Partida Rol por web

Nueva York, 13 de noviembre de 2037, 20.30.

El cuarto en el que se había instalado Morgana había sido en sus tiempos una consulta del centro de salud. Estaba en la primera planta, situado junto al de Shamira. Tenía dos puertas, una que daba al pasillo y otra que daba a otra consulta idéntica a esa, que era la que se había apropiado la chiquilla y que a su vez tenía otra puerta que la comunicaba con el dormitorio de Lincoln. 

No había mucho mobiliario, la mayoría del que había pertenecido al lugar tiempo atrás había sido saqueado hacía mucho, o se había estropeado en la inundación que había dejado el sótano anegado, pero en los años pasados allí, habían conseguido algunos colchones y mantas y, como los demás, Morgana tenía en su habitación un armario de metal algo estrecho, que había sobrevivido al agua y los saqueos, además de una mesa con un par de cajones. 

Después de buscar a Morgana por otros sitios de la planta baja al final la buscadora se dirigió a su cuarto, había encendido la vela y su débil luz iluminaba el corto pasillo que tenía que recorrer para llegar a su destino. Todavía no tenía muy claro qué iba a decir, se habían ido acumulando temas a lo largo de las horas que habían pasado desde su última charla a solas y no sabía por donde empezar. Pero no podía, ni debía, retrasar más esa conversación por lo que se plantó en la puerta y llamó.

Una figura oscura, apenas iluminada por el tenue resplandor de la vela que llevaba en la mano izquierda y la diestra se escondió en el bolsillo nada más picar. Tenía la cabeza agachada pero en realidad no miraba al suelo, su mente estaba tan concentrada en sus cosas que no registraba la imagen que sus ojos veían. 

Morga abrió la puerta, una bota en una mano y un trapo en la otra. Estaba en calcetines, su aspecto era el de siempre, pulcro y aseado, antes de la cena se había lavado, y cambiado la ropa; ahora llevaba puesto el jersey de cuello alto de la noche pasada todavía limpio. Se sorprendió un poco al encontrarse frente a frente con la Buscadora, se le notó en la cara, iluminada por la luz de la vela que sostenía la visitante y las dos en el interior de su habitación, una en la mesa y la otra sobre el armario.

Sintió algo similar a cuando llegó al Morris ya anochecido y vio de una pieza a Cass. La chica no era solo otra compañera del Morris. O su amiga. Si es que lo había sido.

Cass no era un alma más en el centro, sino una ráfaga de metralla similar a una emoción que no comprendía y en la que no quería pensar. Tal vez se había cocinado a fuego lento durante los meses pasados. Un sutil enemigo intentando traspasar las líneas de defensa. Quizás se engañaba. Quizá bromeaba consigo misma. Tal vez solo fuese curiosidad.

"Gilipolleces. No tiene ningún sentido".

Su mirada se ensombreció. Tuvo el impulso de cerrarle la puerta en las narices. Sin embargo, en vez de eso la dejó abierta, regresó a la mesa, se sentó en la silla y continuó repasando unas botas que no podían estar ya más brillantes.

La apertura de la puerta hizo que la buscadora levantase la mirada y se centrase en el momento, vio la sorpresa en el rostro de Morgana seguida por un endurecimiento de su mirada y se preparó para lo peor. Que le cerrase la puerta en las narices, que se pusiese a recriminarle allí mismo, e incluso que la despidiese lanzándole la bota que sostenía. 

Nada de eso pasó. Sin una palabra la ex militar se dio la vuelta, se sentó y siguió puliendo el calzado. Casi daba más miedo esa calma contenida que la esperada explosión.

Cassandra sabía que no iba a ser fácil cuando tomó la decisión de ir, por lo que avanzó y cerró la puerta detrás de ella. Se quedó de pie, mirando los movimientos rítmicos que la otra mujer ejecutaba y volvió a preguntarse por dónde empezar -Por el principio- le dijo a su mente su Pepito Grillo particular. Apagó la vela que llevaba y la dejó en la mesa para luego ocultar sus dos manos en los bolsillos, se humedeció los labios y empezó a hablar.

-Ayer pasaron muchas cosas y no todas fueron bien digeridas. -realmente el principio estaba más lejos, pero ese valdría -Yo cometí varios errores, unos por miedo y otros por... creo que en realidad todos fueron por miedo, de distinta clase pero miedo al fin y al cabo. Pero no fui la única que no dijo todo lo que había pasado.

