Partida Rol por web

Esta impresionante catedral se alza sobre los edificios colindantes, y quizás sea la estructura más alta de todo Tormentos Cristalinos. Desde luego, es uno de sus rasgos más impresionantes. Los muros de piedra blanca de la catedral se elevan casi 100' sobre el nivel del suelo, y la gran cúpula de metal rojo y naranja que remata su estructura cuadrada añade otros 50' más a su altura. El radiante símbolo dorado de Pelor adorna los muros del templo, proclamando su fe con orgullo y sin sombra de duda. Pero a pesar de su grandiosa apariencia, el edificio parece un tanto abandonado e incluso algo sucio.

Con miedo, Phenios alcanzó el umbral del enorme pórtico del templo dorado. No era miedo de lo que le pudiera pasar ahí dentro. Phenios no tenía miedo de lo que le pudiera pasar, pero tenía miedo de no saber que hacer otra vez, de hacer el ridículo y arruinar sus esperanzas de futuro.

Empujó la puerta con el hombro para no lastimarse la mano herida y entró en la estancia.
No sabía nada de aquella ciudad, ni como podría apañárselas para sobrevivir, pero en las montañas grises, el culto de Pelor era conocido por su bondad y el ayudo a los demás.

No esperaba gran cosa, pero tal vez le ofrecieran un cuenco de comida y le vendaran la mano herida a cambio de unas monedas o de realizar alguna labor para el templo.

Se acercó a uno de los sacerdotes, que le observó y midió con la vista mientras se acercaba, dejando pequeñas gotas de sangre en el suelo.

-Disculpe, clérigo, pero no sabía a donde mas ir, soy nuevo en la ciudad y estoy confuso. Podríais ayudarme? me duele mucho la mano, y temo que no pueda volver a usarla. No tengo conocimientos de sanación ni medicina, ni muchas monedas, pero si valor y energía para ayudaros en lo que me pidáis.

La propia catedral es básicamente un gran espacio abierto interior, que consiste en un púlpito central rodeado de numerosos bancos. Sus grandiosos ventanales mantienen el interior bien iluminado durante el día y, por la noche, un enorme símbolo sagrado de Pelor suspendido de la cúpula irradia varias llamas continuas. Con la oscuridad, el resplandor de este símbolo brilla como un faro a través de la cúpula de metal, convirtiéndola en un punto de referencia de noche igual que de día.

La catedral se asienta en un complejo amurallado que también actúa como hospital de la ciudad. Varias residencias de enfermos se alinean en el muro oriental; los ciudadanos enfermos o heridos convalecen aquí bajo el cuidado de los sacerdotes de la iglesia. Hasta hace poco, estos cuidados se cobraban a precios muy razonables, pero la mala racha que atraviesa a iglesia ha obligado a los sacerdotes a subir sus tarifas.

Te diriges a uno de los clérigos cuando una mujer rubia de cara triste se acerca ante ti y con un gesto hace que se retire el clérigo.

La mujer te mira de arriba abajo y toma tu mano poniendo la suya encima. Al principio el contacto de su mano hace que te duelan las heridas pero tras unos segundos un calor empieza a embriagar todo tu cuerpo recuperándote completamente tu mano y permitiendo que la puedas mover y utilizar de nuevo.

La mujer te sonríe a pesar de que ves en su cara como le cuesta horrores hacerlo. Te mira la mano y te la cierra soltándotela. Ahora te mira a los ojos y sin quitar esa sonrisa que te estaba poniendo te asiente con la cabeza y te dice:

- Ahora por favor, ayúdanos.

Congratulado, no puede más que sostenerle la mirada devolver la sonrisa.
Por supuesto, mi señora. Puedo hacer cualquier cosa que consideréis necesaria. Soy capaz de trabajar tanto como cualquiera y no me asusta mancharme las manos. Podría ayudaros en las obras, o tal vez limpiándolo. O tal vez... Soy un buen arquero, aunque no tengo arco.
Parece que el templo no está pasando por su mejor momento y la tristeza de vuestros rostros lo acompañan. Qué ha pasado aquí?

- Tus palabras te honran, joven arquero, mi nombre es Lyra, Lyra Ivessa y soy la suma sacerdotisa de esta catedral. Antaño esta era la primera fe, casi la única que practicaban todos los miembros de esta ciudad. Pero ahora parece que los fieles han decidido tomar otros caminos y muchos se han marchado a la fe del dios Kord. 

Aunque... por unos momentos Lyra se queda callada y no dice absolutamente nada, se queda mirando a la cúpula y una leve luz parece iluminar su mirada, solo por un instante, como si se hubiese dado cuenta de algo.

Aunque no creo que sea todo culpa de Néstor, el sumo sacerdote de Kord, creo que la verdad está en que muchos de mis seguidores están siendo convertidos por alguna fe rival. He oído rumores de que se esconden bajo la tapadera de algún local. No tengo ni idea de por dónde buscar a este nuevo culto, y no creo que atosigar a la gente que ha dejado mi rebaño sea la mejor opción, ya que sino, seguro que no volverán.

