Partida Rol por web

La zona del oeste del continente es la mas influenciada por la religión, se caracteriza por sus ciudades prosperas y arraigada fe. Su capital (no oficial pero si demografica y geograficamente hablando) se encuentra en la región central de Rabona, una de las ciudades mas importantes y grandes del contienente, conocida tambien como la ciudad Santa.

Sin embargo sus dominios van mucho mas allá de sus murallas, a su alrededor se extiende una verde llanura utilizada para campos de cultivo y tierras de pastoreo, el bosque mas cercano está a varios kilometros.

El bosque de rabona rodea una parte importante de la llanura, solo hay un camino oficialmente seguro por el que viajar a traves de él, buano, mas que seguro, vijilado, lo cual no quita de ataque esporadicos de bandidos y a veces, algo mas que eso.

Bueno, parece que mi querida Andrea ya ha llegado, una de las jovenes promesas, con algo de experiencia puede llegar a convertirse en alguien muy util, tiene potencial para ello.

-Bienvenida al oeste, Andrea, tierra santa dicen algunos....

Se dubuja una ligera sonrisa en mi rostro, no puedo evitarlo.

-¿Y bien? espero que toda esta semana de viaje no te haya quitado las ganas de disfrutar de la belleza de esta tierra, al fin y al cabo a eso has venido, a "mantenerla bella"

Nos encontramos a mas de un dia a pie de la ciudad capital, sin embargo podría verse desde aqui si subieramos a un sitio un poco mas alto, aunque hace tiempo que es peligroso adentrarse en el bosque de Rabona solo.

Recien ha amanecido ninguna nube en el cielo a pesar de estar en temporada de lluvia, una oportunidad perfecta para disfrutar un dia en el bosque con una de mis monstruitas favoritas, su forma de ser es algo excepcional entre sus compañeras.

Andrea llegó al Oeste difrutando del aire puro y las amplias vistas de las que se gozaba. Aunque caminaba tranquila, no dejaba de estar atenta a todo lo que la rodeaba. No solo por su propia vigilancia, si no porque le gustaba observarlo todo. Tal vez encontrase alguna plantita medicinal, o viese algo sorprendente, nunca se sabe, y no lo verás si no te fijas. No es que ella necesitase plantas medicinales, pero la gente a la que sanaba (si se dejaban, vaya) sí las necesitaba, y ella tenía unos cuantos conocimientos sobre la materia.

Ciertamente, estaba esperando ver la Ciudad Santa. Sabía que no podría entrar allí, pero al menos tenía que verla. Ese era el tipo de lugar en el que querría vivir. No era especialmente piadosa, pero la santidad del lugar seguro que era palpable.
Vio a Rubel desde la distancia, no muy lejos del bosque. Se removió inquieta bajo su armadura, casi imperceptiblemente. Al menos era de día. Suerte, ya que de noche, los aullidos la asustaban. Era absurdo y lo sabía, pero no había podido quitarse ese terror de la cabeza desde el día que perdió a toda su familia. Si tenían que pasar por allí, solo esperaba no cruzarse con ninguna manada. Sabía defenderse, y no iban a matarla, pero el concepto que Rubel tenía de ella podía venirse abajo instantáneamente si la veía temblar ante simples animales.

No era egocéntrica ni arrogante, pero todo el mundo tiene su orgullo.

Llegó al lado de su mentor e instructor. Mil preguntas le rondaban la cabeza cada vez que hablaba con él. Sobre él. Sobre la organización. Sobre las propias Claymore... Respondió a su saludo con una cálida sonrisa, como era costumbre.

 -Bienvenida al oeste, Andrea, tierra santa dicen algunos....

Gracias, Rubel. Ciertamente, en un día claro como este, esto parece un pedacito de paraíso.

