Partida Rol por web

- El Guerrero de Sangre Vidor Csaba abre las puertas del Salón Principal.

- Durius Tremere, el Primer Caballero; aunque obviamente malherido, entra por su propio pie, seguido por sus sirvientes Vasilov y Enrietta.

- Visany deja atrás el pasillo de la zona cercana a los aposentos de invitados y llega al frío patio.

Tras salir de la Zona de los Aposentos de los Invitados salgo al frío patio. Me extraña verlo desierto teniendo en cuenta lo concurrido que estaba hace apenas un instante.

No obstante no detengo mi pasoy tras meter las manos bajo los sobacos para que no se enfríen cruzo el patio presto para cumplir el encargo encomendado.

- Date prisa Visany. - me azuzo a mi mismo para llegar cuanto antes a los aposentos de Maese Maserrak.

NOCHE CERRADA.

- Es una gélida noche transilvana.

- Visany corre hacia la sala de estudio y entonces ve salir al patio dos figuras, recortadas en la escasa iluminación del lugar. Son el Caballero de los Cárpatos y su Escudero.

- Buenas noches señores. - digo al pasar junto a ellos.

Flaviu vio corriendo al sirviente, y se acordó del ataque de Caballero Zuyla Dravescu, la petición de ayudad de Zort. Por unos momentos el escudero se había olvidado del castigo y de su señor el caballero. Sirviente ¿Qué tal esta el caballero Zuyla? Grito para que el sirviente le oyera.

Seguramente el comentario enfurecería aun más al caballero de los Cárpatos que no había sido informado del suceso. Lo siento mi señor, he debido de infórmale. Pero antes de encontrarme con usted en el patio, el emisario Zort, pidió ayuda. Porque el caballero Zuyla ha sufrido un ataque.

- Me temo que no lo sé. - digo. Apenas dejé el recipiente en la habitación del Caballero Zulya el Chambelán Otto me envío a buscar a Maese Maserrak. - añado.

A Iacobus no se le movió un pelo, lo que probablemente prometía peores cosas para Flaviu que un estallido de ira, excepto para exhalar una única pregunta.

- ¿Un ataque? ¿Un recipiente? ¿De qué?

Un escalofrío recorre mi espalda cuando el Caballero de los Cárpatos me habla. La última vez que lo ví en medio del patio tenía la armadura llena de sangre y al fijarme en él observo que sigue en el mismo estado.

- Des-desconozco los detalles mi-mi señor. - respondo al Caballero Iacobus medio tiritando de frío sin levantar la cabeza. Tan-tan sólo sé que me ordenaron hervir vino y agua y-y llevarlos a los aposentos del Caballero Dra-dravescu y eso es lo que-que hice. - añado. Al igual que-que ahora mismo voy en busca de Ma-maese Mase-serrak sin saber más de lo-lo estrictamente necesario pu-pues no acostumbran a darnos los mo-motivos de las órdenes que nos da-dan.

El frío es intenso, vuelvo a ponerme las manos bajo los sobacos para resguardar estas del frío mientras intento, las tiritonas a causa del frío son constantes, permanecer quieto esperando a que el Caballero Iacobus me permita proseguir con el encargo de localizar a Maserrak.

EN MITAD DE LA MADRUGADA:

- Vasilov y Enrietta salen del Salón Principal y se dirigen hacia los aposentos de Durius de Slobozia.

- Al pasar por el patio ven en mitad del mismo al Caballero de los Cárpatos con su Escudero Flaviu, y un muchacho, un lacayo joven que lleva poco tiempo como sirviente en el castillo.

No te pares Enrietta...

Vasilov siguió directo a la cámara de Durius ignorando los asuntos del patio.

Miré a Vasilov y supe que pensaba lo mismo que yo, debíamos ignorar todo lo que había en el patio y dirigirnos rápidamente y sin mediar palabra a los aposentos de nuestro señor.

Avancé con la mirada fija en la puerta que llevaba a los aposentos de Durius, ya que no pensaba dirigir la mirada, nisiquiera pronunciar palabra alguna a un monstruo.

El capitán Ferenk Zarak entra en el patio del castillo, saliendo de las mazmorras. 

MIKAIL:

- Es noche cerrada y hace mucho frío en esta oscura noche transilvana.

