Partida Rol por web

- ¡Soltarla! ¿Estás seguro? - preguntó el chico demonio, incrédulo.

Mientras trataba de gestionar la situación con Juanjo y Juno, Daniel decidió obtener más información antes de actuar de forma violenta. Dio forma a la arena del desierto que siempre le acompañaba, formando cuatro figuras de arena.

Sus siervos hincaron la rodilla en el suelo, mostrando respeto a su amo antes de dispersarse por el gimnasio con rapidez.

Daniel captó algunas imágenes difusas, transmitidas por sus siervos.

En un rincón del gimnasio, junto a una de las filas de mesas de bebida y comida, una gran cúpula de hielo. Su superficie humeaba, como si algo muy caliente (o corrosivo) estuviese tratando de abrirse paso desde su interior. También escuchó gruñidos desde su interior, de origen claramente inhumano. El suelo alrededor de la cúpula de hielo parecía corroído por una especie de ácido.

Se agachó para inspeccionarlo de cerca, y su mano de arena solidificada tocó con cuidado los restos de aquello. Su dedo comenzó a deshacerse rápidamente…

Un torrente de colores y sensaciones. Amalgama. Caos. Sobrecarga sensorial. Sentía que se acercaba al origen de aquellos extraños hologramas. La fuente de aquellas imágenes falsas. No eran los drones blancos, era una chica que se revolvía en el suelo.

Su cabello cambiaba de color constantemente, no tenía un único color. Junto a ella, otra chica estaba arrodillada. Trataba de abrazarla mientras lloraba, una tarea difícil debido a los espasmos de la primera.

Junto al torrente de llamas varias figuras. Un chico bajo, de piel oscura. Una chica pálida como la tiza. Ambos contrastaban mucho. Más allá otro chico, con un aura extraña. Y tirada en el suelo otra chica más, parecía inmóvil. El torrente de llamas estaba hueco, no había nadie en su interior, aunque parecía que lo había habido momentos antes. Los tres que estaban en pie hablaban de cómo solucionar aquello. El fuego comenzaba a extenderse.

Una chica rubia, con un vestido celeste decorado con grandes lazos. En medio del caos, ella se había refugiado bajo el escenario. Se le cayó un vaso de la mano, y entonces se llevó una mano a la boca. Un escalofrío recorrió su cuerpo de arena, un picor intenso e incómodo.

Daniel sintió también aquel escalofrío, y entonces oyó el sonido de varios cuerpos metálicos cayendo al suelo.

Frente a él, Juanjo había aflojado la presa sobre Juno.

- ¿Y ahora qué? ¿Hablas con ella? - preguntó, inseguro.

La bestia, sin embargo, no había dejado de revolverse. Con un rápido movimiento, dio una voltereta y lanzó a Juanjo contra el suelo.

Luego posó una de sus patas sobre su pecho, arrancando un grito de dolor del chico demonio. Juno abrió mucho la mandíbula, profiriendo un desafiante rugido.

Ignatius trató de calmar a su pareja de baile, pero ésta parecía demasiado concentrada en las raíces que comenzaban a colarse en el baño.

- ¡No sé qué pasa! - gritó la muchacha mientras miraba a Ignatius, desesperada -. ¡No puedo controlar mi poder! ¿¡Y qué es eso!?

Sin duda la situación del baño contiguo no ayudaba a calmarla.

Antes de que pudiera siquiera tratar de emplear otra estrategia, un nuevo haz láser surgió del pecho de Laura, partiendo de nuevo el baño en dos. Por fortuna o intención, el láser se dirigió hacia la pared por la que comenzaban a colarse las raíces, carbonizando algunas de éstas al mismo tiempo que abría un gran agujero en la pared que separaba ambos baños.

Una vez dentro de la crisálida, Rudy se agachó junto a Martí. Dejó que las pequeñas raíces lo envolviesen mientras trataba de retirar las que atrapaban a su pareja. Éstas, a diferencia de las gruesas raíces del exterior, cedieron con facilidad ante el intento del colombiano. Una vez hubo liberado a Martí, que parecía estar sumido en un estado de “semi-inconscienca”, se lo cargó al hombro.

En aquel momento, las gruesas raíces del exterior comenzaron a crecer con rapidez, cerniéndose sobre Rudy.

- Nnn--ee--do… - musitó Martí desde el hombro de Rudy -. Sinn--to…

Rudy se apresuró a salir por el hueco que había abierto con su visión atómica, justo a tiempo para que un nuevo haz de luz blanca atravesase el baño otra vez, abriendo un gran agujero hacia lo que debía de ser el baño de las chicas.

