Partida Rol por web

- Discúlpame Innya, desde la puerta parecías un poco alterada, pero deben haber sido imaginaciones mías - dije con una leve sonrisa.- Ahora que se ha duplicado mi trabajo también lo ha hecho el esfuerzo, dos niños dan mucho más trabajo que uno sólo... - adopté un gesto pensativo.- ¿Y dices que la Dama Radovina busca al Chambelán? En efecto, parece preocupada... ¿Sabes cuanto hace que se marchó? Supongo que se llevaría un carruaje y alguna escolta.

CABALLERO ZUYLA DRAVESCU:

- La piel de Radovina te parece suave y cálida, completamente viva, sin duda alguna.

¿Cálmate... mujer...?

¿Pero cómo osa ese hombre dirigirse a mi de ese modo? ¿Quién se cree que es, que clase de trato es ése?

La frase del Senescal tuvo el poder de devolverle a Radovina su autodominio. Sus ojos se entrecerraron, sus labios se apretaron quizá impidiendo que una respuesta mordaz y con seguridad precipitada fuera pronunciada. En vez de eso se giró, lentamente, ignorándole. Y encaró a los dos nobles Dravescu.

En ese momento el más joven de ellos se había acercado, y la tomaba de la mano para depositar un beso en ella, mientras se presentaba.

La mano de Radovina estaba cálida, y el pulso latía con normalidad, aunque algo acelerado. Quizá por su precipitada llegada, quizá por la respuesta de Jensi Stolnic. Si bien sus ojos eran carmesí, no había al parecer en ellos nada sobrenatural. O eso parecía.

-Es un honor conoceros, Señores. Caballero Zuyla, un placer. Disculpad al Senescal, me temo que últimamente está algo resentido en cuanto a su salud. La edad no siempre es indulgente con sus víctimas, lo que, evidentemente, no es vuestro caso, mi Señor Zort Dravescu. Mi nombre es, como os han dicho, Radovina Szantovich de Bran. Siento haber irrumpido de ese modo, evidentemente mis temores eran infundados. Supongo. El caso es que... tuve una especie de corazonada. Pero me alegro de haberme equivocado.

Al parecer no había pasado nada con Zuyla y la mujer. No había él reaccionado de forma extraña al tacto, lo que hizo que Zort se relajara un poco.

- Gracias por sus palabras mi señora. Es bueno seguir las corazonadas. A Zuyla y a mi nos han servido de mucho en nuestros años de viaje. Nos hemos topado con muchas... cosas. ¿Nos acompaña usted con una copa de vino? Siempre es grata la compañía de un miembro de la ilustre familia Szantovich.

Nunca entendería a su señor. En vez de haber acabado con esa mujer y su manera de actuar con sus hombres, había decidido tenerla en su corte. Realmente los pensamientos del Duque eran incomprensibles para él... aunque buena razón tendría para ello. Sin embargo, para el Senescal, la mujer no era digna de confianza. Claro que también era cierto que por mas que le desagradase era noble, y su trato con ella no había sido del todo el adecuado. Dejó pasar su último comentario y le sonrío brevemente:

¿Una corazonada? ¿sobre que, mi señora? este lugar es bien seguro- le dice. Hace un gesto rápido a Innya para que le sirviese una copa- desde luego, el chambelán tiene suerte de que alguien como vos se preocupe por él. 

Zuyla soltó la mano de la joven noble en cuanto comrpobó que sus temores eran infundados, para aprovechar la distracción que la conversación entre ella y el Senescal le proporcionaba. El caballero dirigió una mirada tranquilizadora a su padre. Aquella mujer no era un vampyr. Podría resultar quizá peligrosa, pero por el momento eso era algo que no podían decidir.

Zuyla acompañó a Radovina hasta los cómodos asientos del salón, en dónde aguardó a que Innya, la sirvienta, ofreciera una copa de vino a la noble. El Senescal preguntaba sobre la naturaleza de esa corazonada, y Zuyla decidió aguardar a la respuesta, intrigado.

El gesto del Senescal interrumpió invariablemente nuestra conversación, Innya tenía trabajo que hacer y yo no era quién para interrumpir su labor, por su bien y por el mío propio.

- No importa, Innya - dije con un gesto de la mano, quitándole importancia al asunto.- Ve a por el vino, ya sabes que al Senescal no le gusta esperar - después sonreí.- Por cierto, lo estás haciendo muy bien, no se han equivocado al darte trabajo.

Y mientras Innya volvía a sus quehaceres yo me adelanté hasta dónde estaban los invitados para hacer las presentaciones de rigor.

Dejé a Innya con su trabajo para acercarme a los invitados y presentarme debidamente, el hecho de no haber sido avisado de su llegada no me eximía de las normas de cortesía.

