Partida Rol por web

Ya en tierra podre contenerme de nuevo si vuelve aparecer una persona que deba comer y hacerlo en publico, no puedo hacerlo, no puedo hacerlo. 

El miedo de no poderme controlar me carcome pero tengo un trabajo que hacer y desciendo del aparato para ofrecer cobertura mientras nuestros compañeros buscan a la mujer. 

En mi memoria recuerdo la mano de Mats sobre mi brazo. Fue reconfortante.

El cielo comenzaba a azular. Un azul muy oscuro. Las estrellas aquí apenas se veían.

El helipuerto estaba vacío. El piloto evitaba mirarla revisando los mandos del aparato. Leah, sóla, junto al helicóptero, respiró el aire frío.

Sintió ardor en el estómago. Quizá le hubiera gustado vomitar pero era imposible. Aunque se metiera los dedos en la boca, las arcadas no sacaban nada.

Se le habían quedado grabadas sus caras. Muertos, todavía conscientes mientras ella se deleitaba devorándolos. La habían mirado aterrorizados mientras ella se los comía. Se comió sus ojos...

Leah ahora sentía como serpientes en su vientre. Incluso temió que alguna saliera por su boca y se escapara.

Imaginó sus víctimas despedazadas, flotando en sangre, en su estómago. Hundiéndose finalmente a un abismo que sentía dentro de ella.

Elisif le respondió al abrazo con la misma fuerza, arropando a su primo con firmeza. Cuando se separaron se miraban fijamente, con un cariño familiar.

Ahora que los ojos de Elisif ya no le parecían a Mats idos, ella volvió a sonreír, cómplice. Como si mirar más allá de lo que la razón puede soportar fuera una última travesura que compartían.

Elisif se perdió entre la gente, para darles apoyo si aparecía alguien inesperado.

Al verlo Ada se levantó con aire de animalillo pasmado. Fue dibujando una sonrisa simultánea a la de Mats y afirmó con la cabeza.

Miró a Albin, que se presentó con un gesto y respondió a Mats delatando que debía ser de las pocas personas del mundo que no había visto esa película.

-Para ser el conejo blanco te falta al menos el chaleco y el reloj de bolsillo.

Se acercó tímidamente y miró al periodista levantando un poco una ceja. Ella también tenía alguna leve magulladura.

Albin dio un paso hacia un lado sugiriendo que se pusieran en marcha y, obediente, Ada echó a andar con ellos.

Mats tenía que hacer un esfuerzo constante para mantenerse centrado. Incluso el ruido de sus propios pasos resultaba irritante. Hacía que su corazón latiera rápido.

El motor de un tren zumbaba por todo el andén.

Una voz sacó a Mats de sus pensamientos.

-¿Mats? ¡Mats Bergstrøm!

Arrastrando una maleta de ruedas, con un bonito abrigo verde y ropa elegante y moderna, cara, se acercaba hacia él una chica joven, rica, que Mats tardó unos segundos en ubicar.

-Soy Sigrun... nos conocimos en la… en la Clínica Isfjellet. ¿Qué tal tu padre?- Frunció un poco el ceño disimulando apenas su extrañeza.-¿Cómo... cómo estás?

Me habia quedado sola de momento cerca del aparato cuando los recuerdos comenzaron a angustiarme de nuevo. La lividez de la muerte de mis victimas me miraban acuciantes, culpandome, y al vez el places de sentir sus entrañas nutrirme eran visiones que me torturaban al borde de la locura.

Mire a mi alrededor y nisiquiera el piloto estaba pendiente de mi, todos prestaban atencion hacia la estacion.

Saco mi arma conciente de que esta maldad en la que me habia convertido no acabaria nunca. El arma entro en mi boca y el gatillo se movio un milimetro..... dos.......

Baje el arma con la angustia de querer llorar sin lograrlo y a sabiendas que no moriria, que la bala no perforaria mi craneo y tal vez sintiese solo el golpe pero al igual que el disparo de escopeta se perderia en un fogonazo.... y nada mas.

Volvi a mirar a mi alrededor despues de guardar el arma y comenzar a jalarme los cabellos sin saber que hacer. Me sentia impotente, angustiada, desesperada y completamente sin control.....

Sali corriendo con la esperanza de encontrar de nuevo mi centro en el ejercicio, como aquellas noches de imsonmio en donde solo estar extenuada lograba calmarme.... y el sexo.