Al abrirse el gran agujero entre ambos baños, la increíble cantidad de gruesas raíces que había sido contenida en el baño de los chicos se “derramó” sobre el baño de las chicas. Las raíces, como si estuvieran vivas, comenzaron a serpentear por todas partes, agarrándose a todo lo que encontraban.

En el baño de los chicos, Rudy trataba de escapar de las gruesas raíces con Martí cargado al hombro, aparentemente inconsciente.

En el baño de las chicas, Ignatius trataba de calmar a Laura, que gritaba asustada mientras su cuerpo entero se iluminaba de blanco radiante, el color de sus haces láser.

Al mismo tiempo, otra persona entraba por la puerta del baño de las chicas. Era Dídac, que había sido atraído por el estruendo.

Era como si una sobrecarga psíquica hubiera estallado en el gimnasio, volviendo a unos estudiantes contra otros. Explicaría el comportamiento de Juno y de las imágenes que había recibido de sus siervos de arena. Qué útiles, tuvo que reconocer —¡Juno! ¡Soy yo, Daniel! 

Llamó la atención de la rosada bestia mientras la arena a su alrededor cogía forma, preparándose para saltar sobre ella para inmovilizarla si fuera necesario. Al menos Juanjo no parecía afectado — si su teoría era correcta — por lo reflexivo que había sido. Esperaba no equivocarse. Si Juno no atendía a razones e intentaba atacar a su compañero, liberaría la arena para sujetarla.

Mientras tanto, con otra parte de su mente — tenía que reconocer que era complicado hacerlo sin perder la concentración — seguía recibiendo las sensaciones e imágenes de sus siervos de arena. Reconocía a compañeros de estudios y a otros de vista, pero no localizar a nadie del Grupo 4 le preocupaba. Esa cúpula de hielo parecía la de Sara, ¿y el ácido? ¿Reina Alien? Espera. ¿Un chico bajo, moreno? ¿Sería Moussa? Ve hacia ellos, tráelos hacia mí.

Y por supuesto, la chica del vestido de grandes lazos. Inconfundible. Tráela hacia mí.

No sabía qué había pasado con Salamandra. Miró al senegalés esperando que supiera si había que ir a buscarle a continuación. Marina no se encontraba todavía bien, siendo peor que las llamas se habían extendido y precísamente César era quien podía pararlas, y no estaba aquí ni se le esperaba.

- Voy a hacer lo que pueda.

Tenía la posibilidad de cubrir todo lo que pudiera con hielo axfisiando a las llamas por la falta de oxígeno. No habían más opciones para ella así que había que ponerse manos a la obra. Sin embargo, una figura se había acercado, observándoles en silencio. Si pretendía ponerla nerviosa lo estaba consiguiendo, porque ella ahora no sabía si era el causante, si venía de Heliópolis a decir algo o de qué demonios podía ir el tema. Lo que fuera mientras no se tratara de una fuga de Omnis.

- ¿Quién eres? Yo soy Estigia. ¿Tu presencia aquí causa que se descontrolen los poderes de los demás?

Podía extender el hielo sin perder de vista aquella figura, así que le prestó atención aunque fuera por el rabillo del ojo.

- ¿Puedes crear arena para apagar parte del fuego? Nos vendría muy bien, no queremos que arda todo.

Preguntó a ver si conseguía un poco de ayuda, claro que lo mismo ni le había entendido una sola palabra.

Con cierto alivio, Moussa libera una bocanada de aire al comprobar que César ha sido teletransportado con éxito. Lo malo es que las llamas continúan extendiéndose y de no hacer algo pronto, todo el gimnasio arderá y con ello, los propios estudiantes.

-Salamandra está en la piscina, en la parte poco profunda. Esperaba que con el agua lograse salir del trance en el que estaba y en caso de no ser así, al menos que no siguiese quemando todo.

Durante los siguientes segundos, guarda silencio temiéndose al ver el cuerpo inerte de Marina. Por suerte y pese a lo que acaba de sufrir, la atlante es fuerte y continúa con vida. Por lo que sin dudarlo ni un instante, se teletransporta junto a ella. En primer lugar trata de evaluar sus heridas, necesita saber si está fuera de peligro o si por el contrario, debe de usar su dispositivo de curación sobre ella de forma inmediata.

