Partida Rol por web

Al llegar frente al paladín de Hextor el sanador de Wee Jas situó sus pertenencias a un lado con un gesto rápido, se arrodilló frente a él y presionó la cabeza contra el suelo, humillándose frente a su persona y mostrando su profunda contrición por lo ocurrido.

- Wee Jas condena tamaña falta, inaceptable ante sus ojos sin propio castigo, más aún cuando se falla ante sus aliados o quienes les sirven -se irguió sin levantarse y con ambas manos le ofreció al caballero su daga ceremonial-. Socar, Castigo de Hextor, ruego os cobréis en mi sangre la mácula sobre vuestra causa y la deshonra que cargo, sea el ícor carmesí prueba de mi arrepentimiento y marca por una falta que jamás he de volver a cometer.

Thorgüs notó que su propuesta había caído en saco roto, no sabía si por desinterés o por la reciente llegada del clérigo, el cual se arrodilló y disculpó ante las palabras de Socar. Aquel tipo infundir respeto y miedo por igual.

Tras esa escena Thorgüs decidió seguir con la búsqueda de los árboles, cuanto antes acabarán antes volverían a la ciudad.
-Vamos, no debería ser difícil encontrar unos árboles en un bosque.

Thorgüs esperaba que eso ayudara a que todos se pusieran en marcha.

    "¿De verdad he cambiado al bufón por este?" Socar no acababa de estar seguro de como encajar aquello, le resultaba extraño que le dieran la razón tan a la ligera y nunca había sabido interpretar correctamente los sentimientos de las bolsas de carne. Sin embargo, no quiso perder tiempo reflexionando sobre algo tan fútil.

    -Dejaron de estupideces y alzaros. El único motivo por el que desearía manchar el suelo con vuestra sangre sería si os interpusieráis en mi camino y, de momento, solo habéis demostrado no ser capaz de seguirlo.- Se volvió de nuevo para proseguir con la búsqueda no sin añadir. -Si esperáis enmendar el error, demostrad que sois al menos capaz para esta empresa y sentíos agradecidos de que por esta vez Hextor os permita seguir respirando.- 

    La sagrada misión se le empezaba a antojar menos gloriosa de lo que habría deseado. El paladín ahora solo deseaba encontrar el dichoso árbol, comprobar sus poderes reparadores y zanjar el asunto para promover el nombre de Hextor antes de seguir con una tarea más apta para sus capacidades.

- Bendito seáis por vuestra gracia y misericordia, Socar; me podré de inmediato a enmendar mi error -consciente de su fortuna el karuth se alzó y comenzó identificar los árboles de alrededor tratando de encontrar el que tuviera las propiedades reparadoras que el paladín había mencionado.

Con un gesto de cabeza saludó a Thörgus y a Dalabrac para seguir buscando, llegando a buscar algún animalillo que pudiese corretear por las ramas, como una ardilla o pájaro carpintero que, de llegar a encontrarlo, podría llegar a ayudarles mucho.

- Cualquiera que quiera sumar sus esfuerzos a los míos es bienvenido, la naturaleza es esquiva en mostrar sus secretos pero juntos deberíamos poder discernirlos -dijo en bajito a sus compañeros quienes pudieran llegar a no estar tan cómodos como él en medio del bosque.

Por las marismas no es que hubiera mucha cantidad de animales, tal vez sí insectos o pequeños pájaros que cuando los aventureros se acercaban demasiado salían volando antes de que pudieran alcanzarles.

Por suerte, Moris encontró un pequeño lagarto con el que pudo hablar y preguntarle sobre el árbol. El lagarto no sabía, ni lo que eran las armas, ni que el árbol tuviera esas propiedades. Solo pudo comentar que la zona era peligrosa, porque había hombres lagarto por la zona e incluso estirges y cocatrices. También pudo indicar que alguna vez había visto a un grupo de "dos patas" por allí rondando, y que siempre se dirigían en la misma dirección. 