Seguía corriendo una cuadra, otra... todas las calles de Paris se me hacian extrañas e iguales a la vez y de pronto ni siquiera sabia donde estaba, era una ciudad que no conocia y aunque habia transeuntes solo miraba el rostro de mis victimas por doquier...

- basta.... BASTA.... BASTAAAAAA!!!!!!!!!!!!! grite jalandome el cabello.

Volvía levantar la vista y vi como algunos me miraban con cierta extrañeza pero con cautela. Despues de todo estaba bañada en sangre. Sangre de mis victimas. Mira alrededor y seguir corriendo hasta que los recuerdos cesaran.

Era mentira. Los recuerdos no cesaban y ni siquiera podia cansarme o dejar de sentir en estomago revuelto. Delante de mi una escalera que llevaba al rio me invito a continuar. Ni siquiera lo pense, fue una sola reaccion, sin pensar ....

Salte al agua y me deje llegar al fondo si lo habia.

Solo queria desaparecer, dejar de sentir o morir....

Cuando prácticamente estamos saliendo de la estación, una voz familiar me llama por mi nombre. Al darme la vuelta, me quedo mirando a una figura conocida que jamás en la vida habría imaginado que vería aquí. Lo que es más, creía que nunca volvería a verla.

Sigrun Eitinger.

¿Cómo es posible? Sigrun no era más que el avatar que Sophie, mi amiga desaparecida, creó para intervenir en la pesadilla que tuve en aquella casa rural que alquilamos y rescatarme de los soñadores. Se supone que ni siquiera era real. Y sin embargo, aquí está, mirándome con una cara de sorpresa que debe de ser un reflejo de la mía.

—Sigrun… ¿Cómo…? —No tengo ni idea de qué decirle. ¿Desde cuándo han empezado a mezclarse los sueños con la realidad? Y, ¿es posible que, igual que en aquella pesadilla, Sigrun esté relacionada de algún modo con Sophie? Sí, tiene que ser eso. Dondequiera que esté, ha encontrado la manera de llegar hasta mí a través de las barreras del sueño. Pero, ¿es Sigrun consciente de ello? Me giro hacia mis acompañantes—. Esta es Sigrun, una amiga a la que hacía tiempo que no veía. ¿Os importa dejarnos un momento? Enseguida os alcanzo.

Espero a que los demás se alejen un poco; seguro que de igual modo no me quitarán el ojo de encima. Por lo que yo sé, esta «Sigrun» también podría ser el enemigo, tomando la forma de alguno de mis recuerdos oníricos. Decido que actuaré con cautela, pero intentaré averiguar lo que pueda.

—Sigrun, ¡cuánto tiempo! ¿Cuánto hace ya? Sinceramente, todo aquello de la clínica Isfjellet está muy borroso en mi memoria. No… No recuerdo exactamente qué ocurrió. Fue algo extraño, ¿no crees? —Sonrío, aunque estoy algo nervioso. Probaré a tentar a la suerte—. Si me preguntas, podría decirte que fue, no sé, una especie de sueño. Supongo que es porque estaba muy sedado… —«Al fin y al cabo no tenía piernas, y tú ibas en silla de ruedas»—. Bueno, ¿cómo te ha ido desde entonces? ¿Has venido a París a visitar a alguien?

Leah golpeó el agua fresca y dejó que su cuerpo se hundiera en el Sena. Fue como saltar de un barco en llamas.

Allí abajo sus pensamientos callaron como un violín enloquecido al que finalmente se le rompen las cuerdas.

Oía su corazón, latiendo.

Su pelo, oscuro, flotaba buscando la superficie.

Poco a poco se iba quedando sin aire.

Sintió que si seguía hacia abajo, moriría de verdad y que con la muerte hallaría la paz.

Conforme se hundía se alejaba de su sufrimiento.

Hasta se alejaba del sufrimiento de las víctimas.

Pero incluso allí, cerca del fondo, sintió su maldito rastro emponzoñando el agua del río.

-Sí, también lo recuerdo como un mal sueño. Pero... ya ha pasado... Parece que no has salido tan mal parado... y eso es lo que cuenta…

Esperó un segundo, escudriñando.

-¿Seguro que estás bien?

Habló rápido, moviendo las manos como para no presionar con su pregunta.

-Bueno, yo me mudo aquí, a París.

Allí me sentía como un animal encerrado.

Le sonrió.

