Partida Rol por web

Aquella mañana el sol se levantó radiante en Fuerte Floresta. Daba la impresión de que la primavera estaba decidida a dar a los novios un clima acogedor para su enlace. No había ni una sola nube en el cielo, y una leve brisa refrescante hacía más agradable el día.

Faltaba sólo un día para la boda. Los invitados paseaban por los jardines del castillo, o se reunían para charlar y beber, o circulaban entre los puestos del mercado que el pueblo había montado para la ocasión. El vino, los venados de plata y los chistes iban y venían mientras los nobles hacían más amistades que enemistades.

Esa mañana se había organizado una cacería para los jóvenes alojados en Fuerte Floresta. Mientras los señores de las Casas se dedicaban a los negocios, ellos podrían cabalgar y disfrutar de una jornada al aire libre, entre los bosques de la región. La comitiva se reunió al amanecer en la entrada del castillo y todos juntos partieron hasta una zona llana, donde se había preparado una carpa con viandas para tomar un refrigerio antes de comenzar la partida de caza. Allí había jarras con agua fresca, vino dulce especiado y cerveza, además de leche con miel, tortas de maíz, lonjas de carne ahumada y huevos de perdiz cocidos. 

Había sillas y sillones en los que reposar y algunos seguramente se quedarían allí holgazaneando en lugar de participar de la cacería. Para los que sí se animasen a sumergirse en el bosque había caballos, lanzas y picas, además de un par de guías, montaraces entrenados entre quienes se encontraba la participante del torneo de arquería. 

Allí estaba lord Valder, a quien dos guardias de los Haffer seguían en todo momento a cierta distancia (al igual que lo hacían con lord Urthen) y que tenía ojeras esa mañana. Y también lord Emmon Blackwood, que durante el camino hasta la carpa había tratado de entablar conversación con Ser Clarinthe, sin mucho éxito, pues la heredera de los Tully parecía más interesada en fanfarronear sobre el jabalí que pensaba cazar que en prestar atención a aquel muchacho. 

El día de la cacería había llegado y la joven novia aún no había decidido si iba a participar en ella, pero sí había ido preparada. Sus ropajes eran de un discreto color marrón, más gruesos y adecuados para montar a caballo o caminar por el bosque, estaban compuestos por un pantalón y un vestido que llegaba hasta sus rodillas, calzaba unas botas altas y resistentes y de sus hombros colgaba una capa con capucha del color de la Casa Hawick. Por último, sus rubios cabellos estaban recogidos en una trenza que caía sobre uno de sus hombros. Se la veía contenta de poder pasar la mañana entre aquellos bosques, era algo fácil de ver, ya que durante el viaje sus ojos se habían perdido entre la fronda de aquellos bosques mientras en su rostro afloraba una radiante sonrisa. También había reído más de una vez mientras hablaba con Thaena, había sido una risa suave y que desprendía un pequeño toque de emoción. 

Una vez hubieron llegado al lugar que tenían reservado para ellos, se fijó en aquellos que frecuentaban menos los pasillos de Fuerte Floresta. Y al ver a una de sus rivales del torneo, se acercó a saludarla, felicitándola personalmente por su logro, y haciendo mención en la escueta conversación a las flechas que había usado y si sería tan amable de prestarle alguna para probarla.

Bessa había traído sus arcos, el que había utilizado en el torneo y otros que tenía más viejos y de distintos tamaños; los cuales en sus manos, eran todos ellos igual de precisos. Había pedido que se los dejaran en uno de los rincones de la carpa mientras ella se dedicaba a elegir que tomaría, finalmente se decidió por un poco de leche con miel, la cual también ofreció a su doncella Thaena.

Al fijarse mejor en el menor de los hermanos Haffer, sus ojos se estrecharon y no tardó mucho en inclinarse hacia su doncella para susurrarle algo.

