Partida Rol por web

Farkas siguió atento a todo lo que sucedía en el patio. Ahora ya todos los Basarab estaban en el interior y se regocijaban de ver a los pequeños asesinos. Así llamaba Farkas a Vikos y a Verónica pues los hacía directamente responsables de la muerte de su tía. O los Basarab eran tan arrogantes e inconscientes para haberles aleccionado directamente hacia ese comportamiento o simplemente nadie les había inculcado la prudencia y el respeto que debían tenerle a su Señor el Duque. Fuera uno u otro esperaba que hubieran aprendido la lección por su propio bien pues la próxima vez ya no tendrían a nadie para defenderlos y cargar con sus culpas.
Miró al Caballero Zuyla hablando con su padre, ambos podían cumplir un papel importante en aquellos momentos. El caballero debía con su presencia reforzar el poder del Duque y el apoyo de la casa Dravescu a su causa en caso de conflicto y su padre bien podía limar las asperezas que pudieran surgir con los Basarab pues eran gente de trato difícil y él tenía fama de ser un hombre muy diplomático.
No le pasó desapercibida la entrada de Lindor, el protegido de Durius, en el patio. Parecía que la curiosidad le había vencido y había dejado de lado sus tareas para observar la llegada de los Basarab. Farkas se le acercó.

-Ayuda a llevar las monturas de los caballeros Basarab a los establos y después asegúrate de que lleven al salón principal algo para los invitados. Habla con el Senescal sobre eso.

De todo aquello debía encargarse Otto, así como su amigo Durius debería recibir a los invitados. Pero ninguno de ellos había aparecido por allí a pesar que el Senescal había mandado llamarlos. Farkas sonrió de una manera extraña, una que daba miedo.

Dudo que aparezcan siquiera por la boda.

Para Farkas sería la confirmación de lo que venía sospechando desde hacía tiempo.

Con la cabeza gacha me permití dejar escapar una sonrisa que duró un par de segundos ante los comentarios inocentes y llenos de vida de los pequeños señores, Vikos y Verónika. Desde lo de su tía temí por la seguridad tanto de ellos como por la de mi ama Svitlana... pero ahora que todos los poderosos caballeros Basarab estaban aquí me encontraba mucho más tranquilo y confiado.

Pude permitirme relajarme un poco en la vigilancia de mis señores... Pero seguía siendo un simple siervo así que permanecí atento a seguir  sus movimientos y escuchar sus órdenes para lo que pudieran necesitar.

- Tengo un mal presentimiento respecto al Capitán, padre. - susurré a mi padre. No me gustaba nada la situación, y menos que pareciera encontrarse tan mal... podían haberle envenenado, o podía ser fruto de la manipulación por parte de alguna de aquellas criaturas infernales de las que ahora Zuyla conocía su existencia.

- Pero creo que vos deberíais permanecer con los Basarab... la situación es tensa y la presencia de un experto diplomático ayudará a limar asperezas. El Duque y el Senescal lo verían un gran apoyo por parte de los Dravescu. Yo podría ir yendo a ver al Capitán ahora mismo. La presencia de un Caballero como yo entre tanto soldado no es tan importante. - sugerí.

En cualquier caso esperé con anhelo la opinión de mi padre, él era el experto y si creía conveniente que no nos separáramos, le haría caso.

- Son en total trece los caballeros de la Casa Basarab los que entran al patio del castillo, completamente armados y ataviados para la guerra y a lomos de poderosos caballos de batalla.

- Contando al Patriarca de los Basarab y a su primogénito son en total quince poderosos combatientes, cada uno de ellos fácilmente el equivalente a cinco guardias feudales.

- En el Castillo en estos momentos hay tan sólo quince guardias ducales, aunque tal vez los guardias de los Szantovich y otros combatientes podrían contribuir a la defensa del Castillo en caso de necesidad. Sin embargo, da la sensación de que el equilibrio de fuerzas se acaba de decantar drástica y bruscamente del lado de los Basarab gracias a la orden del Senescal, transmitida al Capitán, y ejecutada por Farkas Deli.

