Partida Rol por web

Mi nombre es Abelardo Larthe, líder y miembro y fundador del Gremio de Escribas. Encantado.

-El gusto es mio Maestre Larthe, hare lo posible por realizar su pedido- Le agradecio al hombre. -¿Cree que podria mostrarme un mapa de los alrededores para saber guiarme mejor? Puede que no conosca mucho de la vida en ciudad, y sus costumbres, pero he estudiado lo que he podido, y me facilitara las cosas para saber a donde ir a buscar a estas personas- Le pide, para despues ya partir hacia su destino en busqueda de esas personas de descripcion tan variopinta. 

-Hare lo posible para copiar lo mejor que pueda el mapa, y sea de paso, demostrarle un poco lo que pueda aportar para el gremio a futuro-

¿Qué sería de un gremio como el nuestro si no poseyéramos un mapa? Dijo mientras rebuscaba entre sus papeles un plano del lugar.

Después señaló dónde se encontraba la ciudad, y el único camino que se dirigía hacia el Este, y el del Norte.

Aberlardo situó Mereklar en el mapa, a apenas unas horas de viaje andando. Y después señaló las Marismas Hool. En este camino del Este, es por donde han tenido que perderse. Al menos fue en la puerta la última vez donde los vieron.

Hacía tiempo que estaba acechando, observando el lugar y la gente de aquel lugar mientras paseaba sobre el perro de un lado a otro, como un depredador. Cuando el... tipo azul comenzó a hablar con el humano, estiró el cuello para ver de que se enteraba, y acabó por acercarse ligeramente, con poco disimulo para ver y escuchar que estaban haciendo, de que estaban hablando.

Quizás era el momento de variar ligeramente de planes. Comenzar por otros lugares. Tenía tanto que hacer...

En silencio, Agakor se quedó mirando al tipo de azul, fijamente. Parecía estar esperando algo, con cierto interés. Él era un mediano, uno un tanto singular cabía decir, pero un mediano. Y estaba en su naturaleza meter las narices donde pudiera, siempre que le fuera posible. 

- Vamos, continua. - Le sugerio al hombre-azul.

Nith habia dejado de prestar atencion a Abelardo, al notar como ya hacia tiempo que la extraña persona pequeña los observaba y espiaba por asi decirlo. No era mucho de su agrado la intromision, y como lo recordaba de haberlo visto mas temprano en la puerta cuando el entro a la ciudad, sabia que no era de aqui precisamente.

Asi que ya ahora que directamente le habia hablado sin pudor alguno se dirigio a el. -Disculpa, ¿Quien eres tu? Me acuerdo verte hoy en la entrada a la ciudad-

Agakor lo miró extrañado. ¿Qué más daba eso? Los nombres eran algo que los civilizados le daban a las cosas, algo totalmente innecesario, pero debía mimetizarse con lso civilizados si quería comprenderlos. El único interés del pequeño mediano era curiosiear sobre lo que estaba haciendo el hombre de piel azul, sobre el mapa y sobre lo que hablaba.

- Estás disculpado Nith. -  Contestó con naturalidad cuando le pidió disculpas. ¿Disculpas por qué? Estos civilizados son cada vez más extraños. Y sin decir su propio nombre, le sonrió y le estrechó la mano con un rápido gesto. - Si, si, si, si, si... encantado. Es interesante, continua. -  Le invitó, haciendo referencia al hombre del gremio de escribas.

¡Hola! Dijo el escriba al mediano en cuanto lo vio. ¿Tú también estás interesado en ayudarme a mi y a Nith?
 

¡Oh! ¡El humano saluda! Bueno, da igual. - Hola. - Saludó, mirandolo con curiosidad, como si estuviera evaluandolo, como si las ropas de ciudad que llevaba el hombre se le antojaran diferentes, o extrañas. ¿Ayudar? ¡No! Aunque estoy interesado en lo que pasa, como pasa, cuando pasa como entrar.... y.... quizás si este interesao en ayudar. - Sí... Sí, ayudaré, si, claro. Claro. ¿A qué? -

Si me gano su confianza podré entrar y quemar el lugar. Y matar al tipo de azul y al humano hace-preguntas...

¡Oh vaya! ¿Quieres hacerte el interesante? Dijo riéndose al ver al pequeño. ¡Sé que nos estabas escuchando! Dijo revelando al espía. Llevas ahí pegado mucho tiempo, así que sabes de lo que estamos hablando. Tan solo tienes que acompañarle, así le será más fácil encontrar al grupo que estoy buscando.

Era dificil que no se diera cuenta que los estaba escuchando cuando Agakor tenía losm orros sobre lo que estaban haciendo. Él y su perro, claro. Entonces miró al tipo de azul, cundo dijo que lo acompañara. Él no solía hacer caso a extraños o gente alta por costumbre, pero sabía que quizás podía sacar algo de beneficio en todo aquello. - Sí, no hay problema, buscar grupo. - Afirmó con la cabeza, nervioso y rápido.

Ya estaba aburrido de estar quieto. Quería moverse, hacer algo.

Pues la última vez que se les vio con vida fue en La Puerta Este. Luego allí se les perdió la pista. Quizá si supierais rastrear alguno, dijo mirando al compañero animal, tendríais alguna posibilidad. Tengo una cosa que me dieron, quizá podais identificar el olor y haya alguna posibilidad.

Nith se habia quedado por un momento mirando a la nada, perdido en sus pensamientos. En especial sobre la idea de ir acompañado de este raro personaje. Pero el tampoco era del todo correcto saberdor de que era normal por estos lares y que no.

-Claro, sera mejor ir de a dos, y si me puede ayudar a rastrearlos ahorraremos tiempo- Dijo Nith al mediano. -Pero... ¿Cual es tu nombre?-

Una vez que consiguieran que el can captara el olor de esas personas, pensaba que deberian partir inmediatamente. Ya no habia razon para seguir aqui.

- Claro, claro, claro, claro, claro... - Repitió nerviosamente a toda velocidad en respuesta al escriba, asintiendo con la cabeza y haciendo algunos aspavientos. - Fang se encargará. ¿Que cosita es-es? - Alzó la mirada, incluso poniendose de puntillas para curiosear cuando el piel azul habló.

- Mi nombre. - Contestó automaticamente, sin demasiados problemas. No consideraba eso algo en exceso importante, después de todo nombre era algo que los civilizados se esforzaban en poner a las cosas. - Mi nombre, mi nombre... Para referirte a mi puedes decir Muerde-Rodillas. - Explicó, sin darle demasiada importancia a todo aquello.

Abelarado sacó un pequeño y diminuto objeto. Se agachó para que el mediano lo viera, era una moneda. Una simple moneda pero de acuñación diferente. No era de aquel lugar, simplemente era de otro lugar. La verdad, me la trajeron para ver si era capaz de discernir su procedencia, y aún no lo he hecho, pero quizá su olor os lleve hasta ellos y así logréis encontrarlos.

¡Monedas! ¡La quinta esencia de la corrupción de los civilizados! No pudo evitar arrgar la nariz, descontento y astiado por el objeto. Aun así, lo tomó, ofreciendoselo a su perro, Fang para que lo oliera. Después miró la moneda, guardandola con total descaro, quizás necesitara darsela al perro para que volviera a olerla. - Cuando sepamos algo-algo volveremos. - Comentó, mirando al pielazul y esperando a que se despida, para marcharse.