Partida Rol por web

Shyam no conocía la casa de Calandra, así que pidió indicaciones sobre dónde estaba su habitación y vociferó desde el pasillo.

-¡Cal! ¡Tenemos asuntos reales que atender en Nob Hill!

-¿Te tienes que ir? -preguntó arrugando el gesto.

Poco después de que Shyam se marchara, Eddie la miró con la misma cara de perro de hacía un rato.

-Tú no te arrimarás demasiado a Shyam, ¿no? Primero le besas y ahora hablas maravillas de follar con sidhes...

-No he sido yo quién ha sacado el tema... Aunque seguro que no estaría mal. No hay día que no fantasee con la idea de que el Duque me eche un Dictum por portarme mal y me ordene cosas sucias.

La pooka le miró de reojo para ver cómo reaccionaba. No era la primera vez que pensaba en los usos que podría darle a un arte como ese, pero el resto era pura mentira.

-¿Te has tirado a algún sidhe? Pff, para qué pregunto.

Calandra se incorporó de mala gana y se levantó para vestirse.

-¡Pasa, Shyam! -llamó. Entonces se acordó de la pinta que tenían los sidhe y se volvió hacia Craig para un apunte rápido-. Recuerda que es hetero y no hay nada que hacer con él y conmigo sí.

Eddie entrecerró los ojos.

-Cuando pueda ponerme en pie te voy a tener fregándome los platos y limpiándome el váter una semana. Y como vea que lo disfrutas demasiado, ya verás lo que pasa.

A la pregunta de Van Doren, Eddie soltó un resoplido.

-¿Lo has hecho tú? Bueno, no me respondas. Seguro que en tus tiempos mozos se pusieron las botas contigo.

Calandra le indicó que pasara al interior. Allí se encontró a Craig, vestido, sentado en la cama mientras Calandra se vestía de pie. El humano le echó una mirada interesada y se quedó hipnotizado.

Shyam carraspeó y saludó a Craig con la mano.

-Siento interrumpir, pero Lord Aeon me ha hecho llamar y ha dicho que lleve a todos los vasallos de Lord Stevron. Van Doren está en el hospital, que es el punto de encuentro. ¿Puedes llamar a Damara para que vaya mientras yo localizo a Meredith y a Lady Dahlia?

Calandra se volvió hacia Craig. No podía dejarle solo y encantado con una quimera asesina suelta por ahí. Se sentó en la cama para calzarse.

-Mira, este es Andrew. Eh. ¡Eh! Vale, Craig, escucha, tienes por delante un día raro de cojones, así que prométeme que vas a hacer lo que yo te diga y que si descubres algo horrible sobre mí vamos a hablarlo con calma, ¿eh? Venga, vámonos.

Cogió a Craig de la mano y le arrastró hacia el salón para llamar por teléfono a Damara. No le gustaba llamar por teléfono a sus amigos sluaghs porque siempre tenía que pedirles que repitieran todo varias veces y al final pensaban que se estaba burlando de ellos.

-Ya nos conocemos -comentó, aunque no creía que Craig se acordase mucho de eso. Pero cuando Calandra cogió a Craig con intención de llevarlo Shyam frunció el ceño y se puso delante-. Espero que no tengas intención de traerlo porque NO va a venir.

-Sí, sí. Quita, que tengo que llamar a Damara -dijo, sorteando a Shyam y tirando de Craig hacia el salón.

Y como Eddie le dijo, no le contestó, pero le sonrió enigmática.

-Supongo que eso es un no.

-Yo no he dicho eso -contestó él de manera igualmente enigmática.

Van Doren frunció el ceño.

-Ya estás desembuchando.

-Ah, no. Un redcap tiene sus secretos -respondió con una sonrisa satisfecha.

-Tarde. No puedes andarte con esas cuando tengo el poder de que deje de pasarte la morfina a un solo click -entrecerró los ojos.

-¿Qué gano yo con eso? ¿Qué me das a cambio?

-Una existencia más placentera -dijo levantándose y cogiendo el tubo del gotero entre el índice y el pulgar.

-Para, que te la ganas. Eres una zorra, ¿lo sabías? -Eddie suspiró-. Fue hace dos años o así. Cuando me dejaste estuve con unas cuantas. Quería desahogarme, eso es todo. Me la encontré en un bar. Ella no me conocía, era demasiado joven, y yo no le dije quién era. Me pareció guapa y a ella le daba morbo liarse con un redcap. Follamos dos o tres veces y la mandé a paseo. -Se encogió de hombros-. Tampoco fue gran cosa.

Van Doren soltó el gotero, aunque no le faltaban ganas de apretarlo. Por alguna razón se había puesto celosa por una tipa que a Eddie le importaba un pimiento. Pensándolo mejor, la pooka ya estuvo celosa de esa sidhe sin saberlo: al dejarlo con Eddie tuvo una mala etapa imaginándose las mujeres con las que estaría sustituyéndola. En parte esa es la razón por la que ahora pesa varios quilos más.

Acabó por superarlo por su bien, pero siempre le llegaban reminiscencias del pasado cuando sonaba la voz de la secretaria sexy al otro lado del teléfono.

-Pues estamos en paz.