Partida Rol por web

Turno 015 - analepsis

Gwalin miró a Agranil escuchándole lo que decía mientras asentía a lo que iba diciendo, como dando validez a sus palabras, aceptándolas y acatándolas. La palabra de un enano era sagrada y se cumplía a rajatabla. De hecho el honor de un clan o familia no se limitaba a las guerras y trofeos conseguidos, si no al cumplimiento honroso de lo que prometía.

Luego miró a Dorhand y también asintió. Ese punto lo tenía claro, pues siempre que había trabajado para alguien lo había acordado de esta manera.

Por último se fijó en Egorant y escuchó atento lo que decía. Un pequeño gruñido casi imperceptible salió de su boca, arrugando un poco la nariz y levantando sutílmente los pómulos, cuando mencionó que si encontraban algún objeto naugrim lo mejor sería venderlo y repartir su valor entre todos, aunque cambió su cara cuando mencionó que se podría llegar a un acuerdo.

Por último habló nuevamente Agranil quien le invitó a formar parte del grupo, ofreciéndole la mano para cerrar el acuerdo. Entonces una sonrisa amplia apareció en la cara del enano, quien se acercó a más ala mesa y estrechó con gusto.

-Por supuesto que acepto. Gracias por aceptarme en su grupo -dijo escuetamente el enano mirando fíjamente a los ojos de Agranil.

-Y ahora que hemos cerrado el trato ya podemos beber -dicho esto cogió el vino que le habían ofrecido y levantando la copa miró a los allí reunidos y brindo.

-¡¡Por el viaje!! ¡por que encontremos nuestro destino y que Aullë nos acoja si nos pasa algo! ¡¡Salud!! -dicho esto el enano se llevó la copa a la boca y se la bebió de un trago.

-Mmmmm, buen caldo, se nota que se cuidan bien. Eso me gusta -dijo agradecido Gwalin visiblemente feliz.

Turno 015 - prolepsis

El enano salió de la sala donde se había reunido con los esgarthonianos, se dirigió a la mesa donde antes estaba y donde ya esperaban la mayoría de sus compañeros. Antes de llegar cambió de dirección y fue a la barra para pedir una cerveza. La contratación había terminado y ya podría beber lo que quisiera.

Al poco, medida ya su cerveza salió Freagulf de la entrevista. Gwalin alzo la cabeza como llamándole y le hizo un hueco a su lado en la mesa. Pero el ailgratha estaba meditabundo como si algo no hubiera cuadrado como hubiera deseado. El guerrero naugrim no le dijo nada, simplemente se limitó a acompañarle y beber en silencio, escuchando a los demás compañeros.

Hasta que por fin pareció cambiarle la cara y entonces ya le habló.

-Por fin encuentras lo que andabas buscando ahí dentro -dijo señalando con la jarra a su cabeza, iniciando a conversación-. Espero que sea para bien.

Turno 015

- Maese Gwalin..., contestó, intentando disimular una pena que no mostraba su rostro. - ... yo sigo esperando.

No todos podía saber de su vida, pero no era momento Era un soldado. Muchos de aquí lo habían sido, y la guerra continuaba en muchos sentidos. Incluso, acabada la contienda, muchos soldados siguen ... sus mentes ... en los combates. Lo malo, es que tras la guerra, no todos los temas acababan de zanjarse. En estos momentos, la guerra no sabía como estaba de acabada, pero, lo que si estaba claro, es que muchos temas estaban más candentes que nunca.

El naugrim tenía razón. Había encontrado a la persona, pero aún no había encontrado el camino. Seguía mirando hacia donde tenía que mirar, pero igual, sus ojos no estaban abiertos todo lo que deberían. Estaba en ello. Sonrió ante los comentarios de su compañero.