—Parece cansado —comentó molesta, mirando hacia lord Valder—. Espero que haya sido por componerte algún poema.

Lady Thaena se había levantado desde temprano para ayudar a su señora a prepararse para la cacería de ese día. A diferencia de lady Bessa, la cual llevaba el pantalón bajo su vestido, la doncella había decidido llevar lo que en teoría parecía un conjunto de camisa y falda. La parte alta era blanca y fresca, con una cinta de cuero con decorados dorados. La falda era de color castaño, con dos cintas en dorado que bajaban por el centro. De hecho, los pliegues de la falda en medio de las cintas eran en realidad una división, que transformaba la falda en un pantalón ancho, permitiéndole a la doncella montar a caballo de forma más cómoda. Se había maquillado levemente, nada muy exagerado sabiendo que incluso si no se unía a la partida de caza la actividad en el exterior podría correr el maquillaje.

La conversación entre ella y su señora había sido distendida y alegre, la doncella cubría de vez en cuando su boca con la mano, antes de seguir conversando con una sonrisa. Acompañó a su señora para acercarse a la joven que había quedado de tercera en la competición del arco, y luego compartió junto a lady Bessa la bebida que le ofrecía. Se inclinó también hacia la novia cuando esta le dijo unas palabras, y cubriendo nuevamente sus labios con las manos le devolvió unas palabras.

Durante el paseo, cada vez que Thaena se cubría los labios con las manos era para ocultar un bostezo. Cuando Bessa se inclinó hacia ella, no pudo evitar bostezar nuevamente.

-¿De verdad?- Dijo, aunque no miró hacia la dirección de lord Valder Haffer, sino que una rápida sonrisita se dibujó en sus labios, que se apresuró a esconder. -Quizás pasó una mala noche...- Murmuró.

Aquella mañana el rostro de Ser Guileon acusaba una gran desmejoría, rivalizando un tanto con el semblante del menor de los Valder. Vestía con un jubón acolchado, dividido en una mitad gris y una negra, que lucía bordado exquisitamente en el pecho el emblema de las hachas coronadas de los Vance. Echada al hombro de manera casual presentaba una capa corta de hilo, prendida con un broche de plata.

El muchacho se dirigió al campamento base cerca de donde la cacería tendría lugar, caminando con cierta rigidez, como si tuviera la espalda o las piernas entumecidas. Con los ojos entrecerrados a causa del sol impertinente, el reciente caballero acompañaba sus pasos precavidos con gruñidos ininteligibles por lo bajo. Cuando llegó hasta donde la comitiva comenzaba a reunirse, saludó a los presentes.

—Mis señoras, estáis tan radiantes como el sol de esta mañana —dijo con una inclinación en la que pudo sentir como su cerebro latía furiosamente contra los límites de su cráneo— Ser —agregó presumiblemente como saludo hacia Ser Clarinthe, aunque en esos momentos en cambio dedicaba un guiño a lady Thaena. Luego se dirigió a los hombres de la comitiva.

—Señores, ¿Por qué no dejamos que las damas se encarguen del escabroso asunto de la caza, mientras nosotros ponemos la carpa en condiciones para el banquete? A fe mía que confío en la habilidad de lady Bessa para entregarnos numerosos ejemplares de venados, y tampoco me cabe duda que Ser Clarinthe nos honrará con un monstruoso jabalí, pero, entre nosotros, debo deciros que la puntería de lady Thaena no tiene nada que envidiarles.

Culminó con un nuevo guiño a la doncella. Mientras aguardaba respuesta. tomó a Mawney por el hombro y susurró algo a su oído.

Pasando un brazo por encima de los hombros de Mawney, susurró:

—Me gustaría hablar con lord Urthen a solas. Declinad mi propuesta y acompañad a las mujeres. Me interesa saber lo que Ser Clarinthe tenga que decirle a lady Bessa —dijo rápida y entrecortadamente, antes de agregar— Sed precavido delante de lady Thaena, que os tiene fichado. Tengo razones para pensar que su lealtad le pertenece más a Lady Morna que a su hija. Después hablamos.

