Partida Rol por web

-Por supuesto, Shyam, estoy seguro de que Van Doren preferiría que le dejase a merced de calaveras siniestras y quimeras esputadoras. Es más, estoy seguro de que cuando nuestro amigo capuchas le contagie y se le coma, Van Doren va a venir y va a decirme "¡bien hecho, chica! ¿Nos vamos de compras?". Y tú -dijo, volviéndose hacia Craig y agitando el dedo índice delante de su cara-. Vista gacha, boca cerrada, manos en los bolsillos y si ves a Van Doren o a Eddie te escondes detrás de unas cortinas.

-¿Quimeras... esputadoras? -Buscó la mirada de Shyam con alarma-. ¿Alguien me puede explicar algo?

-No es nada personal, Craig, pero no es un buen momento. Y definitivamente no quieres saber lo que son. ¿No puedes... quedarte en casa de alguien unas pocas horas?

-¿Justo ahora? -dejó escapar un gruñido de desaprobación y buscó los ojos del pooka, que acabarían por decidirlo.

Calandra soltó un gruñido de descontento, pero cedió.

-Vale. Quédate aquí. No salgas, ¿eh? Tú espérame aquí y si te aburres insultas a Wy, y si tienes hambre le mandas a comprarte una hamburguesa, ¿vale?

-Hum... ¿Sabes si ha habido algún partido últimamente o lo va a haber?

Van Doren se acercó a él y buscó su mano sobre el colchón.

El sidhe respiró algo más tranquilo y caminó hacia la puerta sin esperar un segundo más.

-Es una cosa semanal, ¿sabes? -dijo burlón mientras entrelazaba los dedos con los suyos-. ¿Por qué lo preguntas? ¿Te has vuelto una forofa de repente?

-He visto en la televisión que va a salir un bateador muy atractivo y me apetecía verlo. ¿Cuando es el próximo partido? ¿Y dónde va a ser, sabes?

Eddie ignoró su comentario.

-Supongo que la próxima semana, en el estadio de los Giants. Mira, podemos hacer un trato: Tú me traes medicina de la buena para no tener que pasarme el próximo mes aquí tirado y yo te llevo a ver el maldito partido el sábado que viene.

-Te puedo traer una hamburguesa del McDonals. He visto uno a un par de calles. Por el momento solo te puedo prometer eso.

-¡Que te jodan, tía! ¡Esto duele! Te he salvado la vida, así que haz el favor de buscarme a alguien que quiera echarme un cantrip o una poción milagrosa o lo que sea. -Eddie la miró ceñudo-. Cada día que pase aquí postrado es un día más que tardarás en recibir sexo oral, y han sido muchos años ya.

-Que te jodan a ti -le contestó soltándole la mano-. Pues eso, han sido muchos años. Por unas semanas más no me voy a morir. Si no te hubieras comido a la familia de ese troll podría ir donde el Duque a pedirle crema para tus hemorroides. Pero no te preocupes, ahora mismo voy a buscarte las putas pastillas.

-Te quiero mucho. Ahora lárgate de aquí y tráeme a un sanador en condiciones.

Domingo, 25 de noviembre de 1984 - 10:00

Los dos pookas y el sidhe se encontraron con Meredith en el mismo feudo del Duque. Majestuoso, construido sobre una de las mansiones más suntuosas de la colina, el palacio los recibió con pompa y ceremonia. Los sirvientes quiméricos los anunciaron con gran cortesía, y así pasaron a la sala de audiencias de Lord Aeon.

Custodiado por Sir Cumulus, un caballero Gwydion que había perdido un ojo en la Guerra del Tratado, el Duque tenía un aspecto increíble. Sentado en su trono de oro, con una cascada de cabello que parecía del mismo material cayéndole sobre los hombros, el Fiona resultaba una visión enormemente hermosa. Sus ropajes medievales habían sido tejidos por el mejor sastre quimérico de la ciudad y el tejido fluía como las aguas de la Bahía. La tiara que se ceñía a la frente tenía un rubí de gran tamaño, por lo que casi podía pensarse que tenía tres ojos, uno de ellos carmesí. A su espalda ondeaban los pendones del Ducado de Goldengate, que exhibía un puente rojo metálico sobre un fondo azur, y otro con el escudo Fiona, el león rampante plateado sobre fondo de gules.

