Partida Rol por web

-Sabes que tú has sido siempre la única -dijo Eddie mirándola con amor-. La única que he querido. Y si ha habido otras era porque no te conocía o no querías estar conmigo. Y no te cambiaría por nadie, ni por una sidhe. Así que ya puedes aplicarte el cuento, ¿mmm?

-No he visto esa cláusula en el contrato -le dijo besándole la mejilla-. Igual hay que llamar a tu hermana para que lo revise.

La pooka se sentó en la silla.

-¿Sabes que el ladrón de Greg intentó seducirme? Pues más o menos así han sido mis últimos amantes, tú incluido. Estoy viendo un patrón... -la pooka se rascón a sien, preocupada-. Espero que no me metan en la cárcel. 

-Eso es porque eres una depredadora y buscas a otros como tú. -Eddie se mordió el labio-. Así que estuviste a punto de liarte con Greg, ¿eh?

-No -negó rápidamente con la cabeza-. Lo que quería meterme al final era otra cosa, ya ves. Quería usarle de ejemplo modélico en el potro de tortura pero él tenía otros planes en mente.

-Y a falta de Greg, me llevaste a mí. Maravilloso. -Eddie enarcó la ceja-. No es como si me sintiera el segundo plato, ni nada.

-No juntes sátiros con pookas cabra. Ni todo es blanco ni todo es negro. Pirmero, aún no habíamos llegado a ningún acuerdo tu y yo, y segundo, el que intentase matarme y esté muerto dice mucho de a donde habría llegado esa relación que, como digo, jamás llegó a existir porque ni siquiera estuve a más de medio metro de él. Por mi como si os hubieran zurcido a los dos, que nadie quería ser mi esclavo.

-Siendo sincero... tampoco estuvo tan mal. Me duele la espalda que no veas, pero podría dejarme hacer otra vez... si salgo de aquí... -murmuró Eddie mirando al techo.

Van Doren levantó la mirada y sonrió ampliamente.

-¡Te lo dije! -exclamó ilusionada-. No me puedo creer que hayas tardado tantos años en confesar que fuiste tú quién dejó una peladura de plátano dentro del armario de la cocina. Lo sabía y no me hiciste caso.

-¿Que fui yo el que dejó... qué?

-¿No te acuerdas? Siempre que te preguntaba si me dejarías hacértelo a ti me soltabas una excusa. Que si tenías mal la espalda, que si tu piel era sensible como el culito de un bebé, que si te dolía la cabeza... No se por qué, pero nunca me dejaste. Y ahora me dices que te encanta, diez años después... Me vas a volver la cabeza loca. 

-Pero serás mentirosa... Yo no dije todas esas cosas, sólo que no era lo mío. Además, ¿cómo que diez años? ¡No inventes! ¡A ti te dio el furor dominatrix cuando ya vivíamos juntos!

-Dice, el que necesita una secretaria porque tiene los huevos demasiado gordos para mirar el calendario y acordarse de los cumpleaños -le contestó-. Anda, a callar, que estás empezando a hablar de más y tienes que descansar.

La pooka se levantó y le arropó con cariño, dejándole varios besos en la cara y uno muy tierno en los labios.

-Ahora vengo, tengo que ir a empolvarme la nariz.

Van Doren salió de la habitación y fue al baño tal y como había dicho, pero primero fue a la máquina de café y se sacó una taza. Al entrar en uno de los retretes tiró el contenido dentro del urinario contra una de las paredes y observó como el café se dividía en varias líneas y caía en el agua tiñéndolo poco a poco de marrón.

-Clarisse... -susurró.

Van Doren escuchó un bateo fuerte y a una multitud aplaudiendo y celebrando. Distinguió unos flashes y luego nada.

Van Doren volvió a la habitación, confusa.

-Oye, Eddie, ¿sabes algo de baseball? -si quería ser mística con el resto debía reunir información para hacer la farsa.

-¿De béisbol? Que es un deporte aburrido de cojones -gruñó-. Sabes que prefiero el baloncesto. ¿Por qué?

Purnima, la hermana de Damara, explicó a Calandra que la sluagh no se encontraba bien. Debía de haber pillado algo, porque tenía fiebre y guardaba cama. No obstante, aseguraba que seguía leyendo el libro en busca de una solución y que iría a verlos lo antes posible.

Colgó el teléfono y resopló.

-Damara no viene -anunció-, la puta suertuda de ella. Vámonos.

Shyam frunció el ceño y miró de nuevo a Craig y después a Calandra.

-Y él tampoco. -repitió.

-Pero... ¿por qué? No voy a molestar, no voy a...

-Porque vamos a ver al Duque Aeon -respondió como si Craig tuviese el conocimiento necesario para descifrar esas palabras-. Arg. ¿De verdad quieres traerle con todos que ha pasado últimamente por aquí? Te las vas a ver con Van Doren.