- Con permiso, Senescal Stolnic - dije llamando su atención con una amplia reverencia.- Les ruego, mis señores, me disculpen por tamaña descortesía, pero he de reconocer que su visita no me había sido anunciada - les dije a los miembros de la casa Dravescu.- Mi nombre es Maserrak de Flambeau, soy el Maestro de la Corte, y es mi deseo darles la bienvenida al castillo, como seguro ya estaban haciendo el Senescal y la Dama Radovina - les dediqué una respetuosa reverencia.- Si no es mucha indiscrección, mis señores, ¿Qué trae a la casa Dravescu por estas tierras?

Apoyaba el peso de mi cuerpo sobre el bastón que siempre me acompañaba, intrigado por el motivo de la visita.

Innya se inclinó hacia Maserrak para murmurar, extrañada, antes de que el Senescal la llamara al trabajo de nuevo.

-¿Carruaje, Maestro...? No, no. El Chambelán ha ido a buscar al Duque, para avisarle de la llegada de los nobles Dravescu. He supuesto que el Duque se halla en el Castillo, y que iba a sus habitaciones. ¿No es así...?

Pero no pudo continuar, porque le ordenaron servir vino a la joven Señora. Sonrió a Maserrak, disculpándose.

Asintió, diligente, y avanzó adelantándose hacia Radovina Szantovich.

La sirvienta asintió, diligente, y avanzó adelantándose hacia Radovina Szantovich. Le tendió una copa, y la llenó de vino. Le dedicó una media sonrisa tímida, y una fugaz mirada a sus ojos del color de la sangre. Aunque en seguida apartó los suyos, para no parecer impertinente.

-Mi Señora, aquí tenéis...

Celebro conoceros, Maestro de Flambeau respondió Zuyla cortesmente al saludo de aquel curioso hombre, acompañando sus palabras con un leve cabeceo. No os disculpeis, por favor,parece que las cosas han estado un poco revueltas por aquí hoy.

En todo caso continuó, abarcando ya en la conversación tanto a su padre como a la joven noble y al senescal el motivo de nuestra visita no es ningún secreto, el propio Duque nos hizo llamar a la corte, para que nos pusiéramos a su servicio.

La joven tomó la copa de vino de la bandeja que le ofrecía la sirvienta. Sonrió a la muchacha cuando vio que Innya miraba sus pupilas, y luego apartaba esa mirada rápidamente.

Se sentó, y dejó la copa sobre la mesa, sin embargo antes bebió un corto sorbo, quizá para ayudar a calmar su ansiedad, aunque ya se mostraba mucho más controlada que cuando entró. Después de que el joven de los Dravescu respondiera a su buen amigo Maserrak, ella le hizo un gesto con la mano, pidiendo permiso para responder al Senescal, en un inciso.

-Dejad que os hable de mi corazonada, sí, y que insista en ella. Hace muy poco dejé al Chambelán en el patio, para que pudiera dar la bienvenida a los recién llegados, como era su grato deber. - Se inclinó hacia los Dravescu, sonriendo levemente.- Vos estábais presente, Senescal, aunque no sé si lo recordáis... - Era una obvia referencia a los descuidos y fallos del hombre, que se estaban multiplicando por momentos.- ...vuestro estado de salud os ha trastornado demasiado, me temo. Bien, cuando estaba sola, paseando por el Castillo, para conocer sus estancias...

Ladeó la cabeza, recordando que los Dravescu no sabían que ella era tan neófita como ellos mismo, casi, en el terreno del Duque.

-...yo llegué apenas ayer, Caballeros, y aún estoy tomando contacto con el que va a ser mi nuevo hogar a partir de ahora. Decía que estaba paseando cuando la corazonada me asaltó. Sentí un temor intenso y me vino a la mente el rostro de Lorand Teleki, asociando de inmediato una sensación de pérdida. Terrible. Ha sido un hombre encantador para conmigo, amable y gentil.

No como otros... La mirada estaba clavada en el Senescal.

-Por eso le busco, porque la sensación ha sido tan cruenta que necesito saber que está bien. He regresado sobre mis pasos hasta el patio, pero no se hallaba ya allí... ninguno de ustedes. Y he corrido hasta el Salón, buscando acallar mis temores...

Se estaba cansando de la impertinencia de aquella joven, sin embargo, algo en sus palabras le hizo reflexionar. El chambelán había ido a avisar al Duque, y para ello habría ido a sus aposentos. ¿No habría...? la expresión del rostro de Jensi es tranquila, pero en su mente le preocupaba solo una cosa. Quizás las palabras de Radovina no fueran desacertadas después de todo.

Mi señora, estoy seguro que el chambelán se encuentra en perfecto estado- dice, ya no muy seguro de esto, mas sus palabras no denotan nada extraño- cuando le vea, le diré vuestra preocupación por él. Seguro que lo agradecerá.

Tras esto, mira a sus invitados- espero que no os ofendáis ante el retraso del Duque. Es un hombre ocupado, y tiene mil asuntos que tratar. Si lo deseáis, podéis descansar en vuestros aposentos y luego ir a verle. Puede que nuestro señor se retrase algo mas y no quiero que le esperéis aquí inutilmente.

