Partida Rol por web

Filos llamó a Tanto inmediatamente.

-Hay trasgos en la salida y han visto a mi búho. Esta vez estarán sobre aviso. Lamentablemente, Tantor no sabe contar, asi que no sabemos lo que nos espera. ¿Qué hacemos? Sólo conocemos esa salida.

El búho no sabía contar, pero Cólera era más avispada.

- Yo avanzaría. Si queréis me quedo atrás, por si acaso tuviera que convocar refuerzos.- Seguramente a Cástor lo le gustara que levantara no-muertos, pero eso era mejor que caer en una emboscada.- Antes de que hay que acabar de sanara la cría de dragón. Sus heridas no han acabado de cerrarse.- Hablaba como si Cólera no estuviera delante.- ¿Lo haces tú o yo, Cástor?

Después miró a Filos.

- No debería haber muchos más.- Puso el huesudo brazo en el hombro de su compañero y le susurró unas palabras al oído.

- Si me hieren no dejes que Cástor imponga sus manos en mí. No me haría bien.- Su dios le repugnaba y, dada su condición, podría acabar de matarlo.

Filos enarcó una ceja, intrigado.

-Y como deberíamos sanarte, entonces?

Era la una pregunta que debía esperar de alguien que no tuviera serrín en vez de cerebro.

- Energía negativa.- Eso dejaba pocas opciones más que la autocuración o la compra de pergaminos y pociones creadas para ello.

Filos no se sorprendió. Ya hacía tiempo que se imaginaba por dónde iban los tiros.

-Pues yo de tí compraría un par de pociones, amigo. O lo vas a tener mal si caes.

Entonces se detuvo un momento a pensar.

¿Conoces el conjuro de toque gélido? Te curaría si te lo lanzo?

Gracias al conjuro que Ramase lanzó sobre Cólera, la cría de dragón había logrado sanar la mayor parte de sus heridas.

Ramase sonrió de medio lado.

- Creo que serviría, mejor probar con eso que con las manos de Castor.- Tomaba nota. Comprar pociones y etiquetarlas con un "para Huesos, emergencia sanitaria. Mantener fuera del alcance de los niños"

- Ya estás como nueva, Cólera.- Básicaente el clérigo estaba espoleando a la cría de dragón para que, ahora que estaba curada, atacara a los trasgos. Aunque no iba a dejarla ir sola. Podía llamar refuerzos, como había dicho antes.

Cólera salió disparada, no queriendo escuchar palabras de cuidado o templanza, agitando la cola con alegría  y babeando verde de manera copiosa.

-Está bien, chicos. Último combate de la velada. Tratemos de no morir.

Y, dicho aquello, Filos echó a correr hacia los trasgos, dispuesto a dormir a los que pudiera con su rociada de color.

Los trasgos que estaban en la entrada vieron llegar a Cólera y Filos y no se molestaron en pararles. Antes de que pudieran alcanzarles ya habían huido y se habían metido todos en el interior de su mazmorra.

- ¿Ya te quieres ir?- La áspera voz de Huesos sonó desafiante y prueba de ello era una media sonrisa maliciosa dirigida a su compañero.- Esto no ha hecho más que empezar, me temo. Y nos esperarán cómodamente en sus dominios, aunque esperemos que apenas les queden fuerzas ya.

Filos se dió cuenta de que habría ducho cualquier tontería y sacudió la cabeza para negar lo dicho.

-No me hagais caso, que hoy estoy espeso. Vamos adentro, tenemos aún mucho que matar.

Cástor se había levantado algo taciturno y preocupado, pues ayer los trasgos se habían sacado de la manga nuevas sorpresas, y quién sabía qué más les esperaría allí abajo. Sin embargo, tenían una tarea, si no un deber... Debían pacificar aquellos trasgos y lograr que el Acantilado Verde volviera a ser seguro para sus gentes. Así que, con gesto decidido y las armas listas, se aprestó para seguir a sus compañeros. 

Correteando detrás, Cólera siguió al resto.

Por mucha confusión que hubiese acabarían destrozando todo lo que se les pusiera por delante.

Aquella idea le hizo brincar cada pocos pasos, qué ilusión más grande.

El grupo de aventureros se introdujo en la entrada de la cueva sospechando que les estarían esperando en la sala siguiente, pero se equivocaron. Allí no había nadie. 

La sala de guardia estaba perfectamente recogida, pero los trasgos que habían huido lo habían hecho hacia el interior, así que volvieron a cruzar la puerta y se introdujeron por el agujero que daba lugar al pasillo de la encrucijada de caminos.

Por cuarta vez llegaron al cruce de caminos, a la izquierda quedaba el extraño templo que habían visitado un par de días cuyo final del pasillo aún no habían terminado de investigar. A la derecha la extraña sala donde habían encontrado a Cólera. De frente estaba el último que habían tomado, donde se habían enfrentado contra los enemigos más poderosos de la cueva.

Se sentía como jugando al pilla-pilla y no le agradaba.- Esperemos acabar de una vez por todas con esto.- Trató de envalentonar a sus compañeros para que no fallaran esta vez.

-Creo que los de ayer podrían ser escoltas o campeones de algún tipo... Quizás ese sea el camino para dar con el responsable de esto-comentó el clérigo, apostando por seguir aquel camino. 

Filos miró a sus compañeros y, simplemente, asintió en silencio.

-Así sea.