Me estaba ahogando, tragaba agua como una estupida y luche para ahogarme, para acabar con mi existencia pero no pude. Cuando alcance los escalones del otro lado tocia como una demente mientras mi cuerpo escupia agua hasta por la nariz. Pero habia aprendido varias cosas.

Necesitaba respirar y por ello podia morir. Seria ese mi final?

El rio se habia llevado la sangre que tenia pegada al cuerpo y al cabello. Eso era bueno.

El agua estaba helada en este epoca del año.

Mi cuerpo temblaba de frio pero me senti muy bien al saber que estaba viva y que podia sentir. Aunque fuese sufrimiento, aunque fuese dolor, eso me hacia humana, me hacia mortal. 

Cuando deje de tocer como una descontrolada me levante y me quite la gabardina sacando el exceso de agua. Temblando vi a algun transeunte mirar a la loca del rio pero me puse la gabardina y comence a caminar sin rumbo fijo. Las visiones se mantenian, no habia forma de controlar o de mantenerlas a raya pero debia encontrar la forma.

Como catatonica continue caminando hasta que finalmente me sente bajo un arbol. La noche aun proteguia mi soledad asi que me sumerguí en mi visiones cerrando los ojos....

- Vamos Ammit o como te llames, aqui estoy. Si tengo que ser tu sierva lo sere, pero dame control, no podemos hacerlo asi, ayudame.

Fue lo mas sensato que se me ocurrio hacer.

Esto es muy extraño. ¿Quién es Sigrun en realidad? ¿Y cuál es su percepción de lo que está sucediendo? Decido intentar averiguarlo.

—No, no he salido tan malparado. A fin de cuentas vuelvo a tener mi barba… Y mis piernas. O eso parece. —Enarco una ceja, con una expresión cargada de intención, y me quedo mirando a la joven durante unos cuantos segundos, dándole tiempo para digerir lo que sea que le pase por la cabeza después de lo que le he dicho. A continuación empiezo a susurrar, como si no quisiera que nadie me oyese—. Sigrun… No sé qué recuerdas exactamente de cuando nos conocimos en el edificio Isfjellet, pero lo que yo sé, cien por cien seguro, es que fue un sueño. Al menos por mi parte. Puedo decirte exactamente dónde estaba en ese momento, y con quién. Sophie Taylor. ¿Te dice algo ese nombre? —Me cruzo de brazos y lanzo un suspiro. La chica que me mira sorprendida parece tan real… ¿Quizá lo sea?—. Perdóname. No quiero asustarte, pero tengo que encontrar a mi amiga Sophie y el tiempo apremia. Por si lo que te acabo de decir no basta, están pasándome cosas muy, pero que muy raras. Y creo que a ti también.

No digo nada más. Veamos por dónde sale…

Cuando terminó de pronunciar sus palabras descubrió que el árbol estaba copado por una bandada de grandes pájaros negros con un largo pico ganchudo.

Varios de ellos saltaron de las ramas y aterrizaron frente a ella. Uno extendió sus alas y las sacudió.

Algunos cuervos acudieron curiosos mezclándose con las otras aves, más grandes que ellos.

En unos segundos se había formado una algarabía que se detuvo en seco, callándose todos los animales cuando una persona habló.

-La servidumbre no es muy una buena idea con los espíritus…

Era un hombre grande de tez pálida, pelo largo y negro, corpulento y maquillado que vestía una capa larga y gris.

A pesar de tener una voz grave y potente, su forma de hablar la hacía sonar dulce y femenina.

-Aunque Ammit es una deidad, los antiguos egipcios no le rendían culto. La temían.

Levantó las manos, en señal de “paz”

-Soy Fermi, debes ser Leah, del nuevo grupo de Gavaldá.

Buscando coherencia a mis sentidos o mis ideas realmente me sentia desesperada cuando me daba cuenta que nada funcionaba. Para bien o para mal estaba poseida, maldita, corrupta por ese ser y no habia nada que hacer. 

Los pajaros como cuervos comenzaron a agruparse cerca de mi.

Ahora que?

Lo que me faltaba era ver a otro dios egipcio, ese del cuervo o el mismo Ra. Tambien podia buscar un psiquiatra si es le tuviese algo de confianza a esos matasanos.

De la nada la voz de un hombre hablo y apunte en derredor hasta que ubique al mismo, este con las manos alzadas me hablaba con calma. 

Vale, el hombre pajaro. Lobos, vampiros, pajaros. 

