva para comprender que su compañera era mejor que cualquiera de los seres inhumanos de Barcelona. O al menos, eso le gustaba pensar.

Accedió a uno de los asientos traseros del vehículo que la esperaba junto con Anna y poco después su mirada se perdió por la ventanilla del vehículo para cerciorarse de que el temporal había amainado.

¿Qué crees que harán con la Nosferatu?

-Creo que nada bueno.- Respondió para después apartar la mirada de la ventanilla y encontrar la mirada de su interlocutora.

-Parece que Montoya tiene una manera particular de infundir respeto. Después de todo, Mercury y Caballé han compartido escenario con un sabbat torturado, el mensaje es claro. Supongo que si la presunción de inocencia de esa nosferatu ha sido violada con la pata de una silla, ahora no cabe otra cosa que suponer que van a torturarla. Si no fuera por la luces eléctricas de la ciudad pensaría que hemos vuelto a la Edad Media.- Comentó notablemente agobiada al recrear la situación en su mente.

-No tengo ni idea de lo que está pasando, ahora lo único que quiero es llegar a la habitación de mi hotel, quitarme los tacones y encerrarme un mes. Todo ésto empieza a deprimirme ¿A ti no?- Estel no parecía especialmente receptiva, al contrarío, parecía cansada con aquella situación.

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31/03/2018, 14:35
Gaudencio Sanz

-Gaudencio Sanz -respondió sucinto, suponiendo que estaba de más intercambiarse nombres cuando todos habían sido presentados en el mismo lugar hacia escasos minutos, y salvo algún problema grave de memoria deberían recordarse

Acto seguido devolvió su vista al exterior. Un instinto de supervivencia en su interior le reclamaba que prestara atención al viaje, que recordara por dónde estaban pasando por si necesita invertirlo. Quizá la actuación de Montoya había socavado su confianza, o que las circunstancias eran -como parecían- excepcionales. Además, tampoco sentía especial énfasis en departir con un Malkavian. Había sido advertido acerca de su volatilidad, y su escasa implicación ideológica, más allá de retazos de locura inconexos y escasísimos momentos de lucidez que no aportaban nada más que tedio o problemas la mayor parte de las veces

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31/03/2018, 18:09
Anna Sagnier

Las palabras de Estel son certeras y se clavan como dardos en el horizonte de posibilidades. Lo peor de todo es que tengo la impresión de que ella no esperaba nada de lo sucedido. Su sire, aun tratándola bien, o tal vez por eso, debe de haber omitido los detalles escabrosos -que en realidad forman el todo- de nuestra nueva condición. Eso no pasó conmigo. Mi instrucción fue dura. Lo suficiente para comprender que había nacido a un mundo de tinieblas. Después de meses de rechazo, ahora empiezo a aceptarlo.

No me gustaría tener que ser yo quien la desengañe, pero aún me gustaría menos que también por mi parte continuara en la mentira.

Estel, digo, buscando las palabras justas para no molestarla más de lo que parece estar, esto, y aún peor, digo mirando al asiento de delante, es lo que nos espera. Mi voz suena triste, pero franca. La miro de soslayo. Deprimirnos es un lujo que no nos podemos permitir. Hago una pausa, como si fuese culpable de la situación. Tanteo mi respuesta: A mí también me gustaría quitarme los zapatos y caminar descalza por el parque, recuperar mi vida, la vida. La descarto. Giro la cabeza y la miro de frente ahora. Aprieto su mano de nuevo. Ya hemos muerto una vez. Nuestro objetivo ahora es sobrevivir, pase lo que pase, concluyo y busco su complicidad. Nos acercamos al puerto. Se ven algunas luces atracadas en el mar.

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31/03/2018, 21:15
Estel Riva

-"Sobrevivir"- La palabra pronunciada por Anna cobraba fuerzas en la mente de la Toreador.

-Tienes razón, sobrevivir es la clave.- Respondió con resignación mientras la miraba y sujetaba su fría mano.

Tras una pequeña meditación... -¿Sabes? Hace años leí un artículo sobre un prisionero en Auschwitz. En la primavera de 1944 era un adolescente esquelético y aterrorizado que vivía hacinado junto con otros prisioneros judíos que veían cómo sus compañeros eran asesinados, o esperaban que les sucediera lo mismo a ellos. Pese a su estado deplorable de salud se esforzaba para convencer a sus captores de que aún podía trabajar para ellos, en su cara siempre podía verse una sonrisa. Logró sobrevivir a Auschwitz en parte porque hacía trucos de magia para los guardias del campo.-

-Es cierto, no debemos deprimirnos.- Comentó para después sonreír a Anna. -Ya lo dice el refrán: Después de la tormenta llega la calma. Cuando todo termine espero volver a verte, necesito a personas como tú en mi vida o me volveré completamente loca. Las penas compartidas no son tan pesadas...- Comentó tratando de renovar sus propias energías en vista de lo que estaba por venir.

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