Partida Rol por web

Los movimientos exóticos y dulces de la señorita Asianne llamaron la atención del enano durante unos segundos, quien no dejó de parpadear ante tal espectáculo. Solo el golpe de una nueva jarra de cerveza sobre su mesa le sacó de su ensimismamiento. Echando un ojo al escenario, le llamó la atención de que elfo de la guitarra que iba a acompañarlos en la expedición, estuviera tocando.

- ¡Ja! - rió el enano con sorpresa -. En realidad podría ganarse la vida tocando esa guitarra... no lo hace tan mal.

Al girarse de nuevo para controlar a Grimbrand se le encogió el corazón, porque no puedo divisarlo. El enano se levantó y se apoyó en la mesa con las dos manos, moviendo la cabeza de un lado a otro para buscar al líder de forasteros enanos. Vio como comenzaba a subir la escalera aprovechando el alboroto a modo de agradecimiento tras la primera actuación de Asianne.

- No voy a pasar más tiempo sentado en una mesa, ya es suficiente - dijo el enano levantándose mientras se acercaba a la mesa de su compañero Bradoc.

Cuando se levantó siguió con la mirada a Rowen hasta que se percató de su movimiento. El enano señaló hacia la mesa de Bradoc, esperando que fuera suficiente para hacerle ver que cualquier cambio tendría que apoyarse en él.

- Señor Bradoc, no pierda de vista a ese grupo del fondo - dijo refiriéndose a los pieles oscuras -. Voy a ver si me cruzo con mi compañero enano y "charlamos".

Subió entonces las escaleras, con la última excusa de que tenía una habitación en la planta superior, que la tenía; para ver qué podía averiguar sobre Grimbrand y sus compañeros.

Jajajaj sois geniales. Todos los comentarios que había escuchado hasta ahora de vuestra magnífica raza no os llegan a la suela de las botas — Rió las palabras que los enanos gritaban por la ingesta de bebida. Cuando comenzó la actuación aplaudió, primero lentamente y fue aumentando el ritmo hasta tratar que se uniesen sus barbudos compañeros de mesa — Hasta que no quede ni una gota — Comenzó a palmear la mesa y acercó sus labios a la oreja, primero de Rodin y luego del resto que vio con los coloretes más sonrojados, antes de preguntarles —Y unos valientes aventureros, fornidos y curtidos como me habéis contado ¿Que hacéis en un pueblo tan pequeño como este? No creo que podáis agrandar vuestra leyenda aquí ¿O me equivoco?

Ruby paso por el baño antes de regresar a la mesa de los enanos para que su coartada fuera completa. Cuando llego a la mesa se unió al sonoro recibimiento celebrándolo con un buen trago del aguardiente que le esperaba. Empezó el espectáculo y estaba concentrado en aquella bailarina mientras animaba a los enanos para que no tuvieran el gaznate seco. El tono de aquellos viajeros iba subiendo y Ruby esperaba que su compañera no se sonrojará en exceso.

Mirando a Rowen vio que estaba lanzando muchas preguntas a los diferentes asistentes. En ese momento pidió otra ronda a los mesoneros para sus acompañantes. Cuando llego, le ofreció a Rowen una jarra y dijo.

— Señora tome un trago de cerveza, tendrá el gaznate seco de tanto hablar.

Guiño un ojo a su compañera para que se tomara con tranquilidad el asunto. Quedaba todavía mucha noche y un par de rondas mas podría aligerar la lengua de aquellos enanos sin salir a puntapiés. Cuando vio levantarse a Öter siguió con la mirada su trayectoria. Por lo menos Mith estaba arriba y podría apoyar al enano en caso de que las cosas se pusieran feas.

La conversación del señor Arroyuelo terminó siendo importante, pero no por tratarse de algo oscuro sino por la identidad de sus interlocutoras. Según lo que Bradoc había comentado se habían retrasado y llegarían en unos días. Y según el problema que se le presentaba ahora al posadero y la propia conversación que tuvo con el capitán Meneldir en los barracones, ni siquiera él sabía que la reina y su hija iban a estar aquí en este día.