- Y que quieres que haga, acaso tengo opciones, yo no quiero ser cierva de nadie, pero si sabes quien es Ammit entonces saber por lo que estoy pasando, me estoy volviendo loca y a menos que puedas guiarme y decirme algo coherente que pueda usar creo que mejor me dejas sola antes de que se me ocurra comerte tambien.

Al menos no tenia hambre de momento, pero tenia mucho miedo de volver a sentir esa ansia. Por otro lado nada me decia que podia confiar en el tal Fermi y mucho menos despues de saber que Masaryk era un demonio en pasta. 

Tal vez deberia volver a la oficina y avisar a Mats, despues de todo deben estarme buscando o tal vez llame al Comisario. Pero no tenia su numero.

De momento encare a Fermi a ver que mas tenia que decir. Sabia que mi actitud era arrogante pero ya no estaba para dulzuras.

- Puedes ayudarme?

Ella frunció el ceño arrugando su nariz.-Me tomas el pelo.-Incluso miró hacia los tobillos de Mats.-¿Un sueño? ¡Anda ya!

Movió la cabeza y sonrió.

-No conozco a nadie con ese nombre.

Pero se quedó pensativa.

-¿Es una chica joven con el pelo blanco un poco teñido de azul? He soñado con ella.

Y luego un momento seria, pensando qué decir:

-Mats, en mi sueño esa chica estaba… estaba... ahogada en un pozo.

No sé si te estoy ayudando.

-¡Claro que puedo ayudarte!

Haces bien en intentar comunicarte con ella, pero eso implica aprender a escuchar las respuestas. A menudo nuestros huéspedes no son capaces de hacerse entender con palabras. Tienes que buscar signos del mundo de los espíritus en éste. Como estos pájaros.

¿Crees que puede ser casualidad que aparezcan aquí, justo ahora? No los he traído yo. Los cuervos me han avisado de su presencia.  Así que creo que en parte soy la respuesta del Cosmos a tus palabras.

Se inclinó para ver bien a los pájaros.

-Son de verdad raros. ¿No crees?

Además... para que nos vayamos conociendo.

Miró a Leah con gravedad.

-Quiero que sepas que he sufrido lo que tú estás sufriendo ahora... y mucho más.

No has hecho más que empezar el que espero que sea un largo viaje.

Y no, no me vas a comer, no he cometido la ofensa que requiere la presencia de Ammit y ella no se molestaría ahora conmigo. No ha venido para eso. En todo caso, seré yo el encargado de matarte si te conviertes en un monstruo. No sería la primera vez.

No lo tomes como una amenaza. Llegados a ese punto, sería un favor.

Bajó las manos.

-Pero dejemos eso, por ahora.

He examinado los despojos que está dejando tu espíritu y creo que tengo algún rito. Es inútil tratar de contenerlo pero puedes guiarlo en su furia. Antes de exterminarlos, podrás hacerles hablar, o cosas más interesantes... ¿Recuerdas el cadáver del hospital, en el sótano en el que Ammit entró en tí?

Lanzo un suave suspiro por la nariz, desalentado aunque comprensivo. La reacción de Sigrun es exactamente la que cabría esperar de cualquier persona en su sano juicio, que no haya estado expuesta a la mierda que yo he visto: incredulidad. Quizá no pueda ayudarme, después de todo. Pero, si esta chica es, de algún modo, Sophie…

—Entiendo que no me creas. Yo si fuera tú tampoco podría. Pero no bromeo. Ojalá.

Entonces, Sigrun, a pesar de no conocer a Sophie por su nombre, la describe a la perfección. La ha visto en un sueño. Mis ojos se abren con esperanza, y casi empiezo a sonreír, pero lo siguiente que dice me deja completamente petrificado. En su sueño, Sophie estaba ahogada en un pozo. La preocupación más evidente se refleja en mi rostro. Si en algún momento Sigrun creyó que estaba de broma, esa ilusión ha de verse rota a la fuerza por mi expresión de horror.

—Es ella… La chica del pelo blanco con el mechón azul eléctrico. Es Sophie… —Exasperado, me alejo unos cuantos pasos para luego volver—. ¿Lo ves? No te mentía. La has visto en tus sueños, muerta, del mismo modo que me viste a mí en la clínica Isfjellet sin piernas. —Me agacho rápidamente para levantarme las perneras de los pantalones hasta media espinilla, mostrando unas piernas bien reales, blancas y llenas de rizos del color del cobre—. Ojalá tuviese tiempo para explicártelo todo mejor, pero la vida de mi amiga Sophie corre grave peligro. Por favor, necesito que me digas todo lo que recuerdes de ese sueño, hasta el último detalle, porque puede ser la clave para salvarla a tiempo. Por favor…

Mis ojos miran a Sigrun con expresión suplicante. Espero de todo corazón que no se dé la vuelta y salga corriendo.