El joven Mawney apareció fresco como una rosa justo al inicio de la partida de caza, poco después del amanecer. Llevaba de nuevo el pelo recién lavado, y recogido en una cola de caballo que brillaba al sol de la mañana, sin duda impregnado de algún aceite cosmético, y oliendo al perfume ya habitual en él, discreto pero perfectamente reconocible.

Vestía una camisa holgada y fresca de tono verde oliva y unos pantalones ceñidos de cuero negro, que se perdían en el interior de unas botas de cuero de caña alta y doblada a la altura de la rodilla, de aspecto suave y elástico.

Llevaba un carcaj repleto de flechas de manufactura cuidada, y el mismo arco que usó en el concurso de arquería. También llevaba un cinturón grueso en el que iba colgada una funda con un estupendo cuchillo caza.

Saludó de modo general a los que estaban juntándose, y se dispuso a cabalgar el caballo que le asignaron con más brío que elegancia. 

-¡Buenos días, estupenda mañana para una jornada de caza!

Cuando llegaron a la zona preparada con la carpa y desayuno, tomó un poco de carne ahumada y una jarra de cerveza. 

A las palabras de su amigo Guileon se encogió de hombros, riéndose.

-No voy a ser yo quien se quede, compañero. Prefiero sentir las sensaciones del bosque y las presas corriendo, intentando escapar. No dudo que las damas serán un ejemplo, así que estoy dispuesto a aprender de ellas. 

Se inclinó hacia la pareja que formaban lady Bessa y lady Thaena, claramente refiriéndose a ellas, aunque luego se giró hacia Ser Clarinthe, para hacer otra inclinación.

-Bien, ya me dirás en qué me ha fichado Thaena. Y que es leal a Morna... me dijo que Morna le tiene un esposo preparado. Quizá eso es lo que la mantiene leal.

Habría sido injusto decir que lord Urthen estaba fresco como una lechuga, pues se había despertado más de alguna vez en la noche al girarse sobre su costado en la cama, pero sin duda alguna le alegraba ver que tenía bastante mejor cara que algunos de los presentes. Por unos momentos había temido que sus ojeras, aunque mínimas, le dieran mal aspecto, y no quería causar ninguna mala impresión en los festejos de su propia boda.

El hombre iba vestido con un jubón acolchado de manga larga, abierto por los codos y por el frente, unidos ambos lados del jubón por hilos de cuero café mientras, en sus aperturas, dejaban ver la camisa blanca y holgada bajo este, ligeramente abierta en la parte superior del pecho. La prenda mostraba dos de los colores de su casa, azul oscuro y turquesa, mientras el diseño cosido en hilo destacaba las siluetas de hojas y enredaderas. Sus pantalones mostraban franjas de azul oscuro y café, y sus botas estaban hechas de un cuero marrón unos tonos más claro. De su cinturón colgaba una funda de cuero negro, en la que portaba una daga de parada.

Al llegar al punto de comienzo de la caza que se llevaría a cabo, sonrió al encontrarse su mirada con la de su hermano, suspirando un momento después. Sin detenerse en él, para dejarlo descansar de lo que hubiese interrumpido su sueño, se acercó al grupo que ya se reunía.

Lady Bessa - tomó su mano para besarle el dorso con una reverencia, o la mayor inclinación de la que se sentía capaz para similar una. Tras soltarla, se dirigió al resto - Lady Thaena, Ser Guileon, lord Mawney - saludó a estos, inclinando la cabeza en señal de respeto ante cada uno, para luego unirse a la conversación.