Turno 015

Ante la respuesta de los esargothianos Leofred se rascó la nuca, y puso cara de sorpresa y remordimiento. Era evidente, que había exagerado notablemente la oferta de sus futuros patrones. - Ruego que me disculpen, me he dejado llevar y mis deseos han pasado antes por mi lengua que a mi sesera. Todo hombre tiene derecho a soñar un poco, pero por supuesto que ha sido una solicitud ridícula por mi parte. - Bien mirado era cierto que tampoco era una mala oferta, con suerte, si la misión de Agranil se alargaba, tal vez igualmente podría malvender su vieja mula en un mercado y pagar con la suma un caballo de tiro aún no echado a perder, si es que había alguien dispuesto a vender uno.

- Acepto su generoso pago. No se arrepentirán. - sentenció finalmente Leofred tendiendo sin más pudor su mano al agradable Agranil. Al fin y al cabo no tenía tiempo de sentir vergüenza cuando ante él se extendía la posibilidad de ganar más dinero del que estaba acostumbrado a reunir, y tal vez incluso añadir una historia a su repertorio en la que él mismo fuera uno de los protagonistas. Aquella perspectiva no hacía más que animar al bardo, aún joven de espíritu.

Turno 015 (Prolepsis)

Ocasionalmente, Grimbeorn se asomaba por el ventanal para observar quiénes permanecían en la sala común y quién faltaba antes de retomar el hilo de sus pensamientos. Sin embargo, no permaneció demasiado tiempo fuera, frente a La Rosa de los Vientos. Con las calles vacías, el silencio sólo era interrumpido por los quedos sonidos procedentes del interior de los edicifios. El ruido de la naturaleza parecía quedar acallado por el cinturón de piedra que protegía Tir Anduin, como si la villa perteneciese a otro mundo desconectado de los frondosos bosques, las vastas llanuras, las imponentes montañas o los bravos ríos. El animista se sintió huérfano por unos momentos, sus pensamientos se alejaron de la busqueda de los orientales y se preguntó cómo podían vivir de aquel modo, rodeados de piedra labrada y madera tallada.

La sensación cortante y entumecedora del frío en sus pómulos le devolvió a la realidad. Llevaba ya un tiempo fuera y la frialdad del aire había dejado de ser vivificante. Echó un último vistazo al cielo antes de volver a entrar a la posada. Cerró la puerta tras de sí y, por unos instantes, paseó la mirada por los grupos que, sin muchos cambios, charlaban discretamente entre ellos. Pensó en acercarse a alguno para escuchar con más detalle de qué hablaban pero prefirió finalmente esperar a que Agranil les hiciera saber su decisión antes de inmiscuirse en nada. Asi que buscó al rohir con el que compartió mesa y se acercó mientras se despojaba del yelmo.

- ¿Ha sonreido la fortuna a Edan de La Marca y encontrado lo que buscaba? - El animista no alzó la voz pero tampoco hizo especial esfuerzo en cuchichear como si estuvieran intercambiando secretos vitales para el reino.

Turno 015 - prolepsis

-Mmmrrrrrrrm -rumió el enano contestando a las palabras de Freagulf antes de darle otro trago a la cerveza. No le forzaría a hablar, pues a él tampoco le gustaría que le hubieran preguntado porqué de su situación. Si al final encontraba el motivo y quería compartirlo él le escucharía.

Tras el trago se limpió el bigote con el antebrazo y luego dejó la jarra en la mesa que compartía con los demá. Parecía que todos estaban también callados, ensimismados en sus pensamientos. -Quizás sus reuniónes han sido drásticas, o les han pedido cosas que no tienen, o quizás les pidan dinero para trabajar...¡bah!, que tontería -se autorreproché el enano mientras pensaba en ello.

Viendo que nadie tenía ganas de hablar, Gwalin sacó una pequeña aceitera, un trapo y una piedra de afilar. Tras esto sacó su hacha y comnezó a bruñirla y luego a engrasarla. El guerrero era concienzudo en su trabajo y le gustaba tener todos sus aperos en un estado optimo para ser usados. No quería sorpresas en el momento más inoportuno.

