Partida Rol por web

Esta vez la criatura sí logra apresarme, y aunque lucho con fuerza y tiro de mi espada, no logro liberarme con un simple tirón como en ocasiones anteriores.

El balín, al no ser de plata, rebotó en el pecho del murciélago. Ivalic fue mordido por segunda vez, y nadie impedía que el monstruo siguiese hincando sus colmillos en la carne joven del muchacho. Una de las gemelas entró también en la cámara a través de la puerta secreta.

¡Gennifer! ¡Apunta a la bolsa de maraña!-dijo el Doctor, señalando el globo hinchado que se había quedado pegado a media altura en las telarañas.

Gennifer sacó una daga y la lanzó al techó, haciéndola girar. La cuchilla cortó las telarañas por encima de la bolsa de maraña, que titubeó y se balanceó resistiéndose a caer. Finalmente, el globo claudicó, y cayó sobre la espalda y las alas del murciélago terrible. El animal agitó rápido las alas, para que el pegamento no se asentase del todo. Sin embargo, su maniobrabilidad en el aire fue mermada, y a partir de ese momento el murciélago se convirtió en un blanco algo más sencillo.

Mientras, Parriwimple y Urik seguían apresados por las arañas. Parriwimple no tenía una sangre que extraer, pero la de Urik empezó a fluír por las patas del quelícero hasta su abdomen.

Me suelto de la criatura que me está succionando la sangre y la ensarto ferozmente con la espada. Espero que esta vez sea la definitiva y que deje de moverse.

Los esfuerzos de Ivalic fueron inútiles, a pesar de acertar su balín rebotó en el pecho del murciélago, necesitaría balines de plata para dañarlo. Además la situación entre sus compañeros no era mejor y ellos eran su única esperanza de salvación. Esta vez no se molestó en recargar en trabuco si no que entonó una canción para ayudar a todo el grupo en aquella batalla.

Las cosas no iban bien y sanar sin poder intervenir en la lucha no hacía sino postergar un destino inevitable. la derrota. Pero Helene se resistía a claudicar en aquel punto, después de tantos sacrificios, de tantas pérdidas. De modo que concentrándose invocó su arma espiritual, en la confianza de que aquel rodillo gigante fuera capaz de marcar la diferencia entre su supervivencia o su muerte.

Mientras el arma actuara, aun cuando solo fuera para entorpecer la actuación de sus enmigos, Helene podría curar a cuantos fuera necesario.

¡Urik! ¡Necesitamos tu espada contra el murciélago! ¡URIIIIK!

El quelícero empaló al Caballero del Cuervo con una de sus patas, y sujetó su cuerpo con la otra. La espada solar cayó al suelo, y su luz empezó a languidecer, haciendo que la oscuridad avanzase en las zonas altas de la cámara, y las más alejadas. Tan solo quedó la antorcha de Gennifer para dar luz. La gemela conjuró un triste y débil proyectil mágico que acabó con el último ápice de vida de la araña. De ese modo, el Doctor Rudolph Van Richten pudo acunclillarse junto a Urik sin exponerse, dándole una poción de curación. Pero no había esperanza en el interior de aquel castillo. Era como si el tónico, aquí, fuese menos efectivo. Las heridas cerraron, pero el poder mágico de la poción no bastó para que Urik recuperase la consciencia.

El cuerpo muerto de la araña derrotada por Gennifer se ladeó, e hizo que la telaraña se balanceara impidiendo que el otro quelícero pudiese atacar a Parriwimple.

Mientras, el murciélago seguía intentando acabar con la vida de Ivalic mientras éste cantaba. El rodillo de amasar místico trató de interponerse. Fue insuficiente... a pesar del pegamento que limitaba el movimiento de sus alas, el murciélago gigante maniobró y tomó la altura justa para pasar por encima. Ivalic ya era suyo. El murciélago abrió sus fauces...

¡Alto ahí!

Tasia fue la siguiente en entrar por la puerta secreta, irrumpiendo para defender a Ivalic. Su puño justiciero, con la ayuda del tatuaje del león, golpeó el hocico del monstruo. El murciélago se recompuso de inmediato gracias a haberse alimentado previamente de la sangre de Urik y la de Ivalic.

Se supone que solo ibas a explorar una diminuta habitación secreta-regañó a su protegido, a sabiendas que no podía replicarle sin dejar de cantar-. Que sea la última vez que te aventuras a explorar sin esperar por mí, ¿lo has entendido, Ivalic?-preguntó, a sabiendas de que podría responderle asintiendo sin dejar de cantar.

Caigo inconsciente y me envuelve la negrura cuando el mundo parece cerrarse a mi alrededor.

Helene se arrodilló junto a Urik y posó sus manos sobre él, mientras el rodillo daba cuenta de uno de los enemigos. El poder curativo fluyó de su cuerpo a Urik, cada vez más dañado por los constantes ataques.