Estoy de acuerdo con vos. Excepto, quizás, en que la puntería de lady Bessa sea comparable a cualquier otra en Poniente - miró a su prometida con una sonrisa cómplice. Sinceramente, desde que la había visto en la competencia se había transformado en el más acérrimo admirador de su habilidad - Pero sí con todo el resto. Estoy seguro de que sería de mucha más utilidad preparando la mesa para el banquete que siquiera intentando competir con tan hábiles cazadoras, a quienes no podría alcanzar incluso si estuviera completamente sano. - sonrió de buen ánimo.

Bessa sonrió divertida a su doncella, dándole un disimulado codazo en el costado, antes de volver su atención al resto de los participes de aquella cacería. El saludo de Ser Guileon hizo que alzara una ceja, para mostrar una mayor incredulidad cuando sugirió que fueran ellas quienes fueran a cazar. Un acto del que ni siquiera tenía la certeza de querer realizar.

―También me alegro de veros, Ser Guileon ―respondió, realizando una inclinación―. Pero de poco serviría mi puntería si no soy capaz de encontrar una presa.

Después de decir eso, saludó con una inclinación al resto de los presentes, y seguidamente recibió el beso de su prometido en la mano, dedicándole una amable sonrisa. Luego, movió los ojos hacia el resto y suspiró.

―Agradezco vuestros cumplidos, todos y cada uno de ellos, son muy amables. Pero no creo que esto sea una competición, sino una forma de que pasemos tiempo juntos, algo a agradecer pues será difícil volver a estar rodeada de tan buena compañía.

El menor de los Haffer desmontó del caballo y se fue directo al interior de la tienda en busca de algo fresco de beber. Inesperadamente para los que lo conocían, cogió una jarra de agua y se sirvió un vaso. Lo bebió de un trago y se sirvió otro, que también siguió el mismo camino. 

Después se frotó la cara y se dispuso a saludar a algunos de los presentes, comenzando por revolverle el pelo a su hermano mayor. 

—¿Has dormido bien? —Le dedicó una sonrisa y luego se fijó en Ser Guileon y se rió al ir hacia él—. ¡Ser! Espero que hayáis descansado. Yo no pienso ir a cazar, pero tengo toda la intención de echarme una buena siesta bajo la sombra de algún árbol. Buenos días, lord Mawney.

Tras decir aquello realizó una inclinación ante lady Bessa.

—Mi querida cuñada, espero que no termine la jornada sin que hayáis cazado por lo menos diez piezas. ¡Que digo diez! ¡Doce! ¡O quince! —Se rió de nuevo y se inclinó hacia lady Thaena—. Mi lady, permitid que os diga que estáis especialmente radiante esta mañana. Vuestra tez reluce con el brillo del sol. Si en algún momento os cansáis de cabalgar, un servidor estaría muy honrado de dar un tranquilo paseo con vos por este maravilloso paraje. 

Y una vez pronunciada la invitación siguió moviéndose y saludando a otras personas con familiaridad. Al fin y al cabo ya llevaba allí tres días y tampoco se podía decir que lord Valder necesitase mucho para charlar con cualquiera. 

En el lugar los montaraces ya estaban organizando a los que se internarían con ellos en el bosque en busca de piezas. Los sirvientes presentes se movían con rapidez para llenar vasos y copas en la zona del refrigerio y los guardias que escoltarían la partida de caza estaban a la espera de que se pusieran en movimiento. 

La doncella se rió por lo bajo ante el codazo de su señora, antes de carraspear al ver al caballero Vance acercarse hasta ellas. -Ser Guileon.- Correspondió ella al saludo, inclinando la cabeza, y luego mirándolo con media sonrisa, en un gesto de divertida exasperación. Cuando el joven Ser comenzó a alabar las virtudes cazadoras de las damas, lady Thaena se rió suavemente. -Señor, si esperáis que dependa de mí poder cazar alguna presa con guijarros, os aseguro que pasaríamos todos hambre esta noche.- Dijo, negando con la cabeza, aún sonriendo. -A diferencia de mi señora, el placer que encuentro al aire libre está en observar y disfrutar del verdor del bosque, más que el de ir tras venados y jabalíes.-

