Partida Rol por web

Filos maldijo a Tantor por no avisarle del peligro que se cernia sobre ellos. Su hachazo paso desviado junto a la criatura y, pronto, ella contraataco. Un tentaculo le paso silbando por encima de su cabeza pero el segundo le alcanzo y se enrollo sobre el. Filos lucho pero la criatura era fuerte.

Sin embargo, Filos se habia criado en una granja, y no era ningun alfeñique. Apreto los diente y lucho con todas sus fuerzas contra la fuerza del tentaculo.

-Maldito engendro! Me comere ese tentaculo cuando te lo haya cortado!

Al ver la escena, tuve que cambiar mi decision. Aquel hombre estaba decidido a luchar contra esa criatura, y aunque no era asunto mio, no me aprecia bien dejar a ese pobre hombre a su suerte. Poco podria hacer para pelear mundanamente, por lo que me concentré echando mano de mi reserva de poder mental para manifestar un fragmento de cristal y tratar de herir a la bestia.

Un leve susurro de ultratumba se escuchó y de la nada apareció ante mi un afilado trozo de cristal que proyecté hacia el monstruo con cuidado de no acertarle al hombre apresado. 

El fragmento de cristal junto a la fuerza del hombre hizo que la criatura soltase a Filos. Soltó un aullido ante el dolor, pero lejos de retroceder, lanzó sendos brazos tentáculos contra ambas criaturas. Los brazos se alargaban algo más de lo esperado, logrando alcanzar a los dos hombres contra los que estaba luchando.

Desgraciadamente, el muchacho no pudo aguantar ese apretón y quedó inconsciente siendo ya incapaz de seguir luchando contra aquel monstruo.

Filos se liberó de la presa de aquel brazo demoníaco y aterrizó frente al monstruo. El luchador dió un pasoadelante y descargó su hacha con todas sus fuerzas pero aquel mosntruo se movía con una velocidad sobrenatural y lo esquivó una vez más.

A su espalda, por el rabillo del ojo, Filos vió cómo el chico que le había ayudado se desplomaba. Un escalofrío le recorrió el cuerpo. Quizás estaba viendo su propio final?
 

Le acerté con el cristal y ayudé a que el otro tio se liberase perode inmediato la bestia me lanzó sus tentaculos. No creia que me alcanzasen por lo que me pilló por sorpresa. 

- Oh Mier...! - Fue lo unico que acerté a decir antes de que me atrapase. Traté de debatirme pero era demasiado fuerte, y poco a poco todo se volvió oscuro. 

Aquel monstruo continuaba apretando a Chaol mientras que Filos trataba de enfrentarse a él para que lo soltase. No tuvo tampoco mucho éxito, pero por fortuna su enemigo tampoco.

¡Debía actuar rápidamente, tratar de matarlo para salvar a Chaol, salir corriendo para salvar el propio pellejo, o pedir ayuda por si alguien era capaz de escucharle e ir en su búsqueda!
 

Filos empezaba a ponerse nervioso. Aquel bicho evitaba todos sus ataques, asi que decidio cambiar de estrategia. Retrocedio un paso y lanzo unas palabras magicas al aire mientras gesticulaba con una mano. Al instante, un haz de luces de colores surgio de su mano y se abrio en cono hacia la criatura.

-Ip bacqop!!

Se ve como la figura de Chaol mueve un pié pero nada, sigue inconsciente. 

El conjuro de Filos surtió efecto, el haz de luz que expulsó hizo que la criatura quedara cegada y en consecuencia soltase a Chaol. El chico cayó al suelo gravemente herido, mientras que se llevaba sus largas manos a su rostro con la intención de recuperar la vista.

Aquel momento era perfecto para escapar, o para seguir luchando ahora que estaba aturdido y no podía reaccionar.

Filos sabia que aquella era su oportunidad. Agarro al chico por la camisa y echo a correr hacia el cuervo de plata, buscando la seguridad de la compañia humana. No le gustaba irse con el rabo entre las piernas pero mejor era perder la dignidad que perder la vida.

Cuando Filos lo agarró y se lo llevó Chaol gruñó un poco como sintiendo el zarandeo del tipo que lo llevaba. Aunque no se sabe... está inconsciente. 

Pues en la puerta de la posada te hallas.

Cerca de La Pezuña en la Boca. Frente a una tapa de alcantarilla.

Morunom buscó la tapa de una alcantarilla cerca de la posada. Luego miró si no había algún lugar cerca para esconderse. Preparó su capa por si hacía frío o llovía. Se tomó su tiempo en hacerlo, tranquilamente. Si pasaba alguien cerca, no hacía aspavientos ni nada parecido. Nada de silbar. Se quedaba tal cual. Que pensaran como quisieran, él estaba citado ahí con una... Bien. Espero que si hay comunicación entre la alcantarilla y la posada, y si se mueve el personal, escuche o vea algo. De lo contrario, al menos, podré espiar las conversaciones de los que pasen, por si hay algo que sea interesante.

Todo por diez míseras monedas de plata.

Por el camino se había ido comiendo sus últimas raciones de viaje, y ya se le había acabado la comida. Pero, oye, se había sacado algo de pasta, como para tirar unos días sin currar. Y currando, si, pero en nada de lo mío. No se yo si ya hará falta encontrar currelo en una taberna o similar, leñe, a cubierto y tocando un instrumento.

La vida del buscavidas era dura, muy dura. A ver si había suerte y podía dar un buen golpe.

Ahora que conocía bien el terreno y escogido su escondite, esperó a que estuviera bien oscuro y la calle desierta y se escondió a ver si picaban.

A Morunom se le estaba haciendo la noche eterna. Tenía calambres en el culo y en las piernas de estar en esa posición, que al principio le había parecido cómoda y agradable, estaba contando ovejas, haciendo acopio de su cancionero... y todos los que entraban o salían de la taberna parecían divertirse tanto. Envidia es lo que tenía. Envidia de estar currando mientras los demás se divertían. Puerca vida.

Estos trabajos eran una mierda, pero estaban hechos de paciencia y más paciencia. Morunom aguantó diciéndose a si mismo que en cuanto viera las primeras luces del amanecer, abandonaría (si podía) esa malhadada postura y se largaría al templo para rendir cuentas de la noche y para largarse a cualquier rincón oscuro y seco donde dormir a pierna suelta durante doce horas lo menos. ¡Joder! Pensó. La próxima noche me la doy de fiesta. Tengo dineros, ¿no? Pues veré de bebérmelos, coño, que no todo va a ser trabajar.

Cuando la Aurora tocó el firmamento con sus dedos de rosa, Morunom, sin dejar de bostezar, salió de su escondrijo. Se sentó en el primer sitio que pudo encontrar que fuera cómodo, y se comió sus últimas raciones de viaje. Tenía dolores por culpa de sostener la misma postura toda la noche. ¡Dolores! Ja. El que dijera que la vida de aventuras era interesante y bonita era un completo imbécil.

Caminando despacio, tras comer, se encaminó al templo de Pelor.