Sus ojos miraban a Morgana intentando saber por su postura sus pensamientos, en su voz no había recriminación, simplemente hacía la constatación de un hecho mientras sus manos seguían en las profundidades de la sudadera.

-Si quieres podemos decir todo lo que sabemos y pensamos, sin juzgarnos ni acusarnos, y avanzar, o podemos empezar una discusión dialéctica que no resolverá nada. -ladeó la cabeza, buscando los claros ojos en espera de contestación para seguir o partir.

Morgana se pasó la lengua por el interior de los labios. Dejó la bota en el suelo, miró y escuchó, entre perpleja, curiosa e intrigada a Cass. Empujó con el pie la otra silla hacia ella, invitándola a sentarse.

- Es cierto. La otra fue tu hermana, mintió y nos engañó. No me tragué su puta historia. Pero ella siguió adelante con todo el morro. Bien por ella.

Morga empezaba a disparar justo a la cabeza. No se daba por aludida. Tampoco entendía aquello de los errores y no quería conjeturar de qué iba el inicio de la conversación por parte de Cass. "¿Se refiere a nuestro beso? ¿A su escape después?" No se contuvo al escuchar lo siguiente que le dijo Cass.

-¿De qué coño me estás hablando? -"¿A tu cuento en la azotea acerca de que somos una puta familia?"

Los ojos de Morga adquirieron un brillo afilado, divertido y cínico con el que quiso perforar a Cass. Su tic habitual apareció, se mordió el labio, y tras un par de segundos observando la cara de Cass y sus ojos llenos de inteligencia, decidió que era innecesario comportarse como una borde si podía evitarlo. Relajó los músculos faciales y su mirada, quiso sonreír tímidamente mostrando su predisposición al diálogo.

-De acuerdo, Cass. Pon tu culo en la puta silla. Te escucho.-El timbre juvenil y suave de su voz fue acompañado por aquella mirada incisiva tan característica de ella incluso sin proponérselo.

La cara de Cassandra permaneció imperturbable mientras la ex militar soltaba veneno por la boca, no iba a entrar al trapo, si quería desfogarse que le diese cabezazos a algo. La posición de la joven no varió hasta que el tono de la otra mujer se suavizó. En ese momento miró a la silla, que antes había sido pateada hacia ella, estiró el brazo para cogerla del respaldo y la puso detrás suyo.

-No has tardado mucho... -dijo mientras se sentaba y estiraba las piernas delante de ella -Ayer fue un puto desastre y hoy ha sido peor, -negó con la cabeza mientras su mano volvía al bolsillo -pero discutir entre nosotros y actuar como niños enfadados, solo nos hace débiles. No siempre saberlo todo es imprescindible, hay que confiar los unos en los otros y respetar intimidades. Ayer aceptaste mi decisión sin apenas cuestionarla y te lo agradezco, quería haber hablado contigo antes de decírselo a todos pero no ha podido ser, me ha pillado el tren... Lo que quiero decir es que si te dije lo que te dije era porque guardaba un secreto del que no había hablado con nadie, ni con mi hermana, y eso era un obstáculo que no podía existir entre estas paredes. Primero se lo dije a Trish y le hice prometer que guardaría el secreto, quería ser yo quien lo contase cuando todos estuviésemos más tranquilos, no pensé que pasaría lo de hoy y no tendría tiempo... -a pesar de sus divagaciones la mirada de Cass no se había apartado del rostro de Morgana, como tampoco había variado su postura -En resumen, tengo visiones del pasado y del futuro, no me quedo tirada en cualquier lado pues me concentro para obtenerlas y controlo cuándo y dónde, hoy ha sido... especialmente intensa y urgente, ha sido la primera vez que veía el presente y por eso ha sido especial... además creo que ha estado a punto de pasar algo más. 

Llegado a ese punto la buscadora apartó la mirada y la perdió en la pared, como buscando algo que sólo ella veía, que solo ella sentía. Se mojó los labios y sacó lentamente las manos de los bolsillos mientras sus ojos iban hacia ellas.