Turno 015

Analepsis

Le agradezco las palabras amables, señor Agranil. Realmente me parece una empresa ilusionante y creo que se me nota en mi espíritu. Además, siempre he oído que los jóvenes tenemos energía de sobre y ganas de gastarla. Pero no crea que siempre soy así. Cuando estoy en mi medio, que es la naturaleza y el camino, me transformo y soy muy sereno y concienzudo.

El joven dunadan estaba contento solamente por el hecho de estar ahí y que le dieran una oportunidad. Pero esperaba que le hicieran más feliz dándole la oprtunidad de mostrar su valía en la expedición de Agranil.

No les voy a pedir nada. De hecho casi les tendría que pagar yo a ustedes. Como pueden ver soy muy joven y todo lo que quiero es que alguien me den la oportunidad para coger experiencia. No es que no la tenga, pero siempre se está aprendiendo cosas y más a mi edad.

Qué, ¿les he convencido?

La pregunta era para los tres, pero la mirada del joven iba directamente a los ojos de Agranil, esperando a que se decidiera.

Turno 015

Finalmente Leofred salió de su entrevista con el Esargothiano, aún un poco tenso, pero satisfecho. Estiró los músculos y se permitió relajarse, no era un hombre hecho para las discusiones serias.

Quienes ya habían terminado habían decidido quedarse por allí. El bardo sentía cierta curiosidad, y de todos modos no podía seguir hablando con Hallfrid, el único con quien había entablado conversación, ya que le habían llamado inmediatamente después de que él abandonase la habitación. Decidió acercarse a conocer un poco a sus posibles nuevos compañeros.

- Buenas noches tengan ustedes - saludó alegremente a los hombres vestidos con armadura y pelo trenzado que habían sido entrevistados antes que él - Perdonen si les interrumpo, creo que no nos conocemos. Leofred. - se presentó al tiempo que alzaba una mano para estrecharla - También han solicitado unirse a la comitiva de Agranil, por lo que creo. ¿Puedo preguntarles algo? ¿También a ustedes les han mantenido en secreto en qué consiste su objetivo? Me ha resultado extraño, si me permiten que se lo diga. -

Turno 15_Prolepsis

Edan dejó el reservado y se dispuso a abandonar la posada. Pagó sus consumiciones con las últimas monedas que le restaban y se despidió de Rovis agradeciéndole el servicio.
Cuando pasó al lado de la camarera depósito un estaño sobre la bandeja que portaba a modo de propina y le dijo:

Tal vez esto te ayude a sonreir un poco su comentario era inofensivo pero con cierta mordaz. Queria evidenciar delante de la empleada que se habia dado cuenta de su despreció por no parecerse a uno de aquellos comerciantes aburguesados, y que no le habia gustado.

Habia quedado con los comerciantes para reunirse nuevamente, pero Edan sabia que no podía permitirse alojarse en "La rosa de los vientos" de modo que habia decidido regresar al "Tejon azulado" para pasar la noche.

Antes de abandonar el local, sin embargo, se detuvo un momento para despedirde de Grimbeorn. El hombre de los bosques con quien habia hecho buenas migas durante la tarde.

Eso espero Grimbeorn respondió, mucho mas relajado que en los momentos previos a la reunión. No he concretado nada por el momento, pero es posible que si. Se apoyó en el saliente del ventanal donde se encontraba y miró hacia fuera con nostalgia.

El tiempo no se detiene ahi afuera... reflexionó en alto.

...y ¿que hay de ti amigo? ¿Has conseguido la información que venias buscando?

El rocío de la noche se hacía visible en el exterior, en forma de ondulantes regueros casi imperceptibles que titilaban al reflejo de los candiles y las antorchas. Lejos en los tejados, el humo de las chimeneas ascendia blanco y denso, serpenteando hasta perderse en la pantanosa neblina ribereña.

