Partida Rol por web

El yoma es rapido, muy rapido, pero no mas que los sentidos de Catalina, aunque la vista no te sirva de mucho, puedes saber que está dando un rapido rodeo y se acerca por la espalda, las pisadas en la arena son lo suficientemente claras para saber a cuanta distancia se encuentra, la cual se acorta rapidamente.

No cabe duda, el yoma iba a atacar, pero no tendría opción de hacerlo antes si Catalina puede seguir igual de bien sus movimientos, desde luego no parece un yoma corriente.

   Era...complicado. Las pisadas en la arena son dificiles de leer, su Yoki no es débil, pero es veloz, como él. Trata de rodearme, se dispone para atacar, no quiere dialogar, ¿A caso alguna claymore lo ha hecho antes con algún Yoma? Un intercambio de descalificaciones, o una simple mirada fría, vacia. Como la que Catalina ha tenido siempre a lo largo de su vida como bruja de ojos plateados.

  Consigo adivinar un patrón, es momento para atacar, mientras da vueltas a mi alrededor tomo la empuñadura de mi claymore, me pongo en pie, siendo una presa fácil, una pobre que no se ha dado cuenta de su presencia, no podría ser tan astuto como para dejarme vivir, para simplemente observar desde la lejanía, tenía que atacar, y yo estaba más que preparada para recibirlo. Espero en pie, con la vista al frente y el claymore desenfundado, a simple vista sólo soy una espectadora de la arena del desierto, sin embargo...

  Cuando va a avalanzarse sobre mi giro sobre mi cuerpo, no permitiendo que gane mi espalda y dirijo mi espada contra sus manos a fin de amputarlas e impedir sus ataques, le quedará su velocidad, pero aún así...Leo su yoki, influyo sobre él, no puedes resistirte...lo próximo que hagas, será simplemente diferente.

Aquel yoma era mucho mas grande que de lo que Catalina estaba acostumbrada, mas grande y mas rapido, no solo apartó sus garras a tiempo, sino que una vez el claymore de Catalina había pasado, se abalanzó sobre ella en una lluvia de golpes dificil de olvidar.

No es un yoma normal, quizá eso era lo que le había permitido llegar hasta aquellas reconditas ruinas justo despues de la claymore, un enemigo formidable, puedes ver en su piel alguna cicatriz, no es la primera vez que mata, o pelea, ¿que lleva a un yoma de esas caracteristicas a arriesgarse a adentrarse en un peligroso desierto hasta unas ruinas deshabitadas?, aquello carece de todo sentido, almenos por el momento.

Ante el aluvión de golpes Catalina no pudo sino ofuscarse ante el poder del Yoma, podía leer su Yoki pero influir con el era dificil, no sólo eso, era la primera vez que lo intentaba en un combate real, demasiado arriesgado para un Yoma de aquel tamaño.

 Caigo al suelo, herida por sus garras, fingiendo mi muerte pero sin soltar el claymore...si me da por muerta...puede que tenga una oportunidad de acabar con el...o de regenerar mi cuerpo, de otro modo...seré una presa fácil para su velocidad...

A menudo los yomas pueden llegar a sorprender con su fuerza y sus habilidades, sin embargo los yomas normales, acostumbrados a cazar humanos, nunca destacan por su inteligencia, no la necesitan basicamente, o almenos no suelen.

Este caso por suerte para Catalina no se trataba de un yoma muy avispado que digamos, y combinando eso con la graverdad de las heridas que este le había provocado a la claymore, cae irremediablemente en el engaño.

-Una claymore aqui... ¿acaso ellas tambien lo huelen?...

Cojió del cuello a Catalina y lamió su destrozado vientre probando su sangre, luego escupio con desagrado.

-¡Puaj! tengo hambre, pero todavía no estoy tan desesperado. Que se la coma lo que quiera que viva en este maldito asadero.

Sin mas la arrojó contra uno de los derruidos muros de roca y se introdujo por la entrada por el que en principio se iba a meter la claymore.

