Partida Rol por web

Mierda.

En cuanto veo el rifle, siento cómo la adrenalina se dispara desde la boca de mi estómago,  y la sangre empieza a subírseme a la cabeza, agolpándose en mis tímpanos. Debería haber sido más precavido a la hora de salir del coche. Esos tíos no tienen la menor intención de «cogernos». Quieren matarnos. No estoy muy seguro, pero creo que podrían haberme visto. ¿Qué cojones hago yo ahora?

Haciendo acopio de valor, agacho la cabeza y arranco a correr en una dirección distinta a la que ha elegido Ada, todo lo silenciosamente que puedo. En caso de que me encuentren no quiero delatarla también a ella.

Solo espero que mis amigos lleguen, y rápido…

No disparaban, pero el periodista no encontró forma de zafarse de ellos.

Mats no tardó en darse cuenta de que, persiguiéndole, le habían llevado hasta el borde de un barranco.

Acorralado, antes de acercarse más de cinco o seis metros, uno de ellos, el que llevaba el rifle, le habló.

Incluso siendo visible apenas su silueta se adivinaba en la oscuridad su faz de hastío. Su tono, más que sereno, era frío.

-No hagas tonterías.

Mientras el acompañante, que parecía más mayor, más esbelto y de aspecto más cuidado, sacaba de su abrigo una petaca y un pañuelo.

El helicóptero se elevó alejándose lentamente de el centro de la ciudad, el policía se explicó. La voz de Govier sonaba clara en los auriculares mientras los edificios desaparecían en la niebla y la oscuridad.

-Empecé a sospechar hace cinco años cuando me topé por primera vez con éste caso. Sacamos el cadáver putrefacto lleno de tatuajes del lago artificial del Parque de Montsouris. Uno de los detectives asignados murió sospechosamente: se suicidó mientras dormía. En su lugar promovieron a Arene Lioret. Hasta entonces, en la policía, nadie la conocía.

Lioret era como el huevo que el cuco pone en el nido de una paloma. Ni siquiera era policía pero las personas adecuadas creyeron haber recibido órdenes o visto documentos que en realidad sólo habían visto en sueños.

Algunos intentamos sacar a la luz el caso, pero se nos cerraban todas las puertas. No se investigó apenas la muerte de Fox. Sólo encontramos su coche, muy cerca de la casa en la que lo hallásteis. Decidí mantener un perfil bajo, porque sospeché que había algo… sobrenatural.

Uno de los forenses que investigó el caso, Bélanger -creo que te has cruzado con él en la clínica- dedujo que el cadáver había permanecido allí mucho tiempo… La escena del crimen era imposible… llevaba mucho tiempo ahogada, atada al fondo… ¿Y nadie la había visto? Bélanger hizo un par de conferencias tratando de llamar la atención sobre ese caso y se despertó una noche sobre la baranda de su barca. Sonámbulo, había estado a punto de suicidarse, pero pudo despertar a tiempo. Luego, oculto, se puso en contacto conmigo y empezamos a investigar con cautela. Husmeamos en el pasado de Arene Lioret y para nuestra sorpresa encontramos algo. Había sido estudiante de composición musical. Averiguamos que tenía un amante mucho mayor que ella, un director de teatro del que nadie se acordaba… como si fuera el personaje de un sueño, se había esfumado de la memoria de los conocidos de Arene… Es como perseguir fantasmas.

Tuvimos alguna escaramuza con algún sonámbulo, pero no pudimos tirar del hilo hasta quien tiraba de los hilos…

El helicóptero ya sobrevolaba una carretera serpenteante. Entre la niebla se adivinaban los faros de los coches

-Hace unos días un hacker me envió unas fotos a nuestra cuenta encriptada, fotos precisamente del estanque del mismo Parque de Montsouris en las que se veía a una chica joven sumergida, que parecía ahogada, pero su cadáver estaba en buen estado. Se citó allí, en el mismo parque, con nosotros.

Era el señor Bergstrøm, la persona a quien ahora acudimos al rescate.  Un amigo suyo había sido capaz de ver lo que permanecía oculto a todos los demás, y al enseñárnoslo... lo pudimos ver nosotros también… esa chica estaba allí mismo, en ese mismo momento, sumergida. Oculta a la vista de todos, igual que la habitación dónde encontrásteis a Fox.

