Partida Rol por web

La mujer de la torre abre la puerta, y al abrirse se ve a otra mujer. Su nombre es Bell.

El día moría, oculto el sol entre nubes negras que presagiaban tormenta, augurando una noche sin luna ni estrellas que era mejor evitar. Fue un instante el que miró al escondido firmamento, y otro en el que apartó del tormentoso cielo la vista para echar un rápido vistazo tras él, al frondoso bosque que auguraba su final. Una sonrisa cansada, la misma que se le pone a la muerte cuando se la tiene cara a cara, afloró a su rostro antes de que, a fuerza de voluntad, se transformara en un gesto alegre, uno que alejaba cualquier temor o sentimiento de miedo, peligro o tristeza. 

Con esa afable mueca en el rostro se dirigió con pasos rápidos junto a la muchacha que acababa de presentarse como Bell, haciendo una ligera reverencia cuando se puso a su altura, ya dentro de las murallas. 

- Un placer, señorita. - Dijo a modo de saludo mientras subía tras inclinarse, poniéndose recto de nuevo, antes de hacer una señal con la mano dando a entender que la seguirían. 

Me alivia ver que las puertas se abren sin más problema. Parece que esta gente realmente necesita ayuda.

-Buenas tardes- saludo a la mujer que se ofrece a guiarnos con una sonrisa. Luego miro al cielo y murmuro- Casi noches.

Bell nos apremia a que crucemos las puertas. Me pongo en marcha con gusto, siempre se está más seguro tras unas murallas. Las prisas no hacen sino preocuparme. Pronto Lis nos explicará las cosas, supongo, pero no puedo evitar preguntar algo por el camino a Bell.

¿Tan frecuentes son los ataques?- le pregunto- En el trayecto hasta aquí no nos hemos cruzado con nada.

Buenas tardes - saludo Jukka y siguió a todos dentro de las murallas. El clima amenazaba lluvia otra vez y Jukka estaba agradecido con tener refugio. 

Bell les llevó ante la iglesia de Pelor, esperando a que la pregunta de Zirnal se la resolviera mejor Lis.  Allí se encuentraron con la suma sacerdotisa que había enviado la carta a Tormentos Cristalinos. En cuanto llegaron ante ella, miraron con desconfianza a Shi-Hou y comienzó a hablar.

Mi nombre es Lis, soy clériga del grandioso Pelor. ¿Cuáles son vuestros nombres? Todos habréis leído el mensaje de socorro, supongo, pero... ¿cuál ha sido el impulso que os hizo venir aquí? ¿La grandeza personal? ¿El reconocimiento? ¿Dinero?

En cuanto me respondáis procederé a resolver todas vuestras preguntas. Dijo dándole algo de misterio a la misión.

Bell se mantuvo en silencio. Él también. Le agradaba hablar, pero sabía cuando alguien no quería hacerlo, y no era proclive a forzar a alguien a algo que no quería. Se dedicó en cambio a observar a su alrededor, el pueblo, los edificios, los pocos aldeanos que permanecían en la calle, regresando a sus casas o tal vez a alguna taberna. Lo hacía simplemente por curiosidad, por saber dónde estaba y recordar aquél sitio en su memoria, al igual que recordaba cada lugar en el que solía estar; era agradable ver y recorrer el mundo, pero carecía de sentido si no lo hacía parte de él, y también si no se convertía el mismo en parte de ese mundo. 

Tal vez por ese pensamiento fue fácil, cuando llegaron al templo de Pelor, responder a las preguntas de la suma sacerdotisa. 