La sangre de catalina comienza a extenderse por la arena, desangrarse en ese recondito lugar podría significar la muerte, lo mejor que puede hacer es regenerar sus heridas... y cuanto antes.

   Permanecí inmovil con los ojos abiertos a la sombra de uno de aquellos pilares de arenisca, el calor y el sol podrían hacer que muriese sin embargo algo tan simple no lograría tal cosa. El gasto de yoki es pequeño, muy pequeño, poco a poco para que no sea detectado, de hecho, simulo mi muerte lo mejor posible, disminuyendo lentamente mi yoki para que parezca que se va perdiendo, igual que la vida que se supone ha escapado de mi cuerpo. La regeneración es casi completa, hasta que sólo quedan en mi vientre unas magulladuras. No me sentía orgullosa de mis actos, pero la astucia es muchas veces la mejor arma.

 Lo seguiría dentro, estaría algo lejos, pero la distancia me daba cierta ventaja para que no detectase mi presencia. Han pasado minutos, largos y sofocantes hasta que me pongo en pie lo más sigilosamente posible, afino el oido, reduzco el yoki lo máximo que puedo y avanzo hacia la puerta, leyendo cualquier fluyo. Busco a mi alrededor cualquier pista, desde las huellas que haya podido dejar en la arena, hasta rastros de mi sangre que haya podido dejar. Hubiese preferido que fuese la suya...Pero no me venía del todo mal. Quizás pudiese seguir el olor de mi propia sangre.

 Me introduzco en aquella construcción lentamente, con el claymore en la mano, apretando la empuñadura con fuerza, demostrando el mismo control que siempre, aunque aquel yoma escapaba a mi control. Me adentraría en su busca, pero no para eliminarlo sino para averiguar que hace aquí, después de todo esas eran las órdenes.

La sala que estaba directamente concetada con el exterior, la primera con la que se encuentra Catalina, ya da alguna pista.

Hay extrañas runas grabadas en las paredes, pero hubo algo que puede que hiciera a Catalina recordar al viejo Barrin, la simbologia de los dragones estaba presente por doquier y el interior del edificio y el unico pasadizo que hay esta hecho de roca negra por lo que no sería facil percibir el yoki en aquel lugar.

Por otra parte el olor a yoma es evidente, y probablemente no solo del que acaba de entrar, está en todos sitios, al principio las huellas son facilmente legibles, aparte solo hay un camino posible, pero mas adelante ya no hay rastros de sangre ni huellas, simplemente la sangre ya se había desprendido al igual que la arena de los pies del yoma.

El angosto pasadizo lleva a unas escaleras que bajan, tras descender varios metros, un pasillo enorme se abre ante ti, todo roca negra, y ya sea por pequeñas grietas o por el sistema de espejos, puedes ver con cierta claridad.

Hay muchas opciones, por el momento las mas cercanas son dos arcos a la derecha y otros dos a la izquierda, sin embargo el pasillo tambien se extiende hacia el frente y probablemente, haya mas ramificaciones mas adelante.

El aire está muy viciado, y huele a yoma, pero no solo de una dirección, sino por toda la enorme contrucción subterranea, sería bastante dificil predecir un ataque por sorpresa dado que los sentidos de una claymore estan anulados tanto por el olor, como por la roca negra. Aunque siempre queda un consuelo, todo yoma en la catacumba está en las mismas condiciones, y el yoma con el que se encontró la claymore estaba convencido de haberla matado, asi que no hay demasiado de lo que preocuparse, tan solo... ¿Por donde seguir?

Tenía pergamino suficiente para entretenerme durante horas, sin embargo lo hago rápido, lo más que me permiten mis músculos, tomo el papel entre mis manos, lo coloco sobre los simbolos, al azar, y presiono difuminando con la "tiza", hago siempre dos copias, una para el alcalde, otra para mi, al final le encontraré el gusto a la arqueología y quizás también a otras orientaciones humanas para crecer en experiencia y conocimiento. Me sentía como una niña pequeña a pesar del hedor a Yoma y el constante peligro, al que, por otra parte, ya estaba más que acostumbrada.