Turno 015 (Prolepsis)

- Es posible que lo haya hecho, aunque los esgarothianos tenían sus condiciones. Creo que hemos llegado a un acuerdo, aunque no puedo afirmarlo hasta que hagan pública su decisión. - El animista miró a través del ventanal. El exterior no parecía haber cambiado mucho desde que estuviera en la calle, pero el rohir lo observaba con aire melancólico. Era difícil aventurar los pensamientos que bullirían en su cabeza para evocar aquel sentimiento.

En ese momento, una nueva voz se unió a la conversación. El norteño giró sobre sus talones, más interesado en el nuevo tertuliano que en la calle vacía del exterior. Era un hombre alto, de cabellos claros y pelo facial bien cuidado. Si no se equivocaba, era el mismo que había estado hablando antes de la reunión con los lugareños aparentemente ebrios. Y uno de los interesados en reunirse con Agranil, a juzgar por las propias conclusiones que expuso sobre ellos. Grimbeorn se atusó el bigote con gesto reflexivo por unos momentos en los que sopesó cómo responder sin comprometer la promesa hecha a Agranil.

- Sólo sería extraño si no se pregunta. - El animista replicó con naturalidad, como si constatase una obviedad. - Por cierto, soy Grimbeorn, de los Lothdiuda del Bosque Verde... de las Hojas Verdes. - Se corrigió sin pretender mostrar molestia mientras hacía una leve inclinación, con el brazo izquierdo cruzado sobre el pecho, en dirección a Leofred. Luego se giró parcialmente hacia Edan, aunque se abstuvo de presentar al rohir, ya que parecía el tipo de persona capaz de hacerlo por sí misma sin esperar a que otros se adelantasen.

RESOLUCION TURNO 015
 

Un apretón de manos tras la conversación, bastó a ambas partes para cerrar el trato. Todo lo encontrado seria repartido, pudiéndose negociar la posibilidad de quedarse con cuantos objetos de manufactura enana encontrasen. En principio parecía un trato justo a pesar de no conocer exactamente la misión. Tanto los esgarothianos como Gwalin, sonrieron satisfechos. Contaban con el naugrim.

Aunque no había bebido al principio, no dudo en dar un largo trago al vino que antes había rechazado.

- Le pido una ultmia cosa - le dijo Agranil - No hable de lo aquí tratado por el momento, pronto os reuniremos - le dijo el regente. Tras ello, el naugrim se levantó y marcho satisfecho al salón principal.

RESOLUCION TURNO 015
 

El eriadoriano era un tipo sencillo. Estaba algo embriagado por la bebida, la búsqueda de información había requerido ingerir algo más alcohol del que estaba acostumbrado. No estaba borracho, tan solo algo “alegre”. Sus palabras no eran tan espesas como él pensaba, aunque sí que se notaba cierta descoordinación en lo que decía. No parecía importar al grupo de esgarothianos.

Hallfrid solo quería volver a casa, regresar a su hogar y disfrutar de una vida sencilla. Sin embargo, algo le empujaba a acompañar a Agranil. Sabía que no sería un viaje normal, que tal vez se metiesen en problemas. Eso estaba lejos de su propósito, pero le brindaba la posibilidad de ir a Minas Tirith. No tenía demasiado que ofrecer a su parecer, sin embargo, poseía algunas capacidades que lo hacían destacar de entre los demás.

Se concentró, había aprendido a ignorar todo lo que lo rodeaba, aspiro fuertemente para tratar de percibir algún olor diferente. A su nariz le llegaron multitud de olores, el olor de la comida en la cocina, el agrio olor de la cerveza, la madera pulida de la estancia, el dulce vino que reposaba en la jarra… Era una mezcolanza de olores que se entremezclaban creando nuevos aromas, algo con lo que se deleitaba a menudo. Entre todos los olores pudo distinguir uno cercano, a ajo, pero no el olor de alguien que ha mascado uno, sino más bien el de un ajo entero, sin cortar ni pelar. No supo con certeza de dónde provenía, pero alguno de los presentes llevaba un poco en alguno de los bolsillos.