Por unos instantes le volvieron a la mente aquellos misteriosos personajes de piel oscura en las mesas de la taberna. Estaban armados. ¿Serían guardaespaldas de la reina? ¿Serían... posibles asesinos? Si el propio rey y sus más próximos allegados habían tratado el tema de forma tan celosa, cabría esperar que nadie aparte de la propia compañía de seguridad supiera que ellas se encontraban aquí. Pero ese agente de Bradoc...

Mith se regañó a sí misma. Tal vez, pensó, debieron haber planeado mejor la estrategia a llevar a cabo en la posada y posibles situaciones o imprevistos. Tal vez debieron haber pedido que algún efectivo de la guardia les acompañara. Y pensó otra vez en Léah. Estaba segura de que ella podría haberlos ayudado en estas situaciones.

Mientras escuchaba la desaprobación de la reina por no tener disponible una habitación acorde con su estatus, la sinda vio primero a su compañero recorrer cabizbajo el pasillo en dirección a la taberna y luego al conocido de rostro duro del enano dirigirse a la zona noble. Simulando que estaba abriendo la puerta frente al arco de la zona noble Mith pasó desapercibida por el Grimbrand. Al escuchar después sus gritos, la elfa dio unos cuantos pasos hacia atrás y quedó a mitad del pasillo y aguardó a ver como se desarrollaban los acontecimientos.

Öter ya había tomado la resolución de subir al piso superior para seguir vigilando a su rival, cuando de pronto sintió el contacto de una mano en su hombro y una voz que llegaba desde atrás:

- ¡Vamos, relajaos, buen enano! ahora es momento de celebrar los frutos de su expedición. Vea cómo se divierten sus compañeros. Le echan a faltar, usted es su líder. Al fin y al cabo, es usted quien les ha hecho ricos. No se preocupe más. Mañana estará de camino a su casa natal y tendrá un viaje plácido. Y entonces agradecerá las disposiciones que su socio, un servidor aquí presente, ha realizado para que su camino esté libre de todos los obstáculos. No soy barato, jajaja, ya lo ha visto, pero soy el mejor.

Öter se giró extrañado y pudo observar un estupor aún mayor en el rostro del que provenía aquella voz. Era el mismo rostro que había observado en el extraño que le había dado el bulto a Grimbrand, sombrero y puro incluidos. 

- Disculpe, señor, me confundí de persona - con sigilo, aquel hombre misterioso se volvió a escabullir entre la multitud.

Mientras tanto, en la bulliciosa mesa enana, el alcohol seguía fluyendo a raudales. La dama Rowen se levantó cogiendo su taburete y se puso justo al lado del enano llamado Rodin, que era el que, con diferencia, daba mayores signos de embriaguez. El enano dio un respingo de excitación cuando vio a la bella maga sentarse tan cerca suyo. La dama mostraba interés por su persona, y eso, combinado con las mermadas facultades mentales del tal Rodin por causa del licor, dio rienda suelta a su lengua:

- Si tu quieres, te llevaré a las Montañas Azules y allí haré que vivas como una reina. No puedes imaginarte cuánto. Aquí me ves con estas ropas y no darías ni una moneda de cobre por mí, pues son mis ropas de trabajo. No te imaginas cuánto han trabajado estos brazos durante estos últimos días. Pero ha valido la pena. Cuando volvamos a las Montañas Azules, nadie podrá creerse que lo hayamos conseguido. Todos creían que íbamos a perecer. Se dicen cosas tan terribles de los Túmulos, ya sabes, que si alguien se lleva alguno de sus tesoros el espectro del túmulo se lanzará contra él...pero yo he estado dos semanas allí dentro, bajo tierra, en varios de ellos, y no ha ocurrido nada de eso. Ah, dicen que es por éste amuleto que nos dio Grimbrand - sacó un colgante de debajo de su ropa - que nos ha protegido de esos espectros durante todo la expedición. No sé que pensar sobre ello. No quiero pensar en esas cosas. Sólo sé que soy rico, y que tu puedes ser mi reina. ¿Qué dices? 

Ruby seguía el ritmo de los enanos y no perdía detalle de lo que ocurría en la mesa, así como en otros lugares de la posada. Veía a Bradoc observar vigilante, dando pequeños sorbos de su bebida en silencio. Vio a Öter que acababa de ponerse en movimiento y se dirigía hacia las escaleras. 