  No estaba contenta, ni feliz, más bien estaba apenada, me sentía una fracasada, sin voluntad para nada más que para seguir las ordenes de los humanos, nisiquiera para cumplir apropiadamente las misiones que me encomendaba la organización. Soy un desecho, y si mi vida acabase aquí, a nadie le importaría. Nisiquiera...a mi...La poca voluntad que tengo me la dan estos grabados y la curiosidad, sino fuera por este anhelo simplemente estaría tirada en el suelo, haciendome la muerta de forma patética. No soy fuerte, y es probable que nunca lo sea.

 Echo simples vistazos hacia los lados, para comprobar mi alrededor, en busca de presencias extrañas, guiandome por los sonidos y la vista, el tacto de mi piel trata de detectar cualquier corriente de aire que pueda delatar movimiento cerca. No me importaba morir, pero no deseaba suicidarme. Avanzo recto, a lo largo del pasillo, tratando de descubrir que tratan de decir los simbolos, qué o quién habitó en aquellos templos y porqué desaparecieron...Otras preguntas asaltan mi mente, saber que hacen allí los Yoma, como sobreviven en el desierto, aunque posiblemente...parte de esa respuesta...ya la conozca.

El grabado quedó bastante bien plasmado en el pergamino, y no sería la unica cosa con relativa belleza de aquel lugar.

Los pasos de Catalina la llevaron al frente, a una sala de mayor tamaño que pudo recordarla a las actuales capillas solo que a una escala muchisimo mayor, la tematica sigue siendo la misma, pero en esta sala incluso se pueden apreciar restos de pinturas, incluso cuadros carcomidos por el paso del tiempo y un monton de detalles que los años se habían tragado.

Aquel parece otro mundo, la magestuosidad de aquel lugar reflejo de una mas que evidente gloria del pasado, muy por encima del entendimiento humano, aquel lugar parece magico, no factible o imaginable por medios humanos, era como si todas las respuestas de este mundo hubiesen estado alguna vez allí, pero el paso de los años le las había llevado.

Tus pasos tardarían un buen rato en llevarte hasta el otro extremos de la colosal capilla la cual presidía algo parecido a un altar y detras del altar un cuadro gigantesco, pero al contrario que todo lo demas, aquel cuadro estaba en buin estado, cada color y cada forma se distingue con absolita nitidez, y lo cierto es que tenía cierto sentimiento.

Sin embargo el estado de ese cuadro demostraba que algo o alguien había estado cuidandolo, no es posible que el paso de los años se hubiera tragado todo lo demas y haber dejado ese cuadro intacto.

Cuando los pasos de Catalina la llevaron cerca del altar, descubrió algo mas, a ambos lados del altar dos cadaveres, aun estaban reconocibles, eran yomas, algo los había atravesado, los dos murieron mirando al cuadro.

   No era tan obvio que Catalina no quería caer en una trampa como aquella, los Yoma hubiesen hecho lo mismo que ella, acercarse al altar y contemplar la magestuosidad del cuadro intacto, con preguntas, con respuestas o simplemente con sorpresa y en ese momento había perecido, trato de reconocer entre aquellos dos al Yoma que me ataco, los cuerpos son relativamente recientes, y aunque todos nos pareciesen iguales, había leído el flujo de yoki de aquel ser tratando de influir sobre él, le había mirado cara a cara y había fingido mi muertes mientras lamía mi sangre directamente del vientre. Fuera como fuese no pensé arriesgarme para acercarme, antes de hacer nada me escondí tras una de aquellas columnas, buscando tener a la espalda pared para protegerme de cualquier ataque dirigido desde la oscuridad. Catalina no temía a la oscuridad, pero sentía un inmenso respeto por lo que podía habitar en ella. Aquel cuadro, a simple vista conmocionó mi alma y recordé los templos humanos, simples intentos de ser grandes comparados con aquellos simbolos y aquellos cuadros, más concretamente este que se presentaba ahora a escasos metros.