Saludó con una leve reverencia a lord Mawney, luego repitió el gesto ante lord Urthen, permitiendo que el novio saludara a la novia como correspondía. Al acercarse lord Valder, repitió el breve saludo en una reverencia, antes de escuchar su halago, que la hizo sonrojarse levemente mientras bajaba la mirada, y luego atendió su invitación. -Lo tendré en cuenta, milord.- Dijo repitiendo la reverencia en dirección del más joven de los Haffer mientras éste se alejaba, volviendo su atención de nuevo al pequeño grupo que se había formado en esa parte de la carpa. -¿Tenéis pensado hacia qué parte del bosque dirigiréis vuestra atención durante la cacería? Ser Clarinthe, ¿ha cazado alguna vez en estos bosques?- Preguntó, intentando de este modo alentar la conversación mientras esperaban que indicaran el momento para iniciar la caza.

Ser Clarinthe montaba el mismo brioso corcel que había empleado en la justa el día anterior, lo que había generado algunos cuchicheos que mencionaban el detalle de que no se hubiese llevado el premio que había ganado en el torneo. La chica ignoraba por completo los murmullos, más que acostumbrada, al parecer, a que la gente hablase hiciese ella lo que hiciese. 

Vestía con unos pantalones de cuero y un peto también de cuero y portaba espada, daga de caza y una pica. No se bajó del caballo al llegar a la carpa, parecía impaciente por partir. Compartió algunas palabras con la montaraz y de tanto en cuando miraba hacia el cielo, tal vez por comprobar que no hubiese nubes en el horizonte. 

Al escuchar la exclamación de lord Mawney, soltó una carcajada y se unió a sus palabras.

—¡Decid que sí, señor! ¡Ese es el espíritu que necesitamos para una buena cacería!

A la pregunta de lady Thaena, negó con la cabeza, en un gesto despreocupado. 

—No. Es la primera vez que pisaré estos bosques —comentó, dedicando una mirada a los guías—. Pero no creo que vayamos a perdernos —Sus ojos buscaron Fuerte Floresta, que se divisaba sin dificultad por su posición elevada. Dicho aquello espoleó su caballo para acercarse a la entrada del bosque—. ¡Vamos ya!

Guileon, quien había correspondido con una amplia sonrisa al saludo del menor de los Valder, asintió con solemnidad ante las palabras de lady Bessa y su doncella. Frotándose las manos, dijo:

—¡Muy bien! Lejos de mí está la intención de imponeros mi voluntad, mis señoras y señores. Pero si vais con lord Mawney, os lo advierto: no os alejéis de él si no queréis acabar con un flechazo en el ojo. Me figuro que todos hemos visto su desempeño en las pruebas.

Río despreocupadamente, al tiempo que palmeaba la espalda de su amigo. Luego se acercó a lord Urthen, y, pasando una mano sobre su hombro, se dirigió al resto de la comitiva.

—Espero que me disculpéis mientras me robo al novio durante unos instantes. Os prometo que lo devolveré en una pieza. —añadió al tiempo que dedicaba un guiño a las muchachas allí reunidas y empujaba levemente al joven en dirección a uno de los caminos que se internaban hacia el riachuelo, sosteniendo con la otra mano una botella de vino.

Mejor que tú, seguro - contestó a su hermano con una sonrisa alegre y sincera, para luego arreglarse el cabello pasándose una mano por él. ¿Sería mucho pedirle a su hermano que no lo despeinara frente a lady Bessa? Claro que sí. Pero mejor que lo hiciera frente a ella a que lo hiciera frente a Lady y Lord Hawick, que probablemente apreciarían más la formalidad que la interacción natural entre los hermanos.