 -¿Y bien? espero que toda esta semana de viaje no te haya quitado las ganas de disfrutar de la belleza de esta tierra, al fin y al cabo a eso has venido, a "mantenerla bella"

Bella u horrenda es lo de menos mientras esté a salvo y sea tranquila. El largo viaje no ha hecho más que impacientarme. ¿Porqué andamos en lugar de cabalgar, Rubel? Llegaríamos antes a todas partes, y dudo que la organización no pueda costearse cuarenta y siete corceles.

Andrea se maldijo un poco por haber soltado su lengua de forma tan indiscreta. Bueno, de todas formas, no era más que una crítica constructiva, ¿No?

No era una pregunta carente de cierta logica, al fin y cabo ella es relativamente joven, una pregunta mas que frecuente entre las claymore de rango 20 en adelante. Le dedico una amplia sonrisa antes de contestar mientras ajusto mi sombrero.

- Calculamos que el camino que tu has hecho en una semana podría hacerse en cinco dias a caballo, sin embargo, sería ilogico hacer cabalgar a tus compañeras cuando muchas de ellas hacen este mismo camino en un dia si se les pide que asi sea, si te hacemos cabalgar no te acostumbraras a caminar, y nunca llegarás a ese nivel, y eso..... sería una pena, esperamos mucho de ti, Andrea.

Mi mirada se desvía al bosque...

-Dime que es lo que opinas, ¿puedes sentirlos dentro de esta basta region, o en este bosque?.

Veamos cuan de afinados estan los sentidos de mi pequeña.

Andrea asintió ante las explicaciones de Rubel. Desde luego, era razonable. No se dejó ablandar por el halago que le dedicó su mentor, ya que no le pareció sincero.

 -Dime que es lo que opinas, ¿puedes sentirlos dentro de esta basta region, o en este bosque?

Andrea miró alrededor de nuevo. Aquella era una extensión bastante amplia, pero estaba segura de poder hacerlo.
Cerró los ojos y se concentró en captar todos los Yoki que hubieran, pero, tal vez por el cansancio, o tal vez por los nervios, no lograba concentrarse tanto como suele hacerlo. Ese bosque le da malas vibraciones

 Sí... siento algo... Hay varios Yoma, aún lejos, a algunos kilómetros. Tal vez tres o... cinco, no lo puedo asegurar

Caray... no tengo ni idea de cuantos son. Espero que no se dé cuenta que me lo he inventado.

Rubel es muy perspicaz y podría darse cuenta. Para evitar que me mire a los ojos, y como es algo muy habitual en mí, comienzo a mirar a todas partes, fijándome en cada detalle...

Bueno, para empezar no está mal, su percepción está por encima de la media, tal y como me habían advertido los viejos.

-Bien, pues precisamente por eso estas aqui, hemos recivido un encargo, al parecer un sacerdote de Rabona salió hace semanas a un viaje, y a la vuelta se ha enterado que ene sta región ha aparecido el yoma, él y su escolta han acampado no muy lejos y quieren nuestra "protección" para llegar sanos y salvos a la capital, en circustancias normales no nos entrometemos en una mera cuestión de bandidos, pero cuando esos bandidos se comen los intestinos de las victimas ya nos concierne algo mas, al fin y al cabo el padre Vicent es una personalidad en la ciudad.

Ajusto de nuevo el sombrero y las gafas sin perder detalle de sus reacciones.

-Ve al campamento y unete a la escolta, en principio no tendría por que haber ninguna complicación. Lo encontraras mas al este junto al camino principal.... bien, eso es todo, recivirás nuevas ordenes cuando acabes.

Comienzo a caminar para ir a mi siguiente encargo.

-No olvides esa sensación, entre mas te familiarices con ella mas facil te resultará saber su ubicación, o incluso su identidad con total exactitud. Suerte.

Andrea memoriza concienzudamente todos los datos que le tiende Rubel, y asiente, mirándole mientras él habla.

Vaya... así que un sacerdote. Pensé que nos odiaban. Me alegro de que a pesar de sus reticencias, hayan acudido a nosotras. Causaré una buena impresión, cuenta con ello.