  Respiro hondo, no lo suficiente como para delatar mi posición, pero la sorpresa, las emociones toman el control por una sola vez en mi vida como claymore, quisiera replantearme todo a lo largo de mi vida, mis creencias, mi juicio, y sin embargo me siento insignificante, como tantas otras veces...pero de una forma completamente diferente. Compruebo que no haya una presencia que amenace directamente mi integridad, miro a los lados, escucho con atención...Si no la hubiese, no encuentro mayor sentido que acercarme a aquel altar, no tanto como los Yoma, y arrodillarme clavando la espada en la dura roca, bajando el menton y presentando mis respetos por lo que una vez fue una civilización, aunque cada vez contaba menos con la posibilidad de que fuesen hombres, pues aunque muchos sean buenas personas, otros muchos son corruptos y sus habilidades son extensamente limitadas, aquello era grandioso, por encima del hombre, un legado olvidado, como todo lo que no pertenece a esas criaturas. Y yo...yo era una mujer, tan culpable como toda nuestra estirpe de permitir que algo tan colosal y magnánimo se perdiese en el interior de la Tierra, quizás, sólo quizás, por ser el único lugar en este mundo donde las sucias manos del pecado de la humanidad no podrían corromperlo.

Le que aquel cuadro representaba originalmente, estaba muy por encima de lo que cualquier humano sabía o podría llegar a saber en todo el continente, sin embargo, Catalina pudo ser la primera con algo de humana que contempló aquella pintura, por lo tanto, incluso aunque la bella claymore no supiera su significado, grabar esa imagen en su mente le haría ser una de las personas mas especiales y unicas.

Cuando Catalina se arrodilló, la imagen la correspondía con su brillo, que incluso en la penumbra parece ser esperanzador, y quizá... mas que eso.

Pronto los preparados sentidos de Catalina la alertan de algo, en primer lugar, ninguno de los dos yomas es el que se encontró antes de entrar, por lo que aun estaría merodeando por ahi, fue dicho y hecho, algo o alguien estaba accediendo a la gran sala, desde tan lejos no se percataría de la presencia de Catalina pero pronto se acercaría lo suficiente, la claymore tiene tiempo de esconderse.

El nuevo individuo si es el yoma que andaba buscando, entra en la gran sala confiado, al fin y al cabo ha matado una claymore no hace mucho.

-Que demonios será ese olor, huele tan suculento...

Poco a poco se acerca al altar y al igual que Catalina se quedó mirando unos segundos al cuadro, en cierto modo sorprendido, pero no llamó mas su atención, se dió la vuelta para seguir haciendo lo que quiera que estubiese trajinando. Había visto los cadaveres de los de su especie pero no apreció importarle, está miy seguro de sus habilidades, Pudieron morir a manos de la claymore inutil.

Cuando parece que se aleja, un segundo yoma aparece en escena.

-¡Eh!, ¿has encontrado algo?

-No voy a mirar por aqui.

Es obvio que ambos buscan algo, pero no dicen en ningun momento el que, y es posible que ni ellos lo sepan.

   Era obvio que mi misión allí para con la organización se alejaba un poco de observar aquellas maravillosas construcciones y creaciones por parte de manos más hábiles que las de los humanos, quizás de sus antepasados, con un arte desconocido que se perdió en el tiempo y la arena como estas ruinas. Mi misión debía consistir en saber que buscaban aquellos yoma, que los llevaba a estar aquí, y por lo tanto también determinar que o quien había acabado con los dos yomas muertos a los pies del cuadro. En principio pense en trampas, no eran lo suficientemente inteligentes como para desacerse de trampas eficaces y podían haberlos cogido por completa, pero era de conocimiento común que los Yoma no mostraban interés por el arte, ni tampoco tendrían intención de comerciar, asique deduje que era probable o han muerto ante la curiosidad o ante un depredador, puede que otra claymore. Enfoque mis sentidos para tratar de sentirla, aún sabiendo, en una parte de mi, que era inutil.

