Partida Rol por web

El joven goliardo escucho a la dama con atención, las noticias sobre el call Judio le inquietaron, pues no tenía conciencia de ningún altercado en dicho barrio, necesitaba respuestas, pues el conocimiento es su poder.

Con cortesía y con un muy leve tono de preocupación en su voz se dirije a la dama, - Disculpe doña, ¿podría ser más explicita sobre los hechos acaecidos en el call judio y a que hora sucedieron los mismos? - Esta vez el joven la miraba directamente a los ojos y haciendo un estudio minucioso en sus rasgos se podría levemente intuir una impaciencia muy bien disimulada bajo años de autocontrol.

El cruzado descendió en silencio por la crujiente escalerilla, su mirada atenta a los peligros que pudieran aguardarlos en las sombras de la derruida habitación. Parecía un poco más ansioso que la noche anterior, o quizás más alerta, y había decidido permanecer de pie, observando todo desde un rincón sombrío. Sus movimientos eran nerviosos y furtivos, y en ellos quedaba poco rastro de la calmosa solemnidad que todos habían sabido apreciar durante los últimos días.

En verdad, había sido el goliardo el primero en descubrir tan sugestivo cambio de actitud. Precisamente en el momento en que había estado a punto de perder la cabeza por su despreocupado atrevimiento. Lo que en un principio había interpretado como una mirada vaga y distraída, perdida en los interminables laberintos de la mente, había sido en realidad una tenaz vigilancia, atenta a cualquier amenaza que pudiera cernirse sobre el grupo desde la opresiva negrura de aquellas sórdidas callejuelas.

Aquel extraño ser no había bajado la guardia, ni se había perdido en hondas y distantes elucubraciones. Bien por el contrario, parecía más alerta que de costumbre… si algo así era posible.

El resto de sus compañeros descubrieron lo mismo solo unos instantes después, cuando la tenue luminosidad de las antorchas se reflejó en el rostro del Cainita. Un furioso rubor carmesí cubría sus mejillas, opacado solamente por los brillantes destellos de excitación que despedían sus ojos negros. La Negra Vitae bullía en aquel cuerpo extasiado de vigor, y una renovada determinación endurecía sus facciones.

Aymar escuchó atentamente a la dama, sin pronunciar una sola palabra ni mover siquiera un músculo. Cuando llegó el turno del goliardo, su comportamiento no varió un ápice, y aguardó pacientemente a que este terminara. Tras ello, sus ojos volvieron a depositarse en Aspasia, a la espera de algún nuevo comentario.

Con las manos cruzadas ante ella, Aspasia paseó la mirada por la derruida estancia sin que su rostro revelase ni un solo de sus pensamientos. Si las noticias que había atraído la ponían nerviosa o la preocupaban en exceso, nada dejaron entrever sus tersas mejillas y sus ojos verdes, los cuales ahora se clavaban ora en el goliardo, ora en el monje ora en el cruzado. No deberían dejar que sus pasiones les dominen de esa forma...pensó con espíritu critico pero desapasionado, Sangre nueva corre por las venas del cruzado...distrayéndolo de nuestro propósito...tengo que vigilarle y quizás tomar medidas...Sus facciones se suavizaron ligeramente cuando sus pupilas se detuvieron en Aymar, antes de centrarse nuevamente en el goliardo.

- Mucho me temo que no voy a poder satisfacer su curiosidad, maese Cabrera...- la mujer se miró unos instantes las manos cruzadas, pensativa y volvió a alzar la mirada hacia el nosferatu- alguien como su señoría, acostumbrado al mercado de la información sin duda habría ahondado en los detalles...pero hasta mi conocimiento sólo han llegado los hechos burdos- se encogió ligeramente de hombros y esbozó una sonrisa irónica- El Call Judío fue atacado anoche. Perturbador si, pero no extraño del todo si tenemos en cuenta que los judaeus han sido siempre acusados de todo mal que asola una ciudad- la erudita cayó y pareció sumirse en profundos pensamientos hasta que de improviso continuó- aún así, mientras la sangre corría por el barrio, las propias órdenes de magi escenificaban su propia disputa, pues la orden de Hermes atacó a la Cábala aunque si sus motivos están relacionados con los  nuestros asuntos todavía está por esclarecerse. Y nosotros fuimos asimismo atacados. ¿Coincidencia? Lo dudo- se encogió de hombros y abrió las manos ante ella afianzando su opinión-...pues fue justo durante el ataque al Call cuando Él fue visto por primera vez. Un nuevo hilo que sale del tapiz pero que sin embargo está tan intrincadamente unido a los nuestros que al final parece que compartirán el mismo destino..