- Buenas noches, Lis, yo soy Nithael, es un honor. - Dijo presentándose a sí mismo de manera cortés, y sin dar los nombres del resto por el hecho de que veía justo que cada uno fuera dueño de sus siguientes palabras. - Todos venimos con la firme y sincera intención de ayudar, pero cierto es que nuestras motivaciones diferirán, estoy seguro. Yo deseo ser reconocido, pero no es un ansia banal por la gloria, sino mi modo de que todos conozcan mi nombre y sepan, cuando lo escuchen, que aún existe gente que se preocupa por los demás. Puede llamarlo ego, complejo de héroe, o simplemente decir que soy un buen hombre, no me importa, mientras me deje intentar solucionar su problema. - A continuación ladeó la cabeza hacia la derecha, llevó una mano a la nuca, cerró el ojo izquierdo, y sonrió avergonzado, todo en un sólo movimiento. En su gesto pudo verse que parecía no querer decir lo siguiente, pero que era necesario. - Respecto al dinero, bueno - se encogió de hombros -, al menos lo justo para poder comer caliente, darme un baño para quitarme el polvo del camino y tener un jergón bajo un techo en el que dormir sería de agradecer. Je, je.

El trayecto hasta la aldea del Loto había sido un paseo agradable. Tranquilo incluso. Quizá demasiado. Los distintos viajeros con los que cruzaban su camino no huían apresurados. Ninguna bestia les salió al paso. Nada parecía indicarles que aquella zona sufriese los ataques indiscriminados de los animales que habitaban los bosques. Shi-Hou se rascó un codo con gesto intranquilo.

El recibimiento fue rápido y algo brusco. Al menos los habitantes de la aldea parecían mostrar verdadera preocupación por el problema "¿Cómo puede ser un recinto amurallado asediado por simples animales?" Se preguntó el vanara nada más acceder a la aldea.

- Saludos, Lis, yo soy Shi-Hou - respondió el vanara a la sacerdotisa encorvándose en una profunda reverencia - Como Nithael ha dicho yo también acudo con el firme propósito de ayudar. Pero, a diferencia de mi compañero, mi objetivo es volver a casa, y para ello me uniré a cualquiera que me lleve un paso más cerca de mi tierra natal.

El vanara mantuvo su cabeza baja y sin levantarla preguntó.

- No he podido evitar darme cuenta de que los habitantes de esta aldea me observan con cierta suspicacia. ¿Podría preguntar el motivo de esta aparente desconfianza?

Asiento ante la respuesta de Bell. Total, no resultará muy complicado esperar un poco más. Mientras le doy dando vueltas a las posibles dudas sobre la misión, llegamos ante Lis.

-Muy buenas. Mi nombre es Zirnal- saludo, acompañando con un gesto de cabeza tras esperar a escuchar las respuestas de Nithael y Shi-Hou-. Mi motivación para estar aquí... Bueno, hay que trabajar para ganarse el pan, ¿no? -digo, acompañando con una leve risa-. Y si en el proceso podemos ayudar a alguien en apuros, mejor que mejor.

Buenas noches, mi nombre es Jukka - se presento haciendo una reverencia - Soy nuevo en el grupo y vengo desde tormentos cristalinos buscando un beneficio mutuo, tanto terminar con los problemas que enfrenta esta aldea como terminar con los problemas económicos que ahora enfrento, espero que nuestra presencia sea de su ayuda - dicho esto espero la respuesta de la suma sacerdotisa y pensó que tal vez había hablado de mas, él no quería ser responsable de que no les aceptaran para aquella misión.

Lis escuchó atentamente las palabras de Nithael y sonrió satisfecha. ¡Oh, por favor! ¡Eso dadlo por hecho! Dijo. Es lo menos que podemos ofrecerles tras haber llegado hasta aquí. Además empieza a ser tarde, y creo que con la que está a punto de caer no sería una buena idea empezar la misión hoy. Luego escuchó a Shi-Hou. Eso no sé si estará de nuestra mano. No sé si podremos ayudarle a llegar a su casa, pero podría decirnos cómo podríamos ayudarle a resolver esa misión. Después miró a su alrededor y negó con la cabeza. No, no sé de que está hablando. Le dijo. Supongo que nos habrá sorprendido... no sabía como referirse a su aspecto, sin quedar mal, o sin que lo acusaran de racista, somos un pueblo pequeño, concluyó, nunca habíamos visto a nadie como usted. Dijo tratando de salir del paso. 