-Me alegro de poder veros sanos y salvos después de que me llegasen noticias de lo ocurrido -dijo a modo de saludo-. La muerte de Lord Stevron ya fue una tragedia, pero el sino de Lord Schazzenan y la ama de llaves del feudo me ha llenado de dolor al escucharlo. A Lord Schazzenan apenas lo conocí, pero Bernadette fue una leal vasalla durante muchos años y sé que Lord Stevron la amaba como al mejor de sus súbditos. Os agradezco que hayáis venido. Estamos ante un momento muy difícil para todas las hadas luminosas que siguen la ley de la Retribución en este Ducado.

Aeon paseó la mirada por los cortesanos que escuchaban la audiencia.

-Sabed que desde este momento declaro a los Oscuros causantes de esta tragedia personas non gratas en el Ducado de Goldengate. Ningún hada habrá de darles cobijo aún en las noches más frías. Están, desde hoy, desterrados. Si cruzasen los límites del Ducado, serán tomados prisioneros o muertos por armas quiméricas. Sus cuerpos habrán de ser traídos ante mi presencia para que, al regresar, pueda castigarlos como es debido. Han roto casi todas las normas de la Retribución y por ello han dejado de merecer su protección.

Sin embargo, más importante que castigarlos es recuperar lo que han robado. El fuego de la hoguera del feudo, los Tesoros y el Pendón de la Baronía deben regresar a la Mansión Whittier. No sé hasta qué punto es el feudo recuperable, pero es vuestro deber hacer todo lo posible por conseguirlo.

Os impongo tal Búsqueda: recuperar el feudo del Polvo por los medios necesarios. Os doy permiso para utilizar la fuerza y os haré entrega de mi sello Ducal para que no encontréis puerta alguna cerrada. Así mismo, os prestaré armas y protección si lo precisáis. Nada será poco para traer a los Oscuros ante la justicia y recuperar lo que han destruido.

-Mi señor -dijo la sátiro con un hilo de voz, emocionada por las palabras del Duque-, sabéis que he sido la culpable de todo lo ocurrido y que por mi falta de atención, el feudo se ha perdido. No merezco perdón alguno. Pero juro solemnemente ante vos y ante la corte que daré mi vida por la Baronía del Polvo, por el sueño de Lord Stevron. Os traeré a esos cobardes sin importar lo que cueste. Lo único que puedo pediros es que atendáis mis heridas y las de mis compañeros para que seamos capaces de vencer en la lid que nos espera.

-Gracias por sus palabras y generosidad, mi Lord –dijo con solemnidad-. Creo que todos los aquí presentes nos sentimos en deuda para con el Feudo y el difunto Barón. Por mi parte solo puedo decir que mi espada ya ha cruzado aceros con algunos responsables y no descansará hasta traerlos ante la justicia. Debimos ser más precavidos, pero no volverá a ocurrir. Sin embargo, su búsqueda se nos ha hecho imposible a estas alturas. Solicito por tanto ayuda para dar con el Corby y recuperar lo que nos pertenece. Eso es todo por mi parte.

"Será capullo...", no pudo evitar pensar Van Doren al escucharle a hablar. "Declaro a los "Oscuros" causantes... bla, bla, bla". ¿Cómos e atrevía a usar esa desgracia para echar mierda para hacer manipulación política? No eran un corby, no eran maleantes tampoco, no; eran Oscuros. Lord Aeon siempre estaba igual. Maldito hipócrita.

-Mi señor, aunque os lo agradezcamos mil veces nunca serán suficientes -sonrió de oreja a oreja mostrando sus afilados dientes entre unos labios carmesí. Incluso hizo una pequeña reverencia-. He intentado llamar al corby... -levantó la vista, no pasó nada-. Pero mi teléfono no da tono, así que sospecho que alguien a cortado el cable.

Lamentaba haber dejado a Craig en casa, dado que era lo único que le animaba desde que había vuelto. Dio un paso al frente y le puso una mano en el hombro a Meredith. Estaba muy desanimado y no creía que pudieran encontrar al corby ni salvar al feudo, pero a lo mejor si el Duque les ayudaba podían conseguirlo. Calandra no tenía nada que pedirle al Duque, así que hizo una reverencia y le dio las gracias muy elocuentemente.