-Creo que he estado a punto de hacerle algo a Skyler. -confesó con la vista fija en las palmas abiertas -Yo... estaba tan llena de esa energía... y ellos no paraban de cuestionar todo. -cerró los puños y los volvió a meter en los bolsillos. Dejó salir el aire lentamente y sus oscuros ojos volvieron a conectar con los verdes -No ha pasado nada pero yo lo he sentido, no puedo volver a perder el control.

Era una afirmación, no buscaba ninguna explicación a lo sucedido, ni una exoneración por algo que no había pasado, simplemente constataba un hecho y lo ponía en conocimiento de la otra mujer. Como había dicho iba a decir lo que sabía y pensaba.

Se quedó calladita y atenta. Intrigada. El principio le sonó a reproche, puso morros y preparó la artillería. Cass continuó y la mirada de Morgana, neutra ahora, no ocultaba un suave tinte brillante mezcla de curiosidad y mosqueo: Ambas mantuvieron el contacto visual, detalle que le agradó y le hizo sonreír, mientras su amiga desgranaba...una explicación o una excusa. Su cara reflejó esa incertidumbre en forma de ligera mueca: no atinaba a saber si era una cosa o la otra.

-Dos putas mutantes. Tenía que pasar tarde o temprano. Visiones y viajes. Sois la puta hostia- lo expresó sin ninguna maldad, pero la sutileza de Morgana era la de un elefante en una cristalería. Luego se mordió el labio y así estuvo escuchando la última y peor parte. No la interrogó ni agobió sobre las visiones y su funcionamiento, dejándole tiempo y espacio.

Hizo un gesto con la mano, restándole importancia al asunto.

-Te sentó bien esa puta energía. Ahí, delante de mí, pude sentir tu fuerza y confianza en ti misma. Me gustó la leche - señaló con brusquedad. Siguió un encogimiento de hombros- Yo todos los días quiero soltarle un guantazo a Skyler. Y no solo a ella - El jade de sus ojos se impregnó de la oscuridad palpitante en los de Cass - Hoy quise matar a Kane...-tomó el aire que soltaba la chica- Y estuve jodidamente cerca. Ahí tienes lo que pienso.

Morga no tenía idea de si se podría contener de darse otra maldita ocasión. No la temía. No la buscaba. No veía como evitarla. Se rascó la barbilla, apareció su tibia sonrisa, a pesar del cabreo. Ella poseía su particular visión del tema. ¿Qué enfoque le podía dar a Cass? La miró, intensa, honestamente, con el mismo aire despreocupado - Shami y Lincoln están aquí gracias a mi descontrol. Se me fue la puta olla y me cargué a tres cabrones rusos.- No lo sabía nadie, a no ser que la pareja se lo hubiese contado a Nick o a alguien más.

"Una puta loca del coño, eso es lo que fui".

Entrecerró los ojos, aguardando la continuación de Cass y ver a dónde quería ir a parar con todo aquello del "puto desastre de ayer, y pensamos y sabemos".

Una ceja se alzó en el rostro de la buscadora ante la etiqueta que Morgana les colgó a ella y a su hermana. 

-Sin juzgarnos ni acausarnos -le recordó las condiciones, si se ponían así no acabarían de lanzarse insultos y reproches, y para Cassandra no era el momento -. Nos faltan un par más para los cuatro fantásticos, ¿te apuntas? -dijo con ironía para aligerar su primera frase.

Sus ojos no se apartaron del rostro de la otra mujer examinando sus gestos, con la ex militar casi eran más importantes ellos que las palabras siempre mordaces, y su cabeza negó ligeramente mientras escuchaba.

-Si gracias a eso están vivos, entonces gracias por que de vez en cuando se te vaya la puta olla. -seguía recostada en la silla, con las piernas extendidas delante suyo y las manos en los bolsillos, pero sus ojos se suavizaron y algo en su postura pareció indicar la intención de darle un toque en el brazo -Lo de Skyler fue... es... dificil, pero no es lo mismo un guantazo que... lo otro, - parecía que le costaba usar algunas palabras -no entiendo qué os pasa a Kane y a ti.

La verdad es que no entendía muchas cosas, pero paso a paso, ya llegaría a todo en su momento.

-X-Men. Eran mis cabrones favoritos.

Se notaba observada sin disimulo ni timidez. Cass estaba pendiente de cada uno de sus gestos, de sus palabras y de sus ojos. Quería pensar que no la temía, que no actuaba a la defensiva debido al mosqueo aleteando dentro de la habitación de la ex militar.