Vaya si la causaré.

Andrea mira hacia donde debería estar el grupo con la escolta y no se demora. Comienza a caminar a paso ligero, mira a Rubel mientras se marcha y se despide de él con la mano

Nos vemos, Rubel

Más vale que me salga todo bien... supongo que serán sumamente hoscos, pero si somos atacados, posiblemente retrocedan y me quede a mí el trabajo, como acostumbra a pasar con los humanos. No les culpo, yo en su lugar haría lo mismo, no están a la altura de un Yoma, y menos si no pueden identificarlo

Mientras cavilaba, vigilaba alrededor, y echó un último vistazo por encima del hombro a Rubel. ¿Qué pasaría por la cabeza de ese hombrecillo?

Suspiró y mientras andaba pateó sin detenerse una piedra pequeña, de camino al campamento. Por el camino se recogió el cabello en una sola cola suelta. En el interior de un bosque cerrado no podía permitirse que el cabello le quitase ni un ápice de visibilidad. Además, quizá causase mejor impresión así, quién sabe.

Apartó de su memoria el recuerdo de los aullidos, para poder concentrarse en su tarea al cien por cien.

Tal y como había dicho Rubel, siguiendo sus indicaciones no tardas en dar con el improvisado campamento, al parecer no se han detenido hace mucho. Son cuatro escoltas y una carreta con su conductos, es de suponer que en ella viaja el padre Vicent, pero de momento la puerta de la carreta estaba abierta y el sacerdote está hablando con uno de los escoltas. Dos de ellos se percatan de tu llegada, reconociendo tu uniforme.

-Padre Vicent, la bru..., la claymore ha llegado.

No parecen alegrarse, mas bien todo lo contrario, sin embargo, en comparación al trato que un ciudadano normal de Rabona le daría a una claymore, aquello era la mas calida de las bienvenidas.

El sacerdote se giró, aun algo sorprendido.

-Es un alvio tenerla con nosotros, los yoma ya han acabado con varias expediciones de Rabona y teníamos miedo de que sucediese lo mismo, vuestra entrada en la ciudad santa está prohibida pero si puedo ayudaros en algo solo decidmelo.

El padre Vicent se ayudó de la mano de uno de los escoltas para subir al carruaje.

-Pongamonos en marcha cuanto antes, entre menos tiempo estemos aqui antes pasará el peligro.

Ninguno de los guardias dirigió la palabra a Andrea, pero si esperaron una respuesta para ponerse en marcha, al fin y al cabo si eran atacados por un yoma ella era la que debía estar preparada, para eso había sido contratada.

Andrea llegó al campamento, luciendo una sonrisa y saludando a todo el mundo con una mano.
Bien, ya estoy aquí. Veamos qué tal-

 -Padre Vicent, la bru..., la claymore ha llegado.

Algo dentro de Andrea se removió dolido. No le gustaba que la llamasen 'bruja de ojos plateados', pero era lo mínimo que podía esperarse de un guardia rabonense. Cuando estuvo junto a Vincent, le dedicó una profunda reverencia.

 -Es un alvio tenerla con nosotros, los yoma ya han acabado con varias expediciones de Rabona y teníamos miedo de que sucediese lo mismo, vuestra entrada en la ciudad santa está prohibida pero si puedo ayudaros en algo solo decidmelo.

 Sonrió a Vincent, parecía que quería llegar pronto, así que tendrían que viajar de noche. Es un honor viajar con ustedes. Un sacerdote y un grupo de piadosos hombres de Rabona. Cuando el trabajo haya terminado, un hombre vestido de negro vendrá a recoger el dinero. Si muero, no será necesario que paguen. Las primeras palabras salieron con una sorprendente sinceridad, y las siguientes, como un automatismo desagradable pero necesario.