- El Guardia Tomescu sale del Patio y se adentra en el pasillo que da a la zona de invitados en el Ala Oeste del Castillo.

- Se cruza en su camino con el Escudero Flaviu Krevcheski, que llega al Patio procedente de la habitación que comparte con su señor, el Caballero de los Cárpatos, en el primer piso de la torre del Chambelán, sita junto a las puertas del Castillo de Balgrad.

- El Maestro Maserrak de Flambeau entra en el Patio del Castillo, procedente de la Sala de Estudio (sobre la cual está su dormitorio).

- La niña Veronika Basarab corre hacia su abuelo, el Boyardo Blaatu Basarab, quien ya ha desmontado de su enorme caballo de batalla. Quiere hablar con su abuelo.

Veo como los jinetes Basarab entran en el castillo completamente ataviados para el combate. Sé que soy solo un niño y que no es de mi incumbencia, pero si sus intenciones hubiesen sido hostiles, el castillo ya habría sido tomado. No sé si las acciones de Farkas Deli es un rasgo de su exceso de seguridad o simplemente de su poco cerebro:

"Muchas veces los mejores hombres con la espada lo son porque no saben blandir su cerebro."

Pero justamente este me habla, dándome órdenes acerca de recibir a los Basarab y disponer de ellos. Él puede ser todo lo desagradable y amenazador como para hacerme huir, pero está sobre mí y en la jerarquía del Castillo por lo que debo obedecerle y disimular cualquier temor:

 - "Así lo haré, Señor."-Respondo decidido.

Me acerco a los señores Basarab, me inclino ante ellos saludándoles con gran honor y le hago gestos a los mozos de cuadra y los lacayos presentes para que tomen a las monturas y las lleven a los establos como corresponde. Me acerco al Senescal Stolnic y le hablo en voz baja:

 - "¿Senescal Stolnic, hago que se disponga de algo para recibir a los invitados en el salón principal, como dice el señor Deli?"

No estoy del todo seguro de lo que Farkas Deli desea, pero mi obligación en preguntar para ir donde la servidumbre a pedirles lo que sea necesario para recibir bien a los invitados, ya sea con vino o con comida. Imaginaba que eso quedaría para la celebración posterior de la boda, pero al parecer el Guerrero de Sangre considera que debe hacerse en otro orden.

Veronika había corrido hasta ponerse junto a su abuelo, y tironeó de su cinto para que éste la viera, apenas llegaba más arriba. Cuando el enorme boyardo se inclinó para saber qué quería le dedicó una sonrisa y una infantil media reverencia, y cuchicheó algo cerca de su oído.

-Abuelo, sé que ahora no puedes, pero cuando sí puedas, ¿querrás hablar conmigo? Tengo muchas preguntas que hacerte acerca de nuestra familia, hay muchas cosas que no entiendo. Iba a preguntárselo a Madre, pero... bueno, estando tú aquí...

-Ahora no puede ser, pero luego, en el banquete, podré ilustrarte acerca de nuestra gran familia. 

Zort hubiera preferiado ver que ocurría con Farkas, pero las palabras de Zuyla eran ciertas. No podía él dejar de estar con la comitiva Basarab.

- Asi sea pues. Ve y trata de volver rápidamente. Las cosas se pueden complicar...

Y si se complicaban ellos debían tomar una decisión. Tomar un bando. Apoyar a los Basarab o respaldar al Duque. O en el mejor de los casos, apoyar a los Basarab pero aparentar estar con el Duque...

- Y Zuyla... ten mucho cuidado.

Asentí levemente a mi padre comprendiéndole. Nuestras miradas se cruzaron un instante y entre toda aquella gente, todos los Basarab, y todo el revuelo que se había montado, no tenía mucho sentido permanecer allí más tiempo. Así como tampoco tenía sentido una despedida formal.

Ajeno al revuelo volví sobre mis pasos y salí del patio del castillo.

