Partida Rol por web

Esta estructura de madera está ennegrecida por la edad y es evidente desde la calle que sus bien cerradas ventanas están bloqueadas por las estanterías del interior. La casa gremial de los escribas es un laberinto de estanterías, con pequeños escritorios encajados en cualquier espacio libre. Ninguna luz natural entra en sus abarrotadas habitaciones, y cada escritorio cuenta con una antorcha siempreardiente que ofrece iluminación a los escribas. 

Un hombre anciano y encorvado está sentado en una silla mirando por la única ventaja del edificio. Es el único de allí que no está enfrascado en algún escrito.

Poco a poco, me acerco al anciano para no asustarle, y espero a que me mire a los ojos antes de empezar a hablar.

Buenos días, vengo a buscar trabajo..

Tal vez no había sido una buena idea venir aquí, quería entrar en el flujo de información de la ciudad, y copiar libros no era una de las maneras para ello.

Mientras esperaba a que el viejo reaccionara, ya iba pensando hacia donde iría despues y que podía ofrecer... ¿interprete?

- Hola, bienvenido al Gremio de los Escribas. Mi nombre es Abelardo Larthe, soy el líder del gremio. Soy el único que ahora mismo no está enfrascado en algún escrito, así que si queréis podéis hablar conmigo.

¿Buscas trabajo? Interesante, la verdad que andamos metidos en unos asuntos de unos aventureros que llegaron hace un par de días. La verdad que llevan sin venir desde entonces y teníamos asuntos que tratar con ellos. En cualquier caso, espero que estén bien. Dice encogiéndose lentamente de hombros.

Mira. Dice mostrándote una moneda completamente diferente a la que estabas acostumbrado a ver. Esta mañana he logrado determinar su orígen. Así que necesito ponerme en contacto con ellos, pero no sé dónde pueden estar. ¿Serías tan amable de ir a buscarles tú?

Solo te puedo decir de ellos que se llamaban Gruguer, un jovencito con pinta de escudero, Uffern, un extraño hombre que iba encapuchado y un tercero, pelirrojo y de apariencia bárbara, del cuál no llegué a saber su nombre. Si los ves, te agradecería que les avisases. Vente con ellos y así sabré que puedo ofrecerte un buen trabajo y un buen precio por él.

Aventureros, hace días y sin saber donde están con una descripción bastante vaga...

Tras sopesarlo durante unos segundos, suspira de manera teatral mirando al anciano.

Muy bien, pero espero un adelanto, podría estar horas o días buscandolos sín resultado, y yo sigo teniendo que comer.

Genial, trabajo de recadero otra vez... bueno, a ver si le sacaba algo al menos, por que sinceramente no creía tener muchas posibilidades de encontrar esas personas así.

No, por esto no te pagaré. Simplemente sabré que eres una persona de confianza e interesada en trabajar para mí. Ese será el pago. Dijo encogiéndose de hombros y un tanto despreocupado si lo aceptabas o no. Como podías observar ya había allí bastantes personas trabajando. No es que necesitaran a mucha gente más.

Bien, si los encuentro ya les dire algo, pero no los buscaré activamente.

Todo esto era estupido, lo unico que hacían era enviarles a buscar otra gente.

Salió del gremio con el animo por los suelos, y empezó a preguntar a la gente por la calle mientras se dirigía a la zona sur de la ciudad.

Señora, ¿algún rumor sobre los nobles de la ciudad?

¿algún escandalo ultimamente?

No sabía que estaba buscando, así que se juntó con verduleras a medida que iba avanzando. Poco despues cambió su objetivo.

¿Han hecho alguna compra importante ultimamente?

Dicen que han cerrado un trato importante.

Intentó tirar de la lengua de varios comerciantes y artesanos.

Averiguas todas estas cosas, aunque realmente son rumores sobre la ciudad, pueden ser ciertos, o puede que no, o incluso pueden ser cosas del pasado ya.

Con los rumores que había escuchado, decidió que ciertamente le interesaba la secta y los robos. Se aceleró el paso hacia la mansión de los Licorambarino y sin mucha verguenza llamó a su puerta.

Saludos, he escuchado lo de su robo... y me ofrezco a ayudarles a encontrar al ladrón.

Esta estructura de madera está ennegrecida por la edad y es evidente desde la calle que sus bien cerradas ventanas están bloqueadas por las estanterías del interior. La casa gremial de los escribas es un laberinto de estanterías, con pequeños escritorios encajados en cualquier espacio libre. Ninguna luz natural entra en sus abarrotadas habitaciones, y cada escritorio cuenta con una antorcha siempreardiente que ofrece iluminación a los escribas. 

Un hombre anciano y encorvado está sentado en una silla mirando por la única ventaja del edificio. Es el único de allí que no está enfrascado en algún escrito.

Nith atravezo toda la ciudad con los ojos bien abiertos y obnubilados por la maravilla de la ciudad, las construcciones de piedra, hasta por la mugre que pudiera juntarse. Y no fue diferente al dar con el gremio de escribas luego de un par de vueltas e indicaciones.

No guardaba silencio porque supiera que seria de mala educacion, sino porque aun ese viejo lugar con polvo, apretujado y oscuro, era un palacio del conocimiento para el. Y el ver a otras personas concentradas con calamos, plumas y demas escribiendo era increible para alguien quien habia vivido en una villa metida en un bosque, donde solo la mitad sabia escribir mas o menos, y solo un porcentaje minusculo lo usaba con regularidad a la palabra escrita.