Después de la contestación, se dirigió al medio de todos, y, juntando las manos, empezó a hablar.

Si hemos pedido ayuda, es por una situación que nos ha desbordado. Como habéis podido ver con vuestros propios ojos, esta aldea está rodeada de un bosque. En toda nuestra historia, nunca habíamos tenido problemas con los animales que la habitan... Hasta hace unos meses. Nos atacaron unas bestias salvajes. Destrozaron a una pequeña parte de nuestro ejército. Al principio pensamos que fue algo fortuito, animales con hambre o buscando nuevos territorios... Pero los ataques continuaron. De hecho, cada vez eran más agresivos y, lo peor de todo, parecían organizados. Eran similar a un ejército, como si alguien los dirigiera...

Una pequeña lágrima surcó la mejilla de Lis. Resuelta, levantó la mirada a los aventureros.

Existen rumores que dicen que el señor del castillo es el culpable. Los susurros nos cuentan que hace tiempo quiso tomar estas tierras por la fuerza, y conseguimos repeler sus ataques... Pero parece que esta vez es capaz de acabar con todos nosotros...

Jukka mira a Lis con curiosidad, que con su considerable belleza casi logra conmoverlo, se pregunta si habrá alguien con tan tremendo poder que sea capas de controlar a su antojo a las barias bestias del bosque, y ciertamente Jukka ignoraba mucho sobre animales salvajes pero dentro de sus conocimientos no había ninguno que indicara que fueran capaces de organizarse por si mismos para atacar un poblado y tampoco alguno que le indicara que alguien pudiese controlar a tantos animales, había escuchado historias sobre druidas capaces de entrenar y controlar a algunas bestias, tal ves dos o hasta media docena pero nunca había escuchado de algún druida con tanto poder.

-¿Quién es ese señor del castillo que mencionas? ¿puedes hablarnos mas de él?¿de donde podría obtener tanto poder?- le pregunto suponiendo que tal vez fuera poseedor de algún artefacto mágico que le proporcionara esos poderes descomunales

El dolor de la mujer le conmovió, tanto que cuando acabó de exponerles la situación, él se arrodilló frente a ella y la tomó la mano entre las suyas. 

- Prometo que este pueblo será librado del mal que lo acecha. - Dijo con una convicción que no dejaba lugar a dudas ni daba pie a réplica alguna. Era su decisión, y así se haría. Antes de levantarse otra vez, rozó, casi un beso, el dorso de la palma de Lis, y sonrió. - Por la mañana pondremos rumbo a ese castillo y descubriremos que hay de cierto tras esos rumores.

Soltó entonces a la sacerdotisa, se apartó un paso, y ladeó la cabeza, mirando de reojo a Jukka. 

- Tal vez tenga un aquelarre de druidas a su servicio. - Respondió, siguiendo el hilo de pensamiento que, según creía, debía estar teniendo el arquero. - Pero sería buena idea que nos contara más sobre él castellano y su fortaleza. - Se quedó pensativo, cayendo en la cuenta de algo. - Por cierto, nos dijeron que otro grupo había llegado antes que el nuestro. ¿Se sabe algo de ellos? 

Me llevo la mano al mentón mientras Lis nos cuenta la historia de los ataques. Estoy a punto de abrir la boca para hacer una pregunta, pero a Lis se le escapa una lágrima que recorre su mejilla. Decido esperar a que termine de hablar.
Cuando Nithael termina su promesa y regresa a su posicion anterior, apoyo una mano en su hombro mientras le digo, sonriente:

-Parece una buena primera gesta para el camino del héroe- entonces se plantea la idea del aquelarre-.Si nos enfrentamos a druidas, quizas haya que estudiar bien la situación.

Cuando las preguntas de Jukka y Nithael han sido respondidas, pregunto:

-Los animales atacantes, ¿son completamente normales? ¿Jabalíes, conejos, lobos...? Quitando el hecho de que se comporten como un ejército, claro. Y, ¿son capaces de sobrepasar las murallas que os rodean?