Cerramos el parque con un subterfugio y nos reunimos esa misma noche para tomar datos in situ del cadáver. Y, otra sorpresa, descubrimos que no era un cadáver… dormía, viva, sumergida en el estanque.

Cuando la despertamos y la sacamos de allí con vida, ellos se dieron cuenta y acudieron a por nosotros. Utilizaron sonámbulos… esos son los cadáveres que hay en el parque. Aunque puede que uno de ellos sea un asesino a sueldo…

El hombre serio se quitó los auriculares y señaló al piloto un monte a un lado de la carretera. La niebla era tan densa que cubría los árboles y la visibilidad era casi nula. Conforme bajaba las hélices la dispersaban como si fuera humo.

-Tenemos que bajar al suelo. El señor Bergstrøm es es un hombre de barba y pelo llamativamente pelirrojo. Sabrán quien es y en caso de duda, confíen en su intuición. Yo puedo llegar hasta él pero no puedo disparar desde el aire sin riesgo a matarlo. Así que, síganme y tengan cuidado de no perderse.

A un metro de tierra, Albin fue el primero en saltar.

Mierda.

Esos tipos ya me habían visto. Sus erráticos movimientos solo estaban destinados a cercarme y modificar la dirección que yo mismo seguía, como putos perros pastores. Yo soy la oveja. Y solo me doy cuenta cuando, después de atravesar a la carrera unos matorrales, topo de bruces con un barranco. Hago un aspaviento para recuperar el equilibrio y no caer, pero casi al mismo tiempo me pregunto si no será mejor idea saltar y evitar que me cojan. Nervioso, con el corazón a mil, me doy la vuelta hacia mis perseguidores. Uno de ellos, el que lleva el rifle, se acerca a mí, pero no me dispara. Extraño. El otro saca un botellín y un trapo o un pañuelo de su bolsillo. Inmediatamente pienso que debe de tratarse de cloroformo para hacerme perder el conocimiento y raptarme, o algo así.

Tengo que ganar tiempo sea como sea.

—¿Quiénes sois y qué queréis? —pregunto, intentando que mi voz suene desafiante. Luego señalo al hombre de la botella—. ¡Eh! ¿Qué está haciendo tu amigo?

Doy un pequeño paso atrás, y me doy cuenta de que no me queda más espacio que recular. Jadeando, echo la vista atrás un solo instante, pero la oscuridad es tal que no puedo juzgar la altura del precipicio.

«Por favor… Llegad pronto».

La luz de la linterna se iba difuminando y ahora, aunque más tenue, se hacía más abarcante. Habló el más mayor mientras vertía unas gotas de cloroformo sobre el pañuelo y parecía como si las palabras de ese hombre fueran sacando su rostro de la oscuridad.

-Somos simples mensajeros. Ella quiere hablar contigo. No la contraríes, si quieres vivir.

Dicho esto empezó a declamar en voz baja una letanía en un idioma que Mats no conocía y que sonaba arcaico, algo que pretendía ser solemne. No dio un paso adelante y al contrario de lo que era de esperar se lió él mismo el pañuelo al cuello tapándose la boca mientras que su voz salía cada vez más sordas y con menos fuerza.

A cada palabra la niebla se hacía más espesa y la luz los hacía brillar con un aura alucinatoria.

Mientras volabamos asimilaba las palabras de Albin dandome cuenta de lo realmente peligrosos que eran esos manipuladores de sueños y me parecia que Arene no habia sido del todo honesta. Ya no tenia importancia segun ella estaba de nuestro lado ahora. Tal vez por conveniencia mas que lo que nos habia contado.

Y las preguntas se agolparon. Porque lo dejaron en el parque, que hacia solo aqui.

Tampoco importaba, lo importantes era rescatar a Bergstrom porque .... porque... porque???? No lo sabia, pero no le dejaria mas victimas a esa gente.

Barba y pelirrojo. Nota mental.

