Partida Rol por web

Una sonrisa lobuna se dibuja en mi cara con solo pensar la tremenda sorpresa que le espera cuando llegue la noche pero ahora me debato entre ir a buscar a los demás y compartir la información o guardarlo para mi .Por una lado cuantos mas lo sepamos mas posibilidades hay de que alguien se vaya de la lengua y ademas eso reduce el botín a repartir .Silbando una tonadilla me alejo de la casa esperando que la oscuridad se apodere del lugar ..

Me deslizo de sombra en sombra para dirigirme a la casa Del señor Cantohelado .De vez en cuando me paro y espero unos segundos en la oscuridad para comprobar que nadie me ve y luego sigo mi camino .Cuando llego a la casa hago una inspección de los alrededores para ver que cual es la mejor entrada , si hay luz en la casa y si hay posibles testigos .Al cabo de un buen rato de escudriñar escondido me deslizo a la casa e intento entrar .

A pesar de no tener ganzúas para abrir la puerta que tenía delante, Uffern logró abrir la puerta con mucha paciencia y tranquilidad. Colocó una ramita dura por un lado, un trocito de hierro por el otro, y listo. ¡Lo había conseguido!

Además, en ese pueblo daba la sensación de que todo el mundo dormía. Así que entró sin llamar la atención de nadie. Parecía que el Sr Cantohelado vivía en una casa pequeña y con muy pocos lujos. Tras los nervios del encuentro anterior, parecía que se hubiera ido a la cama más pronto de lo habitual. Así que sería sencillo asesinarlo a sangre fría.

Con la capucha permanentemente echada hacia adelante para que no se me vea la cara. Desenvaino la espada corta y acerco a la cama del futuro difunto y de un movimiento rápido le degüello .Después ya me dedico a buscar con tiempo todo lo valioso que pueda guardar la casa y que pueda llevarme .Busco un saco o la funda de la almohada si no encuentro uno y cuando ya he esquilmado todo lo valioso preparo la cortina de humo que me permita huir y que no me pillen. Monto un mecanismo con una vela y aceite para que se incendie la cama y borrar mis huellas .

El objetivo había sido cumplido, Cantohelado había muerto sin despertarse, habías encontrado una pequeña bolsa de oro con 80 piezas de oro en su interior. Debían de ser todos los ahorros del hombre, pues no había más dinero en toda la casa. Estaba claro que no disponía de mucho oro para pagarles...

Finalmente, Uffern logró incendiar la cama del hombre y después ese fuego se extendió a toda la casa. Se había propagado demasiado deprisa, pero cuando los lugareños fueron a apagarlo, el encapuchado ya estaba lejos de allí, con suculento botín.

Los rumores que decían que Tormentos Cristalinos era peligroso por la noche eran totalmente certeros. Raelia estaba preocupada de llevar consigo a El Kraken, y no se percató de que ya era de noche, de la que estaba cayendo y de que era una mujer sola arrastrando el cuerpo de un hombre, el doble de grande, y encima herido.

Raelia no se dio cuenta de que una criatura le había estado acechando encaramado entre las sombras. Estaba subido a una de los farolillos de un callejón. Parecía una especie de mediano, aunque su carne estaba desnuda y era moteada, y sus extremidades eran increíblemente largas y delgadas. Dio un salto y quedó justo delante de Raelia.

Entonces le lanzó un siseo, mientras le mostraba unos dientes largos y afilados, un momento antes de que uno de sus brazos restalle como un látigo saltando hacia delante para apresarle.

La muchacha seguía ocupada en llevar al Kraken. Lo que no pensaba hacer de ningún modo era abandonarle a su suerte, malherido y a la intemperie. Es cierto que se decía que la ciudad era peligrosa de noche, pero no le quedaba otra que arriesgarse. Caminaba todo lo rápido que podía, esperando de veras llegar a la Catedral sin ningún problema. Pero parecía que no tener problemas no era típico de Raellia. Nada había salido bien desde su llegada a la ciudad, y aquello no iba a ser una excepción. 

Cuando se quiso dar cuenta ya tenía a aquella criatura encima, fuera lo que fuera. Cuando se quiso dar cuenta, uno de sus brazos ya se estaba lanzando a por ella. Por suerte, fallando, aunque la suerte no era algo que a ella le durara eternamente. 