No puedo darte más pistas. Es todo lo que sé. Así que si logras enterarte de algo, te lo agradecería.

Cerró y abrió la mano repetidamente, notando como todo volvía a estar en su lugar. Los dedos suaves volvían a moverse con agilidad y respondía con perfección a todos mis deseos.

-Estoy en deuda con vos, Lyra, mi nombre es Phenios. Me habéis ayudado sin conocerme de nada y ahora os ayudaré a vos. Me daré una vuelta y haré algunas preguntas discretas. Tal vez un nombre, o una dirección faciliten las cosas...

En cualquier caso, cuando sepa algo importante, volveré.

- Muchísimas gracias, Phenios, arquero sin arco, hijo de Pelor y de esta catedral, elfo de la mano herida. Esta será tu casa para lo que necesites y aunque no puedo recompensarte por el favor que estás dispuesto a hacernos, solo puedo decirte que aquí tienes tu casa y que curaremos todos los males de los que sufras. Esperamos preto tus averiguaciones, cualquier cosa que nos traigas será de gran ayuda.

- Gracias Phenios. Que Pelor te acoja en su gracia.

Entonces la mujer hizo una reverencia y se marchó de allí con la misma cara depresiva pero esta vez albergando un halo de esperanza en su interior.

Lo cierto es que la religión nunca había sido algo importante para él, pero podría ayudar a buenas personas con hacer algunas preguntas.

Se marchó contento, sería fácil conseguir que le dejaran dormir allí aquella noche.
Al salir, se dió cuenta de que empezaba a tener hambre, pero un cartel le llamó la atención. Qué sería aquella cabra? y a que tipo de recados se referiría?

Solo había una forma de averiguarlo, y tal vez pudiera comer algo en algún sitio.

- Phenios, del Yermo, despierta, por favor. Despierta. Necesitamos tu ayuda. Tu ayuda Phenios!!

Lyra te zarandeaba en la cama en la que estabas durmiendo apaciblemente y te hablaba al oído con la esperanza de que así quizá te despertases.

En un acto instintivo, Phenios salió de su ligero trance de meditación buscando el asta de su arco y las plumas de una flecha.

El vacío que encontró en los dedos de su mano izquierda le hizo sentir un hormigueo, y una pena ligera al recordar lo que había ocurrido.

Unos segundos después, por fin recordó quien era Lyra. Sus sueños le habían mandado muy lejos de aquella ciudad, olvidando a cada instante un poco mas todas las caras que había visto el día anterior, pero esa realidad se condensaba ante él de nuevo, obligándose a hacer algo al respecto.

Las gotas de sudor frío aun le caían por la frente y el pecho desnudo. Las pesadillas son algo difícil de dejar atrás, aunque te visiten cada noche, nadie puede llegar a ocostumbrarse a ellas.

-Dime... Lyra. Que es lo que pasa?

Phenios se puso la camisa mientras escuchaba y se ajustó el jubón de cuero con las correas. Estaba claro que había problemas.

- Phenios, nos han avisado, alguien nos ha llamado, gente de la ciudad. Está muriendo gente. Ha ocurrido algo extraño... no entiendo todavía bien el qué. - La mujer parecía algo confusa y muy nerviosa, de pronto pareció serenarse. 

- Mira eso, dijo mientras te señalaba algo por la ventana. 

Cuando te pones en pie, ves el objeto de su preocupación. Una columna de fuego proviene de algún edificio cercano al río. Las dimensiones de ésta son extrañamente grandes. 

Phenios contempló atónito desde el ventanal la columna de fuego y humo negro que se alzaba al cielo, retorciéndose y crepitando.  Estábamos a casi un kilómetro y aun así podía notar el calor de las llamas en la cara, arrancándole lo poco que quedase de sueño en sus ojos.

Sin perder tiempo, se ajustó la espada a la cintura y coloco las cintas de cuero de su armadura, protegiendo antebrazos y espinillas. El sobretodo se lo pondría por el camino.

-No perderé un segundo. Veré que es lo que está pasando y ayudaré como sea.

Mientras bajaba los austeros peldaños del templo a toda prisa en dirección al incendio preguntándose que podría hacer él. el era solo Phenios, el Yermo. No un gran mago que llamara a las aguas por su nombre. No un auténtico héroe, como los de las canciones, capaces de apaciguar a las llamas con una simple tocata de lira.

Si era un incendio normal, Phenios podría cargar con cubos de agua desde el río, o ayudar a evacuar a los heridos, pero algo en lo profundo de su consciencia le avisaba de que aquellas llamas no procedían de un incendio normal.

Esta impresionante catedral se alza sobre los edificios colindantes, y quizás sea la estructura más alta de todo Tormentos Cristalinos. Desde luego, es uno de sus rasgos más impresionantes. Los muros de piedra blanca de la catedral se elevan casi 100' sobre el nivel del suelo, y la gran cúpula de metal rojo y naranja que remata su estructura cuadrada añade otros 50' más a su altura. El radiante símbolo dorado de Pelor adorna los muros del templo, proclamando su fe con orgullo y sin sombra de duda. Pero a pesar de su grandiosa apariencia, el edificio parece un tanto abandonado e incluso algo sucio.