Tras llevarse una mano a los ojos por la vergüenza ante las conversaciones iniciadas por su hermano, aunque sin llegar a perder la sonrisa, volvió a alzar la mirada para verlo marchar - Que descanses, Valder - lo despidió, admirando como iba a charlar con otro grupo de gente, mientras negaba con la cabeza.

No le pareció bien reír de la broma de Ser Guileon sin tener la confianza de la que gozaba el caballero con su amigo, así que solo se abstuvo, fijándose en la reacción de lord Mawney, a quien aún no conocía lo suficiente para saber si podría molestarle o tomárselo con humor. Debido a su buen ánimo al llegar, se inclinaba por lo segundo.

De seguro será un placer ver vuestras habilidades en acción para quien os acompañe, lady Bessa. Yo mismo cabalgaría a su lado solo por admirar tal espectáculo, pero me temo que el trote del caballo no le sentaría bien a mis costillas, y quiero estar en las mejores condiciones posibles para mañana. - se disculpó, con una expresión ligeramente afectada por su futura ausencia en la cacería - Además, si la maestre se llegase a enterar de que no estoy tomando todos los cuidados, me regañaría tanto que quizás no os quedaría novio con el cual casaros el día de mañana. - bromeó, riendo un poco.

Desconcertado entonces por un momento ante el abrazo de Ser Guileon, lord Urthen lo miró como si quisiera asegurarse de que fuera él y no Valder. Volviendo a posar sus ojos sobre los de lady Bessa, le dedicó una suave sonrisa - Será solo un momento, estoy seguro.  - confirmó, cediendo ante el empuje del brazo del caballero para acompañarlo a la sección del bosque que este le señalaba.

Cuando Guileon comprobó que el muchacho le seguía, liberó al joven de su abrazo.

—Os agradezco vuestra amabilidad, lord Urthen. Con todos los preparativos para la boda, me temo que apenas hemos tenido oportunidad de intercambiar unas palabras, algo que pretendo rectificar ahora.

Sin embargo antes de continuar dirigió una mirada divertida a los dos guardias que seguían al mayor de los Haffer como si fueran perros adiestrados.

—¿Les damos un esquinazo? Conozco este bosque mejor que ellos, os lo puedo asegurar.

Bessa hizo una inclinación ante lord Valder, sonriéndole cariñosamente.

―Mi querido cuñado, tenéis demasiadas esperanzas puestas en mis habilidades y he de deciros que no soy una gran cazadora. Solo tengo buena puntería.

Luego, miró divertida a los halagos que realizaba a su doncella, pues aquella situación se lo parecía. Esperaba que aquello continuara un rato más y por eso, tras las palabras de Thaena sobre su habilidad con los guijarros, dejó escapar una pequeña carcajada antes de asentir en dirección a ella.

―No debo ser una gran maestra si decís eso ―añadió con una sonrisa―. Lady Thaena, si queréis podéis quedaros con lord Valder mientras voy a dar una vuelta por el bosque, asegurándome de que ninguna pieza terminé escapándose y disfrutando de un poco de libertad ―dijo, desviando los ojos hacia su cuñado.

Hizo un gesto para que le trajeran uno de los caballos de sus padres, y que posiblemente ya pudiera decir que era el suyo. Una magnífica yegua de largas crines y del color del alabastro, un animal de sangre caliente y con temperamento, pero dócil con aquella que lo había montado durante años.

Mientras esperaba la joven se ató el carcaj a la cintura y tomó un arco de doble curva de manufactura dorniense, asegurándose de que estuviera bien tensado antes de subir sobre su montura.

―Lord Mawney, no hagáis caso a vuestro amigo. Para mí ha sido un honor teneros como rival en el torneo ―dijo desde el caballo―. Vamos, o Ser Clarinthe será la única que disfrute de la belleza de este bosque. 

Seguidamente la joven espoleó su yegua hasta alcanzar a la impetuosa caballera.

―Ser Clarinthe, me dejo guiar por vos ―anunció, una vez a su lado.