RESOLUCION TURNO 015
 

Los esgarothianos se mostraban dudosos, no estaban seguros de que alguien tan joven, tal vez demasiado entusiasta, encajase en su grupo. Ellos buscaban experiencia, sigilo y serenidad. Ional no parecía encajar en sus esquemas. Sin embargo, por alguna razón, Agranil lo miraba como si supiera que toda aquella energía podría venirles bien llegado el momento.

- Yo creo que puedes ofrecernos mucho, más de los que incluso tu imaginas - dijo Agranil - Vendrás si estás dispuesto a ello - se limitó a decir para después de tenderle la mano.

RESOLUCION TURNO 015
 

El bardo se sentía un poco avergonzado por la cantidad pedida. Excedía por mucho las posibilidades de aquellos hombres, pese a ser comerciantes pudientes, o al menos parecerlo. El dunadan no dudó en aceptar la oferta esgarothiana, no sin antes disculparse por lo que había pedido inicialmente. Agranil se mostró satisfecho, realmente contaba con Leofred, y estaba seguro de que podría aportar bastante al grupo que estaban por formar.

- Sea pues - dijo Agranil apretando con fuerza la mano de Leofred - Ahora espérenos fuera, enseguida nos reuniremos de nuevo para informales de lo que está por llegar.

RESOLUCION TURNO 015
 

- Lamento no poder, por el momento, decirle nada más respecto a nuestros planes - contesto Agranil - Mas tarde reuniremos a los seleccionados y los pondremos al dia - dijo sin declarar la intención de contar con Edan directamente.

- Si, buscamos a cinco - dijo Egorant seriamente - y ya informaremos todo cuanto se requiera saber, a su debido momento - añadió el comerciante bastante arisco.

- No vamos a mentirle, no será un paseo, el precio es justo - continuó Dorhand - No habrá lobos, se lo prometo -  añadió sonriendo.

Agranil le tendió la mano, y tras estrecharla le pidió una cosa más - Por favor, no mencione nada de lo aquí hablado - pidió amable antes de despedirse.

RESOLUCION TURNO 015
 

El salón era caldeado por una chimenea que estaba en la pared. En el hogar las lamas bailaban y crepitaban mientras propagaban su calor. Las lámparas de aceite estaban encendidas, los candelabros tenían velas nuevas, y casi todos disfrutaban de un buen trago. Rovis y Wilda atendían a los clientes con disciplina y una sonrisa. Fuera, las temperaturas bajaban rápidamente, el sol había desaparecido y su calor se disipaba empujado por el gélido viento invernal.

El local estaba no estaba precisamente vacío. Varios grupos se sentaban en distintas mesas, más o menos elegantes podían diferenciarse con claridad entre los que ostentaban puestos de importancia en la ciudad, y los que aun siendo pudientes pertenecían a una clase algo más baja En contraposición estaban los recién entrevistados por Agranil, que esperaban su llamada. Por supuesto, el resto los miraba con desdén, como si los considerasen seres inferiores. Ajenos a esas miradas, el grupo comenzaba a unirse, a presentarse, todos se habían reunido con los esgarothianos, y todos esperaban que se pronunciase en los siguientes momentos.

Turno 016

Gwalin limpiaba y engrasaba cada una de sus armas meticulosamente. No dejaba na da al azar y una vez acabada una de sus armas, la guardaba cuidadosamente en su funda. Todo tenía un lugar en la mochila y los pertrechos del naugrim, pero sobre todo lo tenían sus armas, de las que nunca se separaba.

Al poco terminó su tarea y guardó todo lo que usó para limpiar sus armas y al momento se sacó una bolsita con tabaco picado y una pipa de madera con cabeza de un enano tallada. La llenó y la encendió. Cuando iba a guardar el tabaco, el enano miró a los compañeros que estaban cerca y les ofreció tabaco.

