Partida Rol por web

- ¿ Y no puede llamar como las personas normales?- Se frotó con las manos la cara marcada por profundas ojeras.- ¡Uff!, a ver si puedo dormir un rato.- Sin más enfundó el cuchillo y se fue a dormir o , al menos, a intentarlo.

Me encojo de hombros ante la pregunta de Mikail.

- Eso parece. - le digo mientras vuelvo a mis quehaceres.

Finalmente el sueño acabó  tomando a Mikail en sus cálidos brazos mientras esperaba la decisión sobre su castigo. Lo que había empezado como un reparador sueño se fue convirtiendo en una pesadilla. En ella se veía sosteniendo a su primer hijo en brazos, tan envuelto en mantas que apenas veía más que su rechoncho rostro. Cuando trató de sacar su bracito de entre los pliegues de la tela vio horrorizado como el bebé tenía muñones en vez de manos. Horrorizado tendió el niño hacia Durius, hacia su madre, pero nadie quería cogerlo. De fondo podían oírse las risas de Maserrak. Repentinamente El Caballero de los Cárpatos apareció delante de él, arrancándole el niño de los brazos para luego atraversarle las tripas con su sedienta espada.

- El Chambelán Otto de Sajonia llama a la puerta y Vasilov se apresura a franquearle el paso a la oscura antesala.

- Mikail duerme en su jergón. Enrietta parece inquieta y porta una vela encendida en la mano.

- Chambelán Otto... - digo al abrirle la puerta. El Guardia Boru os andaba buscando mas no me dijo nada acerca de los motivos por los que le era necesario hablar con vos.

Hago un prqueño silencio antes de formular la pregunta obligada.

- ¿Podemos ayudarle en algo?

No puedo evitar mirar de reojo a Mikail, el cual estaba tan nervioso hace tan sólo un instante.

DOS DE LA MADRUGADA DEL SEGUNDO DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.

- El Primer Caballero llama a la puerta que da a la antesala de sus aposentos desde el Patio. Vasilov le abre enseguida y el Secretario Ducal pasa al penumbroso interior.

- Junto a Vasilov está el Chambelán Otto.

- Durmiendo en su jergón en el suelo está Mikail. Enrietta está junto a la puerta de la habitación de Durius, con una vela en la mano.

Durius entró en la antesala de sus aposentos y frunció levemente el ceño ante la visión de un Mikail dormido. Una parte de los enredos de la noche habían llegado de su mano y sus instrucciones de que le aguardara despierto habían sido claras y concisas.

-Buenas noches, Vasilov. Enrietta -dijo saludando a sus lacayos-. Chambelán, espero que hayáis logrado hablar con la Dama Szantovich y hacerle saber de mis deseos de hablar con ella mañana -comentó dirigiéndose a Otto de Sajonia-. No cuento con demasiado tiempo. Vasilov, despierta a Mikail. De hacerlo yo, dudo que mañana lograra cumplir con sus quehaceres. O cualquier otro día -señaló con glacial libertad.

- Precisamente esperaba al señor Durius, pero como puedes ver ya ha llegado. En cuanto al guardia, está buscando al Caballero Iacobus Radoslav, desconozco el motivo, pero parecía tener cierta urgencia, con lo que te agradecería que le dieses el aviso de mi parte. Ahora mismo el señor Durius y yo tenemos cuestiones que tratar, por lo que a no ser que sea urgente o el señor Durius mencione lo contrario agradecería que no se nos molestase - sentencié preocupado por el semblante del secretario.

Al ver a Enrietta postrada como si de una procesión de muerte se tratase, erguida como estaba con una vela en la penumbra no pude evitar pensar que aquella escena era extremadamente apropiada a la situación.

- Señor... - pronuncié tratando de no mostar ansiedad - ...me había solicitado que me reuniese con usted en sus estancias. El joven Lindor ya está descansando como bien solicitó, si le place podemos conversar sobre lo que tenía en mente cuando solicitó nuestra reunión - dije comedidamente delante del resto.

Los verdes ojos de Durius se clavaron en los de Otto. Tras el escaso comedimiento de Iacobus Radoslav en su hablar regresar a las serviles formas del Chambelán resultaba un tanto anticlimático.

-Sean cuales fueren los asuntos de la guardia para con el Segundo Caballero, podrán ser resueltos de inmediato por sus actores. Iacobus Radoslav salió tras de mi del salón principal y sea Boru o sea el guardia ducal allí apostado quien le buscara lo habrá hallado. Y no de buen humor precisamente. Y os agradecería Chambelán que no dispongáis de mi servicio para asuntos que no me afecten o incumban directamente -señaló recriminatorio y en un tono frío y cortante-. Menos cuando vuestras órdenes desautorizan directamente las mías. ¿Entendido? Vasilov, procede como te he inidcado. Respecto a nuestra conversación pendiente, deberá aguardar. Debo reunirme de urgencia con Maese Maserrak. En cualquier caso y en relación a ella, sabéis qué es lo que necesito. Vuestra decisión acerca del castigo de quienes ahora reposan en las celdas de Carcelero. Llegado el momento me lo comunicaréis.