De pronto, otra canción de Asianne llegó a su fin y un torrente de acontecimientos se desencadenó: en medio del estruendo de los aplausos, un hombre de tez oscura se levantó de la silla apuntando al escenario con una ballesta. "¡Por Harad!" bramó su voz en idioma oestron marcado por un horrible acento. Un pivote silbó en el aire y se clavó en un cuerpo blando. Poco después yacía el guitarrista en el suelo del escenario, y la sangre brotaba profusamente de su pecho. Gilthanneth había saltado con asombrosa agilidad desde su sitio y se había puesto en la trayectoria del proyectil, poco antes de que éste llegara a su destinataria original: la bella Asianne. 

Los otros dos hombres que acompañaban al de la ballesta blandieron sus cimitarras e hicieron un círculo alrededor de su compañero, quien se afanaba, con total dominio de sus nervios, para recargar la ballesta. La gente de la posada empezaba a despertar de su festiva ensoñación y a darse cuenta de que estaban asistiendo a un atentado. El pánico cundió y los gritos se propagaron por todo el patio de mesas, elevándose hasta el piso superior.

Allí arriba, Mithgannel pudo escuchar como Grimbrand, quien había entrado en su habitación con la puerta reventada por si mismo, a la espera de que Ham le procurara una nueva habitación, salía apresuradamente y avanzaba a lo largo del pasillo, hasta que se perdió escaleras abajo, en medio de los gritos de pánico de la multitud. 

Mith escuchó los gritos de pánico provenientes de la planta inferior mientras veía como el tal Grimbrand salía de su habitación con premura y bajaba las escaleras.

Se encontraba en una situación complicada, puesto que tenía la posibilidad de hacer lo que había pensado hacer en la planta superior, pero por otra parte temía por sus compañeros.

La sinda trató de pensar rápido qué hacer, ya que el posadero pronto saldría de la habitación de la reina para ver qué ocurría y probablemente no le permitiría entrar en la estancia del khazâd, a juzgar por su anterior reacción.

Por otra parte, de tener algo importante o delicado en una habitación que se iba a dejar por otra, lo más lógico sería que el enano se lo hubiera llevado consigo antes de dejar la habitación.

Y por último, el alboroto que llegaba desde las escaleras no parecía la misma algarabía previa por la fiesta, y tampoco le parecía que pudiera ser motivo de una simple pelea de borrachos enanos. El barullo sonaba a algo más fuerte, así que la elfa se decidió por bajar.

–¡Señor Arroyuelo! –gritó Mith con urgencia para que el posadero se asomara al pasillo. –Algo pasa en la taberna. Por favor, cierre la habitación de sus ilustres invitados y protéjalos. Voy a ver que pasa –le dijo con voz categórica.

Mithgannel corrió rauda hasta el inicio de la escalera al tiempo que tomaba el arco. Sacó la cabeza fugazmente para ver si alguien subía, y comenzó a descender con sigilo, con la esperanza de que sus compañeros se encontraran a salvo.

Öter apena pudo avanzar unos metros cuando un desconocido lo abordó. Estaba claro que se había confundido con otro enano, pues sus palabras fueron directas y apenas dudó, hasta que vio como Öter se quedaba sorprendido. No obstante, había sido suficiente información para conocer el por qué de aquellos individuos en la posada.

- ¿Ricos...? ¿Trabajo...?

Y un tremendo jaleo se hizo con la posada. Entre gritos de sorpresa y gritos de miedo, una voz salió por encima de todas, ¡Por Harad!, y tras eso se temía lo peor. Un dardo de ballesta, que tenía como diana a Assiane, fue bloqueado por Gilthanneth, quien cayó al suelo con una gran herida que desprendía sangre.

El chirriar de bancos y patas de mesa, de jarras cayendo se apoderó del ambiente. Öter dirigió la mirada hacia la procedencia del dardo y allí estaban, los individuos de tez morena. Otro disparo se disponía a salir de la ballesta, y aunque los dos hombres que lo acompañaban lo cubrieron, tenía una oportunidad de enzarzarse cuerpo a cuerpo para evitar otro disparo. Lo que viniera después... Öter confiaba en que sus compañeros acudieran al encuentro.