Sigrun abrió los ojos más sin dejar de fruncir el ceño, afirmando con la cabeza.

-Ella estabá allí, quieta. Su cabello… flotaba… yo... me sentía libre...

Se pasó la mano por la frente, en un gesto de esfuerzo.

-No, no recuerdo nada… nada más.

No sé…

Miró a Mats y luego al techo. Su noruego era muy correcto, musical, enfático, altivo. Sonaba a colegio de élite hasta cuando decía tacos.

-Mierda Mats, no me acuerdo de más. Lo siento.

Albin hizo amago de dar un paso volviendo el pie a su lugar en señal de prisa.

Tenía su móvil en la mano.

«Libre».

Por mi cabeza pasa la idea más descabellada del mundo, pero ya nada me parece imposible: ¿y si, de algún modo, Sophie hubiese previsto que iba a ocurrirle algo, y haya liberado su yo onírico en el mundo real, haciendo que cobre vida propia en las tierras de la vigilia?

—Tengo que irme… —murmuro al ver la actitud nerviosa de Govier; no debería hacerlo esperar más tiempo—. Pero, eh, voy a darte mi teléfono. Quiero que estemos en contacto. Si consigues recordar algo más, o si en cualquier momento te pasa algo raro, y me refiero a raro, y necesitas ayuda… Llámame, ¿okey?

Después de darle mi número a Sigrun, me despido de ella y aprieto el paso para reunirme con los demás. No sé cómo explicarles quién es Sigrun, porque ni yo mismo lo entiendo muy bien.

—¿Se acuerda de Sophie, la chica que nos acompañaba? La que iba en silla de ruedas… —empiezo a contarle a Albin—. La mujer con la que acabo de hablar es la forma que ella asumió para acudir en mi ayuda durante una pesadilla inducida por soñadores. Sophie la «creó», no era real. Hasta ahora. ¿Alguna idea de lo que eso puede significar?

Mi mirada se posa casi por instinto en Ada. Quizá ella tenga alguna respuesta.

Con vehemencia escuche a Fermi sin preguntarme que criatura era.

Osea que la cosa va mas chamanica que logica. 

Mi pensamiento era bien irreverente, pero mas porque estaba cansada de todo ese misticismo que me resultaba mas complicado y absurdo que una disputa entre socialista y un capitalista.

Vale, los cuervos son buenos, o lo que sean porque no parecen cuervos. Anotado.

De todas maneras yo no sabia mucho de aves. De naturaleza si, y de la granja pero no en especificos de aves que acompañan criaturas extraplanarias capaces de ayudar a humanos convertidos en monstruos sin destino especifico.

-Si lo son, nunca los bia visto. En referencia a los pajaros.

Realmente dudaba de que realmente hubiese sufrido como yo y al parecer Fermi podria convertirse en otro Masaryk pero decidí darle el beneficio de la duda.

Pero no atacaste al ser que me convirtió, asi que no le comes a el pero si a mi. Y soy puro hueso. Que conveniente.

No me resultaba de confianza pero no me pondria a cuestionarle. Aun no sabia que era o que hacia alli realmente.

- Claro que recuerdo, lo recuerdo todo, como si fuera hace un momento y no estabas alli, y no vengas conque me lo merecía, nadie merece esto, es aberrante, es inhumano, es .... ya sabes lo que es....

- Pero lo que necesito no es un ritual, o hablar con las victimas, claro eso seria util pero lo que realmente necesito es no saltar sobre un criminal y devorarle sin control sin que me pueda controlar y hacerlo en publico, con camara y demas para que un adoslescente suba un video a youtube de una loca comiendo a transeunte en medio de la estacion de autobuses mientras la gente corre despavorida.

Le mire seria y molesta. Si iba a ayudar que fuera de verdad.

- Ademas por lo que me dices bien pudiste haber llegado antes o incluso evitar esto, pero dejemoslo asi, asumire que de verdad me quieres ayudar de buena fe o dime que me vas a pedir a cambio porque todo tiene un precio no?