A Morgana le parecía que los motivos de detestarse mutuamente Kane y ella resultaban evidentes. Pensó que Cass no mostraba su confusión con intención de obtener respuesta, pero cuando vio que su amiga se quedaba callada esperando, humedeció sus labios con la lengua, miró al techo unos segundos, después a Cass, y se quedó un momento perdida en su mundo, antes de abrir la boca.

-Es un patético capullo engreído. Su polla se balancea entre lo que cree que debe ser y lo que quiere -No le apetecía hablar de Kane. Se le revolvían las tripas- Cuando pienso en él me dan ganas de cagar.

Se inclinó un poco hacia delante. Sus ojos irradiaban una luz verde cálida que hacía palidecer la frialdad de las danzarinas llamas de las velas. Buscó las pupilas de Cass.

-La mayoría de la gente se pasea por su puta vida pensando y haciendo lo que creen que deben hacer. No lo que quieren. Es un maldito error -hubo un ligero encogimiento de hombros- No es una frase mía. ¿Qué opinas, Cass? ¿Quieres ser tú y hacer lo que te sale del coño, a cada momento, cada puto instante? ¿O haces lo que crees que estás obligada a hacer?

Una sonrisa ensanchó la boca de Cassandra con las palabras que la ex militar le dedicó al pistolero, aunque no llegó a mostrar los dientes, y sus cejas se elevaron con lo que parecía sorpresa. Pero no tuvo tiempo de intervenir cuando Morgana ya se acercó a ella, mirándola profundamente y poniendo sobre la hipotética mesa cuestiones personales. La buscadora aguantó esos ojos verdes sin moverse, tan sólo ladeó la cabeza antes de contestar.

-Seguro que él piensa algo parecido de ti, -nada en su tono indicaba que compartiera esa idea -aunque puede que cambie algo como: que tu polla se balancea entre lo que crees saber y lo que no sabes. -definitivamente había una chispa de humor en sus palabras, a qué parte era debido quedaba a discreción del oyente -El resto seguro que es igual. 

En ese momento sí que se vieron sus dientes, a través de los labios sonrientes, mientras su cabeza negaba a su siguiente ataque. Porque eso es lo que ella creía que era, una pulla para hacer salir a la Cass desafiante que había gustado a Morgana. La verdad es que no tenía que salir pues siempre estaba a la vista, aunque la mayor parte de las veces prefería escuchar en vez de sumarse a la cacofonía de voces.

-Pero es que lo que me sale -omitió de dónde -no es sólo para mí. Nada me obliga a hacer algo por nadie, soy yo la que quiero hacerlo o quien no lo quiere hacer. Yo decido ayudar a que ese pequeño tenga la oportunidad de reencontrarse con su madre, no porque sea lo que está bien, si no porque es lo que quisiera para mí. Y ojalá hubiese podido hacer algo para evitar lo que le ha pasado a Nick, no porque sienta que le debo algo por cuidar de Trish, que también, si no porque ahora he perdido lo que me aportaba a mí personalmente. Como ves soy egoísta, pienso en mí y en los que quiero, y en cómo quiero que sea nuestra vida. -la mirada de la morena seguía con ese brillo que indicaba que estaba entregada al intercambio de pareceres, aunque con su última frase algo se oscureció. 

-Me la pela. Pero no, si Kane pensara eso luego tendría que fustigarse los huevos con una rama de olivo. Seguro que se la mete por el culo mientras se pajea.

Sonreía, traviesa. Los ojos oscuros de Cass flotando en el lago revuelto de sus aguas esmeralda. Forzándola a evitar su mirada o a dejarse llevar por esa turbulenta corriente selvática.

Escuchó y observó los dientes aflorar tras la sonrisa. Sin embargo estaba confundida con lo que escuchó. Se le debió notar en la expresión de su cara. ¿Acaso Cass se disculpaba por querer lo mejor para ella y su gente? No tenía ningún sentido para Morgana. ¿Qué pretendía su amiga? El muro que daba paso a su interior, el que la militar había entreabierto cuando entró Cass, se cerró un poco.

-Claro que piensas eso. Lo contrario es de imbéciles –Su mirada se estrechó- Tienes una puta vida. Solo una. Nadie la va a vivir por ti. Vívela como te salga del coño, Cass. Prende fuego al jodido mundo. Arde en sus llamas, se parte de él.