Baje del aparato con cierta gracia aunque para mi saltar un metro de altura era mucho mas complicado por ser de baja estatura pero al tener mis dos pies sobre el suelo saque mi arma y revise el perimetro. Berisha vendria con nosotros y aunque tampoco estaba clara de quien era el o que pintaba en este caso me alegre de tener mas manos apoyandonos.

Por un momento no quise ser tan impulsiva y espere por sus movimientos. Ellos debian conocer mejor el area que yo y la niebla podia hacer que cualquier quedara separado sin darnos cuenta.

Como respuesta a mis preguntas, el tipo de la petaca me responde que «ella» quiere hablar conmigo. No necesito que me diga a quién se refiere. Estoy a punto de decirle que se vaya a la mierda cuando el hombre hace algo que no esperaba: se ata el pañuelo a su propia boca. Las palabras que estuviera pronunciando, que se asemejan a una especie de ensalmo o conjuro, suenan cada vez más débiles, más amortiguadas. La luz empieza a cambiar a medida que la niebla nocturna se va volviendo más densa. Es entonces cuando por mi mente pasa una idea rara, aunque extrañamente coherente: ¿acaso se está durmiendo a sí mismo para que Vendela posea su cuerpo?

Un escalofrío recorre mi espina dorsal, y me doy cuenta de que soy incapaz de reaccionar. Por más que me gustaría considerarme alguien valiente, alguien con el arrojo suficiente como para decidir cómo quiere que todo acabe, lo cierto es que me quedo ahí plantado, sin acertar a hacer nada. Levanto una mano como gesto instintivo de defensa, cubriéndome la cara. Los rostros de mi prima Ellisif y del señor Berisha aparecen por enésima vez en mi cabeza.

«¿Dónde estáis?».

La percepción del periodista se cerró en un túnel. Todo era niebla menos ese hombre, frente a él, en trance.

Tiró del pañuelo deshaciendo el nudo que lo sostenía en un gesto torpe, sosteniéndolo colgado de su mano.

Su mandíbula inferior se movió hacia atrás. Inclinó su cabeza un poco, la frente hacia adelante y sus ojos, que permanecían abiertos, giraron dentro de sus órbitas como los de una muñeca rota.

Los músculos de su rostro se relajaron y se volvieron a tensar cambiando sus rasgos. La cara del viejo, su barba, parecía una máscara flácida, pellejo, piel muerta sobre la cara de ella.

Que habló con una voz aguda, grotesca.

-Tenía usted razón, la gente nunca olvida a quien amó aunque recordarlo haga daño. Es más, el dolor permanece más allá del recuerdo… como hueco en el pecho… pozo sin fondo… desolación…

La linterna apenas iluminaba dos o tres metros.  Leah sintió ese nudo en el estómago, esa hambre.

Bajaron en silencio por una pendiente con maleza hasta topar con un coche accidentado, vuelto del revés. La luna delantera rota, ambas puertas abiertas. Sus faros estaban todavía encendidos pero la niebla y las ramas -había ido a parar al interior de un enorme matorral que lo rodeaba- parecían comerse la luz.

Un fogonazo y el ruido inconfundible de una escopeta y el señor Berrisha cayó hacia un lado. La sangre salpicó de su costado, era lo único que parecía tener color allí, donde todo parecía gris azulado y negro.

Era extraño. El frio, la oscuridad, la niebla, todos los elementos para que cualquier sintiera nervios y se acobardara. Era una locura pero aun asi avanzamos como profesionales por la pendiente hacia abajo. Mi linterna apenas servia para verme los pies y ninguno de nosotros nos deteniamos. Estabamos concentrados y a sabiendas de lo que estaba en juego, el miedo era secundario y estaba segura que era terciario o mas. 

Cuando escuche la detonacion del arma me paralicé. La explosion simplemente me saco de concentracion. El ruido se habia escuchado a kilometros porque el silencio anterior era sepulcral. Mire a mi alrededor y vi a Berisha caer herido. Instintivamente mire alrededor apagando la linterna. Sin visibilidad para lo unico que servia era para marcar mi posicion.