- El patio está apenas iluminado por algunas antorchas sujetas a los muros, muy espaciadamente.

- Distingues las siluetas de Vasilov y Enrietta, que se alejan hacia las habitaciones de tu señor Durius de Slobozia.

- Enmedio del patio distingues la silueta del Caballero de los Cárpatos (todavía apesta a sangre y vísceras) junto a su Escudero. Cerca de ellos hay un siervo, uno de los chicos, Visany. Esperas que el Caballero no decida matarlo por diversión o algo así.

- Entonces ves al Capitán Zarak, que parece venir de las mazmorras.

CAPITAN ZARAK:

- Hace un frío horroroso en esta gélida noche transilvania y es mitad de la madrugada.

- El patio está apenas iluminado por algunas antorchas sujetas a los muros y colocadas muy espaciadamente.

- Distingues las siluetas de dos de los siervos de Durius, que se dirigen (dirías que temblorosos) hacia los aposentos de su señor.

- En mitad del patio está la pavorosa figura del Caballero de los Cárpatos, junto a su Escudero y a otro siervo.

Entonces te asalta el olor. Ese olor tan intenso a sangre de vampir que conoces tan bien... El Caballero Iacobus está ahora cubierto de sangre, la mayor parte humana, pero también hay mucha sangre inmortal derramada sobre su pesada armadura de placas y mallas.

El tartamudeo a Iacobus pareció no conmoverle ni un ápice, aunque, ¿qué podía conmover a un hombre bañado en sangre y vísceras que parecía fastidiado hasta del solo hecho de mirar a su alrededor?

- Deja de temblar, joder. ¿Qué crees que va a pasarte? - dijo, y movió la cabeza. Ni una puta persona en ese puto castillo con dos dedos de frente y, menos aún, dos cojones - Vete. Y si no te responden las piernas, te ayudaré a hacerlo.

Probablemente, cuando no se sabía si hablaba en serio o en broma, su imagen y presencia resultaban mucho peores para los que estaban a su alrededor. Como los dos cobardes aquellos, que ni siquiera llegaban a la categoría de hijos de puta. ¿Es que acaso tenían una? ¿Una puta y un eunuco, encerrados a cal y canto? Basura. Y le negaban la mirada como si aquello le provocara algún tipo de afectación. Joder, qué puto mundo.

Giró para marchar a las habitaciones del Dravescu, sin más. Flaviu le seguiría, o sabría lo que era bueno. No dijo nada, sólo dirigió una única mirada a los dos que pasaban pretendiendo ignorarlo. Única. Luego, marchó hacia esos aposentos, la espada Basarab pendiendo muerta y oscilante de una mano que la llevaba depuesta y baja.

Mi señor, si me permite. Se algo de medicina, podría ayudar a tratar a Zulya mientras llega Maese Maserrak. Dijo con tono sereno. Por la mañana cuando todo esté más tranquilo, podrá dispensarme la voluntad del Duque.

Flaviu espero un gesto de buena voluntad del caballero, para echar a corres hacia la habitación de Zulya.

El capitán Ferenk observa la escena con sorpresa y niega con la cabeza

- Pero qué demonios... caballero Iacobus, parad - se acerca hasta donde está y le mira con gesto de confusión- ¿Qué ha ocurrido? ¿habéis sido atacado? - luego mira a los dos siervos de Durius- Vosotros, venid aquí, y decidme por qué os retiráis como si os hubiera amenazado la mismísima Muerte? ¿qué haceis fuera a estas horas? ¿está Durius bien?

- Na-nada Señor. - respondo al Caballero de los Cárpatos. Ha-hace frío y no-no estoy de-debidamente abrigado.

- Con-con su permiso. - añado haciendo una inclinación para a continuación dirigirme en busca de los aposentos de Maese Maserrak.

El delincuente posaba bajo la gracia de la fortuna esta noche. Mientras se escabullía del salón principal repasaba las bendiciones que había recibido. La fuga de Papadimos le había dado un objetivo más a la espada carnicera del caballero de los Carpatos. El error en la mano del asesino que permitió que su cuello evitara su acero. La distracción de los guardias y los presentes en el salón principal. Todo estas divagaciones se esfumaron cuando volvió a ver al caballero. Buscó una ruta que pudiera evitar la nefasta escena.