Morga tendía a simplificar las cosas.

-Las consecuencias importan menos que las razones de tus acciones. Fijo. -Se estaba impacientando. Se mordió el labio. Jugó con sus guantes, reajustándolos a sus manos. – Lo que sabemos y pensamos. ¿Qué coño has venido a contarme, Cass? ¿Qué quieres de mí? –tal vez su suave voz sonó en exceso agresiva o intimidante; no era su intención, tal y como denotaba el dibujo relajado de su boca

Las maneras bruscas de la ex militar no incomodaron a Cass, al menos nada en su postura o su gesto delató ese sentimiento pues seguía recostada en la silla, por el contrario cuando acabó con las últimas preguntas dibujó una media sonrisa en su cara y ladeó la cabeza.

-Te he venido a contar que tú eras la segunda en la lista de "confesiones", detrás de mi hermana, que todos somos gilipollas de vez en cuando, pero merecemos otra oportunidad, y que quiero que me des el jodido cinturón. 

Para la última frase no hubo ningún aditivo explicándola, solo su mirada fija en el otro rostro.

Morgana se quedó con la sonrisa un poco congelada en los labios. Luego estiró una de las comisuras de la boca y acabó por reírse sin mal rollo- Joder con el puto cinturón. ¿Y si vas a la puta iglesia, desciendes a la puta cripta, y miras tú misma la puta inscripción? –No apartó una mirada “vacilona” de su amiga- No soy partidaria de segundas oportunidades. Pero voy a hacer como que me creo eso de que soy tu segunda persona favorita –Parecía que era incapaz de no actuar de forma ruda y ofensiva. Morga no sabía en qué derivaría, ni cómo afrontar o más bien manejar su relación con Cass tras lo sucedido la noche pasada en el gimnasio. Se decía a sí misma que en realidad no fue nada, y que a la vez podía ser mucho. Se echó de nuevo a reír, esta vez un tanto nerviosa, sacudiendo levemente la cabeza para apartar esos pensamientos, pensando en lo idiota que se sentía al darse cuenta que en esos términos seguía anclada a su adolescencia. En vez de enviar a la mierda a Cass, continuó con los ojos suspendidos en los de ella.

-Anotaré lo que coño ponga. Serás la primera en saberlo. Y luego podrás buscarlo en la red. Y de paso miras lo que te dije. Si te da la gana y sigues comprometida –su sonrisa se contrajo el grosor de medio dedo. Quería confiar en que Cass respetase su decisión y no insistiera más en ese asunto.

Cassandra aguantó con cara de póquer la contestación de la ex militar, no entró al trapo con su "bonita" descripción del paseo que habían hecho esa mañana, ni le agradeció la "concesión" de creérsela, sólo cuando acabó su expresión cambió y sonrió un poco con tristeza.

-Hoy no he hecho las búsquedas previstas, tenía la cabeza en otro sitio, pero lo miraré seguro. ¿Por qué no iba a cumplir lo que hablamos? -los ojos de la buscadora preguntaban por esa falta de confianza en su palabra, pero de inmediato sacudió la cabeza desechando la cuestión y añadió una última frase mientras se levantaba -Yo esperaba que te lo quitases ahora mismo, pero gracias. 

Y comenzó a darse la vuelta dispuesta a salir de la habitación.

-Porque ya no se si puedo confiar en ti -soltar eso Morga era una contradicción, ya que demostraba su sinceridad para con la Buscadora.

Después, si había un sutil mensaje oculto, una broma o burla en el comentario de Cass, Morgana no lo pilló. Se le borró de golpe la sonrisa y una punzada de tristeza asaltó sus defensas. No fue decepción, al fin y al cabo las dos veían el mundo como un lugar lleno de gente egoísta que medraba para conseguir sus intereses. "Mejor así. Despeja mis dudas y confusión". Pero su amiga parecía no ser consciente de que intentar jugar con ella era meterse en un peligroso terreno pantanoso.

Luego le sobrevino un repunte del mosqueo generalizado durante todo el día- ¿Qué coño te hace pensar que iba a dártelo? -Ella también se puso en pie y cuando respondió, tal vez, solo tal vez, levantó un poco la voz.