El vanara se quedó perplejo ante la respuesta de la sacerdotisa, sus ojos como platos. Instintivamente se miró los brazos cubiertos de un fino pelaje marrón y observó a sus compañeros. Entonces su asombro se convirtió en una carcajada.

- La verdad es que me ha pillado por sorpresa - respondió Shi-Hou con los brazos en jarra y negando con la cabeza - Por un momento pensé que sería algo más grave. Sí, me ha pasado otras veces. Los de mi especie no parece que tengan por costumbre pasearse por estas tierras. Soy un vanara en vuestra lengua, un wukong en la nuestra, un hombre mono si lo preferís. Mi hogar, Shui-Tung, se encuentra al oriente más allá de oriente. Es probable que no hayáis oído hablar de este lugar, pero os estaré eternamente agradecido si sabéis de alguien que pueda ayudarme en mi empresa.

Dicho esto y tras asentir por última vez el monje dio un paso atrás mientras esperaba que las dudas de sus compañeros fueran resueltas. Disponer de un sitio donde dormir aquella noche era para él recompensa suficiente tras la larga caminata.

El señor del castillo... Parecía como si a Lis le diera cierto respeto o temor hablar de él, pues se puso aún más seria si podía 

No sabemos mucho acerca de él. Ni siquiera le hemos visto, sólo su presencia se hace notar. Enviamos a un grupo de tres diplomáticos para que hablaran con él, para saber si era el causante de los ataques y de conocer los motivos. 

Como no teníamos noticias, a la semana enviamos a tres miembros de nuestro ejército... Y tampoco supimos de ellos.

Y poco después, fueron el resto. Al cabo de los días llegaron unos osos portando un gran saco. Cuando abrimos para ver que era, comprobamos que había una nota Rebuscando por sus ropas, saca un papel De hecho, esta:

Como muestra de mi generosidad

aquí tenéis los cuerpos de los caídos

para que reciban el entierro digno que se merecen.

 

Las cabezas son para mí,

para ampliar mi colección.

 

Pronto acabaré con vosotras.

Rezad a vuestros dioses no os servirá de ayuda.

Ayer vino otro grupo de aventureros, encontramos el cuerpo de tres de ellos, pero desconocemos el paradero de los otros dos. Eran dos druidas, uno de aspecto felino y el otro una semielfa muy joven. Ambas iban acompañadas de lobos, temo que se volvieran en su contra o que al final se uniera a sus filas. En ese momento, lanzó otra mirada de sospecha hacia Shi-Hou. Rápidamente la apartó, para que no pudiera darse cuenta.

Meca apareció entre vosotros y se acercó a Lis en el hombro.

Cuando estábamos leyendo la nota, los dos osos nos atacaron. Habíamos sido tan poco precavidos que nos habíamos quedado en la puerta leyendo la nota. 

Por suerte, yo acabé con uno de ellos, y Lis y Bell con el otro.

No podemos aventurarnos a ir al castillo, pues, por un lado, sólo somos tres, y por otro, la aldea se quedaría sin protección ante un ataque directo, por eso hemos pedido ayuda.

Fue ella quien contestó a las preguntas de Zirnal. Depende de los animales, hay algunos que no han podido traspasar las murallas, pero otros son capaces de volar o de treparlas sin problema, y sí, efectivamente, son animales aparentemente normales, salvo por lo que comentáis, actúan como si fueran un ejército. 

Actúan como si fueran un ejercito - repitió las palabras de Meca pensativo - un ejercito de colmillos y dientes... - se quedo pensando en el problema que aquejaba a aquella aldea, sin duda era grave, mas grave de lo que él pensaba en un principio cuando se entero en tormentos cristalinos, pensó en la posibilidad de buscar el origen de aquel problema, tal vez capturando a algún soldado enemigo he interrogándolo, pero ¿como interrogas a un animal?
 Sin duda era muy peligroso si quiera acercarse a donde se encuentra el origen de esto, ¿como llegar hasta el señor del castillo? solo un animal, tal vez Shi-Hou... y por un instante miro a Shi-Hou con interés, pero no, seria muy arriesgado.