El disparo era de escopeta asi que debia estar cerca pero no lograba verle. Todo habia sido tan rapido que no logre ubicar el disparo. Corri hacia el agente caido para asistirle. Albin debia llegar en cualquier momento tras de mi, el debia cubrirme asi que yo podia ayudarle y tratar de sacarle de alli aunque no teniamos como trasladarle, podia asumir que su vida estaba realmente comprometida.

- Anders, Anders no digas nada, no se donde esta el tirador, tratare de sacarte de aqui pero debes resistir.

Resistir. Era absurdo. No era la primera vez que veia morir un herido de bala y sabia que la fuerza de voluntad nada tenia que ver con la suerte de detener una hemorragia.

Maldita sea.

Se suponia que nosotros venian a matar a los malos no al reves. Albin no llegaba y me puse nerviosa. Comence a mirar a mi alrededor recordando la vision extraña que me daba el aura de los demas. Si no podia ver con mis ojos normales seguramente podria ver con esa vision pero no sabia usarla o controlarla.

Mierda, sirve de algo espiritu de mierda....

Me concentre en agudizar la vista para cambiar mi enfoque visual mientras apretaba el pecho del Agente en el suelo.

La transformación que tiene lugar ante mí me deja completamente petrificado, con una mezcla de emociones que van desde la fascinación hasta el horror más absoluto. Otra vez. La bruja ha convertido a una persona en su marioneta, un acto idéntico al que ya presencié en la clínica Saint Jean de Dieu, cuando aquel hechicero misterioso entró en el cuerpo del doctor Sobol. Y, como aquella vez, el espectáculo es espantoso. Una voz horrísona me habla desde esa cara que cuelga como si se tratase de una máscara de piel. Lo que dice me recuerda a algo que yo mismo dije hace algún tiempo, pero pronto su cháchara deriva en una serie de palabras inconexas, cuyo propósito no acabo de comprender. ¿Acaso pretende hacerme desesperar?

Lo llevas claro, guapa.

—No te entiendo —le respondo a la grotesca aparición, sin cortarme ni un pelo—. ¿Qué es lo que quieres? ¿Por qué estás haciendo todo esto? ¿Qué clase de ser humano podría hacer algo así? —Suspiro, exasperado. El latido de la adrenalina golpea fuertemente dentro de mí. Pero esta vez es distinto. En otras circunstancias habría tenido miedo. No, habría estado aterrorizado. Pero ahora no. Ahora lo que tengo es un cabreo monumental. Viendo el fantoche que tengo delante, no puedo dejar de odiar más y más a Vendela por todo, por el modo en que juega con las vidas de los demás, por cómo les arrebata su felicidad, su seguridad y su esperanza. La parodia de persona que me habla casi me saca de mis casillas. Es burdo. Burdo y odioso—. Tus mascotas me han dicho que tenías algo que decirme, ¿no? Pues habla. Pero no veo qué conversación ni qué entendimiento puede salir de esto. —Mis ojos refulgen, llenos de fuego—. Además, no entiendo por qué no has venido a decírmelo tú misma.

Me siento extraño. En este momento, quizá por la intensidad de la situación, no tengo ningún miedo. Sé que Vendela podría matarme con solo mover un dedo, pero no me importa. Por absurdo que parezca, lo único que me importa es mantenerme fiel a mí mismo, hasta el último segundo. El rostro de mi padre aparece en mi mente, y una sonrisa sutil, casi imperceptible, se dibuja en mi cara.

Se acercó un paso. Ahora era difícil ver la máscara y no verla a ella.

Esa niebla que ocultaba los estímulos no era natural. Recordaba a ese embotamiento que viene con el sueño.

-Escúchame bien, Mats. Te voy a enseñar lo que es la soledad.

La voz ya no sonaba chirriante, sino dulce, y él notó el peso de sus párpados.

No le salía sangre por la boca -eso era buena señal- y aún respirando con dificultad pudo hablar en un susurro.

-Él nos ve.

Tras hablar, el mismo Anders se presionó la herida dejando libre la mano de Leah y con la otra mano recuperó su pistola, que había soltado al caer.