-¿Entonces todo lo anterior que has dicho es pura mierda con el único fin de obtener el jodido cinturón? -Más que una pregunta se asemejaba a una afirmación- Y ahora te haces o sientes la ofendida y decides largarte. Joder, ¿es esa tu idea de vamos a hablar de todo abiertamente? De puta madre, Cass, eres la hostia -Regresó al tono habitual cuando prosiguió- No puedo creer que precisamente tú vengas a mi habitación y uses un puto truco tan burdo de manipulación. De verdad que quiero equivocarme.

Con la primera frase Cassandra paró su movimiento de inmediato y volvió a mirar a la ex militar a la cara, su semblante normalmente neutro estaba serio y sus ojos eran más negros de lo habitual, quizás se podía decir que había un velo de... ¿enfado? Pero antes de poder averiguar a qué era debida realmente esa seriedad Morgana siguió hablando, y entonces sí que se pudo ver sorpresa y estupor en el blanquecino rostro.

-¿De qué cojones hablas? -preguntó consiguiendo no alterar su voz -Creía que tu negativa a darlo era por tu mosqueo con Kane y que ahora en frío no habría problema, lo que he dicho lo mantengo y me iba porque pensaba que no había más de lo que hablar, no estoy ofendida. No lo estaba antes, ahora... sólo preocupada. Nada de lo que te he dicho ha sido mentira Morgana, lo único que no había compartido era lo que supongo es el desencadenante de los desmayos, porque es una suposición, porque realmente no sé porqué sucede. No tiene lógica. Tú misma has visto a Clem con algo parecido y no se ha desmayado.

Había verdad en su tono, verdad, preocupación y fastidio.

A Morga le hubiese gustado creer por completo las palabras de Cass, pero su retorcida forma de pensar se lo impedía. La expresión de su amiga parecía sincera aunque no le cuadraba su comportamiento. Claro que para Morgana lo que se saliese de la línea de su propia lógica, resultaba turbio. Torció un punto la boca, quizás tan mosqueada con ella misma como con su invitada, y se repitió el habitual tic en sus labios.

Hasta Morga era consciente de donde podían terminar de continuar por este camino, cosa que no le incomodaba. Sin embargo se esforzó por apartar su desconfianza y no dejar caer a ambas en ese pozo abierto y, aprovechando el comentario del desmayo, probó de dar un giro brusco cambiando la dirección de la conversación.

-Vale. Yo sí tengo más de qué hablar, me toca. ¿Te puedes sentar de nuevo? Por ejemplo, tus visiones, esos destellos, ya que has sacado el tema. ¿Es a voluntad, cuando te da la gana? ¿Te concentras, y...bum, ves lo que coño sea que sucederá mañana, pasado? -Si unos segundos antes su tono fue áspero, ahora lo endulzó- Y te aclaro que Clem no se desmaya pero se queda en plan puto zombi lobotomizada. Le sueltas una puta hostia y ni se entera. Os afecta de manera distinta, no lo veo raro -dio un paso atrás hacia su silla- Entonces me acompañas mañana a que te vea Nicolás, él puede que descubra alguna cosa.

Un suspiro se escapó de la boca de Cassandra y se encaminó de nuevo a la silla que había dejado hacía tan sólo un instante.

-Haber empezado por ahí. -murmuró sentándose y prestando atención al resto de lo que la ex militar le decía. 

La cabeza de la buscadora bailó de lado a lado, sin llegar a negar, pero dejando claro que no era así como iba el asunto, y luego sonrió ante la mención de Clem como un "puto zombi".

-Más que concentrándome es deseándolo, pero simplificando así es, aunque eso de ver el futuro no es fácil, además no tengo forma de saber cuánto tiempo pasará hasta que suceda lo que he visto y la interpretación de lo que vea puede ser incorrecta -recordó cuando conoció a Nick y la idea totalmente errónea que se habia hecho de él y de su relación con su hermana, una sonrisa triste apareció en su cara por un momento -. No es tan útil como puede parecer, a veces es mejor revisar el pasado para planificar bien el futuro. Y lo que veo siempre está relacionado con el lugar en el que estoy o con lo que estoy tocando, no puedo ver todo lo que desee, tiene que haber un nexo de unión... excepto esta última vez -añadió en voz baja frunciendo el ceño y buscando en el rostro de la otra mujer una respuesta que nadie tenía -Creía que lo controlaba, que si mantenía mis anhelos controlados no me iba a pasar porque sí, llevaba muchos años lográndolo, pero esta vez ha sido diferente. En más cosas de las que había pensado hasta ahora. Nunca había "visto" nada en tiempo real, o pasado o futuro, nada de presente, y menos a kilómetros de distancia.