El joven goliardo estuvo atento a las palabras de Aspacia y parecía en algunos momentos que memorizaba cada silaba, cada gesto de ella, aunque tenía los ojos fijos en ella, estaba muy atento a las reacciones de sus otros compañeros, incluso a la del joven sirviente, una vez que ella había terminado, espero unos segundos, a ver si alguno de sus compañeros quería añadir o preguntar algo. No parecía ser el caso. En cualquier caso los importantes asuntos a los que la bella y fría dama aludía al principio no iban a aportar nada a nuestra investigación y si lo hacían, estaba claro que los iba a guardar celosamente. 

El joven dio un pequeño giro y se dirigió a sus compañeros. - Señores, he estado haciendo averiguaciones, y sé que nuestro joven aprendiz ya desde hace semanas estuvo en reuniones, junto a la catedral, con Fray Lluis, al parecer una de sus conversaciones verso sobre dar un golpe a aquellos que oprimían al pueblo llano, a aquellos que tiraban de los hilos. Creo saber donde encontrar a Fray LLuis, pues el aprendiz lleva mucho tiempo desaparecido del mapa, igual una bestia iracunda se lo ha comido... - bromeó.

El muchacho, ahora si, miro a sus compañeros, -En otro orden de cosas, mis averiguaciones me llevan a que un grupo de impostores pueden estar detrás de estos movimientos- Aquí cualquier atisbo de simpatía desaparece de su rostro, - señores, doña, necesitamos recabar toda la información posible sobre los llamados tremere, pues es importante conocer a los que manejan las sombras. - Sus ultimas palabras sonaron como un susurro en sus mentes.

- Si usias tienen información que compartir de dichos seres, ahora puede ser el momento- El joven hace ademan de cederles la palabra mientras vuelve a inspeccionar el lugar visualmente y poniendo sus sentidos en alerta, por si hubiera alguien más en las cercanias.

El ambiente se torna más gélido, largos silencios interrumpidos por el crujir de las botas del mortal que arriba hace guardia, parece como si cada cual estuviese analizando o tal vez digiriendo la información que sus oídos llegaba a cuenta gotas, poco a poco, comienzan a aparecer nuevos personajes en la tragedia que ante vuestros ojos se representan, conscientes o no, por voluntad propia o coaccionados,interpretáis un papel en esta obra.
Las preciadas horas transcurren a toda prisa, la ola aún no ha arrasado con todo, pero crece, crece y crece, ¿seréis capaces de contener la marea?.

Tremere.

Esa era la primer palabra que acudía a la mente del cainita cuando se hablaba de magos y misterios. Estaba al tanto de que los “Brujos” no eran los únicos que practicaban aquel antiguo arte, y que había también muchas otras órdenes con intereses similares. La mayoría de ellas compuestas por simples mortales que desperdiciaban sus vidas persiguiendo algún tipo de poder oculto.

Sin embargo, a pesar de los interminables laberintos de facciones, con sus exasperantes intrigas y juegos de poder, de alguna forma esos bastardos “Usurpadores” se las arreglaban para estar siempre detrás de todo. No importaba donde empezaba la punta del ovillo, ni las vueltas que daba sobre si mismo. Al fina, siempre había un Tremere.

Y Aymar de Montdragón no sentía mucho aprecio por ellos.

En rigor de verdad, el Cruzado no tenía la más mínima justificación para odiarlos. Incluso se esforzaba seriamente en tratar de comprenderlos. Pero siempre había algo… Quizás era solo una cuestión de piel.

- No tengo nada para agregar. – sentenció finalmente el caballero con aquel macabro susurro de siempre – En esta ciudad, aún sigo siendo un extraño. No conozco sus calles, ni pretendo entender a sus gentes.  Pero eso no me impedirá llegar al fondo de todo esto.

La mirada de Aymar se había vuelto aún más fría que antes, y el renovado vigor de sus facciones le daban un aspecto decidido y fiero, incluso atemorizante. Los caprichosos juegos de sombras parecían poner de relieve los aspectos más marciales del Brujah.

- Propongo que nos centremos en nuestra pista… antes de que se enfríe. Visitemos a ese fraile que mencionas y averigüemos que sabe sobre el aprendiz. Ya veremos como entran los judíos en todo esto.
 

