Partida Rol por web

-Esperemos entonces encontrarlos a todos a salvo-respondió Cástor a la comerciante-y puede ser que fuéramos a eso, pero la verdad es que no sabíamos mucho más aparte de que había problemas. Al menos, yo. 

Cualquier otra posible réplica se vio silenciada por la advertencia de Filos. Cástor procuró no mirar, no debía hacerlo o le alertaría. Por suerte, no había llegado a guardar el escudo y la maza, así que podía defenderse llegado el caso.

Caminaban a paso tranquilo junto al carro cuando Filos les advirtió de que tenían compañía. Asintió al filo del ocaso y comenzó a retrasar su marcha disimuladamente para tratar de rodearlo.

El componente del equipo en vanguardia escuchó con atención a Filos, en cuanto el paraje le dio la oportunidad intentó escabullirse silenciosamente para ponerse en posición de ventaja con respecto al trasgo y su lobo, procurando en todo momento acercarse contra el viento. Quería examinarlos bien el primero, tal vez algo en ellos le permitiera resolver la incógnita del porqué de su repentina violencia.

Un trasgo de mirada salvaje surge de los densos árboles y carga hacia Cástor. Sostiene una lanza en una mano, mientras que la otra arde con una llama brillante. Una loba sarnosa corre a su lado.

Filos sabia que podia pasar pero, aun asi, el ataque lo pillo de sorpresa.

Y allí estaba el ser. Como habían predicho, acechándole y con aparentes malas intenciones. Sin embargo, Cástor no era lo bastante rápido, la agilidad nunca fue uno de sus dones, y poco más pudo hacer aparte de observar como aquel ser se le echaba encima a la carga. 

Antes de lo que esperaba, el trasgo del que habían sido advertidos se lanzaba hacia Cástor, había que hacer algo, pero la sorpresa lo había dejado incapaz de actuar a tiempo. Preparó su ballesta con el movimiento entrenado de siempre, sin mirar a otra cosa que a la ardiente extremidad del trasgo, que llamaba su atención poderosamente. Buscó en su memoria algo que pudiese explicar aquel insólito resplandor.

Uff...

Huesos era un saco de huesos y le costaba moverse con celeridad. En lo que trataba de rodear pro la parte que Filos les había dicho otro trasgo, con pinta de "abrazaárboles", salió a la vista acompañado de una loba.

El trasgo descargó la llamarada que tenía en la mano sobre Cástor que le provocó una terrible quemazón en toda su cara. Luego el lobo se abalanzó sobre él y le mordió en todo el brazo. 

El clérigo se había quedado gravemente herido, pero ahora era el momento de sus compañeros de salir en su ayuda. Pues un ataque como ese y no viviría para contarlo.

¡Un puto abraza-árboles!

Castor se llevó dos tremendos golpes así de primeras y no tenía pinta de aguantar mucho más. Al menos permanecía en pie pero, ¿por cuanto tiempo? Clavó su fría mirada en el trasgo y pensó en asustarlo un poco pero luego se lo pensó mejor. Quería matarlo, acabar con su mísera vida, era lo mejor que podía hacer por él.

- ¡CAE!- Su voz de ultratumba sonó mucho más potente de lo normal.

Filos se abrio paso hasta el lobo que atacaba a Castor, extendio la mano libre y pronuncio unas extrañas pañabra con una voz grave y poderosa. Al instante, un chorro multicolor se extendio en abanico sobre el lobo, obligandole a cerrar los ojos para no sufrir los efectos de la magia.

Ramase se acercó hasta el trasgo y le ordenó tirarse al suelo y el trasgo no lo dudó ni un instante y se tiró al suelo y después Filos se acercó a él para lanzar un rollo de colores que lo dejó completamente inconsciente.

El lobo se libró de la rociada de colores que habían lanzado sobre él, y cambió su objetivo. Dejó de lado a Cástor, que ya parecía estar suficientemente herido como para que no supusiese una amenaza y se abalanzó sobre el mágico sin mucho éxito.

Huesos sonrió al ver el efecto de su poder en el trasgo.

Estúpido.- El trasgo sucumbía ante su propia soberbia de creerse capaz él sólo, por muy acompañado que estuviera de su bestia, de poder con aquel grupo. Quizá pudiera con un meapilas como Cástor pero Ramase no iba a andarse con rodeos. Sin embargo el golpe de gracia tendría que esperar, al menos hasta que les diera la información que le requiriesen. Al ver que el lobo dejaba a Castor y se dirigía a Filos, el anciano se dirigió  hacia allí lanzando un ataque con la lanza por la espalda.

Cástor recibió un par de buenos golpes, que le dejaron más cerca de la inconsciencia de lo que le habría gustado estar. Manteniéndose en pie como buenamente pudo, se alejó un paso del lobo, tras unos segundos en los que intentó recomponerse, y canalizó las energías divinas para restañar parte de sus heridas. 

Filos sonrió al ver caer al trasgo y esquivó sin demasiado esfuerzo al animal que le atacaba. La bestia trataba de proteger a su dueño y hacía bien porque, de no ser por su ataque, Filos lo hubiera ejecutado allí mismo. En su lugar, el filo del crepúsculo se concentró en la nueva amenaza y descargó un golpe vertical con toda la fuerza que sus poderosos brazos podían desatar. 

Si le acertaba al animal, estaba muerto.

El lobo volvió a atacar enrabietado por la muerte de su compañero. Esta vez escogió al elfo, que de un mordisco le arrancó hasta el corazón*. Filos vio como el cuadrúpedo lo devoraba, y sin dudarlo un instante se acercó para cercenarle la cabeza de un solo tajo.

Al final lo habían conseguido, pero desgraciadamente uno de sus compañeros, al igual como alguno de los soldados anteriores había sido devorado por aquel lobo.

Filos pateó la cabeza del lobo cuando éste hubo caido. Aquella bestia le habia costado uno de sus aliados que, si bien un poco molestos, prometían ser necesarios para que le encargaran la misión de Acantilado Verde.

El Filo del Ocaso se volvió hacia el trasgo inconsciente con furia en los ojos. Se acercó hasta donde estaba y le quitó las armas.

-Maldita alimaña... -dijo con el hacha en lo alto.

El final, respiró profundamente y se tranquilizó. 

-Vamos a tranquilizarnos. Éste quizás sepa el porqué de los ataques. Puede ser más útil vivo que muerto. Venid conmigo, rodeadlo para que no intente nada cuando se despierte.

Cástor vio con tristeza y pesar como la vida de aquel compañero era arrebatada por el lobo, poco antes de que acabaran con él. Al final aquel ataque de un solo trasgo se había cobrado más vidas de las que debía, y en parte el clérigo se sentía responsable, pensando que podía haber hecho más.

-Pobre Ardhian... Que Pélor ilumine su camino en la otra vida-dijo apesadumbrado, antes de acudir junto a Filos.

-Quizás deberíamos atarlo y llevárnoslo, si nos quedamos aquí quién sabe si recibiremos más ataques. 

- Pues claro. A este nos lo llevamos al Acantilado Verde, no te quepa ninguna duda.- Contestó tanto a Castor como a Filos. Seguro que les iba a contar una historia lacrimógena de  "abraza-árboles". Que si los del pueblo habían contaminado las claras aguas del río, que si los bosques lloraban a sus árboles talados y todas aquellas paparruchas. Huesos no se iba a conmover con algo así y estaba dispuesto a llegar a la verdadera razón de aquellos ataques.- Apresurémonos.- Tomó los restos que quedaban del elfo y los echó junto al resto de cadáveres.- Menos mal que era un camino corto y tranquilo.