-Reina está bien, estábamos en la sala de control del gimnasio. El lugar desde donde se manejaba todo, desde la música hasta los hologramas. Revisamos las grabaciones por si Augurio se había percatado de algo antes de que pasase. Pero solo le vimos quedarse paralizado, como si no tuviese ni idea de lo que pasaba. No entendía cómo podía ser eso posible, hasta que Faro ha indicado que su poder se ha "apagado" No sé, esto me recordó al primer día, cuando Ratchet atacó. ¿Puede que hayan usado algún tipo de tecnología que afecte a nuestras ondas mentales?

Es lo único que realmente se le ocurre, aunque quedaría pendiente la forma en la que fueron afectados todos. ¿Comida? ¿Bebida? Aunque ese fuese el caso, era imposible que todos sufriesen los efectos a la vez. Así que si realmente se trataba de tecnología, quizás fuese el resultado de algún tipo de nanotecnología que tras infectar a los estudiantes, se activase en el momento oportuno. Claro que lo más seguro es que no fuese absolutamente nada de eso, aunque por el momento lo importante era controlar la situación y atender a los heridos.

-¿Puede que esto sea una distracción? Mientras te encargas de las llamas, comprobaré el estado de Marina y si es necesario, la llevaré a la enfermería. ¿Puedes localizar a Glamour para sacarla de aquí y...? ¡La leche!

Los ojos de Moussa recorren la figura de arena y mil preguntas cruzan su mente. ¿Será un visitante de Heliopolis? ¿Será Saga perdido en su propia mente o una de sus criaturas?

No dice nada, en lugar de ello llena la zona con pequeños y brillantes portales que aparecen y desaparecen. Con Estigia ocupada con las llamas, Faro sin poderes y Marina herida, lo mejor que puede hacer es tratar de levantar su escudo asgard.

Así que al final no era todo cosa de Rudy y Martí como él pensó en un principio, sino de Silvano y Lux. Los poderes de ambos parecían estar descontrolados, no parecía que hubieran intentado parar nada, simplemente no podían pararlo.

Laura parecía estar acumulando energía de nuevo, lo que significaba que tardaría poco en volver a estallar. Sabía que la chica no era inmune a su propio poder, así que la primera idea que le surgió en la cabeza, que fue encerrarla, quedó descartada al momento, así que solo podía hacer una cosa para ayudar.

Trató de zafarse de las vides de Martí, pero lo habían retenido, si tardaba mucho más, sus compañeros podrían resultar heridos, así que se esforzó por soltarse y se acercó a sus compañeros tratando de reunirlos en un solo punto y creó una barrera alrededor de ellos tratando de minimizar los daños.

- ¡¡Quedaros todos juntos!! .- Exclamó el metamorfo una vez que los hubo reunido a todos -. ¿Alguien sabe qué es lo que está pasando? ¡¡Ha sonado la alerta para que los alumnos vuelvan a sus dormitorios, y se ha ordenado expresamente alejarse del gimnasio!!.

Laura estaba descontrolada pero su subconsciente parecía funcionar bastante bien: el haz láser impactó en la segunda preocupación de Ignatius, las plantas que crecían desmesuradamente en el baño contiguo. Pronto esta preocupación demostrós estar más que fundada cuando un montón de raíces comenzaron a tratar de atraparles.

El nativo americano apreciaba la naturaleza salvaje, pero aquello era un poco demasiado. Puso una mueca de suficiencia y empezó a saltar esquivando las raíces, pero un tropezón desafortunado por poco le deja de lleno entre las mismas, a punto para ser estrangulado. Retrocedió espantado y con la preocupación dibujada en la cara.

Para colmo de males la fuente de la plaga vegetal estaba inconsciente en brazos de Rudy. Ignatus había tenido la esperanza de que los poderes se "calmaran", por así decirlo, si su origen perdía la consciencia. Al parecer no iba a ser tan sencillo.

─¡Laura, es importante! ¡¿Qué ha pasado?!

-Ughhh. -gruñí intentando zafarme de las plantas.

¡Eran de lo más molestas!

-¿Como estáis? -pregunté a Ignatius y Didac mientras miraba con preocupación a Laura.- Parece que ella también. ¿Eh? Argg, mierda.

Las plantas me volvieron a atrapar. No eran lo más resistentes del mundo, pero no era fácil deshacerse de ellas.

-¡Creo que había algo en las bebidas! ¿Lux también bebió, no? -pregunté a mis compañeros.- Silvano se fue a vomitar mientras bailábamos y luego pasó todo esto. Unhh.