Aquello por lo menos ya le indicaba hacia dónde debían dirigirse si querían encontrar el árbol, o al menos alguna otra cosa que otros estuvieran buscando.

Thorgus, a pesar de ser un druida, no tenía mucha experiencia en las Marismas Hool y en los terrenos pantanosos, por lo que no pudo distinguir ningún árbol cuyas propiedades pudieran ser como las indicadas. Y tampoco era capaz de encontrar un camino seguro por el que andar y no terminar cayendo en el pantano. Estaba bastante perdido.

Socar no fue capaz de distinguir ningún árbol por la zona que cumpliera las características necesarias. Pero sí que pudo detectar un rastro de pisadas humanoides que conducían en una sola dirección. No sabía si alguna otra persona habría tomado ese camino para buscar el dichoso árbol, pero al menos era una pista por donde empezar.

Moviéndose de un lado a otro, a veces incluso cerrando los ojos al caminar y echando la cabeza a un lado para escuchar mejor, el karuth se acercó a unos pájaros posados sobre unas ramas que al verle salieron volando, luego a un escarabajo negro y brillante que se escondió al sentir sus pisadas aproximarse, sin embargo había también un lagarto pequeño y molesto por el frío, este se quedó en el sitio, se dejó recoger del suelo y hasta pareció agradecido de recibir el calor de las ropas de Moris.

Con unos gestos de su mano libre y algunas oraciones hacia la Bruja Rubí el lagarto comenzó a dedicarle miradas y ruidos extraños al pálido ser que comenzó a hablar con él.

- Ten calor, no pases frío, ¿hambre? Toma, tuyo, come -dijo desmigando un dátil que tenía guardado en un bolsillo del día anterior y que el lagarto lamió primero para devorar después- ¿Que tengamos cuidado? Hombres lagarto, estirges y cocatrices, sí, son peligrosos -dedicó una mirada a sus compañeros para que tomasen nota de los peligros enumerados- ¿Conoces el árbol que repara y cierra grietas en ramas, piedras y metal? No, entiendo -el karuth pensó un momento- ¿Qué hay de nosotros? ¿Pesados dos patas tapados? ¿Sí? ¿Hacia dónde? -en aquel momento el lagarto dirigió la mirada en otra dirección y se relamió- Compañeros, por aquí suelen pasar gente como nosotros que van en esa dirección, seguidme -les dijo el religioso.

Tras esto comenzó a caminar, llevando al lagarto consigo hasta que este indicase que quisiera bajarse.

- No puedo garantizaros que el árbol esté por aquí pero sí que hacia allí se dirigen muchos como nosotros que pasan por este área, nuestro nuevo amigo también nos ruega que tengamos cuidado pues los peligros abundan -la fortuna parecía sonreírle, esperaba que aquello sirviese para expiar sus faltas.

Thorgüs quedó un poco retrasado del grupo intentando encontrar algo que ayudara con la misión, pero no hubo manera. Tan ensimismado iba con su misión que sin querer se separó un poco del grupo, y a no ser por la ayuda de Darko habría caído ya un par de veces en esas aguas pantanosas

-Esperad un poco, esto no es terreno para enanos gritó tras su segundo resbalón.
Cómo echo de menos las montañas con sus piedras solidas. Pensó para si el enano.

    El clérigo parecía haber sido capaz de demostrar que servía para algo más a parte de vaguear y lloriquear, si no estaba intercambiando comentario petulantes con la mujer que había tenido a bien no seguirles hasta allí. Sin embargo, sus acciones poco lograron hacer para sorprender al paladín de Hextor, el había descubierto ya el rastro sin necesidad de recurrir a triquiñuelas y se aseguró de que todos supieran este hecho.

    -Pse, el camino estaba perfectamente visible en todo momento.- Comentó Socar señalando las pisadas con su maza de armas. -De todos modos, es cierto que lo mejor que tenemos por ahora es seguir el rastro, seguidme y veamos lo que los dioses han preparado para ponernos a prueba.- Acto seguido, el guerrero descolgó su escudo y dio un paso al frente para seguir aquel hallazgo.