Estaba claro que el murciélago gigante la había tomado con él, quizás no había ayudado el haberle pegado un trabucazo y ahora estar cantando para no llamar la atención, pero era lo único que se le había ocurrido para ayudar. A pesar de las dificultades el enemigo volvía de nuevo a la carga y esta vez estaba a punto de conseguir su objetivo. Fue entonces cuando apareció Tasia y se interpuso en su camino.

¡Esa es mi chica!

Le pegó un tremendo puñetazo al murciélago, claro que este parecía no inmutarse. Por su parte Tasia abroncaba a Ivalic por haberse alejado de ella. Lejos de estar disgustado o avergonzado se sentía feliz de que la chica se preocupara tanto por él.

Cinco minutos y ya me echaba de menos... Le he dejado huella.

Claro que la cosa no estaba para alegrías. Herr Urik no parecía responder a los tratamientos del Doctor Van Richten, él había escapado por poco del murciélago y todavía había una araña viva.
Ivalic asintió con la cabeza y levantó su dedo pulgar para que Tasia entendiera que había entendido el mensaje, solo esperaba que el combate comenzara a volverse a su favor o no saldrían vivos de aquella estancia.
 

Parriwimple dio un grito al ver caer a Ser Urik y se lanzó contra sus enemigos. Desgraciadamente la furia, salvo en películas del más diverso pelaje que por una evidente imposibilidad metafísica ninguno de nuestros héroes había visto, y ni siquiera podía sospechar que existían, estar muy enfadado, muy asustado, y tener el bien de tu parte, en absoluto supone que tu intento va a estar garantizado por el éxito.

A veces sí, claro. Pero es más una cuestión de probabilidad. Y la probabilidad indicaba que, a veces, uno podía meter la pata de forma terrible o ridícula. O ambas cosas.

Lo menos que podía decirse es que el intento de Parriwimple no tuvo éxito.

¡Cuidado, que voy!-exclamó Malik al entrar por el pasadizo, justo antes de enredarse con las telarañas de la habitación.

No fue el único en sufrir los designios de la mala suerte. Parriwimple enredó su garrote en las telarañas, enmarañándose. La araña lo aprovechó, cayendo con toda su ira a por su presa, pero la dura piel del Burgomaestre santo amortiguó lo peor de los golpes. Por suerte, el rodillo amasador místico y el doctor Van Richten fueron en su ayuda. Van Richten sacó una daga de debajo de su manga y produjo un leve corte en el quelícero izquierdo del quelícero.

Mientras, Gennifer ayudaba a Tasia conjurando una armadura mágica que la vistiese, tapando la poca carne que Ivalic podía ver normalmente. Por lo menos, la armadura ayudaba a que el murciélago no le hiciese daño. La luchadora volvió a invocar al león en un poderosos puñetazo, pero seguía sin bastar.

Entonces, Helene imploró a los dioses la sanación de las heridas del Caballero del Cuervo. Herr Urik agarró la Espada Solar y se alzó triunfante. Seguían estando los dos mismos enemigos que había antes de perder la consciencia: el murciélago y la araña.

Me alzo, sujetando la Espada Solar con fuerza con ambas manos, y me lanzo al ataque, pese a la enorme debilidad que siento. Uno de los tajos parece alcanzar casi accidentalmente a la criatura arácnida que queda.

Helene alzó su lanza contra el vampiro en un esfuerzo inútil, mientras que el rodillo daba buena cuenta de la araña.

Los golpes (garras y bocado de esa maldita araña) no habían causado demasiado dolor al bueno de Parriwimple, aunque escocían. Intentó escapar de la prisión de maraña que le rodeaba pero, desgraciadamente, le fue imposible, por mucho que en un momento casi lo logró.

Poco a poco más amigos se iban sumando al combate y aunque la araña y el murciélago aún seguían con vida los esfuerzos de sus aliados habían conseguido devolver a la lucha a Herr Urik. Con esperanzas renovadas Ivalic siguió cantando, seguramente ahora todos aunarían esfuerzo para acabar con sus enemigos que no podrían resistir el esfuerzo combinado del grupo.

¡Estoy lleno de telarañas!-dijo, dando espadazos al aire para cortarlas.

Bienvenido a mi mundo-replicó, mientras peleaba con sus propias telarañas.

La araña empezaba a estar muy herida, entre los ataques de la Espada Solar, el rodillo de amasar y la daga de Van Richten. A pesar de todo se aferraba con fuerza al Burgomaestre, sin razonar que aquel cuerpo no tenía sangre que poder extraer.

El murciélago también empezaba a resentirse, tras recibir otro puñetazo de Tasia. Ivalic se fijó en que el tatuaje del león se desvanecía de la piel de la chica: ya faltaba menos para ver si realmente era cierto que Tasia podía seguir peleando con ambos puños, o en realidad una de sus manos estaba lesionada.

Gennifer también puso de su parte, convocando un lengüetazo breve de fuego que churruscó los pelos cortos del torso del murciélago terrible. Su gemela Laurie fue la siguiente en llegar a la cámara, cada vez más abarrotada. Laurie hizo unas cuantas piruetas para colocarse al lado de Van Richten. Así tendría una posición más sencilla para acabar con el quelícero.