Gruñí y con el brazo que tenía libre, arranqué las plantas que me estaban atrapando.

-¿Qué hacemos?

La masa de raíces se revolvía con furia, tratando de atrapar todo lo que encontraban a su paso. Ignatius y Dídac fueron capaces de esquivar el agarre, saltando y apartándose de su trayectoria. Ambos se juntaron en el centro del baño, que no dejaba de ser un espacio bastante reducido.

Rudy, cargando con Martí al hombro, no pudo evitar que las rápidas y fuertes raíces se enroscaran entorno a su pierna, ascendiendo luego hacia su torso.

El colombiano no tenía tiempo para aquello y, haciendo uso de su enorme fuerza, se liberó de las raíces con un fuerte tirón. Tras liberarse, se reunió rápidamente con Dídac, que había indicado a los demás que se juntasen.

Una cúpula azul translúcida se formó alrededor de los tres, aislándolos a ellos y a Martí del resto del baño. Las raíces comenzaron a rodear la cúpula, incapaces de atravesarla. Laura, por su parte, seguía subida sobre la taza del inodoro, tratando de escapar de la maraña de raíces que se había desbocado en el baño.

Parecía bastante nerviosa, pero las palabras de Ignatius llegaron hasta ella.

Tratando de concentrarse en medio de aquel caos, la joven dirigió su mirada hacia los tres adolescentes que se protegían tras la cúpula azul.

- ¡No puedo controlar mis poderes! - gritó -. ¡En el baile he comenzado a marearme! ¡Y he venido al baño! - dijo, tratando de organizar sus pensamientos lo más rápido posible -. ¡Creo que algo me ha sentado mal...!

Estando ella todavía sobre el inodoro, las raíces la alcanzaron finalmente, trepando por sus piernas.

- ¡Aah! - gritó la muchacha mientras caía al suelo del baño, activándose de nuevo su poder.

Un estallido de luz llenó el baño, abrasando parte de las raíces e impactando contra la superficie de la cúpula de Dídac, que resistió el impacto con un estremecimiento.

Martí, colgando del hombro de Rudy como un muñeco, comenzó a gruñir.

Con la explosión de luz, las raíces más cercanas a Laura habían quedado carbonizadas. Laura parecía algo aturdida.

- A-ayudadme… - pidió Laura con un hilo de voz -. No quiero hacer daño a nadie…

Daniel indicó a algunos de sus siervos que llevasen frente a él a las personas que habían encontrado. La orden estaba dada.

De mientras, tenía otro asunto pendiente. Preparando para emplear su arena si era necesario, trató de razonar con Juno.

Se acercó a ella, y atrajo su atención con sus palabras. La llamó por su nombre.

La bestia alzó el hocico, clavando sus ojos turquesa en el inglés. Olfateó el aire, como si tratase de identificarlo. Luego, rugió de nuevo y trató de atacar a Juanjo, que seguía atrapado bajo una de sus zarpas.

En ese momento, Daniel reaccionó y trató de atrapar a la bestia con su arena. Ésta serpenteó por el aire, apareciendo prácticamente de la nada, y se enroscó entorno a las extremidades de Juno.

Aquello interrumpió el ataque de Juno el tiempo suficiente como para que Juanjo se zafase del agarre de Juno, envolviéndose en una bruma rojiza y reapareciendo a un par de metros de ella.

La bestia rosada se debatió entre las ataduras de arena, forcejeando y rugiendo con furia.

- Esta descontrolada, eso está claro - dijo Juanjo -. No capto ninguna interferencia de carácter místico - explicó rápidamente - aparte de estas ilusiones visuales. Un momento…

Juanjo miró en todas direcciones. Aquellos “hologramas” seguían repartidos por todas partes, uniéndose de forma inconexa, como un entramado de escenarios sin sentido. Llenaban la totalidad del gimnasio excepto el techo, contribuyendo a aumentar el caos.

- Creo que es el poder de Glamour, de mi grupo. Pero ella no usa así su poder. Esto es muy… caótico, descontrolado. Igual que… - miró a Juno.

En aquel momento, las dos prioridades de Sara y Moussa fueron las llamas y el estado de Marina. Mientras Moussa se teleportaba junto a la semi-atlante, Sara extendió las manos y comenzó a rociar las llamas con su escarcha.

El fuego cedió rápidamente ante el esfuerzo de Sara, que poco a poco comenzó a convertir aquella zona del gimnasio en un paraje helado de hielo y nieve. Si no hubiese sido por su hechizo de protección, aquella tarea se le habría hecho mucho más complicada.

