Tras una cena interesante, en la que Zuyla logró comprender un poco mejor al Conde, la velada tocó a su fin. Era cierto que debían partir sin dilación, y el amanecer los encontraría prestos para ello. Tras despedirse del Conde y agradecerle su hospitalidad, padre e hijo regresaron a sus aposentos para descansar unas pocas horas antes de proseguir su viaje.
Con la primera luz del alba los criados despertaron a padre e hijo, que enseguida se aprestaron a vestirse, comer algo rápidamente, y partir, abandonando la seguridad del castillo de Tirsa de Valcea, en dirección a su destino final, la corte del Duque...
Si Zort no tiene nada que añadir, nos vamos.
A la mañana siguiente y después de dormir cómodamente en el castillo del Conde, Zort y Zuyla parten temprano para aprovechar la jornada lo máximo posible. El Conde sale a despedirlos personalmente y les desea buena suerte en su viaje.
Se dirigen hacia el norte hacia Sibiu.