  Los otros dos Yoma no podían ser los artifices, no luchaban entre ellos, nunca, ni en las pequeñas ciudades donde eran demasiados, siempre se respetaban y colaboraban, además los miran entre la indiferencia y la sorpresa, no puede tratarse de ello. Y...¿Y qué buscan? Demasiadas preguntas y pocas respuestas, contaba con el factor sorpresa, esperaría escondida con el yoki al mínimo en un ambiente tan propicio, escuchando y sintiendo sus movimientos para no ser detectada, claymore en mano para un posible ataque por sorpresa, suyo, o mio. Que ellos me muestren lo que he de encontrar, soy una mujer paciente.

Esta vida, y tambien su mentora, habían enseñado a Catalina a ser paciente, y ese sería el mejor camino en muchas ocasiones, sin embargo en esta puede caber alguna duda.

La istancia tembló ligeramente, no solo sorprendiendo a Catalina, sino tambien a ambos yomas que se quedan confundidos mirando a su alrededor buscando el motivo del temblor, hasta que una enorme pared de piedra hace las veces de puerta y cubre la unica entrada (y salida) de la gran capilla, aquella "puerta" no tiene nada que envidiar a la solidez de las paredes.

-¡Que demonios! genial... ¿Y ahora como salimos de aqui? ¿Que has tocado?

-No he tocado nada, se ha activado solo.

Discuten sin tener en cuenta la gravedad de la situación, sin salida alguna aquel lugar no tardaría en convertirse en su tumba, y en la de la claymore.

-Tenemos que encontrar una salida, tu mira por ahí.

Se dividen, y justamente el yoma con el que se había enfrentado Catalina anteriormente va por el lado de esta, a ese paso no tardaría en descubrirla, si no llega a ser por la roca negra que les rodea, ya lo habría hecho.

   Los Yoma buscaban, pero no la buscaban a ella, estaban alerta, necesitaban abrir la sala para salir de allí pero su inteligencia no había destacado precisamente por ser brillante, era momento de dejar de esperar y actuar, de otra forma era probable que todos quedasen encerrados allí, sin aire para respirar, sin comida para resistir, sin esperanzas para salir. El ánimo de la claymore seguía bajo, muy bajo, su voluntad era mínima, y en aquella depresión no podía sino sentirse algo más fria (aún) y analizar la situación no como una humana sino como un depredador. Las posibilidades de sobrevivir se iban reduciendo por segundos y no iba a dejar que su vida acabase allí en aquel momento.

  Los pensamientos de Catalina eran confusos para si misma, sus ojos abiertos no parpadeaban atentos a captar cualquier tipo de movimiento, no sólo trataba de medir la distancia a la que se encontraba el gran Yoma, también donde podía ocultarse justo después de atacarle, no pretendía esconderse de ellos, sólo tomar ventaja del terreno sobre los mismos. Mis musculos quedaron inmoviles, ambas manos sujetando el claymore en la oscuridad, mientras mis sentidos me advertían de su presencia, y la lectura de su yoki se hacía cada vez más nítida.

 Sólo entonces, parpadeó.

 Los movimientos rápidos, liberado su poder no pretendía desperdicir su yoki ni su tiempo en un Yoma indeseable como aquel, había cedido a su instinto más bajo, había tenido que caer en su inhumanidad, y lo había hecho liberando su poder sin remordimiento alguno, liberandose en aquel mismo instante de su consciencia. En aquella tumba sólo restaban monstruos. El fulgor se adentró en el fondo de sus ojos, y su pupila se rasgó, los labios se endurecieron y deformaron, en la oscuridad nadie podría contemplarla. Era lo más bajo entre las claymore, era lo más monstruoso entre humanos, ¿qué importaba el rostro? ¿Qué más daba la belleza en aquella tumba? Saldría de allí viva.