Conforme hablaba su voz fue tomando un ligero tono de preocupación, si no podía asegurar el control de sus visiones, fuera del Morris era más un peligro o una carga que otra cosa.

-No sé si... salir sea buena idea, ¿y si me vuelve a pasar?

Esta no era la Cassandra segura de ayer, la que aseguró que no pasaba nada, lo que había pasado hoy había mermado la confianza que tenía en el control de lo que le sucedía. 

Ella también se sentó. No quería que Cass se marchase. Y a la vez deseaba quedarse sola. Quería confiar en ella. Y a la vez su voz interior le gritaba que la apartase lejos. Las dos hermanas habían mentido. Quizás ese fuera uno de lo errores de los que hablaba la Buscadora. "Deja que fluya el tiempo, Morgana".

Asentía con la cabeza, acompañó con su sonrisa la de Cass- Es alucinante. La puta hostia -intercaló en un momento dado. Su mirada reflejó la perplejidad y fascinación que sentía, tanto por las visiones como por la no menos sorprendente capacidad de Trish.

-Qué cojones dices -replicó acompañando con un encogimiento del hombro izquierdo cuando terminó- Si te vuelve a pasar, yo estaré allí -contestó sin pensar. Rectificó-La puta jefa de seguridad del Morris. -Luego estuvo unos instantes en silencio antes de abrir de nuevo la boca. Intentaba comprender la incertidumbre y angustia de Cass. Buscaba colarse más allá de sus negros ojos, de sus gestos, de su expresión- Puede que tu vínculo con Nick, con las personas que te importan, unido a la intensidad y gravedad...emocional del suceso activaran tu...percepción.

No tenía idea de lo que hablaba, pero quien sabe, podría ser- Ha sido puntual, nuevo. ¿Y qué? Te adaptarás, lo afrontarás. No vas a permitir que anule tu vida -había intensidad en sus palabras y en la gema de jade pulido de sus ojos, intensidad y fuerza que deseaba transmitirle- El riesgo dispara la adrenalina, te hace sentir más viva. El riesgo va ligado al éxito. Mira, la libertad suele ir unida al miedo, a la responsabilidad y a otras mierdas. Todas mezcladas en el mismo paquete. Te intentan frenar, joderte, con grilletes de moralidad, de consencuencias, con sus putas mentiras. Anulan tu espíritu de lucha. El miedo es contagioso -detuvo su discurso al darse cuenta que quizá la cabeza de Cass no estaba para el ya conocido, vehemente y extremo pensamiento de Morga.

-Lo que quiero decir es que eso es parte de tu vida, de ti. Eres tú -de manera inconsciente estiró una de las comisuras de su boca, la relajó, se mordisqueó-. ¿Qué putos errores fueron esos? Piensa en ellos, te han conducido hasta mi habitación, ¿por qué coño crees que el miedo te impulsó a cometerlos?

Las palabras que salieron sin pensar de la boca de Morgana arrancaron una sonrisa leve, pero sincera, y llenaron a la buscadora de... ¿seguridad? No. Calidez. No un rubor, ni mariposas en el estómago, si no un calor que nació en su pecho y se extendió por todo su cuerpo, dándole fuerzas y un poco de pavor -No estoy sola- dijo su mente recordando un eco lejano de otros tiempos. El resto de su discurso la atrapó, la elevó y acabó por marearla, en algún punto se perdió entre la marabunta de palabras, pero el cierre la hizo sonreír de nuevo.

-Tienes razón, podría haber sido peor y estar en la de Kane. -se notaba a leguas que estaba tratando de aligerar el ambiente. No quiso profundizar en su miedo por lo que eligió los errores -No debería haber mentido, pero hay cosas de uno mismo que cuestan de aceptar y parece imposible que otros lo hagan, y sencillamente callas y sigues, y esperas el momento para decirlas... pero cuánto más tiempo pasa más difícil se hace contarlas. Hasta que un buen día la burbuja que has creado explota.

Cassandra se encogió de hombros, no había más, esa era la historia. Somos esclavos de nuestras palabras, pero también de nuestros silencios.