La situación se había encrespado por momentos y la reprimenda todavía coleaba en mi rostro como una sonora bofetada en mi orgullo

- Sí mi señor, se hará como mencionáis, disculpad mi atrevimiento, puesto que solamente pretendía que pudieseis descansar después de enfrentar todos vuestras responsabilidades. Por otra parte mi señor, me temo que no tenía conocimiento de vuestros planes para con la Dama Szantovich, pero actuaré inmediatamente para ponerla sobre aviso, al igual que os informaré puntualmente sobre mi decisión sobre los prisioneros - afirmé mientras formaba una media reverencia rápida para salir por la puerta antes de recibir un nuevo correctivo.

Maldita suerte la mía...ni siquiera he tenido ocasión de explicarme y se ceban sobre mi

Partí raudo pensando que con suerte podría encontrar al propio guardia Boru y descubrir donde podría encontrar a la Dama Szantovich. Ojalá llegase a tiempo antes de que el segundo caballero fuese interceptado por este, su temperamento podía desatar cualquier reacción como ya se había visto anteriormente.

- Mi señor Durius... - le digo al franquearle la entrada

La llegada de Durius con semblante serio no denota nada bueno y menos sus siguientes palabras. Sin duda alguna Mikail no había tenido un buen día. Pero por otro lado. ¿Cuando lo había tenido? No creo que me gustara estar en su pellejo en estos momentos.

- Por supuesto mi señor Durius. - le respondo.

Tras estas palabras me acerco a Mikail y le zarandeo para despertarle.

- Mikail, despierta. - le digo. Nuestro señor Durius quiere hablar contigo.

- No...no estaba ...-Empezó a decir como para excusarse ante Vasilov, pero luego se dio cuenta que quizá sí se hubiera quedado dormido después de todo. Había oído todo lo que habían dicho desde que entró el Chambelán, pues una horrible pesadilla había acabado por despertarlo. Se secó el sudor de la frente fruto de aquel mal sueño, se adecentó como pudo y se presentó  delante de Durius con el rabo entre las piernas.- Mi Señor.- Su lengua no estaba tan desatada como de costumbre, apenas podía tragar saliva. Le hubiera gustado decir muchas cosas pero tenía la mente embotada por el agotamiento. Durius no parecía de buen humor, lo cual era comprensible. No le quedaba otra que resignarse a lo que decidiera.

-¿No estabas? -la ironía era como una cruel daga en la lengua de Durius-. Sígueme. Y trae contigo lo que tan poco costosamente conseguiste en feudos que no eran los tuyos -señaló el Secretario Ducal abriendo la puerta de su aposento-. Vasilov, no me demoraré en exceso, pero si alguien pregunta por mí, dile que estoy ocupado.

Escuchar su voz había sido suficiente para que su corazón se desbocara. ¡Ahí estaba! Ahí estaba su señor y ella se estremecía de alegría después de tanto tiempo de incertidumbre. Se alisó el vestido, se acomodó el cabello, se removió en su sitió y la vela se sacudió levemente al escuchar su nombre en labios de su amo. Una gota de cera ardiente se deslizó hasta el dorso de su mano lamiendo la piel pálida, pero ella no lo notó. Estaba emocionada, mas bien eufórica pero hacia lo imposible por mantener la compostura.

-Mi señor...-

Respondió con un hilillo de voz, con la mirada nublada por la emoción en la punta de sus zapatos al hacer una discreta reverencia. Hubiera deseado correr hacia él, llorar, decirle... decirle...

Bastó con escuchar lo que siguió para comprender que algo estaba mal y lanzó una mirada preocupada a Mikail. ¿Que has hecho Mikail? Ah si, él mismo lo había dicho, le había fallado de alguna forma.

En temeroso, pero aún demasiado feliz silencio se apresuró a abrir la puerta para él 

Vio su gesto, adelantándose a su propia mano, abriendo la puerta para él.

-Mi dulce Enrietta -una mano fría acarició suavemente la siempre pálida mejilla de la muchacha, ahora arrebolada, apenas un leve roce como el de una brisa de invierno. Durius oía el batir de su corazón, bombeando rápido el dulce icor de sus venas-. Eres como un rayo de luna en la noche -la verde mirada del Secretario Ducal pareció sonreirla, si bien su rostro se mantuvo serio-. Mikail, no es mi paciencia un bien sobrado y un don del que haga gala si la ocasión no lo requiere. Entra.

Mikail se apresuró a entrar en la habitación tras su Señor, hurgando entre los pliegues de sus ropas.

No parecía el comportamiento de Mikail y la sequedad de Durius fuese algo fortuito. La rapidez con la que el señor Durius me había despachado levantaba en mí sospechas.

No me quiere aquí, algo trama, ¿pero qué puedo hacer para demorar mi salida y enterarme de algo?

- Por supuesto mi señor Durius. - le respondo al Primer Caballero. Así lo haré.

Miro con repugnancia como Mikail entra en los aposentos de Durius.

- Seguro que se merece el castigo que le imponga.

Con este pensamiento cierro la puerta una vez Mikail la ha atravesado.

Cuando la puerta se cerró a sus espaldas, Durius se volvió hacia Mikail. Una mano abierta con la palma hacia arriba se extendió, a la espera de que en ella se depositara lo que tantos quebraderos de cabeza había traído a Maserrak.