Partida Rol por web

Emily vio el cuerpo, y pese a no ser algo de buen gusto no apartó su mirada, solo suspiro, a todos les llegaba el momento aunque debía ser desagradable hallarlo de tal modo. Acabado en combate tocaba ponerse en marcha. Solo podian esperar encontrar de una vez la dichosa resina...

Xaz no le hizo mucho caso al cuerpo, aunque apreció el botín a la hora de venderlo a posteriori.

-Eso puede pagarnos un par de noches en la taberna a la vuelta. Ahora, a ver si vemos esa maldita resina.

A pesar de que encontrar un cadáver era lo que esperaba, el aspecto y el hedor del cuerpo hicieron que el guerrero diera un pequeño respingo.

- Que Bahamut se apiade de su alma. - susurró como algo mecánico, un recuerdo de sus años acompañando a un hombre de fe.

Guardó todo lo que parecía tener un mínimo valor salvo el bastón en la mochila sin demasiada ceremonia. Luego rasgó un trozo de la maltrecha ropa del cuerpo que no estuviera demasiado desecha para enrollarlo en uno de los extremos intentando crear así una improvisada antorcha. La noche se acercaba y necesitarían algo para poder ver por dónde se movían.

- Cierto. Lo repartiremos tranquilamente frente a una buena jarra de cerveza cuando volvamos. - dijo con buen ánimo mientras se levantaba.

A continuación, siguió a sus compañeros buscando al esquivo árbol que necesitaban.

La antorcha improvisada de Nathye apenas dio para unos minutos de luz. Los últimos rayos de luz se estaban posando sobre las Marismas Hool y sabían que o lograban hacerse con una mejor fuente de luz o la noche les pillaría allí y podría resultar más peligroso aún de lo que ya era.

Sin mucho éxito en la búsqueda de aquel árbol, se pusieron a dar vueltas sobre sí mismos hasta que llegaron de nuevo ante la extraña criatura que habían matado. Aquel lugar parecía ser siempre lo mismo y aunque en este momento no habían encontrado ningún peligro, no sería raro que si seguían avanzando se toparían con alguno.

Al ver que la improvisada antorcha no duraba mucho, Emily miró torciendo un poco la boca aquel bastón que parecía ir a acabar en la basura, no le hacía mucha gracia llevar un arma, pero si tenía que escoger llevar una, un palo de madera le parecía la opción menos agresiva... Aunque a decir verdad no lo quería para golpear nada.

Se acercó a su compañero preguntando si le podía prestar aquella vara de madera. Puso sus manos en una esquina de este y tras tomar aire un par de veces, aquel extremo comenzó a iluminarse como si fuera una antorcha como la que se apagaba.

Aprovechó para mirar a sus alrededores esperando que en la distancia algún árbol se alzara en espera de que le vieran. Acercándose la noche ya no era cuestión de lo que se veía, si no se sobrevivir puesto que toda zona nocturna tiende a ser más agresiva y lo que nunca se ve aparece para reclamar terreno a cualquier criatura invasiva.

Ahora la oscuridad les acechaba, y nadie del grupo parece ser de esos que se mueven como gatos en la noche, por suerte Emily crea luz de la nada, los poderes mágicos son impresionantes. La parte de ver algo estaba solucionada pero aún no encontraban el árbol que buscaban.

- Tenemos que encontrar ese árbol, debe de tener una pinta especial, si la gente lo usa normalmente.- si las personas normales del pueblo usaban esa resina, seguro que eran capaces de encontrarla.

-Esperad, creo que puedo ayudar a encontrar ese árbol si reconozco la vegetación de la zona...

Xaz comenzó a esforzarse en identificar las plantas, para ver si le daba alguna pista sobre donde buscar algo con resina.

Cuando la sanadora le pidió el bastón, se lo entregó de buen grado aunque le parecía un arma demasiado mediocre para ser utilizada por la mujer. Sin embargo, al ver cómo se iluminaba, agradeció el uso que le otorgó.

Sin detenerse a perder más el tiempo, continuó en la búsqueda del esquivo árbol que tanto trabajo les estaba costando encontrar.

Pocos segundos después de que Elianne iluminara el bastón con su conjuro de luz, pudieron escuchar un zumbido que cada vez se hacía más fuerte e intenso. Parecía el sonido de un mosquito, pero mucho más grande. Ya había anochecido y les había inundado la penumbra, por suerte y gracias al conjuro, podían ver a unos 60'. 

Gracias a la luz del bastón, Nathye pudo ver como tres mosquitos, del tamaño de una paloma se acercaban volando hacia ellos y así no les pillaron desprevenidos.

- ¡No me jodas, lo que faltaba! Estos te chupan la vida entera. - Alvan se puso en guardia inmediatamente.

Buscando dar alguna ventaja al grupo, Emily miró bien a aquellos insectos, quizás si los reconocía podría aportar alguna debilidad de los mismos, aunque eran demasiados encontronazos en tan poco tiempo.

- ir con cuidado, sólo podré sanar un par de veces... Y nos queda una baya curativa como método desesperado.

Xaz maldijo su suerte e invocó a un nuevo perro para que la protegiera. Mejor que se llevara él los picotazos y no la clérigo.

-Por todos los... nunca había visto nada parecido!

Apenas tubo un instante para avisar a sus compañeros de que tenían a aquellas alimañas encima. Nunca había visto mosquitos de ese calibre aunque había escuchado historias de insectos gigantes en alguna ocasión. Con el escudo preparado, Nathye dio un paso al frente para golpear a uno de los mosquitos gigantes con todas sus fuerzas.