 -Pongamonos en marcha cuanto antes, entre menos tiempo estemos aqui antes pasará el peligro.

 -Por supuesto, Padre. Andrea siguió escrutando poderes Yoki en las cercanías. No era momento de estar despistada. Caminó al lado del carruaje, mirando alrededor contínuamente. No esquivaba las miradas de los guardias, a las que respondía con una amable sonrisa. Usualmente se giraban, pretendiendo que no estaban mirándola, pero Andrea sabía que no solo la miraban pro curiosidad, si no que la vigilaban cualquier movimiento extraño.

Al cabo de unos minutos en los que parecía pensativa, habló al Padre, sin parar la expedición.

 -Padre Vincent, ¿Puedo pedirle un favor? Cuando estemos a salvo, tengo algunas inquietudes que necesito hablar con un sacerdote, y en muchos años de trabajo, no he tenido la oportunidad.

Suspiró esperando con oculta impaciencia la respuesta. Le parecía bastante importante lo que los dioses opinasen sobre ellas. Sobre su cometido, su sacrificio, y su pecado. Era moderadamente creyente, pero cuando todo se hacía tan cuesta arriba, sí que necesitaba algo de fé en su vida. Algo de seguridad en tan grande mar de dudas.

El paso de los caballos es lento pero continuo, no requería ningun esfuerzo el seguir la carreta a pie. En varias ocasiones detectas las esquivas miradas de los guardias, sea por la razón que sea no se encuentran comodos con tu presencia, sin embargo había que reconocer que la aparente armonia del camino era ya mucho por lo que dar gracias, tambien es deducible que la idea de una escolta claymore había sido del padre Vicent, no de la guardia de Rabona.

El sacerdote se asoma por la ventana del carruaje para hablar con la joven claymore.

-Muchos piensan que los yoma son el castigo de esta tierra por nuestros pecados y banidad, los toman como si de demonios se tratasen, por lo que aquellos que ofrecen sus cuerpos para tomar ese poder corrupto son tratados como tal, almenos asi está escrito en las sagradas escrituras de la ciudad Santa. Sin embargo tambien pienso que la intención a menudo es noble y en muchas ocasiones digna de admirar. Escucharé lo que tengas que decir, creo que todos merecemos al menos ser escuchados...

Dos de los guardias fruncieron el ceño, definitivamente no estaban deacuerdo, pero no dirían nada, en la jerarquia de Rabona un sacerdote está por encima de cualquier soldado.

Andrea se sentía algo más confortada. Era su deber como miembro de la organización, y su obligación moral como guerrera capaz, defender a esos hombres. Pero saber que no todos eran directamente hostiles de palabra hacia una, hacía la tarea más llevadera y mucho más agradecida.
Sin quererlo, pero sin evitarlo, sonrió.

Gracias, Padre.

Con la sonrisa aún dibujada en los labios, siguió mirando alrededor con atención. Hacía ya un rato que no había intentado buscar energía Yoki, y habían avanzado. Era conveniente volver a rastrear las auras, pero andando sería más complicado, y no se perdía nada por pararse un segundo, si con eso podía concentrarse mejor.

Avanzó hasta llegar al lado del carretero, y mirándole, le dijo...

Detenga el carruaje un momento, por favor.
Cuando lo hubo hecho, continuó 
Necesito concentrarme para asegurarme de que los Yoma no se acercan a nosotros, o en tal caso estar preparada. Haremos paradas cada quince minutos, para asegurarnos.

Sin importarle que la mirasen, cómo lo hicieran, o lo que pareciesen pensar todos, cerró de nuevo sus ojos plateados, y se abstrayó durante unos instantes de sus sentidos terrenales, captando únicamente las energías Yoma que hubieran en el bosque. La naturaleza de su misión daba alas a su ánimo, lo estaba haciendo tan bien como podía. Cuando hubo acabado, abrió de nuevo los ojos.

El padre Vicent miró desde al ventanilla hacia los alrededores.