¿Que otra cosa nos podrían decir sobre todo esto? - pregunto - no se, ¿algún punto débil de los animales? ¿algo que se repita en su comportamiento, como si atacan a la misma hora o que días, en alguna fase de la luna? ¿llevan algún artilugio con ellos, collares, cascos, algún objeto mágico?

¿hay druidas en esta aldea? - pregunto por ultimo

Atendió a las dos mujeres – Lis y la que apareció de repente –, y asintió ante todo aquello que decían. Prestó atención interés a la nota, quedándose pensativo tras ser leída, consciente de que de las palabras de un hombre podía saberse como era, y aquél no parecía especialmente agradable. Finalmente, cuando acabaron de hablar, simplemente dio una palmada.

– No os preocupéis, no acabaremos como los anteriores enviados, nuestras cabezas están bien donde están, y a ninguno nos gustaría que se nos perdiera – rió; era por supuesto, una broma, un comentario jocoso intentando animar aquél lúgubre ambiente que había descendido sobre ellos con la mención de tanta muerte. No sabía si funcionaría o no, pero a él hizo sonreír –. Es una suerte, además, que nosotros no llevemos animales con nosotros, no habrá ataques por sorpresa de entre nuestras filas, y resolveremos esto a la vieja usanza. Ese hombre no merece compasión ni perdón, y no la tendrá cuando demos con él.

Esto último lo dijo acariciando el frío metal de su cadena, confiado en sus posibilidades. Parecía que iba a decir algo más, pero el último integrante del curioso grupo que habían formado preguntó algo más, y por educación y respeto calló decidido a escuchar. 

Suspiro mientras le doy vueltas a la idea de asaltar un castillo, pero todos los indicios parecen apuntar a este hombre. Parece que Nithael confía en su habilidad de combate, y aunque me inspira algo de confianza sigo pensando en cómo podríamos hacerlo.

-Mi cabeza está bien en su sitio- le sigo la broma, tras una risa simple - Quizás entre nuestras filas no, pero habrá que andarse con mucho ojo. Creo que lo mejor sería investigar con cuidado los alrededores del castillo antes de tratar de acercarnos.

Espero entonces a que Jukka vea respondidas sus dudas.

-Bueno, tiene pinta que nos tocará hacer una visita a este lugar. Deberíamos también averiguar cómo llegar hasta allí- corto la frase con un bostezo- pero será mejor que primero tomemos un descanso. Al menos yo lo necesito.

Ante las preguntas de Jukka, Lis negó con la cabeza, desconocemos nada de eso, no hemos descubierto ningún punto débil, pues de saberlo es probable que ya los hubiésemos derrotado, y no, no sabemos ni cuando van a atacar, ni qué clase de bestias, ni tampoco la hora o el lugar, tampoco hemos visto que lleven nada consigo. Terminó encogiéndose de hombros sin poder facilitarles más información. Solo quedamos nosotras tres y el resto de campesinos y pueblerinos, por eso lanzamos la petición de auxilio, necesitamos gente experta, nosotras no podemos dejar al pueblo solo. Ya no.

La broma de Nithael no le arrancó ni una sola sonrisa a ninguna de las tres, estaba claro que lo habían pasado mal y habían sufrido mucho y no tenían muchas ganas de chistes. 

Para dirigirse al castillo, les mostraré una salida secreta del pueblo por la muralla de la parte de atrás. Se deberán internar en el bosque y el castillo siempre se ve. Si no lo vieran, sólo deben subirse a algún árbol. Pero mejor dejarlo para mañana, la noche se acerca, tomad total libertad para visitar el pueblo. La taberna está allí.

Señaló a una casa que tenía en la puerta un símbolo de un gorrión

Aquí les dejo, tengo cosas que hacer en el templo