Pero como debia ser, a el le llamo la atencion el hombre que era diferente, el que no hacia lo mismo que los otros y se acerco a el.

Primero extendio la mano timidamente como para tocarle el hombro, pero luego se sintio como que era algo incorrecto. Luego solo hablo timidamente. -Disculpe usted... ¿Que esta mirando?-

¡Oh, nada! Dijo mirando hacia el interior del edificio y sorprendido ante la llegada de aquel extraño. Nada, ¿por qué lo pregunta? ¿Quería algo? ¿Puedo ayudarle en alguna cosa?

-Curiosidad- Menciona Nith sonriendo. -Soy nuevo en la ciudad, la verdad es que recien he llegado, y ando en busca de trabajo señor, y de la posibilidad de ampliar mis estudios-

¿Buscas trabajo? Interesante, la verdad que andamos metidos en unos asuntos de unos aventureros que llegaron hace un par de días. La verdad que llevan sin venir desde entonces y teníamos asuntos que tratar con ellos. En cualquier caso, espero que estén bien. Dice encogiéndose lentamente de hombros.

Mira. Dice mostrándote una moneda completamente diferente a la que estabas acostumbrado a ver. Esta mañana he logrado determinar su orígen. Así que necesito ponerme en contacto con ellos, pero no sé dónde pueden estar. ¿Serías tan amable de ir a buscarles tú?

Solo te puedo decir de ellos que se llamaban Gruguer, un jovencito con pinta de escudero, Uffern, un extraño hombre que iba encapuchado y un tercero, pelirrojo y de apariencia bárbara, del cuál no llegué a saber su nombre. Si los ves, te agradecería que les avisases. Vente con ellos y así sabré que puedo ofrecerte un buen trabajo y un buen precio por él.

Nith asiente con una sonrisa ante la pespectiva del trabajo. Aunque no sabia bien como se relacionaba el encargo, la moneda y la profesion del escriba, el haria lo posible para ganarse su oportunidad.

-Descuide Señor, yo me encargare, me asegurare de ir en su busqueda- Dice casi feliz, como si al fin alguien le marcara el camino que el debiera seguir. -¿Tiene alguna idea de por donde puedo encontrarlos?-

Tenían intención de salir fuera de la ciudad, hacia otra llamada Mereklar, pero la guardia me ha dicho que ya regresaron, es realmente el último sitio donde se les vio. Aunque creo que no llegaron a entrar. Algo les llamó la atención en las puertas que les hizo volver hacia atrás.

Esta estructura de madera está ennegrecida por la edad y es evidente desde la calle que sus bien cerradas ventanas están bloqueadas por las estanterías del interior. La casa gremial de los escribas es un laberinto de estanterías, con pequeños escritorios encajados en cualquier espacio libre. Ninguna luz natural entra en sus abarrotadas habitaciones, y cada escritorio cuenta con una antorcha siempreardiente que ofrece iluminación a los escribas. 

Un hombre anciano y encorvado está sentado en una silla mirando por la única ventaja del edificio. Es el único de allí que no está enfrascado en algún escrito.

Agajr hizo aparición por el gremio de escribas subido en un enorme perro que usaba como montura. el pequeño salvaje observaba a ambos lados, con curiosidad, estudiando el edificio y como entrar en él sin ser visto. Pasó varias veces por la entrada, montado en aquel perro, sin decir nada, estudiando al hombre que estaba dentro.

Lo veía más fácil en el gremio de carpinteros, cabía decir, aun así, estudió el lugar, para ver que podía sacar en claro, hasta que vio aquel muchacho de la piel azulada que antes vio en la entrada de la ciudad.

Nith escuchaba atentamente, pero la verdad creia que se estaba confundiendo mas. -Disculpe, no he entendido bien, ¿no han entrado a la otra ciudad o no han vuelto a esta ciudad?- Dijo frunciendo algo el seño, iba a agregar algo mas cuando noto el movimiento detras de el, a unos cuantos pasos y vio a un personaje particular que ya habia visto al entrar en la ciudad.

Me pregunto que hara por aqui, aunque capaz sea habitual el de aqui Pensaba erradamente el joven, poco habituado a las formas de ciudad y a las formas de vestir habituales de las personas que podrian recurrir al lugar.

Digo que regresaron de Mereklar, salieron de allí. Pero nunca llegaron a Tormentos Cristalinos, se perdieron por el camino, como si algo o alguien les hubiera dicho que no debían entrar. No lo sé, es todo muy confuso y no sé dónde pueden encontrarse ahora mismo. Dijo el hombre encogiéndose de hombros.

Nith asintio ante la aclaracion, mientras iba intentando pensar el camino y que habia por esa zona, aunque no la conocia bien. 

-No se preocupe, vere de hacer todo lo que pueda...- Luego se quedo pensando un segundo, y se dio cuenta que no se habian presentado, lo cual no pudo menos que sacarle una risa expontanea. -Disculpe, acabo de caer en cuenta que no nos presentamos debidamente, aunque ciertamente es usted muy amable por la confianza a un desconocido, mi nombre es Nith-Haiah- Le dijo extendiendole la mano en saludo y acuerdo por su trato sobre posible trabajo.