-¿Todo bien? ¿Señorita?

Los guardias detuvieron el carruaje no sin una expresión de absoluta impaciencia, hasta que uno de ellos habla.

-Oiga, no podemos estar parando cada quince minutos, queremos llegar antes del anochecer si es posible, este camino de noche es un suicidio.

Desde luego oirse, no se oye nada en los alrededores ni siquiera a los pajaros, detalle en el que no habían reparado ninguno de los humanos, solo el sonido de las hojas mecidas por la brisa calida.

En cuanto Andrea abrió los ojos, los guardias vieron que los tenía dorados. Desenvainó el claymore que les había ganado el nombre mientras encaraba el norte, por donde vendría el Yoma. Deseaba darles explicaciones, pero no había tiempo. Nada de tiempo, así que solo se permitió una advertencia alarmada que esperaba que los rabonenses cumplieran con diligencia y sin preguntar.

¡¡Todos en guardia!! ¡¡Ahora!!

Andrea se lanzó cargando contra aquél Yoma, aún sin verlo todavía, pero sabiendo con gran exactitud dónde se encontraba. Si conseguía que el combate tuviera lugar a unos metros de los humanos, en lugar de entre ellos, tanto mejor, menos probable que alguno saliese herido.

Tres contra mí, tendré que emplearme a fondo, o...

Andrea no tardó en encontrarse con dos yomas, sus sentidos estaban en lo cierto, pero... ¿donde estaba el tercero?. La joven claymore puede sentir como el yoki del tercero no solo ha pasado cerca, sino que ya está detras suyo a la altura de la carreta y los guardias, cuando Andrea levanta la vista, es demasiado tarde.

El yoma vuela a una velocidad dificil incluso de seguir con al vista, hace un picado y agarra a uno de los guardias, elevandolo por el aire sin que a este le de tiempo siquiera a pestañear, su lanza había quedado en tierra firme. Esto es lo poco que Andrea pudo ver antes de que lod dos yomas que vienen corriendo la encaren y se lancen al ataque con sus garras por delante.

El corazón de Andrea dio un vuelco. El maldito Yoma había pasado por encima de su cabeza, y había sido completamente incapaz de salvar a aquél soldado. Ardía de rabia por su propia estupidez. En un instante vio la situación. Los otros dos Yoma estaban ya muy cerca como para que pudiese correr en auxilio del soldado y aún así luchar lejos del carruaje. La única opción era...

¡¡Protegeos con los árboles!! ¡¡Al bosque!! ¡¡Al bosq-!!

Los Yoma ya estaban encima suya. La situación se había complicado. Con un poco de suerte, el Yoma volador jugaría con el soldado el tiempo suficiente como para que acabase con los demás, pero no podía contar con ello. Estúpidos monstruos. Si solo su sed de sangre fuese más pequeña, no habrían atacado una caravana custodiada por una Claymore. Iban a pagarlo muy caro.

Interponiéndose entre sus protegidos y los Yoma, gritó a los monstruos, mientras contrarrestaba el ataque con ataque. Acudió a su monstruo interior. No era agradable discutir con él sobre el control de su propio cuerpo en mitad de un combate, pero el beneficio complensaba, y tenía que terminar rápido, a ser posible antes de que el Yoma volador escogiese otra víctima a la que devorar los intestinos. La convicción se mezcló con la ira cuando recordó al Yoma que había matado a su madre. Lo hacía para recordarse qué era lo que les pasaba a los humanos que no habían sido convenientemente protegidos. Y no quería volver a ver eso, ni que volviese a suceder si estaba en su mano evitarlo. Conteniendo su Yoma y haciendo uso de él, deformando su rostro, descargó su mandoble contra el primer Yoma, cargado de fuerza y rabia justiciera.

¡¡NO VAIS A NINGUNA PARTE!! Dijo con ojos furiosos de Yoma, y una voz ligeramente diferente de la suya... 