Parecía que el frío que extraía del Estigia no se veía debilitado en presencia de ambientes muy cálidos, lo cual era un excelente punto fuerte a tener en cuenta.

Moussa examinó rápidamente a Marina, y determinó que, aunque la muchacha estaba inconsciente, no estaba en peligro inmediato. El intenso calor era su punto débil, pero la rápida actuación de Sara la había sacado del shock. Lo que necesitaba era descansar, estar lejos de allí. No en medio de aquel caos.

Mientras pensaba en aquello, la extraña figura de arena apareció ante ellos. Se movía de forma rápida y calculada, lo cual le daba un aspecto todavía más inhumano.

La figura dio un par de pasos hacia ellos, y les hizo gestos con las manos, indicándoles que la siguieran. Su expresión imperturbable no les permitía examinar sus intenciones mucho más allá de los gestos evidentes.

- No parece hostil... - comentó Alberto.

Pequeños y hermosos copos de nieve se deslizan a su alrededor como resultado del impresionante poder de Estigia. Las llamas que poco antes amenazaban con consumir el gimnasio, son disipadas rápidamente y sustituidas por un paraje de nieve y hielo.

Moussa se permite una pequeña sonrisa al ver caer los primeros copos de nieve. El poder de Sara es asombroso y si alguien puede hacerse cargo de aquel infierno ardiente, sin duda es ella. Por ello centra toda su atención en Marina, por suerte la rápida actuación de Sara ha logrado hidratar lo suficiente a la atlante como para no estar en peligro. 

-Está bien, solo necesita descansar...

El ataque de César ha debido de pillarla desprevenida y aunque no hubiese sido así, la intensidad y el tamaño de las llamas de César no habría sido algo fácil de esquivar. Por suerte Marina está fuera de peligro, al menos tras su examen preliminar. Pues parte de su atención se encuentra volcada en la misteriosa figura egipcia.

El escudo Asgard cae al comprobar que tal y como dice Faro, las intenciones del egipcio no son hostiles. No es que le haga mucha gracia seguir a alguien que parece un Jaffa de su serie favorita. Pero los habitantes de Heliopolis han resultado ser buenos aliados y si esa cosa viene de allí, les interesa acompañarlo.

-Llevaré a Marina a la enfermería.

Acariciando durante un instante el pelo de la atlante, mostrando así su preocupación por ella, la teletransporta hasta la enfermería. Allí podrá descansar y recibirá la atención que necesita. Después, se pone en pie y comienza a seguir al egipcio.

-Enemigo o no, necesitamos obtener información. Así que voy a seguirlo, es nuestra mejor opción de descubrir algo.

—Algo ha sucedido, como una... onda psíquica, algo que ha golpeado y ha desestabilizado los poderes y comportamientos de algunos compañeros —el iris de Daniel brillaba intensamente con luz amarillenta, señal inequívoca de que estaba poniendo toda la carne en el asador. Al fin y al cabo, al mismo tiempo que mantenía a Juno sujeta, había dispersado a cuatro siervos de arena a su alrededor —Mis guerreros de arena están trayendo a los compañeros que aún siguen conscientes para reagruparnos. Debemos buscar también a los profesores para confirmar mi teoría.

—¡JUNO, maldita sea! —dudaba que sólo unas palabras al aire volvieran a su compañera en sí, y no era precisamente un peso pluma como para incapacitarla. En su forma bestial, era un oponente muy a tener en cuenta— Juanjo, necesito tu poder de traslación. Ve a los despachos de Richmond y Bosch, a ver si están allí. También a la Sala de Profesores. Con suerte allí estará alguno de ellos. Yo reagruparé aquí a los que pueda para estar más seguros.

El hielo había engullido al fuego. ¿Eso era buena señal? Esperaba que no fuera el desenlace de su serie favorita, allí esperaba que las cosas sucedieran al revés. En fin, no era buen momento para pensar en aquello. Había logrado apagar el incendio así que se congratuló a sí misma, sonriendo suavemente porque el Liceo estaba ahora a salvo. Se sentía como una superheroína ahora mismo, tras detener aquello gracias a sus poderes protegiendo ese lugar tan querido por ella.

Miró a su chico quien le hablaba sobre la figura egipcia.

- Es algo raro. Que no nos hable parece indicar que viene de Heliópolis.

Se fijó ahora en Moussa, que regresaba de la enfermería. La joven tenía interés en el ser de arena porque no entendía porqué lo podían haber enviado a él y no a sus conocidos de allí, de la ciudad dorada.