-¿Gustáis? -dijo escuetamente Gwalin alargando el brazo con la bolsita de tabaco por si alguien quería fumar de él.

Turno 016

El joven estrechó la mano de Agranil feliz por fin de ser aceptado en el grupo que iría al sur. Atrás quedaban muchos momentos junto a su padre aprendiendo el oficio de montaraz junto al grupo de montaraces del norte. Era un nuevo reto que debía abordar con total convicción y entusiasmo.

Gracias por la oportunidad, no se arrepentirán. Haré todo lo que esté en mi mano para conseguir su objetivo y para ayudar a que el bien venza sobre el mal.

Inoal salió por la puerta ilusionado con una sonrisa en la boca. Esta era la aventura que siempre había deseado vivir y la aprovecharía segundo a segundo.

Turno 016

Ional se sentó en la mesa que antes estaba sentado y miró a sus compañeros. Sus rostros eran poco animados y parecía que se le había caído el mundo encima. Todos menos el enano, que limpiaba sus armas ajeno a todas los problemas que sus compañeros pudieran estar pensando o viviendo.

Al instante empezó a recoger sus armas para y sacó una bolsa de tabaco que ofreció a los que estaban en la mesa. El joven cogió la bolsa y sacó su propia pipa, llenándola del tabaco del enano.

Gracias compañero. Soy Ional, montaraz del Norte. Buen tabaco tiene usted. ¿De donde lo ha sacado?

TURNO 016

Hallfrid aguardó algunos momentos en silencio, escrutando los rostros de sus anfitriones en busca de alguna pista sobre las sensaciones que pudieran haber dejado sus palabras. Por supuesto, no descubrió nada. Aunque lo cierto era que tenía pocas expectativas. Pues jamás había destacado precisamente por saber leer a la gente. Más bien... todo lo contrario.

Sin embargo, mientras el silencio se adueñaba del sereno ambiente, el joven campesino no pudo evitar que su mente vagara por cualquier lado, un poco impulsada por la ansiedad propia de su estado de semi-embriaguez, y otro poco, porque no estaba demasiado acostumbrado a ese tipo de inactividad tan cargada de tensión que solía presidir cualquier negociación o entrevista.

Así que pronto se descubrió a sí mismo recordando su granja natal, y recorriendo los lugares que conocía desde su más tierna infancia. En eso estaba, cuando la imagen del Viejo Horlong apareció en su mente, con su barba desgreñada y su sempiterna mueca de disgusto dibujada en el rostro... y también aquel omnipresente hedor que emanaba de la ristra de ajos que llevaba siempre colgada al cuello. Era para ahuyentar a los malos espíritus, decía...

De repente, aquel recuerdo pareció devolver de inmediato al joven campesino a su realidad actual, al sentir el atribulado Hallfrid que, de algún modo, el hedor del viejo Horlong se había trasladado hasta aquella misma habitación.

Confundido, el muchacho olisqueó el aire unos momentos, hasta que finalmente posó su mirada intrigada en los sujetos que tenía al otro lado de la mesa.

- Disculpad mi intromisión, nobles señores... - comentó por fin con aire decidido, a pesar de la evidente reticencia que tenía a meterse en cuestiones que le eran ajenas - No es que quiera saber cosas que no deben ser contadas...

- Pero decís que necesitáis a alguien que pueda distinguir el bien del mal. Y bueno... también lleváis ajos en los bolsillos. Y todo el mundo sabe que sirven para ahuyentar a los malos espíritus. ¿Acaso pensáis que algún mal pueda acechar vuestra misión? Me refiero... ¿algo más terrible que los peligros que puedan encontrarse en cualquier camino? Salteadores, y bestias, y todo eso...

- Si es así, debéis saber que ello no bastará para que retire mi oferta. Incluso... puede que me vuelva más decidido a ayudaros...