El esfuerzo de Leah para ver el aura de su enemigo, o lo que fuera que pudiera ayudarle a detectarlo, parecía futil. Pero su corazón de detuvo y notó esa sensación parecida a embriaguez que le sobrevenía cuando su sangre se detenía y empezaba a enfriarse.

Al fin, la bruja se presenta ante mí. Su rostro, rodeado de bruma y luz, casi sería bello si no estuviera teñido por la inconfundible marca de la maldad más pura. Al menos me da la oportunidad de mirarla directamente a la cara.

—Te escucho, pero no oigo nada. No te enteras —respondo, irguiéndome con orgullo—. Yo nunca estaré solo. Puedes arrebatármelo todo. Puedes quitarme la paz, incluso la vida. Puedes llevarte a mis amigos, o mis recuerdos. Puedes quitármelo a él… —Mi voz vibra durante un momento, llena de una emoción apenas contenida, cuando pienso en Arthür. Me está sonriendo en mi mente, y mi sonrisa se amplía—. Y si lo haces, te odiaré para siempre por ello. Pero, ¿sabes? Toda mi vida, las cosas que he vivido, e incluso tú, me habéis llevado a comprender una cosa: no puedo estar solo si me tengo a mí mismo. Destroza mi cuerpo si quieres… Pero nunca me podrás arrebatar mi fe en mí, ni mi determinación de acabar contigo. —Doy un paso hacia Vendela, y la luz que se refleja en mi cuerpo parece hacerme refulgir—. No me importa cuánto creas saber, pero te aseguro que jamás te has enfrentado a nadie como yo.

Abro los brazos, exponiendo mi cuerpo, y miro durante un momento al hombre que sostiene el rifle.

—Dile a ese que me pegue un tiro, si quieres. Ahora ya sé que todo es posible. Sé que la muerte no es el final… Ni siquiera el olvido. La he recordado, ¿sabes? A ella. —Vuelvo a sonreír, furioso y radiante—. Ya has perdido. Me mandes a donde me mandes, encontraré la forma de volver para destruirte.

- Bien, quedate tranquilo, respira lentamente, lentamente.

Parecia que no era grave pero Albin no aparecia. Tal vez estaba buscando al enemigo, pero no saber de el me ponia nerviosa.

Albin donde estas?

- Como que nos ve, de que habla Anders?

Mire alrededor pero no veia a nadie, de verdad no veia nada de nada.

Mierda, mierda, mierda.

Si el nos ve y yo no veia nada, estabamos fritos.

- Mira Anders tengo que sacarte de aqui, abrazame el cuello, pero no sueltes tu arma, debe andar por alli.

Con mi poca estatura y fuerza de mujer que de alguna manera sentia desminuida trate de ayudarle a levantarse para sacarle de alli para poder buscar ayuda cuando me di cuenta que mi sangre dejaba de fluir.

No, no, noooooooooo.

No podia creer mi mala suerte. No podia ser el peor momento para volver a descomponerme y sin posibilidad de tomar sangre o hacer algo que impidiese mi muerte nuevamente. Me puse muy nerviosa, y no podria yo sola con Anders.

- ALBIN!!!!! grite.

Era una locura gritar para marcar mi posicion y que me disparan pero no sabia que mas hacer. Mientras trate de arrastrar a Anders hacia atras para sacarle de alli, al menos sacarle de la niebla.

Mats oyó un disparo de escopeta.

Sonaba lejano, como cuando desde un sueño se esucha un ruido de la vigilia.

Tampoco vió a nadie en el sitio en el que estaba el hombre armado. Sencillamente no estaba allí. Sólo una niebla que parecía ir perdiendo densidad.

El sonámbulo que tenía frente a él dejó caer su cabeza hacia adelante y luego la zarandeó hacia los lados. Trató de sorprender al periodista empujándole al barranco pero también parecía desorientado y su ataque quedó en un movimiento  torpe, una especie de zarandeo tras el que ese hombre, ya con su propia cara, quedó agarrado de las solapas de su chaqueta.

Cuando tenía su celular en la mano notó una presencia. Frente a ella la figura de hombre con un rifle emergía entre la niebla apuntándole directamente. Iba a dispararle a bocajarro.