Andrea hizo bien en toma la iniciativa, privilegio que solo las claymore con una percepción como la suya pueden permitirse, ninguno de los dos yomas se esperaba tan pronto a la habilidosa guardiana y es de suponer que nadie les había avisado de que las claymore tambien aceptaban trabajos de escolta.

El yoma uno sucumbió en un parpadeo a la espada de Andrea, el corte fue lateral, cortando primero el brazo, luego el abdomen y luego el otro brazo, cayendo al suelo partido por la mitad.

Sin embargo el segundo yoma aprovechó la oportunidad para alcanzar a Andrea, haciendo un corte grave en su hombro y torax.

Se oyen gritos y voces de los guardias de fondo, Andrea no esta en situación de prestar atención a eso, solo la esperanza de que hayan hecho caso.

Andrea estaba muy contenta de que su poderoso ataque hubiera destrozado al Yoma de un solo golpe. Ahora solo uno más y podría ir a auxiliar a los humanos. Cuando todavía no había terminado de caer la sangre púrpura al suelo, la hicieron brotar de la suya, de la roja. Sangre humana.
Gruñó de dolor, pero pese a todo no se amilanó, manteniendo el poder Yoki al 30%, miró al Yoma con una fría mirada de enemistad y decisión. La herida le dolía, y estaba claro que no se encontraba al 100%, pero también estaba muy lejos de empezar a demostrarle debilidad al enemigo. Sin dejar de moverse, trató de encontrar el momento de cruzarle un mandoblazo en diagonal. Así era muy posible darle.
La coleta se deshizo con tanta sacudida, y el cabello plateado ondeó de un lado a otro de su deforme rostro, mientras Andrea buscaba un hueco para acabar con él.

Ese es también tu destino, Yoma. Resígnate, porque vas a morir de todas formas. La mirada dorada y decidida hubiera aterrado a cualquiera, pero los Yoma no se podían describir como cobardes. Ni siquiera el más débil de ellos.

No se quitaba de la cabeza que por cada latido que peleaba, las posibilidades de salvar a aquél soldado se hundían como una piedra, pero si acababa rápido todavía podría proteger al resto de humanos.

El claymore de Andrea encontró de nuevo su objetivo, quizá no cortó con la misma fuerza que al anterior, pero hace que la sangre morada salte de su hombro salpicando a las hojas cercanas, la profundidad del corte es perfectamente visible.

-¡Ahrgggggg! Maldita bruja....

Quizá por el corte que había recivido sus ataque fue lento y facil de predecir, ningun problema para Andrea a pesar de tener su cuerpo lastimado.

Muy cerca de vuestra posición, en un arbol cercano cae uno de los guardias (desde una altura mas que considerable) tras romper varias ramas cae al suelo, si no está muerto, esta inconsciente y es muy probable que tenga varios huesos rotos.

Pronto el yoma volador repite la operación con el segundo guardia cojiendole en el aire antes de que este se refugie entre los arboles, aquel yoma era demasiado rapido, jugaba con ellos mientras se carcajeaba, ¿donde caería esta vez el desafortunado escolta?

A Andrea comenzaba a alargársele el combate. Tenía que terminar con esto, y ya. Sin dejar tiempo para que respirase siquiera, volteó sobre sí misma como una bilarina, descargando otro mandoblazo de izquierda a derecha contra aquél monstruo, que ya sobrevivía demasiado. Esta vez no gritó, no quería que el Yoma supiese donde estaba, esperaba así poder cogerle por sorpresa la próxima vez que bajase.

El golpe prometía ser devastador si llegaba a alcanzarle.
Esos guardias necesitaban que este golpe fuera mortal de una vez por todas. Ella misma también lo necesitaba, no quería culparse de más heridas a más humanos. Le costaba mucho tiempo perdonarse fallos estúpidos como ese. Si solo hubiera esperado en la carreta...