La erudita observó desapasionada el gesto fiero de las facciones del Brujah mientras este hablaba. Su expresión había permanecido inalterable con las palabras de este y las del goliardo, pero en su interior su mente bullía como un enjambre de avispas, contemplando todas las posibilidades. En silencio, meditó durante unos instantes antes de hablar, respondiendo así al ruego del nosferatu.

- Mucho me temo, maese Cabrera, que no poseo información de interés sobre dicho grupo recién llegado...- esbozó una sonrisa fría de disculpa- sin embargo, puedo intentar averiguar algo sobre ellos. No son precisamente muy amados en esta ciudad...- su ojos inexpresivos contemplaron sus manos enguantadas unos instantes antes de alzar de nuevo la mirada hacia el nosferatu- Estoy de acuerdo con monsieur Montdragon en que deberíamos ir a hacer una visita al fraile...con todo, antes de seguir se hilo tan evidente.. ¿puedo preguntar qué os hace pensar que los "Brujos" pueden andar detrás de este asunto?- indagó enarcando una ceja. 

El joven no se sorprendió de las palabras de sus compañeros, no esperaba respuesta alguna, pero así conseguiría que estuvieran alerta ante cualquier indicio sobre los llamados usurpadores.

Una vez más, Aspasia se mostraba inquisitiva, el muchacho se dirige a ella y le contesta - Doña, solo son indicios, no tengo pruebas de su implicación en los hechos que están acareciendo, pero es bueno que estemos alerta y recabemos alguna información sobre ellos. - El joven goliardo se afana en intentar no ser condescendiente con ella, - De todas maneras, mi señora, no me negará que algo de brujería había en los hechos que sucedieron ayer.

El joven dirige su mirada al caballero, -os doy razon en vuestra premura, si nadie va a aportar nada más, creo que es el momento de ponerse en marcha  - se permite sonreir levemente y guardarse para él algunos pensamientos.

Querido Master:

Al no tener constestación vuestra he pensado que mis averiguaciones sobre donde estaba, o por donde se movia el monje fueron afirmativas. Pero llegado el momento de la verdad, pues como que me ha entrado el canguele, porque ¿a donde llevo yo a esta gente ahora?.

Asi pues, le pregunto: ¿he averiguado algo sobre el dichoso monje tal y como así lo exprese en comentarios anteriores?

Postdata: Librate de la tentación de cachondearte de este humilde goliardito. Que la tentación es mu mala.

- Bien… - dijo finalmente el Cruzado mientras se dirigía con paso firme hacia las escaleras - Entonces ya no tenemos nada más que hacer aquí. Pongámonos en marcha. Esta promete ser una noche larga.

Sin mayores ceremonias, abrió la trampilla que ocultaba su lugar de encuentros furtivos y salió al exterior. El fresco aire nocturno penetró por sus fosas nasales, y Aymar se tomó unos breves instantes para empaparse de él. Ciertamente prefería el aroma salado y ligeramente dulzón de la ciudad que aquel rancio aire viejo del sótano.

Una vez allí, echó un vistazo a uno y otro lado, asegurándose de que no había ninguna sorpresa por los alrededores, y luego se giró de nuevo para observar escaleras abajo.

- Madame… - agregó mientras extendía con educación una mano por la trampilla.
 

Aspasia se limitó a asentir ante las palabras del goliardo y observó a sus compañeros cainitas mientras estos se ponían en movimiento. Su rostro impasible no desvelaba nada, pero el brillo de sus ojos dejaba entrever que sus pensamientos corrían a toda velocidad por su mente.  Con un frufrú de su falda, la erudita se acercó al hueco de la trampilla y aceptando la mano que le tendía el cruzado, comenzó a subir las escaleras. A pesar del guante que cubría sus manos el brujah pudo sentir el frío gélido que provenía de su piel y siendo consciente de ello, la cainita sonrió en señal de disculpa. Una vez arriba aún sostuvo unos instantes más la mano de Aymar entre las suyas mientras sus ojos buscaban los suyos. Hasta ahora todos habían mantenido las distancias, generando un campo invisible de privacidad y aislamiento que les rodeaba en cualquier situación y que era algo habitual e incluso obligado en los círculos cainitas. Sin embargo, el ofrecimiento del cruzado había propiciado el acercamiento y la distancia que ahora los separaba era reducida. Tanto que el aroma a sándalo y azahar proveniente de la mujer envolvió al cruzado y éste pudo ver las motas doradas de sus pupilas a la luz mortecina de la luna. La erudita amplió su sonrisa y le miró detenidamente y con intesidad.

- Es usted muy amable, monsieur...- susurró sólo para él mientras se hacía a un lado para dejar salir al resto.