- Debemos guardar tu magia curativa para cuando sea estrictamente necesaria. - respondió a Emily. - Mi aura de sanación tendrá que servirnos mientras tanto.

A pesar de que los mosquitos gigantescos no les pillaron desprevenidos, fueron mucho más rápidos que ellos y lograron adelantarse.

El primero de ellos se lanzó sobre Alvan, mientras que los otros dos atacaron a la portadora de la luz. Los mosquitos se posaron sobre ellos y con un gigantesco apéndice que tenían en la parte delantera de la cara, lo clavaron y tal y como había supuesto Alvan les empezaron a drenar la sangre. 

En cuanto Emily las tuvo tan cerca supo que se trataba de estirges. Una especie de mosquito gigantesco que habitaba en lugares templados y pantanosos, que se veía atraído por la luz y que atacaba a sus víctimas justo de esa forma. Primero se posaba sobre ellas y después comenzaba a drenar parte de su constitución. Por suerte para los aventureros, cuando las criaturas estaban suficientemente saciadas, se despegaban y se marchaban de allí.

Después, los aventureros trataron de ayudar a sus compañeros. Xaz invocó a un perro celestial para que le ayudase en el combate, mientras que Alvan y Nathye no fueron capaces de golpear a los mosquitos pues temían hacer daño a sus compañeros y que fuera peor el remedio que la enfermedad.

Finalmente, aquellos mosquitos drenaron la energía de sus huéspedes y se marcharon de allí pues ya tenían el estómago suficientemente lleno. El problema es que Emily cayó al suelo en un estado muy grave. Habían drenado casi toda su constitución y apenas sería capaz de aguantar un asalto contra ninguna otra criatura que se encontrasen.

Xaz pegó una patada a una piedra, enfadada por haber vuelto a desperdiciar otro conjuro y agotar así sus reservas mágicas pero luego vió a Emily en el suelo y se preocupó. No por nada, sino porque estaban en una situación muy complicada y los necesitaba a todos con vida.

Alvan sintió el pinchazo del insecto, y el horrible sonido de succión mientras absorbía su sangre, no pudo responder ya que se fueron antes de poder golpearlos, tan rápido como llegaron, puso una rodilla en tierra, algo mareado tras el ataque.

- ¿Cómo está Emily? Eso ha sido intenso.

La excursión cada vez iba peor, la misión a priori sencilla se estaba complicando mucho.

¿Que había pasado? Ni siquiera tuvo tiempo de decir nada... Todo se volvió negro y la vara aferrada a su mano se abalanzaba al suelo con ella. Ahora no podría ayudar e incluso la baya curativa sería inútil en unas horas puesto que se hizo con ellas por la mañana del día anterior.

Mientras los mosquitos gigantes huían sin que pudieran hacer nada al respecto, Nathye vio como la sanadora se desplomaba. Blasfemó en la lengua de los orcos con algunas palabras que difícilmente podrían traducirse a la lengua común, como solía hacer cuando estaba realmente furioso. No había podido hacer nada y ahora Emily se encontraba en muy mal estado.

Xaz intentaba aliviarla pero el guerrero pensaba que poco se podría hacer por ella en aquellas circunstancias. Los insectos gigantes podrían haberse bebido medio galón de sangre en tan solo un instante. En cuanto la invocadora terminó con los primeros auxilios se acercó a la mujer tendida en el suelo.

- Tenemos que seguir. Yo llevaré a Emily. Xaz, por favor, lleva tú la luz. - dijo tratando de templar el ánimo en su voz.

Antes de que cualquiera de sus compañeros tuviera tiempo para criticar sus palabras, continuó hablando. Era cierto que podría sonar que no se encontraba preocupado por la salud de su compañera pero era aquello mismo lo que le llevaba a continuar.

- Emily parece que está grave. Ha perdido mucha sangre y es posible que necesite al menos una semana para recuperarse. Sin embargo, no sanará durmiendo en la calle y royendo carne seca. Necesita una cama caliente y comida abundante y, con el actual peso de mi bolsa, no tengo medios para permitírmelo. Necesitamos encontrar ese maldito árbol para que pueda sanar y descansar.

Xaz estaba demasiado cansada para poder hacer nada por Emily, así que lo único que pudieron hacer era cargar con la sanadora y continuar el camino. Aunque agotada, la chica aún podía seguir a pie, no había necesidad de esforzarse tanto. El problema es que Emily tendría que mantenerse en un segundo plano en cualquier futuro combate, pues si estado era muy grave. 

Tal y como les dijeron tras varios metros andando en la dirección que les indicaron llegaron a un extraño árbol que era sumamente diferente a los demás. No había duda de que debía de ser ése pues tenía el tronco más recio, sus hojas eran más prillantes y la altura de su copa era muchísimo mayor que el resto. Además sus frutos parecían mucho más apetecibles que el resto de plantas de la naturaleza.

Cuando llegaron al árbol pudieron ver como algo se movía por el suelo de las marismas, como si unas nuevas enredaderas tratasen de volver atraparles. La diferencia es que esta vez no les pillaban por sorpresa. 

Además, colgado de las ramas había dos mosquitos gigantes como los que les habían atacado antes con su aguijón clavado en una de las ramas. Afortunadamente ahora mismo estaban distraídas, pero si llamaban mucho la atención podrían volver a ponerse en peligro.

El grupo era un visión lamentable, como apareciera alguien más para pegarles lo mejor sería salir corriendo, y como colofón, encontraron el maldirto árbol, con raices mosquitos y la madre que lo parió.

- Que os parece, quizás con un buen disparo caigan los mosquitos y las raices vayan a por ellos.