  Los tendones se tensaron propulsandose con una fuerza sobrehumana, los nervios emitieron una electrificante ráfaga que revolucionaría cada uno de sus músculos, en la oscuridad azulada sólo se observarian sus ojos y el brillo metálico del claymore. Aún con paciencia espero a que el Yoma se acerque lo suficiente como para pasar frente a él, cortando su torso, con la intenciçon de seccionarlo en dos, mirandolo de reojo sin preocupación, con una respiración contenida, silenciosa como sus zancadas y los movimientos de su arma. Las manos apretaron la empuñadura hasta que los huesos crujieron, acertase o no, iba con la intención de acabar con él de un solo golpe y perderse entre las sombras, hubiese terminano o no con su patética existencia.

 Además, Caralina estaría preparada, influiría en su Yoki si fuera necesario. 

El claymore se dirigió fugaz hacia su vientre de piel dura y cicatrizada, sus sentidos agudizados habían logrado percibir mejor su yoki, la ultima vez había servido para hacerlo más sencillo, y con el fracaso anterior Catalina sabía que se alzaría con un éxito rotundo contra su enemigo. Un yoma asustado, sabiendo que no pudo matarme nisiquiera con aquella herida, temerá. Un yoma es más peligroso de esa forma, pero almenos no tendrá tiempo ni para pensar...

Demasiado confiado y preocupado por salir de allí como para ver venir el mortal golpe de Catalina, el corte asciende desde su cadera hasta su hombro, salpicando sangre purpura por todas partes. El yoma cae al suelo, aun con una expresión de sorpresa. No esta muerto, pero dificilmente iba a moverse con esa herida.

El compañero cae en la cuenta de la emboscada.

-¡Claymore!.

Sin embargo no corrió a atacarla cuerpo a cuerpo, sino que sus dedos se estiraron desde su posición para intentar ensartar a la cazadora. La distancia aproximada era de 15 metros, demasiado para Catalina, podría morir en un ataque directo, ensartada por ese temible ataque.

  Uno de aquellos dedos impacto en mi hombro por debajo de la hombrera de metal atravesandolo, fui lo suficiente rápida como para que no me hiriese de gravedad, pero aquello no impidió que frente al yoma mi mirada se clavase en él entre la oscuridad, dejando caer mi diestra que aferraba la empuñadura de la espada sobre el Yoma derrotado clavandose en su cuello retorciendolo con saña mientras mi muñeca vira intencionadamente para seccionarla. La sangre salpica el suelo ante mis pies y mi rostro deformado, escondido para no ser visto entre la espesura de la tumba no cambia su expresión fría e inaccesible.

  La extensión de sus dedos volvió a la normalidad, estaba lejos y la distancia no era mi mejor estilo de combate. El terreno siempre jugo a mi favor. Mi rostro deformado muestra algo similar a una sonrisa que va desapareciendo lentamente cuando me echo a un lado, cierro los parpados y me pierdo entre las columnas.

 Mis pasos son lentos y calmados, sigilosos para que no pueda escucharlos, me oculto tras la primera columna, y flexiono las rodillas agachandome sin desempuñar el claymore, tratando de ocultarme y también de evitar que si trata de atravesar la roca me golpee con una estrategia tan burda. Cuando abro los ojos vuelven a reflejar su particular brillo plateado, mientras mi rostro vuelve a la normalidad. Aprovecharía la ocasión para concentrarme en sus pasos, regenerar mis heridas y preparar una emboscada...

  El hombro está en perfecto estado, apenas mostrando una pequeña magulladura a la altura del final de la clavícula y parte de la ropa rasgada, empezaba a tener por costumbre destrozar mi uniforme, pues mi capa mostraba cuatro grandes agujeros que habían rasgado sin dificultad la tela. Controlé mi yoki, durmiendo a la bestia que dormía hostilmente en mi interior, acayando su rugido. El ambiente no era propicio para detectar el yoki, y no iba a darle la oportunidad de hacerlo conmigo.