La propia catedral es básicamente un gran espacio abierto interior, que consiste en un púlpito central rodeado de numerosos bancos. Sus grandiosos ventanales mantienen el interior bien iluminado durante el día y, por la noche, un enorme símbolo sagrado de Pelor suspendido de la cúpula irradia varias llamas continuas. Con la oscuridad, el resplandor de este símbolo brilla como un faro a través de la cúpula de metal, convirtiéndola en un punto de referencia de noche igual que de día.

Se asienta en un complejo amurallado que también actúa como hospital de la ciudad. Varias residencias de enfermos se alinean en el muro oriental; los ciudadanos enfermos o heridos convalecen aquí bajo el cuidado de los sacerdotes de la iglesia. Hasta hace poco, estos cuidados se cobraban a precios muy razonables, pero la mala racha que atraviesa a iglesia ha obligado a los sacerdotes a subir sus tarifas.

Antes de que lleguéis a entrar un elfo gris está saliendo por la puerta del edificio. A juzgar por su aspecto parece como si se acabase de levantar, está armado con una espada y parece como si alguien lo hubiese herido en su mano.

Justo cuando vas a salir del edificio te encuentras con un grupo de aventureros muy peculiar. Algunos humanos, un semigigante y tres de ellos que van la mano mientras están llegando al lugar.

El semigigante arrastra los cadáveres de dos muertos.

Al final de todos llega un hombre alto y grande, no tango como el semigigante pero gran como un oso.

Es un grupo algo extraño, pero todos ellos parecen sucios y cubiertos de polvo y llenos de rasguños por todas partes.

Todos ellos parecen ir vestidos en ropa interior o ropa de descanso. La mayoría parecen llevar tan solo lo puesto, como si hubiesen perdido todos sus objetos...

Me extraño al ver que alguien sale herido de un lugar de donde se supone que la gente se puede curar. Me pongo en alerta, como hago siempre que veo algo extraño. Probablemente no sea nada, Intissar, pero debes de estar alerta. La vida siempre te ha enseñado a hacer caso a tu instinto y a estar alerta. No lo olvides.

Tras ello, sigo andando con el grupo, de manera despreocupada. O al menos aparentándolo así.

Mi mano se dirige instintivamente hacia mi arma principal, un hermoso estoque que me regaló mi padre poco antes de morir. Al contacto de la empuñadura con mis manos, las razones por las que estoy en Tormentos Cristalinos vuelven a situarse fijas en mi mente. En cuanto esté sanada, debo hablar con Layla. Aún tenemos cuentas pendientes con ciertas personas.

El elfo que descendió las escaleras del templo aun se estaba colocando las piezas de su armadura cuando reparó en aquel variopinto grupo.

Que demonios...

Phenios se alarmó al ver aquel grupo de individuos, en concreto, al semigigante que arrastraba los cadáveres. Se trataba de un elfo pálido, de ropajes caros y aspecto alterado. Llevaba una espada al cinto y un carcaj de flechas a la espalda, pero no parecía llevar ningún arco.

-Mas nos vale a todos que no vengáis buscando problemas... ¿qué ha pasado en el puerto? Dice señalando la columna de llamas que se alzaba al cielo.

Aún no he visto al elfo cuando escucho su voz. Me adelanto hasta donde se encuentran Amber y el gigante y enarco una ceja al ver aquella figura sobre las escaleras.
-Disculpe ¿pero de veras cree que venimos del puerto?- digo mostrando nuestras vestimentas: camisones de cama o camisas y calzones.- Hemos sufrido un incidente en la posada la Cabra de Mimbre y venimos buscando ayuda de los seguidores de Pelor.
Miro al grupo y suspiro.
-¿Sería tan amable de indicarnos dónde están las estancias de los enfermeros?- le pregunto.

-¿Qué clase de infamia..?-Pienso al escucharlo.-¿Cómo osa profanar con tan horrendas palabras el templo de Pelor?- Indignada, pero tratando de contenerme, me acerco al extraño elfo con calma.

-Mi nombre es Amber.-Digo sin alterar mi voz.- Sirvo a Pelor allá donde se me necesita, y esta mañana se ha producido una catástrofe en la posada donde me hospedaba. Traemos los cuerpos para que reciban correcta sepultura y purificación, pues, tras una muerte tan violenta, no sería extraño que se levantasen como muertos vivientes. ¿Y tu? ¿Quien eres? ¿Qué haces aquí? ¿Sirves en el templo?.

Ignorando el comentario sobre los muertos vivientes, Phenios se pone en marcha de nuevo, dejando caer las últimas palabras mientras deja de lado a la extraña compañía.

-Lyra está dentro. Es la que se encarga de este lugar. Yo la ayudo en lo que puedo, y ella cree que debo ir al puerto a ayudar.

Una vez ya ha pasado de largo, se detiene de nuevo y se dirige a Amber. Seguramente en un gesto por suavizar la soberbia de sus últimas palabras.

Seguramente también os pedirá lo mismo a vosotros, así que podéis tratar de alcanzarme en cuanto podáis.