- Bueno, no soy más que el Maestro de la Corte, mis obligaciones se limitan a lo estrictamente académico de modo que es habitual que a veces no se me informe directamente de las visitas - contesté al caballero de la casa Dravescu.- Sin embargo, uno no es de piedra y a veces hago preguntas sólo por satisfacer mi curiosidad - sonreí aún apoyado en el bastón, pues no había tomado asiento ni pretendía hacerlo.- Les doy la bienvenida, nobles Dravescu, y me pongo a su servicio en lo que dure la estancia - les dediqué una reverencia una vez más.

Me situé cerca de Radovina, aunque no llegué a sentarme pues pretendía marcharme pronto. Esperé unos instantes para que todos pudieran disfrutar del exquisito vino que Innya les había servido y escuché atentamente las explicaciones de la dama Szantovich.

- Un curioso presentimiento, Dama Radovina - admití ante su descripción de lo que había sentido.- Como bien dice el Senescal, quizás deberíamos dejar que nuestros invitados se acomoden en sus estancias... ¿Por qué no me acompañáis fuera? Si así os quedáis más tranquila os ayudaré a buscar al Chambelán - miré fijamente a Radovina esperando su respuesta.

Radovina carraspeó ligeramente, y se alzó de su butaca, sin ni un leve titubeo. Sí, había quedado claro que su llegada al Salón había sido motivada por su corazonada, y ahora que había cumplido con la cortesía debida a los recién llegados, no quería olvidarse de ella.

-Sí, Maese Maserrak, creo que vuestra sugerencia es muy adecuada. - Le miró con una mezcla de agradecimiento y de urgencia.- Caballeros, Senescal, Si me permitís...

Hizo un gesto amable con la cabeza a éste último, aunque la mirada que le dirigió fue interrogativa, como si no estuviera del todo segura de que el anciano no supiera en realidad qué podía haberle ocurrido a Lorand. Luego se volvió a los Dravescu, y les tendió la mano, a cada uno de ellos, para que pudieran besarla.

-Espero que nos veamos pronto, Mis Señores, y en unas circunstancias mucho más tranquilas. Nos reiremos juntos de mis temores, espero, y serán motivo de una pequeña chanza privada entre nosotros en el futuro. -Y a Maserrak.- Cuando queráis, Maese Maserrak.

- Ha sido un placer, mis señores - dije con una última reverencia de despedida.- Les dejo en manos del Senescal, que seguro atenderá sus necesidades debidamente - me volví hacia Radovina.- Vayámonos pues, Dama Radovina.

Y con un gesto de la mano le invité a pasar primero, para seguila después hasta la puerta del Salón.

Pareciera que el Senescal estuviera intentando desembarazarse de los dos Dravescu, mas Zuyla no podía confirmar sus sospechas sin ofender al anciano, al menos no delante de todos. De modo que se despidió cortésmente tanto de la noble joven como del maestro Maserrak, para acto seguido aceptar la invitación del Senescal.

Sí, será lo mejor. Mi padre debe estar agotado por el viaje, y nos vendrá bien descansar un poco.

La Dama Radovina precedió al Maestro de Flambeau a buen paso hacia la puerta, aunque nada descompuso la elegancia y suavidad de sus movimientos. Apenas se escuchó el crujir de la seda de su falda, y sólo dejó ver un último destello de sus brillantes pupilas antes de cruzar el umbral.

Al otro lado de la puerta del Salón se giró hacia Maserrak, su expresión volvía a ser de preocupación, ya no había la máscara del disimulo o la cortesía, sino la sinceridad de una confianza que, poco a poco, se estaba estableciendo de modo imperceptible entre los dos.

-Vamos, lo de mi corazonada ha sido algo más que eso, la verdad. Ha sido un sentimiento tan real, que me asusta. Una visión, si queréis decirlo así. He notado en mi propia carne, en mi sangre y en mis huesos, la muerte de Teleki, del Chambelán. Con una cruda viveza, sé que ha muerto. No sé ni cómo ni en qué circunstancias, ni dónde ni por qué. Sólo sé que ha muerto, y de una forma horrible...

Radovina Szantovich se me había adelantado empujada por la angustia que aquella horrible visión le había causado. Entendía perfectamente su reacción, mucho más de lo que ella pensaba.

- Te creo, Radovina - respondí en voz baja.- ¿Acaso crees que he entrado en el salón de forma casual? Buscaba exactamente lo mismo que tú... para mi es un verdadero alivio comprobar que no he sido el único que ha tenido esa especie de visión o presentimiento, cómo quieras llamarlo - se hizo el silencio por un instante.- Una presencia bestial ha rodeado a Lorand Teleki, y me temo lo peor... no debemos perder más tiempo, Innya me ha dicho que se dirigía a las estancias del Duque para avisarle de la llegada de los Dravescu.