ASALTO 1:

https://natilla.comunidadumbria.com/tableros/ver/1386

Leyenda iconos:

haradrim1: con cimitarra.

haradrim2: con cimitarra.

haradrim3: con ballesta.

Ruby estaba entretenido riendo y brindando con los enanos cuando de repente vio como un virote surcaba la taberna en dirección al escenario. Por suerte alguien se interpuso en la dirección del proyectil antes de que impactara en la bella Asianne. En ese momento Öter se lanzo contra el atacante y Ruby no se quedo atrás para proteger a su compañero.

Salto agilmente sobre la mesa echando mano a la daga de su cinturón, para lanzarla sobre el haradrim que se encontraba más cerca de su posición. El pequeño Hobbit esperaba que si entre los dos podía inutilizar a dos de aquellos atacantes no tendrían problemas para capturar al tercero y obtener algo de información. 

— Alto, no os mováis.

Ruby había conseguido mantenerse sobrio toda la velada gracias a las hierbas milagrosas de su tío, y se notó en el formidable disparo de daga que salió de sus manos: como un halcón, la afilada arma familiar entró por la oreja del haradrim que flanqueaba el lado izquierdo de la mesa de los atacantes, quien se desplomó sin un suspiro. Por su parte, Öter había descargado su pesado martillo contra el francotirador, a quien había cogido por sorpresa en medio de su trabajosa recarga. Las ballestas eran armas formidables, pero un infierno a la hora de recargarse. El martillazo del enano retumbó contra el brazo del ballestero, quien soltó un alarido de dolor y se quedó aturdido sin poder continuar su operación de recarga. 

Pero había otro haradrim que se había quedado situado en el flanco de Öter, contra el que descargó su broncínea cimitarra curva. Por suerte, el enano pudo aplacar el golpe con su escudo y solo sufrió un rasguño. 

El caos alrededor de la escena era ensordecedor. Los enanos de la mesa central se habían levantado dando tumbos, algunos de ellos en pánico, y los chillidos se propagaban por doquier. Toda la turbamulta que no había conseguido abandonar el local se desplazó hacia las paredes del local, dejando un espacio vacío alrededor de los luchadores. Grimbrand estaba inmovilizado contra los barriles de la pared del local y un amasijo de parroquianos aterrorizados apestando a vino.

Sólo una persona parecía ajena al pánico. Precisamente ella, el objetivo de los afilados pivotes de la ballesta, la gran Asianne de Harad, se mantenía a la vista, expuesta, sobre el escenario, inclinada sobre el cuerpo sangrante del elfo Gilthanneth. Apretaba contra su pecho un pañuelo ensangrentado, intentando detener la hemorragia, y sus bellos ojos no se separaban del rostro sufriente del bardo, mientras le musitaba dulces palabras de ánimo. La danzarina dirigió por un momento su mirada a los asaltantes, tornándose toda su dulzura en odio: en aquel antro de cobardes, por fortuna había quienes les estaban dando su merecido.  

El enano golpeó con furia al ballestero, aun sabiendo que meterse solo en ese enfrentamiento sería algo que podría complicarse. Pero al ver como una daga atravesaba la cabeza de uno de sus enemigos, se quedó más tranquilo: eso era hazaña del señor Moss.

Concentró toda su fuerza en atacar al ballestero, aunque se trastabilló un poco desenvainando el arma y tropezando con la gente que salía despavorida. No obstante, el golpe hizo perder el norte unos segundos. Al menos, no tendría la oportunidad de volver a disparar contra la señorita Assiante o cualquier de los asistentes.

Öter intentó girarse lo más rápido posible para defender el golpe del otro Haradrim que acompañaba a la mesa. Pero partiendo en desventaja, poco pudo hacer, aunque el golpe no fue lo suficientemente fuerte para dañar de seriedad al enano.

- ¡¡Eso es lo que sabes hacer!! - le gritó el enano blandiendo el martillo y estrellándolo contra su enemigo - ¡¡No oséis cruzaros en el camino de Öter, hijo de Hreimdar!! - la intención era que Grimbrand y los demás enanos se sorprendieran.