Tras las últimas palabras de Morais y al soltar el pequeño lagarto, los aventureros notaron como un montón de vegetación que había en el lugar comenzaba a arremolinarse entorno así misma, como si estuviera viva. Segundos después, sintieron bajo sus pies algo moverse. Eran varias enredaderas que estaban tratando de atraparles.

Cuando quisieron darse cuenta, tenían los pies a punto de ser atrapados por ese montón de vegetación putrefacta que estaba a pocos metros de ellos. 

Las enredaderas cubrieron su cuerpo antes de que pudiese alertar a nadie, con preocupación se dio cuenta que ahora no sería él quien auxiliase a sus compañeros sino que esta vez alguno de ellos tendría que escapar a las enredaderas y acudir al rescate.

    Las hiedras surgieron sin previo aviso aprisionando las piernas de Socar, con rabia trató de golpearlas con su maza para liberarse, pero al parecer tal cosa no era demasiado útil. Lo habían logrado inutilizar y eso lo enfurecía hasta casi cegarlo. 

    -Malditos hierbajos, apartaos de mi camino o arrasaré esta maldita tierra.- Su forcejeo continúo, no había cruzado todo aquel camino para perder el tiempo en aquel lugar.

Si no había bastante con el terreno resbaladizo de repente el suelo empezó a moverse, al fijarse mejor Thorgüs descubrió que se trataba de enredaderas, y el problema no era solo el suelo, sino que las que colgaban de los árboles también parecían estar vivas.

Las enredaderas siguieron apresando a los aventureros, esta vez apretaron con tanta fuerza que sintieron como sus costillas empezaban a quebrarse, y no solo eso, también sentían como si les faltase la respiración. La presión cada vez era mayor, y si no se zafaban rápidamente de aquella extraña criatura, terminarían falleciendo allí mismo sin ser capaces de ni tan siquiera empezar la misión.

Bajo los tejidos de los ropajes acorazados del karuth Moris pudo revolverse como una comadreja y escapar a la presión de las enredaderas, aunque no sin antes sentir algo ceder bajo su pecho con un chasquido.  Por un momento quedó sin respiración pero su mente le conminó a reaccionar de inmediato pues sus compañeros corrían peligro.

- ¡Por Wee Jas y Hextor, aguantad! -les reclamó a sus compañeros a medida que comenzaba a arrastrarse para llegar hasta ellos y ayudarles con aquellas plantas endemoniadas.

    Las hiedras seguían retorciéndose mientras estrechaban las juntas de la armadura del forjado. La rabia de Socar estaba alcanzando sus cotas más altas, especialmente al ver que el clérigo había sido capaz de zafarse y él no, pero ahora era incapaz de gesticular ninguna palabra coherente, solo emitía gruñidos furiosos forcejeando por soltar aunque solo fueran las manos.

Thorgüs notaba como a cada segundo que pasaba esas enredaderas se apretaban más sobre su cuerpo, empezaba a sentirse realmente incómodo en esa situación.
Pudo ver como su compañero escapaba y se dirigía a ayudar a Socar a liberarse. Aún había esperanza.
En un momento de lucidez Thorgüs pidió ayuda, mediante un silbido, a su compañero. No parecía una mala idea, al menos eso pensaba en aquel momento.

Moris fue el único capaz de liberarse de esas enredaderas asesinas mientras que el resto seguían intentando forcejear para quitárselas de encima. 

Moris podía ayudar a alguno de los tres que estaban siendo asfixiados, podría ayudarles a escapar, intentarlo por la fuerza o incluso sacar su daga para dañar a la enredadera y que así les soltase.

Mientras tanto los demás seguían sintiendo como sus costillas iban siendo aplastadas por la presión que ejercía sobre ellos, Thorgus estuvo a punto de escapar, pero en el último momento, la enredadera volvió a agarrarle con más fuerza y Dalabrac perdió la conciencia al instante.