La criatura volvió a lanzar su brazo con forma de látigo, pero Raelina, aunque desconfiaba de su suerte, había vuelto a esquivar el ataque y una vez más tenía una segunda oportunidad de salir de allí con vida o de acabar con el ser que la había estado acechando entre las sombras.

Debía defender al Kraken y llevarle a un sanador, costase lo que costase. Probablemente más por suerte que por otra cosa, la muchacha había conseguido esquivar los dos ataques de aquella cosa. Ahora era su momento de atacar. Probablemente solo tendría aquella oportunidad, así que, invocando el poder de Heironeus, lanzó un tremendo golpe contra aquella cosa, rezando con todas sus fuerzas porque aquello fuera suficiente. 

Akatosh y Zarus llegaron para ver a una mujer que estaba junto a un gigantesco hombre tendido en el suelo y a una extraña criatura que parecía la mezcla entre un mediano y un mono con pinzas en lugar de manos. Entre la lluvia, un haz de luz pareció iluminar el arma de la muchacha para justo clavársela en el pecho. Algo había ocurrido durante la tormenta que Raelia había tenido que enfrentarse a un maligno ser y lo había logrado derrotar.

Junto a ella estaba aquel que hacía llamarse el Kraken, cuyo estado de salud, dejaba mucho que desear. Decían que Tormentos Cristalinos era peligroso, y algunos no creían creerlo.

Zarus siguió al guerrero sin importar si le gustaba o no la idea. Luego de ayudar a Kailee esta no se encontraba de animo para hablar y el joven Lazarus, lo último que quería hacer era irse a dormí.

No pasó mucho de cuando se emprendió la marcha y ya algo inesperado ocurría... Que rayos era esa criatura a la que se enfrentaba la chica? Aquella pregunta no podía quedar sin responder.

Te encuentras bien? le pregunta a la aguerrida mujer. Luego de acercarse lentamente a ella, no quería que le fuera atacar con su espada, en azares a que lo tomara como un nuevo enemigo. Vaya! Nunca había visto algo como eso, que rayos es!? le pregunta finalmente.

La muchacha aún no podía creérselo... Lo había hecho realmente, había derrotado a aquel ser. Tan sorprendida estaba por el hecho de seguir viva que al principio siquiera reparo en la llegada de dos personas nuevas, quedando unos segundos aún mirando el cuerpo. Finalmente pareció volver de sus pensamientos, y miró a ambos. 

-Eh... Hola-dijo, aún algo confusa al principio-bueno, no llegó a tocarme... Y no sé que es, la verdad. Yo me encuentro más o menos bien, pero el Kraken no-dijo, señalando al enorme hombre que había estado llevando a cuestas y que yacía a su lado-¿me ayudáis a llevarle a la catedral?

Akatosh observa la situación y cuando se acercan mejor para ver que había ocurrido reconoce a la mujer con armadura. Tu eres la mujer que estaba la otra noche en este lugar empieza diciendo acompañada por otra que desapareció junto a una extraña mujer, si mal no recuerdo. Luego observa mas de cerca a la criatura pero que es esta cosa exclama sorprendido, mientras que para terminar y responder a la pregunta de la mujer esta bien, te ayudaré a llevarlo. Por cierto, mi nombre es Akatosh.

Pues Zarus estaba realmente maravillado. Nunca había visto una criatura como esta. A Zarus también se le hizo conocida aquella mujer, juego de verla mas cerca, pero no agregó mas palabras. Dejó que la chica y el guerrero se encargaran del hombretón y sin dejar paso a otra cosa, sacó el estoque perteneció a Intissar y lo clavo en el lugar en el que debería estar el corazón de aquella criatura.

Creo que debemos llevar esto también. La sacerdotisa podría tener una idea de lo que es. dice, llevándoselo al hombro.

Raellia asintió a las palabras de Akatosh.

-Sí, era yo. Mi nombre es Raellia, Raellia Filosolar. Y la mujer que desapareció era Lucrecia, aunque por suerte volvió a aparecer algo después, ya de día. Os agradezco de veras que me ayudéis, no podía dejarle ahí muriéndose...-replicó la muchacha, sonrojándose levemente, antes de ayudar a cargar con el cuerpo, o con la cosa si querían llevarla.