Sin embargo el yoma lejos de exponerse y atacar ciegamente hacia el lugar donde vió a la claymore por ultima vez, optó por esconderse tambien aprovechando la oscuridad. Por regla general un yoma no es excesibamente buenos percibiendo yoki y en un lugar asi menos, sería una batalla de sigilo para ver quien alcanza antes al otro al metodo tradicional, solo con ayuda de los 5 sentidos.

Sea cual sea la estrategia del yoma ha comenzado su hacercamiento, pero su sigilo es mayor de lo que Catalina pudiera esperarse, en cualquier caso está tramando algo, eso es un presentimiento que Catalina puede tener claro.

Comencé a moverme con cautela, tratando de localizarlo, si se encontraba en movimiento no sería demasiado dificil encontrar su nueva posición, agazapada avanzando de cuclillas traté de no desvelar mi posición, si lo veía antes que el a mi, estaba condenado. Si fuera posible trataría de tomar su espalda.

 Mis ojos recorren la oscuridad, escrutandola por completo junto con las columnas e incluso el techo, el sentido de la vista, del oido, el olfato, todos volcados en encontrarlo, echando un último vistazo al yoma que estaba tirado en el suelo con la cabeza cercenada. No descuido el hecho de estar siempre a cubierto o cerca de alguna de aquellas construcciones de roca que sustentaban el techo de piedra, eran mi mejor defensa contra muchos de los ataques de aquel Yoma.

Aunque en aguella penumbra era dificil ver algo, Catalina ya estaba acostumbrada a situaciones desesperantes de esa indole gracias a Elisa, por lo que muchos detalles no escaparon a su percepción.

La antiguedad de la istancia no la hace demasiado estable, si bien es dificil que se derrumber, tanto el polvo, la arena, y en general la gastada superficie de la roca negra hacen que agarrarse a cualquier cosa rompa toda esperanza de sigilo y Catalina puede ver como cae polvo del techo y con esta premisa, puede oir como sus garras se aferran a los salientes del techo mientras se acerca.

En principio trata de sorprender a la claymore, pero esto no iba a ser posible. Finalmente salta para atacar a Catalina, pero esta ya estaba prevenida.

  Un parpadeo me separa de volver a abrazar a la bestia interna que habita dentro de mi, aunque mis ojos plateados no dijesen lo mismo jamás había recobrado mi control humano, lo expongo físicamente, mis ojos se vuelven nuevamente intensamente brillantes, las pupilas rasgadas detectan y siguen en su trayectoria al yoma que pronto desea cae sobre Catalina.

   Era previsible, demasiado previsible, cargo los brazos con el claymore, los músculos en un fulgor de fuerza se tensan para imprimir la mayor potencia posible al golpe, salto hacia arriba para encontrarlo y tratar de acabar con él, sé que tiene la capacidad de extender sus dedos, posiblemente sea más complicado dañarle y si lo hago tendré que tener cuidado, no va a sorprenderme. No puede sorprenderme, nunca más. Un brillo anaranjado recorre mi mirada fria que alberga en su interior llamas de furia contenidas. Mis labios deformados muestran dientes afilados en un gesto de furia que se asemeja más a una sonrisa.

  En línea de visión podré jugar con el en igualdad de condiciones, veo su flujo de yoki, cayendo no podrá esquivarme y si lo consigue...puede ser lo último que haga por propia voluntad. Esquivarlo no sería para nada dificil, me echaría un lado mientras cae, me giraría tras el y el filo de mi claymore acabaría con el trabajo rápidamente...

  El fugaz brillo metálico del arma se difuminó junto al dorado de mis ojos en la oscuridad, mientras me avalanzaba contra el Yoma una vez, esperando que fuese la último.