- Tenemos que buscar a nuestros amigos.

Dijo a la figura señalando al escenario, donde debían seguir Daniel y Averno.

- ¡Chicos, nos tenemos que reunir! ¡Seguid mis flechas!

Exclamo en voz alta a ver si su voz llegaba hasta los demás. Entonces cayó en la cuenta de que Aitor no estaba y no podría traducirles. Hizo un gesto de disgusto, deseando que Didac pudiera hacer algo y si no, tendría que recurrir a los fantasmas para comunicarse en lo posible.

- Venga vamos, iré dejando un rastro de flechas, fácil de seguir.

Le comentó a Moussa y a Alberto, confiaba en que al final los demás les terminaran siguiendo.

¿Qué podían hacer? Les habían enseñado a combatir muchas cosas, pero no que sus poderes se salieran de control. No estaban preparados para aquello. Dídac podía proteger a los que se encontraban dentro de la barrera, pero habría que salir de allí porque el problema seguramente no terminara en aquel lugar.

Ya no sabía que pensar, a decir verdad.

Mientras extendía las manos para reforzar la barrera, vio en ellas la flor que le había dado Juanjo días atrás. En su cabeza no dejaban de repetirse las palabras del chico-demonio.

-“Crece donde ninguna otra planta podría crecer. Pero es maligna, como yo” .- Dijo en un tono bajo, pero audible -. Esas fueron sus palabras... pero no, no puede tener nada que ver con esto. No lo creo.

O más bien no quería creerlo, pero su mente le estaba jugando malas pasadas. Siempre había sido bastante bueno leyendo a la gente, pero con Juanjo estaba seguro de que algo se le escapaba.

- Trata de despertar a Martí, necesito que me diga si conoce algo sobre esta flor.- Pidió a Rudy mientras ponía la flor frente a la cara del chico -. No sé si Averno tendrá algo que ver con esto, espero que no, pero tenemos que aferrarnos a lo que tenemos.

El chico podría tratar de aguantar allí, pero Laura no estaría protegida, y las raíces de Martí se acercaban estrepitosamente y si la chica no era capaz de controlar su poder... no podría defenderse del descontrolado poder del otro chico.

- Tenemos que buscar la forma de salir de aquí .- Exclamó, mientras regeneraba la barrera del poco daño que Laura le había causado.

Tras enviar a Marina a la enfermería y apagar el incendio, Moussa y Sara estaban en disposición de seguir a la misteriosa figura de arena. Al acercarse más, pudieron comprobar que aquel ser estaba, de hecho, formado completamente por arena animada.

Los granos caían levemente de su cuerpo, y cuando tocaban el suelo se arremolinaban hasta volver a sus pies. Su rostro era inmutable, como el de una estatua.

No parecía un habitante de Heliópolis. Al menos no una persona.

El ser de arena se movía por los escenarios ilusorios con una gran precisión. Parecía seguir una dirección fija, hacia donde Sara había captado antes a Daniel y a Juanjo.

Finalmente llegaron a lo que debía ser la zona cercana al escenario. Allí encontraron a Daniel junto a Juno.

La compañera del Grupo 5 estaba en su forma de bestia. Rugía fuertemente mientras forcejeaba con unas ataduras de arena que la mantenían inmovilizada.

Juanjo dudó ante la propuesta de Daniel. Se encontraba en posición de combate, con las piernas flexionadas. Parecía dispuesto a atacar a Juno, pero terminó por asentir.

- Sí, traer a los profesores… Eso haré.

Dudó un instante más, observando cómo la enorme bestia rosada se debatía con las ataduras de arena.

- Ten cuidado… - advirtió, cruzando una mirada de preocupación con Daniel antes de desvanecerse en una nube de bruma carmesí.

Juno seguía rugiendo y dando manotazos al aire. La arena serpenteaba y trazaba estrechos arcos entorno al cuerpo de la bestia, afianzándose a su torso y extremidades como una enorme pitón.

¿Qué podía hacer para calmarla?

Poco segundos después, una figura apareció entre los caóticos hologramas. Era uno de sus soldados de arena, y llevaba consigo compañía.

Moussa, Sara y su novio, Alberto.

Una vez estuvieron todos reunidos, la figura de arena se plantó frente a Daniel. Esperaba sin más. Juno seguía tratando de liberarse de la arena. Era evidente que Daniel la estaba conteniendo con su poder.

- ¿Qué le pasa? - preguntó Alberto.