Hice un gesto con la cabeza al resto de los sirvientes Basarab... teníamos que estar atentos por si el Boyardo y el resto de señores requerían nuestra asistencia. Seguramente preferírían que fuéramos nosotros en lugar de los siervos del duque quienes prestáramos atención a sus monturas, o incluso a ellos mismos.

Y si se daba el caso no pensaba permitir que ninguno de los criados del castillo, ningún ajeno a los Basarab, se acercara a las monturas, o a su comida o bebida. Personalmente me ocuparía de que recibieran los mejores cuidados.

Seguí expectante atento a las posibles órdenes y permanecí firme en mi puesto y con la cabeza levemente inclinada en señal de sumisión.

Observa como el protegido de Durius se le acerca y le susurra unas palabras:

"¿Senescal Stolnic, hago que se disponga de algo para recibir a los invitados en el salón principal, como dice el señor Deli?

Por supuesto- responde- son nuestros invitados y también necesitarán refrescar sus gargantas- Farkas pensó correctamente en sus obligaciones... las cuales debían encargarse Otto, el cual no estaba, al igual que Durius. Tendría que hablar con Farkas mas adelante sobre sus sospechas. Ahora tenía otras preocupaciones: no le pasaba desapercibido que con la entrada de todos esos guerreros Basarab las fuerzas del castillo se veían muy comprometidas. Y eso era algo que no le gustaba al Senescal. Casi era mejor tenerlos a todos juntos en una misma sala. Por si acaso.

Flaviu trató de evitar la aglomeración de personas con espada colgada del cinto, era lo más cauto. Caminó a lo lejos por el borde del patio y a medio camino bajó el mentón un instante, a modo de saludo, por si había alguien que hubiese reparado en el Petimetre.

No son mis asuntos... no es mi familia...

A solo un puñado de pasos, cada vez más cerca, estaban las puertas que llevaban a las cocinas. Bastaba con cruzarlas para haber salido del radio de acción de los Basarab y sus desplantes belicosos.

La comitiva de los Basarab había llegado al castillo, de ahí el revuelo que se había montado. Me acerqué hasta dónde se encontraba Lindor, hablando con el Senescal Stolnic. Al llegar junto a él posé mi mano sobre su hombro mientras con la otra sujetaba mi bastón.

- Senescal - le dediqué una leve reverencia.- He sido excusado de mis obligaciones en este día, pero veo que mi ayuda puede ser bienvenida para acomodar a los invitados... Si así lo deseáis, hacédmelo saber, os lo ruego.

A pesar de intentar pasar desapercibido, el escudero podía sentir claramente algunos de los ojos Basarab clavados en él, vigilando todo lo que se movía alrededor. Aquella sensación era extremadamente incómoda, incluso daba escalofríos. 

Maserrak, me vendría bien tu ayuda- responde ante su ofrecimiento- tenerle a mi lado puede ser muy útil tanto para tratar con los Basarab como para alojar a nuestros ilustres invitados.

El caballero de los Cárpatos asistió al resto de los acontecimientos en segundo plano. Sus ojos habían planteado desde la mirada del Senescal hasta el recule del Capitán Farak, para luego observar como Farkas Deli cometía uno de los peores errores de estrategia que la vida le podría haber puesto delante de las narices. El hombre no sólo había dejado pasar intramuros a un séquito que funcionaba como un pequeño ejército, sino que también había dado la ventaja a los posibles atacantes, que permanecían sobre sus monturas mientras todos los demás se encontraban de pie. Aquellos eran viejos zorros, y usando la diplomacia se habían grajeado una entrada que hubiese costado un largo y penoso asedio.  Pero el rostro de Iacobus permanecía insondable, y no dejó traslucir ninguno de sus pensamientos.

Salvo, excepto, una sonrisa a medias. Estaba allí ante la mirada de Svitlana, y de los infantes que con su estupidez habían ocasionado la muerte de su tía. No se movió de su lugar, dado que nadie se había movido aún. Pero tenía muy claro cuál era su sitio, y su mirada no perdía atención a su entorno, aunque se lo viera tan calmado y no se supiera exactamente a qué atendía.